México, Distrito Federal. Antes de dar
nuestra palabra en este momento fundamental para el país, quisiéramos comenzar con
unos versos del poema “Desaparecidos” de Mario Benedetti: “Están en algún sitio
/concertados/ desconcertados / sordos/ buscándose / buscándonos/ (…)/ cuando
empezaron a desaparecer/ como el oasis en los espejismos/ a desaparecer sin
últimas palabras/ tenían en sus manos los trocitos/ de cosas que querían/ están
en algún sitio / nube o tumba/ están en algún sitio/ estoy seguro/ allá en el
sur del alma/ es posible que hayan extraviado la brújula/ y hoy vaguen preguntando
preguntando/dónde carajo queda el buen amor/ porque vienen del odio”.
Porque hoy es un
día en que en medio de tanto odio, de tanta noche, de tanto dolor que continúa,
el buen amor ha salido por fin al encuentro de las víctimas, de los muertos, de
los desaparecidos y de la justicia que tanto han buscado, abracémoslos y
abracémonos con un minuto de silencio.
Buenas tardes Sr. Presidente Enrique
Peña Nieto y señoras y señores que lo acompañan; buenastardes señoras y señores
legisladores, buenas tardes hermanos y hermanas del MPJD y de todas las
organizaciones sociales que hoy están aquí; buenas tardes hermanos y hermanas
que no han dejado de acompañarnos en la búsqueda de la justicia y de la paz. Hoy
es un día puntuado por una paradoja: la tristeza y la alegría. La tristeza,
porque esta Ley General de Víctimas que por fin ha sido publicada y hoy se nos
entrega, no debió haber sido. Es la consecuencia de la no aplicación de las
leyes que están hechas para la protección y la justicia de los ciudadanos; es
la consecuencia de la impunidad, de la corrupción, del desprecio, de la erosión
del esqueleto moral y político del Estado mexicano, y de una guerra que nunca
debió haber sucedido. La alegría, porque frente al dolor y el sufrimiento de
esas graves omisiones, esta Ley abre una esperanza: la esperanza de la justicia
y de la paz, la esperanza de la palabra cumplida, la esperanza de un Estado que
rompa la espantosa brecha entre ciudadanos y autoridades que tanto daño ha
hecho al país y a la democracia, la esperanza de la vida contra la muerte, de
la unidad del amor contra el odio, la esperanza de una nación que se rehace de
sus miserias.
Ustedes, señores legisladores, cumplieron como representantes de
un pueblo que en sus víctimas reclama una justicia que se le debe; usted, señor
Presidente, cumple no sólo con esa justicia que había sido traicionada, sino
con lo más sagrado que un ser humano tiene: su palabra, la que usted empeñó en
los Diálogos por la Paz que sostuvimos el 28 de mayo en el Alcázar del Castillo
de Chapultepec con los entonces candidatos y candidata a la Presidencia de la
República. Usted ha hecho posible el deseo que un día le expresamos las víctimas
citando a otra víctima, el poeta Paul Celan, el deseo “de que la piedra pueda
florecer,/ de que en la inquietud palpite un corazón./ (de que el ) tiempo (sea
por fin el) tiempo”. Esperamos que el Poder Judicial siga este ejemplo y cumpla
sus obligaciones ante la nación.
Lo reconocemos, lo saludamos, lo abrazamos, lo
celebramos como un consuelo y una esperanza que nos llega en medio de la noche,
como un primer paso hacia la justicia y la paz que necesita la nación, y como
un gran y profundo gesto democrático. Sin embargo, como todo primer paso, no basta.
