Monterrey, Nuevo León. En México, una de cada dos mujeres sufre de alguna forma de violencia, pero su situación se hace invisible ante otras formas de agresión, como la narcoviolencia, señalaron ayer participantes en el foro-diálogo "Alternativas frente a la violencia contra las mujeres", en el 15 aniversario de Alternativas Pacíficas.
"La violencia contra las mujeres en México se ha invisibilizado, pasa mucho en países donde hay guerra, y por eso tenemos que insistir, seguir alzando la voz porque las leyes no se van a aplicar solas, se aplicarán cuando lo exijamos", señaló Alicia Leal Puerta, fundadora de la asociación, durante su intervención en el CITES del Tec de Monterrey.
Advirtió que en la impartición de justicia hacia las mujeres existe mucha simulación y confusión, lo cual no debería permitirse.
"Parecería que estas otras violencias están acallando mucho de lo que el movimiento social de mujeres había logrado en México; en el momento que crecen otros tipos de violencia, esto se vuelve como algo banal y no importante", puntualizó Lídice Ramos, coordinadora del Centro de Estudios de Género de la UANL, en entrevista previa.
Y el origen de las otras violencias, señaló la periodista Lydia Cacho, es la corrupción.
"La violencia contra las mujeres en este contexto de guerra se exacerba doblemente y estamos viendo en estados como Nuevo León, Sinaloa, Chihuahua, Baja California o Zacatecas cómo los narcos por un lado y algunos soldados por otro están eligiendo jovencitas que les gustan para llevárselas el tiempo que quieran, las desaparecen, las violan y después las botan o las convierten en sus mujeres", dijo la autora de Esclavas del Poder.
Las chicas que logran escapar no saben ante quién denunciar pues las bandas están protegidas por el hermano de un Gobernador, el líder de un grupo de militares o algún policía.
"Esta historia de dolor y sufrimiento que hemos tenido en Chihuahua ha tenido una cuestión muy importante, que tiene que ver con el movimiento de mujeres en las organizaciones en el Estado que están muy fortalecidas a partir de un trabajo de acompañamiento", expresó Lucha Castro, del Centro de Derechos Humanos de la Mujer, en Chihuahua, quien llevó el caso de Marisela Escobedo y subrayó que muchas víctimas como ella se convierten en defensoras de los derechos humanos.
"Una de las tareas pendientes, tanto en la violencia como en la trata, es el trabajo a nivel familiar, además de la erradicación de la pobreza y una mejor educación", señaló Arun Kumar, del Instituto de Investigaciones Sociales de la UANL.
Jessica Castañeda. El Norte.com. 31/5/2011