Tres proyectos impulsados por la ONU ayudan a mujeres mexicanas a afrontar situaciones como la pobreza y la violencia agravada por la desigualdad de género.
En México, nueve mujeres fueron asesinadas al día en 2023. Solo en el Estado de México (uno de los 31 estados que junto con Ciudad de México forman México) se perpetraron 372 asesinatos de mujeres en 2023, de los que solo 89 fueron investigados como feminicidio.
Las organizaciones de la sociedad civil feministas, que incluyen activistas y víctimas, lideran la lucha contra la pobreza y la desigualdad de las mujeres en toda su diversidad. Sin embargo, muchas de ellas trabajan en contextos sociales desafiantes y con pocos recursos, ya que los fondos de la cooperación internacional, los presupuestos nacionales o la filantropía han disminuido drásticamente o son insuficientes.
La ONU hace un llamado urgente para financiar a esas organizaciones, ya que fortalecer los movimientos y las organizaciones de la sociedad civil contribuye a la democracia, la paz y el desarrollo sostenible, objetivos de la Agenda 2030 de la ONU.
En línea con este llamado y en el marco de las dos Alertas de Violencia de Género contra las Mujeres (AVGM) por feminicidio y desaparición levantadas en el Estado de México desde 2015, el año pasado la Secretaría de las Mujeres estatal se alió con ONU Mujeres* para contribuir a la sostenibilidad de organizaciones feministas y de base que promueven acciones de memoria, reparación y justicia social en los 11 municipios donde se activaron estas alertas.
Tres proyectos, realizados en los municipios de Ecatepec, Ixtapaluca y Valle de Chalco, usan el arte y el trabajo colectivo con la juventud y la comunidad para empoderar a la mujer.
Lucha, la voz de resistencia en Ecatepec
En Ecatepec, las mujeres no viven tranquilas dentro ni fuera de casa.
“Mi mamá me pide una foto antes de salir de casa porque me dice: tengo miedo, tengo que saber cómo sales (vestida)”, cuenta Pamela González, artista urbana de 25 años, oriunda de este municipio de la periferia de la Ciudad de México con más de 1,6 millones de habitantes y con una de las tasas de feminicidio más altas a nivel nacional y estatal.
Una víctima de esa violencia feminicida es Montserrat Mejía Rangel. Montse, como le dice su mamá, fue brutalmente golpeada por su esposo hace tres años.
“Ella falleció el 20 de febrero de 2021 por traumatismo craneoencefálico y múltiples golpes en el cuerpo. Estaba embarazada de casi 5 meses y dejó una niña que hoy tiene 6 años”, cuenta Mercedes Rangel, quien, como muchas madres del Estado de México y del resto del país, se ha tenido que convertir en activista para exigir una sentencia firme y vitalicia contra el presunto feminicida de su hija. “Lo único que queremos es que no haya ni una más”, dice.
Acompañadas por el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio, una red conformada por organizaciones de la sociedad civil, defensoras de derechos humanos, colectivos y familiares de víctimas de violencia feminicida, Pamela y Mercedes participaron en la inauguración del primer mural “Voces en Resistencia: Murales por la Justicia y la Memoria”, realizado en diciembre pasado en una de las fachadas del Centro de Justicia de Ecatepec “San Agustín”, dependencia adscrita a la Fiscalía General de Justicia del estado.
“El objetivo del mural es dignificar a las madres”, dice Pamela, coautora del memorial e integrante del colectivo EL BANCO (Barrio con Arte, Nuestra Cultura Organizada).
“Sabes que si en algún momento desapareces, ellas van a estar gritando tu nombre para que se haga justicia”. Por eso el personaje principal es Lucía, “Lucha”, una mezcla de muchas madres.
“Es una mujer que no importa cuánto miedo tenga, cuánto se exponga, ella quiere justicia, pero también está cansada, está triste y está agotada. Porque todo esto es agotador”. La vela del mural representa la luz y la esperanza, mientras que los pétalos morados, en alusión a la tradición mexica, dice, son rezos de paz y amor.
