En la década de los
setenta se le denominó la teoría de los
dos demonios a la concepción según la cual los actos de violencia y terrorismo
perpetrados, por un lado, por las Fuerzas
Armadas de los países latinoamericanos envueltos en un régimen militar y por el
otro el terrorismo de estado llevado a cabo por las organizaciones
guerrilleras. Según esta concepción, las acciones de cada bando no sólo
afectaron al que decían combatir, sino a ciudadanos que no hacían uso de la
violencia.
De acuerdo con la
teoría de los dos demonios, la represión emprendida por las fuerzas
armadas no puede ser analizada sin
considerar también el accionar de los grupos de guerrilla urbana que cometieron
gran cantidad de asesinatos y atentados terroristas, en su afán por instaurar
un estado anarquista en el continente.
Otra línea de
pensamiento, que algunos consideran cercana a aquella "teoría",
afirma que el terrorismo de Estado es
peor, pues coloca a las víctimas en estado de completa indefensión.
La calidad de
democracia peligra en México. La mayoría de los mexicanos están insatisfechos
con esta forma de gobernar. La convicción a favor de un régimen democrático ha
caído a su peor nivel desde que comenzó a medirse este indicador. El asunto no
sólo debe preocuparnos sino ocuparnos. Es deber de las instituciones, los
medios de comunicación, las organizaciones civiles y la ciudadanía el proteger
y mejorar la democracia en México ya que evidentemente se está notando una desilusión que eventualmente deriva en una
regresión autoritaria.
México ocupa el
penúltimo lugar en satisfacción con la democracia, con 21%, apenas tres puntos
por arriba de Honduras. Uruguay lidera en ese rubro, con 82 por ciento”. Según
Alejandro Moreno, investigador del ITAM, en México los dos factores que más
influyen a la satisfacción o insatisfacción con la democracia son las opiniones
acerca de la distribución del ingreso y las percepciones acerca de la
seguridad, en ese orden. La primera y más importante influencia de la
insatisfacción democrática es pensar que la distribución del ingreso en el país
es injusta. Gran parte del reproche a la democracia se da por la permanencia de
profundas desigualdades sociales.
La segunda influencia
de la insatisfacción son las malas condiciones de seguridad, legado de varios
años durante los cuales la delincuencia organizada ha sido un elemento
constante en la opinión pública”.
El tercer lugar
corresponde a la situación económica: la falta de crecimiento sí ha generado
insatisfacción democrática y eso se ve reflejado en el humor de la gente. El
cuarto factor es el temor a la delincuencia; el quinto el temor al desempleo; y
el sexto se centra en las percepciones de integridad electoral. Respecto a esto
último, la idea de que las condiciones de competencia electoral no son justas
se conecta de manera directa con la insatisfacción democrática. En América
Latina, el promedio de los 18 países de la región arroja 24% que opina que las
condiciones de competencia electoral en su país no son justas; en México esa
opinión alcanza 43 por ciento”.
¿Cuál es el demonio
entonces? Para algunos han sido las reformas impuestas. Estamos hablando de la
situación energética y su reforma ante la imposibilidad de torcer una curva descendente que se está llevando miles
de millones de dólares. Es el ahogo de
las finanzas públicas por la aplicación de programas ilimitados clientelista de
apoyos, subsidios y despilfarro sobre todo a nivel de los Estados, cuya
adecuación traerá consigo un profundo conflicto social como el que ya estamos
viendo a nivel magistral, sindical y
burocrático. Son los graves desequilibrios en la distribución de oportunidades
por las diferencias insalvables en la calidad educativa y en la dignidad
habitacional. Es la brutal expansión del
narcotráfico, la violencia en todas sus dimensiones y el trabajo esclavo.
Estamos siendo testigo de una situación conflictiva que se presenta a
partir de decisiones tomadas en torno a la modificación del tradicional aparato
estatal vigente. La reforma magisterial,
energética, hacendaria, de telecomunicaciones y política ha generado un rechazo
sectorial muy fuerte, por momentos cargados de una violencia, que proviene
tanto desde la extrema derecha como de la extrema izquierda, fenómeno que ha
ocurrido, en su oportunidad, en muchos otros países. Ese es el otro demonio
latente.
La investigadora
Elizabeth Jelin afirma se habla de dos violencias, pero no en términos de
equivalencias, sino en términos de "escalada de violencias" ya que
una violencia (en este caso agitación popular)
despierta una represión mucho más brutal.
Cuando una enfermedad
nos enfrenta a la dimensión temporal de la vida, se habilita el tiempo para la
reflexión y todos los actores de la vida política deberían hacerlo. En el
silencio de esa reflexión comienzan a aparecer los síntomas que el vértigo de
un escenario conflictivo trata de ocultar.
Las reformas y las
reacciones populares empiezan a mostrar los arboles donde antes sólo se veían
los bosques. Entre el escenario de las cuestiones que se debaten, están las
violaciones educativas, revisión de la cultura política, el delicado aparato
estatal y hacendario, la falta de empleo y los aumentos de gasolina sumados al
frágil respeto por las instituciones y la inseguridad ciudadana.
El Gobierno federal
está toreando una situación que no les
es nada fácil. Quizá su principal enemigo sea hoy el propio federalismo ya que
no sólo se tiene que encargar de los problemas propios de su responsabilidad como
federación, sino también manejar la situación particular de los estados, cuyos
déficits están cargados de corrupción, clientelismo, mal manejo de fondos, programas pseudo sociales electoralistas y
derroche de dinero para presumir y condicionar a la prensa, el personalismo e imagen pública de sus gobernantes. Las extremas diferencias sociales, el
narcotráfico, la grave situación del
sistema educativo y de salud, la dependencia energética; el déficit fiscal y
una economía a los tumbos son los hitos negros que hoy presentan los estados
del país que marcan a fuego el escenario nacional.
En muchos estados
vienen procesos electorales en el próximo año. En otros ya empiezan los
movimientos sucesorios. En todo caso
será también el preparar los recursos para la operatividad y sucesión de su
propio virreinato. En muchos de ellos hay una bomba latente que costará mucho
desactivarla. Tengamos claro que no es cuestión de echar culpas a los
predecesores sino a los constructores de esa bomba. El dejar una herencia es como una bomba de racimos.
No hay sector que
quede fuera de su alcance cuando explota.
Los dos demonios
están: una sociedad agotada con un modelo agotado y una dirigencia arcaica y
prebendaría frente a una sociedad que se acostumbró al clientelismo.
Habrá que estar muy
atentos para no volver a caer en la trampa. Por una buena vez el propio
gobierno debería hacerse cargo de sus
propios y gravísimos errores cometidos y la sociedad asumir que así como están
las cosas no da para más. Es la única forma de terminar con todo tipo de slogan simplista que suele
asignarse donde el TODOS es una simple demagogia para reafirmar los intereses
de POCOS.
Gustavo Ferrari Wolfenson. Ciudadano del mundo, enamorado de la vida, y feliz de lo que hace y siente. Como autor de "Relatos en Do Mayor" en el sitio "Desde Mi Maquina", narra su historia y vivencias de más de 40 países vividos y trabajados.