El Día de los Derechos Humanos
se celebra todos los años el 10 de diciembre. Se conmemora el día en que, en
1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración
Universal de los Derechos Humanos. En 1950, la Asamblea adoptó la resolución
423 (V), invitando a todo los Estados y organizaciones interesadas a que
observen el 10 de diciembre de cada año como Día de los Derechos Humanos.
En esta ocasión el Día está
dedicado al lanzamiento de una campaña de un año de duración para conmemorar el
50 aniversario de los dos pactos internacionales de derechos humanos: el Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, que fueron adoptados por la
Asamblea General el 16 de diciembre 1966.
Los dos Pactos, junto con la
Declaración Universal de los Derechos Humanos, constituyen la Carta
Internacional de Derechos Humanos, que establece los derechos civiles,
políticos, culturales, económicos y sociales que tiene todo ser humano al
nacer.
«Nuestros Derechos. Nuestras
libertades. Siempre» tiene como objetivo promover y dar a conocer los dos
Pactos en su 50 aniversario. La campaña gira en torno al tema de los derechos y
libertades (la libertad de expresión, la libertad de culto, la libertad a vivir
libres de la miseria y la libertad a vivir sin miedo) que sustentan la Carta
Internacional de Derechos Humanos. Estos derechos y libertades son tan
relevantes hoy como cuando se adoptaron los Pactos hace 50 años.
Naciones Unidas.org. 09/12/15
Mensaje del Secretario General
de las Naciones Unidas
Ante las enormes atrocidades y
abusos generalizados que se están cometiendo en todo el mundo, el Día de los
Derechos Humanos debería impulsar una acción mundial más concertada para
promover los principios atemporales que colectivamente hemos prometido cumplir.
En un año en que se conmemora
el 70º aniversario de las Naciones Unidas, podemos inspirarnos en la historia
del movimiento de derechos humanos moderno, que surgió a raíz de la Segunda
Guerra Mundial.
Entonces, el Presidente de los
Estados Unidos de América, Franklin D. Roosevelt, definió cuatro libertades
básicas como derechos inalienables de todas las personas: la libertad de
expresión, la libertad de culto, la libertad para vivir sin miseria y la
libertad para vivir sin temor. En las Naciones Unidas, su esposa, Eleanor
Roosevelt, unió sus fuerzas con paladines de los derechos humanos de todo el
mundo para consagrar esas libertades en la Declaración Universal de Derechos
Humanos.
Los retos extraordinarios de
hoy pueden considerarse —y afrontarse— a través del prisma de estas cuatro
libertades.
Primera: la libertad de
expresión. Esta libertad se niega a millones de personas y está cada vez más
amenazada, por lo que debemos defender, preservar y ampliar las prácticas
democráticas y el espacio de la sociedad civil. Ello es esencial para una
estabilidad duradera.
Segunda: la libertad de culto.
En todo el mundo, los terroristas se han apropiado de la religión y han
traicionado su espíritu al asesinar en su nombre. Otros están atacando a las
minorías religiosas y aprovechan los temores para obtener beneficios políticos.
En respuesta a ello, debemos promover el respeto por la diversidad basado en la
igualdad fundamental de todas las personas y el derecho a la libertad de
religión.
Tercera: la libertad para vivir
sin miseria. Gran parte de la humanidad sigue sin tener esta libertad. En
septiembre, los dirigentes del mundo aprobaron la Agenda 2030 para el
Desarrollo Sostenible con el objetivo de poner fin a la pobreza y permitir que
todas las personas puedan vivir con dignidad en un planeta pacífico y sano.
Ahora debemos hacer todo lo posible para que esta visión se materialice.
Cuarta: la libertad para vivir
sin temor. Los millones de refugiados y desplazados internos son un trágico resultado
del incumplimiento de esta libertad. Desde la Segunda Guerra Mundial nunca
tantas personas se habían visto obligadas a huir de sus hogares. Esas personas
huyen de la guerra, la violencia y la injusticia a través de continentes y
océanos, a menudo arriesgando sus vidas. En respuesta a ello, no debemos cerrar
las puertas sino abrirlas y garantizar el derecho de todos a pedir asilo, sin
discriminación alguna. Los migrantes que intentan escapar de la pobreza y la
desesperanza también deben poder disfrutar de sus derechos humanos
fundamentales.
Hoy reafirmamos nuestro
compromiso con la protección de los derechos humanos como base de nuestra
labor. Este es el espíritu de la iniciativa de las Naciones Unidas Los Derechos
Humanos Primero, cuyo objetivo es impedir violaciones en gran escala y
responder a las que se cometan.
En ocasión del Día de los
Derechos Humanos, volvamos a comprometernos a garantizar las libertades
fundamentales y a proteger los derechos humanos de todos.
Naciones Unidas.org. 09/12/15
Declaración del Alto
Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos
En el Día de los Derechos
Humanos de este año, quisiéramos que todo el mundo reflexionara sobre el
significado de la libertad.
La libertad es el ideal que
sustenta lo que ahora reconocemos como el derecho internacional de los derechos
humanos, las normas y los reglamentos que protegen y garantizan nuestros
derechos.
El Día de los Derechos Humanos
de 2015 marca el inicio de una campaña de un año de duración para celebrar el
50º aniversario de dos de los más antiguos tratados de derechos humanos, el
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
Ambos documentos, junto con la
Declaración Universal de Derechos Humanos, componen la Carta Internacional de
Derechos Humanos, que abarca los derechos civiles, culturales, económicos,
políticos y sociales, derechos inherentes a todos los seres humanos.
Las libertades proclamadas en
estos documentos son universales. Son aplicables a todos los seres humanos, en
cualquier parte del mundo. Ni las prácticas tradicionales ni las normas
culturales pueden justificar su supresión.
Estas libertades abarcan los
principios fundamentales: libertad para vivir sin temor y sin miseria, libertad
de expresión y de pensamiento, libertad de conciencia y de religión.
El mundo ha cambiado desde que
en 1966 la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó los dos Pactos. Estos
Pactos, junto con los demás tratados de derechos humanos, han desempeñado una
función primordial al fomentar el respeto y el reconocimiento de estos
principios en los cinco últimos decenios, periodo que a menudo ha sido
convulso.
Por supuesto, todavía debemos
afrontar numerosos desafíos. Quienes redactaron esos Pactos difícilmente
hubieran podido imaginar retos como los que plantean la intimidad en la era
digital, las medidas antiterroristas y el cambio climático, pero el respeto a
la libertad sigue siendo el cimiento de la paz, la seguridad y el desarrollo
para todos.
Únase a nosotros para celebrar
juntos la libertad y ayúdenos a difundir al mundo entero el mensaje de que
nuestros derechos y nuestras libertades son inalienables e inherentes, ahora y
siempre.
Naciones Unidas.org.es. 09/12/15