“Me gustaría incomodar un poco a la población para que empatice con la situación que estamos viviendo (las mujeres en Ecatepec) y que hemos normalizado. (Quiero) cambiar la realidad”, indica Pamela.
Dilcya García, fiscal central del Estado de México para la atención de delitos vinculados a la violencia de género, asegura que este memorial sirve “para poder recordar por siempre la justicia que le debemos, en esta institución y en otras, a las madres, a las niñas, a las mujeres que han sido víctimas de violencia feminicida (...) Que cada vez que entren aquí (las y los servidores públicos) se acuerden para quién trabajamos: la sociedad”.
“(La idea es) no quedarnos solamente en la indignación sino pasar a la justicia y a la esperanza (...) Este esfuerzo conjunto entre ONU Mujeres y la Secretaría de las Mujeres del Estado de México es inédito”, destaca María de la Luz Estrada, coordinadora del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio. Apoyos como éste “deben continuar”, agrega.
Siembran esperanza en Chalco para cosechar justicia
En la escuela preparatoria oficial 123 de Valle de Chalco Solidaridad, otro de los municipios alertados por la violencia contra las mujeres en el Estado de México, se ha sembrado la semilla de esperanza. Aquí, en coordinación con el personal escolar adscrito a la Secretaría de Educación Pública estatal, así como con las autoridades municipales, la organización Justicia Pro-Persona impartió talleres, organizó un encuentro de arte con la comunidad y realizó un mural que honra a las víctimas de feminicidio e inspira a la acción colectiva para visibilizar y erradicar este flagelo.
“Colores que restauran” fue la convocatoria que lanzó en diciembre pasado la organización, dirigida a juventudes y estudiantes del municipio para “reflexionar y tejer juntxs una comunidad libre de violencias” contra las mujeres, niñas y adolescentes. En los talleres se impartieron conocimientos para identificar los diferentes tipos de violencia de género, pero, sobre todo, se trabajó en la prevención, la empatía, el trabajo en equipo y la sororidad.
“Mi compromiso (ahora) con mi comunidad, cuando una mujer se sienta sola, esté pasando por un mal momento con su pareja o con su familia, es escucharla y apoyarla como yo pueda. Tal vez ayudándola a denunciar”, comenta Hannia Gissel Cruz, de 17 años, estudiante de la preparatoria.
Joel Romero, de 15 años, destacó el conocimiento adquirido en los talleres y el trabajo colectivo principalmente para la elaboración del mural. “Ahora ya tengo más herramientas para llevar el mensaje a la comunidad (...) El mural no va a salvar vidas, no va a hacer que dejen de desaparecer las personas, pero va a hacer que disminuyan (los casos). Va a hacer que muchas personas se concienticen”, asegura.
El mural titulado “Sembrando memoria, cosechando justicia”, dirigido por la artista mexiquense Verónica Rodríguez, PisiPop, fue realizado frente al huerto de la escuela, en una pared que puede ser vista desde la calle por las y los vecinos. “Todos tenemos un poco de injusticia en nuestras familias y en nuestra periferia. Todos aquí sabemos lo grave que están las cosas del feminicidio. Tenemos que hablar de esto, de cómo nos están desapareciendo, cómo nos están matando y que es algo que no se puede ya callar”, indica.
“El proyecto se enmarca en un tema de reparación”, destaca Ana Yeli Pérez, abogada feminista y directora de Justicia Pro-Persona. “La justicia no sólo está en los tribunales. La justicia es social. La justicia se construye en comunidad y lo que queremos es una comunidad igualitaria donde la justicia sea un valor y donde podamos vivir libres de violencia y sin miedo”.
La participación de ONU Mujeres con el Gobierno del Estado de México es clave, agrega, por cómo “tejemos en diferentes niveles de la sociedad y de las instituciones”.
