"Tristes guerras si no
es amor la empresa. Tristes, tristes.
Tristes armas si no
son las palabras. Tristes, tristes.
Tristes hombres y
mujeres si no mueren de amores.
Tristes, tristes".
-Miguel Hernández
Todo tiene su día y
funciona como «refresca memoria». El 30 de enero es el día mundial Por la Paz
y la No Violencia. Se conmemora desde 1964 y tuvo el reconocimiento por las
Naciones Unidas en 1993, recordando el asesinato de Mahatma Gandhi en 1948. Se
aprovecha este acontecimiento particularmente en el ámbito escolar y los
docentes lo tienen difícil, misión casi imposible, para explicarle al alumnado
qué es la paz y la no violencia.
Desde que han nacido
estas niñas y niños, adolescentes, las guerras y la violencia los acompaña como
su sombra. Estén atentos o no a través de las radios y de las televisiones se
enteran de situaciones horrorosas: bombardeos, masacres de civiles, ejecuciones
públicas, refugiados hambrientos y sufriendo frío. Hagamos este día una seria
reflexión de que en el mundo existen millones de niños y significativamente más
niñas, que no tienen acceso a la educación, que son explotados en los trabajos
más duros y denigrantes, siendo objeto de abusos de todo tipo.
En España se percibe
otra clase de violencia: desahucios de familias que se quedan en la calle,
periódicos asesinatos de mujeres y menores por sus parejas y exparejas.
Reportajes informando que el hambre y la desnutrición afectan a una parte de la
población. En muchas escuelas los alumnos y docentes lo viven todos los días.
¿Cómo explicar que esto suceda en un país europeo desarrollado?
Estas nuevas
generaciones pensarán que el mundo es así, pierden la capacidad de
sorprenderse. ¿Puede que se resignen? Desgraciadamente la humanidad nunca ha
vivido un periodo de paz y no violencia. ¿Cómo educar para entender que hay que
cambiar el mundo? El personal docente asistimos estos últimos años al desafío
político de ver cómo se desmorona el sistema educativo que tanto esfuerzo ha
costado establecer y conservar durante décadas.
Viejos fantasmas medievales
acechan de nuevo con su guadaña para ir recortando derechos consolidados, entre
ellos el derecho a la educación universal y gratuita y el principio
irrenunciable de igualdad de oportunidades; negar el derecho a personas por
falta de medios económicos, fomentar la educación de intereses de clase, el
deterioro y desprestigio de la escuela pública en beneficio de la escuela
privada, fomentando el elitismo y la segregación por sexos.
La educación para la
paz y la igualdad debería ser una asignatura entroncada dentro del currículo
escolar y no una pincelada transversal dentro del mencionado currículo.
Asignatura que fomente los valores de igualdad, respeto y solidaridad propios
de una sociedad democrática.
Recientemente
Mercedes Gallego, escribía en su
artículo Cuestión de educación «que la educación es el mejor arma, por no decir
la única, para luchar contra el continuo goteo de mujeres muertas a manos de
sus parejas y/o exparejas». Un nutrido grupo de profesionales, no solo del
ámbito educativo, nos sumamos a esas reflexiones. Sin educación no existe nada,
sólo el vacío, la incertidumbre, el caos. Este 30 de enero los docentes, madres
Antonio Cuevas, Diarioinformacion.com. Alicante, España. 28/01/15