Madrid, España. El ala izquierda del Partido Demócrata ha puesto el grito en el cielo después de la firma del acuerdo sobre el techo de endeudamiento patrocinado por el presidente Obama, al que acusan de haber efectuado una capitulación en toda regla. Paul Krugman, el Nobel de Economía convertido en un icono de la izquierda americana, inició la carga contra el presidente por su presunta “rendición”, y a ella se han sumado en las últimas horas numerosos periodistas, intelectuales y congresistas demócratas.
Estos acusan al presidente de haber perdido todas las grandes batallas libradas contra los republicanos: fue incapaz de defender con ahínco la llamada “opción pública” de la reforma sanitaria; dio el visto buena a la renovación de los recortes fiscales de Bush a las rentas altas, que caducaban a finales del 2010; y por último, ha permitido un acuerdo para elevar la deuda que sólo recoge recortes del gasto público, y ningún aumento de los ingresos fiscales.
El pasado lunes, en su mensaje dirigido a la nación, gastó su último capital político en este debate promoviendo un acuerdo que combinara recortes en el gasto público, con el final a las exenciones fiscales a las grandes corporaciones y a las petroleras. Apenas unas horas después de aquel discurso, Obama ofreció su respaldo al primer plan de Reid, que ya no contenía ningún incremento de los ingresos públicos.
De ahí que estos días se lo compare con Jimmy Carter, sinónimo en EEUU de un presidente débil. Bajo el título “Obama lo da todo”, Michael Tomasky asegura en The Daily Beast que “es difícil exagerar la dimensión de la capitulación del presidente frente a la derecha”. El conservadurismo será la fuerza dominante en la política de EEUU durante muchos años”, añade.
No obstante, para poder asegurar que Obama es un negociador pésimo deberíamos saber realmente cuáles eran sus objetivos al iniciarse todas las conversaciones arriba mencionadas. Por ejemplo, ¿era para Obama una prioridad que la reforma sanitaria incluyera la opción pública, o simplemente conseguir aprobar una ley? ¿En la crisis de la deuda, su línea roja era incluir en el pacto un aumento impositivo, o elevar el techo de la deuda más allá de 2012 para evitar que el asunto se inmiscuyera en su estrategia de campaña?
Si realmente Obama compartía de corazón los mismos postulados y objetivos que el ala más progresista del Partido Demócrata, entonces sí hay argumentos para sostener que es un negociador débil, incapaz de imponer sus términos en una mesa de negociaciones. Ahora bien, si lo que Obama pretende por encima de todo salir reelegido, y cree que para ello es necesario ganarse a los independientes, quizás su estilo no es tan horroroso.
Sus declaraciones de simpatía hacia las aspiraciones progresistas y su rapidez en abandonarlas a favor de un acuerdo de perfil centrista podrían responder a una frío cálculo para obtener a la vez el apoyo del ala izquierda de su partido, y a un buen puñado de independientes en noviembre del 2012
Además, también hay que tener en cuenta el contexto político en el que se desarrollaron todas estas negociaciones. La aparición del fenómeno del Tea Party, y más aún su victoria en noviembre del 2010 ha empujado el Partido Republicano a la derecha, y lo ha hecho más reacio a cualquier tipo de compromiso con el Partido Demócrata, una condición “sine quae non” para aprobar grandes proyectos legislativos en un sistema político que requiere consensos muy amplios.
El Mundo.es. 1/8/2011