Una Ley para que se cumpla necesita un instrumento. La Ley General de Víctimas,
que hoy usted ha promulgado y nos entrega, necesita, como esa misma Ley lo
indica, un Sistema Nacional de Atención a las Víctimas, un sistema honesto,
dotado de los suficientes recursos y del suficiente personal para atender la
enorme dimensión de la crisis humanitaria que enfrenta la nación, un sistema
que requiere, además, de la unidad de todos. Sin él, la Ley General de Víctimas
será sólo letra muerta, una buena intención en medio del infierno, un sueño
devorado por la pesadilla que no hemos dejado de habitar; un sistema que
permita no sólo la justicia para los asesinados y los violentados en su
dignidad, sino la vuelta a casa de los desaparecidos. Una nación democrática, una
nación que se respeta, no puede aceptar no saber dónde se encuentran más de 20
mil hijos suyos, no puede aceptar que miles de sus hijos sean arrojados sin
identificar a la fosa común. Hoy, señor Presidente, que celebramos este primer
paso dado, demos juntos el segundo y empecemos desde hoy a edificar no sólo ese
Sistema Nacional de Atención a las Víctimas para quela Ley encuentre su rostro,
sino también a crear los protocolos necesarios para que la Ley de Protección a Defensores
de Derechos Humanos y Periodistas tenga peso y realidad. También exhortamos
desde aquí a los poderes legislativo y ejecutivo a no permitir la regresión en
materia de derechos humanos que podría implicar la propuesta de reforma al
Artículo 1º Constitucional.
Hay un tercer paso que dar, señor Presidente. No
habrá suficiente justicia para los muertos si no recuperamos su memoria, sus
nombres, sus historias, su presencia entre nosotros. El MPJD ha hecho ya, al
respecto, una declaratoria: la creación del Memorial de las Víctimas de la
Violencia en México en el centro mismo de lo que hoy es ese monumento mal
llamado Estela de Luz (le hago entrega, Sr. Presidente, de esa declaratoria).
Esperamos que al igual que se ha hecho con la Ley General de Víctimas, este pendiente
se cumpla para que la justicia que les debemos a los muertos y nos debemos a
los vivos no tenga de qué avergonzarse.
Hay, por último, un cuarto paso que
dar. No habrá verdadera justicia si no hay un camino hacia la paz. Ese camino
que, como dijo Gandhi ‒y usted hizo suyas sus palabras en los Diálogos de Paz‒,
es la paz misma. Paz que no puede hacerse sin todos.
La idea de un pacto por
México como el que usted ha convocado, puede llegar a ser, al igual quela Ley
que hoy recibimos, un paso de paz si se hace y se da con todos, y al decir
todos hablamos de todos los grupos que conforman la nación. Somos todos ellos
los que juntos podemos no sólo comunicar sino construir una comunión que pueda
redundar en una Ley de Seguridad Humana y Ciudadana que ponga énfasis en los
derechos humanos, en un cambio de estrategia en el combate al crimen, en una
limpieza real de los delincuentes que hay en todos los órdenes del gobierno, y
en la necesaria construcción de un México donde quepan muchos Méxicos. Sin esa
Ley, sin ese énfasis, sin esa limpieza, sin ese cambio, sin esa construcción,
trabajados por y con todos, las víctimas seguirán acumulándose y la vida
democrática del país quedará destrozada bajo el desprecio de la violencia y el
crimen.
Hemos sido y no hemos dejado de ser modestos y realistas. Allí donde la
desmesura del orgullo ha señalado el ideal extravagante, nosotros hemos
colocado la mesura de las utopías modestas. Sabemos que entre más impracticable
es el ideal, mayor es el fracaso. La utopía modesta no pretende la instauración
del bien universal – esa idea del bien que en su idealismo conduce, es una enseñanza
de la historia, al abismo--, sino la mesura de la bondad que se niega al mal, a
la humillación, al crimen, a la corrupción, a la violencia, a la tortura, al
desprecio, al arrasamiento dela culturas y de la tierra, y pone por encima de
cualquier ideal a los seres humanos de carne y hueso, y sobre cualquier Edén,
la modesta comunión de los hombres. Por eso creemos en los pasos comprometidos
y firmes que nunca traicionan la rectitud. Con esos pasos no hemos dejado de
caminar desde que un día, transidos de dolor y de dignidad herida, salimos de
Cuernavaca a visibilizar, abrazar y pedir justicia por las víctimas. Son esos
mismos pasos los que hoy, señor Presidente, señoras y señores legisladores,
hermanas y hermanos, recordamos y les invitamos a continuar dando, y a poner
una fecha para una próxima reunión de trabajo, de donde surja una ruta acordada
para la paz y la justicia.
En medio del dolor y del largo camino que aún falta por
recorrer, nos detenemos en este recodo para reposar un momento y abrazarnos en
el ya pero todavía no de la justicia y la paz que nos trae esta Ley General de
Víctimas.
-Javier Sicilia
Movimiento por la
Paz con Justicia y Dignidad. 09/01/13