Tras el entusiasmo de la última
Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo, las
cuestiones centrales y los muchos niveles de lo que está en juego están claros.
De hecho, un asunto complejo como el hambre, que es una prioridad permanente en
materia de desarrollo, sigue siendo motivo de lucha diaria para casi 795
millones de personas en el mundo.
Si bien ese número significa 216
millones de personas menos que en 1990-1992, según datos de la Organización de
las Naciones Unidas (ONU), el hambre mata todos los días a más gente que la
malaria (paludismo), el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) y la
tuberculosis juntas.
La Organización de las Naciones
Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) define al hambre como
desnutrición crónica y la mide por el promedio nacional de a cuántas calorías
accede cada persona a diario, así como la prevalencia de menores de cinco años
con bajo peso.
En qué lugar estamos si la
seguridad alimentaria y la nutrición están destinadas a ser un componente
fundamental de la erradicación de la pobreza y del desarrollo sostenible.
De hecho, la alimentación es un
derecho humano básico y vinculado al segundo de los futuros Objetivos de
Desarrollo Sostenible, que incluyen la meta de erradicar el hambre y lograr la
seguridad alimentaria (así como mejorar la nutrición y promover la agricultura
sostenible) para 2030.
El Programa de las Naciones
Unidas para el Desarrollo promueve prácticas agrícolas sostenibles para mejorar
la vida de millones de agricultores a través del Green Commodities Programme
(Programa de Productos Básicos Verdes)
Según el Programa Mundial de
Alimentos, el mundo necesita un sistema de alimentación que cubra las
necesidades de las 2.500 millones de personas más que poblarán la Tierra en
2050.
Erradicar el hambre y la extrema
pobreza requerirá otros 267.000 millones de dólares al año en los próximos 15.
En ese contexto preocupante, una duda asalta: ¿cómo lo lograremos?
De cara al futuro, el objetivo
requiere mucho más que palabras, se necesitan acciones colectivas, incluso
esfuerzos para duplicar la producción de alimentos a escala global, reducir el
desperdicio y experimentar con alternativas alimentarias. En el marco de la
misión del Fondo de Desarrollo Sostenible, trabajo para entender cómo atender
mejor este asunto multifacético.
Consciente de que no existe una
solución única para todos para mejorar la seguridad alimentaria, el Fondo para
el Desarrollo Sostenible coordina con varios actores públicos y privados, así
como con agencias de la ONU la implementación programas piloto innovadores en
el terreno.
Por ejemplo, la institución
trabaja para atender la seguridad alimentaria y la nutrición en Bolivia y El
Salvador, donde campesinos se benefician de nuestro trabajo para fortalecer
sistemas de producción agrícola locales.
Además, involucramos a mujeres y
pequeños agricultores como parte de nuestros esfuerzos transversales para
diseñar una respuesta más integrada a los desafíos del desarrollo. Reconocemos
que varios factores también deben desempeñar un papel crítico para alcanzar la
meta del hambre, a saber:
productividad agrícola mejorada,
en especial pequeños agricultores y familiares, ayuda a mejorar la seguridad
alimentaria;
un crecimiento económico
inclusivo genera avances importantes en la reducción del hambre y la pobreza;
la expansión de la protección
social contribuye directamente a la reducción del hambre y la malnutrición.
En la lucha contra el hambre,
necesitamos crear sistemas de alimentación que ofrezcan mejores resultados
nutricionales y que sean fundamentalmente más sostenibles, es decir que
requiera menos tierras y que sean más resilientes al cambio climático.
Los desafíos son casi tan grandes
como la creciente población que necesitará 70 por ciento más de alimentos para
cubrir el cambio estimado en la demanda y las dietas.
Siempre y cuando no sigamos
desperdiciando un tercio de lo que producimos, tendremos que reevaluar la
producción agrícola y de alimentos en términos de la cadena de suministro y
tratar de mejorar la calidad y los aspectos nutritivos en toda la cadena de
valor.
La seguridad alimentaria y la
nutrición deben ser un motivo de preocupación de todos, en especial si
pretendemos erradicar el hambre y combatir la inseguridad alimentaria en todas
sus dimensiones. Alimentar a la creciente población mundial debe, por lo tanto,
ser un esfuerzo conjunto y que difícilmente vayan a lograr solos los gobiernos
y las organizaciones internacionales.
En palabras de José Graziano da
Silva, director general de la FAO: “Haber casi logrado el ODM del hambre nos
muestra que podemos eliminar ese flagelo en nuestra vida. Debemos ser la
generación Hambre Cero. Ese objetivo debe introducirse en todas las
intervenciones políticas y debe ser el eje de la nueva agenda de desarrollo
sostenible que se aprobará este año” .
Paula Durán. Directora del Fondo de Desarrollo Sostenible del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)
Paula Durán. IpsNoticia.net.10/09/15