Memoria viva para reparar y no olvidar a las víctimas en Ixtapaluca
“Nosotros no vivimos una guerra como en Siria, pero estamos viviendo el feminicidio, una pandemia”, dice con contundencia Lorena Gutiérrez, quien no ha dejado de exigir verdad y justicia desde el feminicidio de su hija Fátima Varinia Quintana Gutiérrez, asesinada el 5 de febrero de 2015, a sus 12 años, tras la agresión física y sexual perpetrada por tres hombres en el municipio de Lerma, Estado de México. Su hijo Daniel Quintana, hermano menor de Viri, falleció tiempo después como víctima colateral del mismo delito.
Para Lorena, mantener viva la memoria de Fátima y de todas las mujeres asesinadas a causa de la violencia feminicida es importante “para concientizar a una sociedad que ya ha aprendido a normalizar el feminicidio y la violencia de género”. Por esta razón quiso que su hija estuviera representada en el segundo proyecto de “Voces en resistencia: murales por la justicia y la memoria”, realizado por el citado Observatorio en coordinación con las autoridades locales y personal educativo en el centro de Ixtapaluca, otro de los municipios alertados en el Estado de México pero del que pocas veces se habla.
“Ellas viven en nuestra voz”, se puede leer debajo del nombre de Fátima. Junto a ella están los nombres de Jaqueline, Lulú, Paola, Karla y el de Alejandra Calvo, víctima de feminicidio el 16 de abril de 2020, en Ixtapaluca. Su madre, Teresa Calvo, considera clave la ubicación de este mural no sólo por estar afuera de una escuela, sino porque también está a unos pasos del Ayuntamiento.
“Es para que se visibilice y tanto autoridades como sociedad se den cuenta de que estamos viviendo una realidad, esto es verdad. Son hijas que fueron asesinadas, que ya no están y que nada más está aquí el rostro y está el nombre, pero que no se les olvide que ellas vivieron y ellas son mujeres que debieron haber seguido viviendo aquí”, señala Teresa.
La sororidad y la búsqueda de justicia es lo que ha unido a muchas madres como ellas. “Para mí, Lorena es un gran ejemplo, es una mujer bien fuerte y bien aguerrida. Yo la admiro y la respeto mucho, porque su lucha ha ayudado a muchas mujeres”, indica Teresa. “Las mamás unidas somos más fuertes, podemos llegar a obtener justicia y a cambiar un poco esta violencia hacia las mujeres”.
Para María Figueroa García, la artista plástica y activista encargada de realizar este mural, era importante recuperar la memoria viva de las madres, así como colocar los nombres completos de las víctimas, las fechas de su defunción y una consigna. Con la técnica del estarcido se intentó respetar lo mejor posible los rasgos de todas ellas.
Proyectos como éste, destaca, te permiten “reinterpretar la violencia que se está viviendo y darle una posibilidad a las mujeres que buscan justicia por sus hijas de tener un espacio de reflexión y de diálogo con la gente que por aquí transita”. Estas acciones son eficaces porque pueden empezar a “permear la conciencia colectiva”, concluye.
*El proyecto para contribuir a la sostenibilidad de organizaciones feministas y de base en el Estado de México es producto del programa implementado en el marco de la Iniciativa Spotlight México (2019-2023) para el fortalecimiento de organizaciones de la sociedad civil que trabajan en la defensa y promoción de los derechos humanos de las mujeres.
Asimismo, se enmarca en la sentencia Caso González y otras vs. México, conocida como “Campo Algodonero” por feminicidio y violencia de género. Esta sentencia emitida por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, el 16 de noviembre de 2009, señala que en los casos de violencia contra las mujeres y las niñas, los Estados tienen la obligación de otorgar medidas de reparación integral del daño con un enfoque diferenciado que reconozca la situación de violencia y discriminación estructural que viven previo a la vulneración de sus derechos, con un enfoque transformador de sus vidas y la de sus comunidades, que revierta las situaciones de discriminación, dignifique a las víctimas, sus familias y promueva la reconstrucción del tejido social.
Farrera. E. (2024)
Eloísa Farrera. Sembrando semillas de esperanza contra la violencia de género en México. Centro de Noticias ONU. Recuperado el 06 de Abril de 2024.
https://news.un.org/es/story/2024/03/1528187