"La Caravana por la Paz exige el fin de la violencia y la impunidad en Chihuahua".
Chihuahua, Chihuahua. Dos mil personas llegaron a la plaza del Ángel para pedir que las autoridades terminen con la inseguridad.
El líder de la Caravana por la Paz con Justicia y Dignidad, Javier Sicilia, pidió justicia a las autoridades de Chihuahua ante la irresponsabilidad en que se ha caído por la falta de avance en las investigaciones de los homicidios en la localidad.
Sicilia llegó hasta la plaza del Ángel de Chihuahua junto a unas dos mil personas y una gigantesca campana de la justicia.
Hoy, la cruzada contra la violencia y la impunidad termina su peregrinar con un acto en Ciudad Juárez, donde se leerá un manifiesto en el que queda claro que la sociedad está cansada de la inacción de las autoridades, por lo que los agraviados pondrán un ultimátum al Gobierno, con la advertencia de pasar a otras acciones si no ven resultados inmediatos.
Ayer, luego de colocar una placa en memoria de la activista Marisela Escobedo en las puertas de Palacio de Gobierno, sentenció que es necesario que haya más trabajo por parte de las autoridades responsables.
Durante su marcha y mitin frente a Palacio de Gobierno, Sicilia (quien encabeza la cruzada luego de la ejecución de si hijo José Francisco en marzo, en el Estado de Morelos) aseguró que la colocación de la placa en honor a Marisela Escobedo representa un símbolo de impunidad y una deuda del gobernador a la ciudadanía.
Cerca de las 15:30 horas la caravana partió rumbo a Ciudad Juárez, custodiada por elementos de la Policía Federal, para salvaguardar la integridad de los participantes.
Varios de los puntos recorridos por la marcha han sido escenario en los recientes días de nuevos hechos violentos. La noche del miércoles, 21 cadáveres, algunos apilados y con las bocas tapadas con cintas, fueron encontrados en distintos puntos de la ciudad de Morelia, Michoacán. El martes, 13 pacientes fueron baleados en un centro de atención de adictos en Torreón, Coahuila.
Informador.com.mx. 10/6/2011
"Mucho llanto y alguna alegría en caravana mexicana del consuelo".
Chihuahua, Chihuahua. Uno tras otro, los testimonios desgranan el capítulo de terror que vive México. Cada parada de la Caravana por la Paz y la Justicia se ha convertido en un lamento interminable de personas que no encuentran sosiego frente a la muerte estéril de sus seres queridos.
"Le pido a Dios, a ustedes y al señor (Javier) Sicilia, que por piedad me ayuden a encontrar a mi hijo, porque yo siento que me voy a morir", dijo sollozante Irma Leticia Hidalgo, cuyo hijo, Andrés González, desapareció el 27 de marzo tras ser detenido en un retén militar camino a Nuevo Laredo, una ciudad del estado nororiental de Tamaulipas, en el borde con Estados Unidos.
"Ya no queremos más fosas clandestinas, queremos que a nuestros desaparecidos los encuentren vivos", exigió Rosalinda Zapata, del Frente Unido por Nuestros Desaparecidos en el vecino estado de Coahuila.
Las historias, que parecen sacadas de la novela negra, van desmadejando la perversa radiografía de un país que agoniza, pero que no quiere morir.
"Queremos justicia (...), aunque se caigan los cielos o suban los infiernos, porque es peor la impunidad", afirmó Ángela Díaz, cuya hija Betsabé fue asesinada en diciembre de 2009, mientras descargaba las bolsas del supermercado.
El poeta Javier Sicilia, cuyo hijo Juan Francisco fue asesinado el 28 de marzo en el central estado de Morelos, encabeza una marcha de 3.000 kilómetros que tiene como destino final Ciudad Juárez, la urbe fronteriza del estado norcentral de Chihuahua que se ha convertido en el "epicentro del dolor" de México, con una tasa de homicidios de 236 por cada 100.00 habitantes.
La caravana, que Sicilia llama "del consuelo", comenzó el día 4 en Cuernavaca, capital de Morelos, donde fue asesinado su hijo junto a otros cinco jóvenes, tras ser torturados.
El movimiento de Sicilia propone un pacto social contra la violencia que asola al país desde que el derechista presidente Felipe Calderón concentró su política en la "guerra" contra los carteles de la droga, con un saldo de casi 40.000 muertos desde 2007 y una cantidad indeterminada de deudos.
La marcha, que subió por el mapa mexicano en zigzag, se volvió dramática desde el lunes 6, cuando llegó a las ciudades más lastimadas por la "guerra", y puso sobre la mesa un tema poco visible: el de los desaparecidos. Nada más en Coahuila, las organizaciones registran 180.
En Durango, capital del estado noroccidental del mismo nombre, donde aparecieron más de 200 cadáveres en fosas clandestinas desde abril, Sicilia y sus acompañantes fueron recibidos por cientos de personas, pese al retraso de cuatro horas.
"Sicilia, mi padre te hubiera seguido pero se murió el sábado", garabateó en una cartulina Francisco Ortiz, quien se abalanzó llorando sobre Sicilia al pasar por las calles de la ciudad.
Antes, el poeta fue interceptado por un niño de 6 años, cuyo padre, Fernando Rodríguez, un minero de 31 años, apareció muerto y abaleado el 20 de marzo, envuelto en una cobija.
"Desde que mataron al papá, Paquito se volvió miedoso, caprichoso y geniudo. Dice que va a matar a los que mataron a su padre. No denuncié, el Ministerio Público me dijo que no lo hiciera y yo me he detenido por el niño, pero decidí acercarme porque quizá podamos tener un poco de protección. Por lo menos quiero saber ¿qué pasó y por qué?", contó Cirila Flores, la viuda y madre.
La caravana, es una catarata de llanto. Sicilia, el poeta que se ha convertido en la voz de los deudos de la "guerra", abraza, consuela, llora. También lloran todos los que escuchan a los asistentes, incluidos periodistas y fotógrafos. Nadie se salva de la catarsis colectiva.
"Sicilia es un hombre tan fuerte que se atreve a llorar en público por cosas que otros ni siquiera quieren ver", dijo Julián Lebaron, un residente de Chihuahua transformado en el corazón de la caravana.
Lebaron pone a la sociedad mexicana contra el espejo. En Durango reflexionó: "en todos los pueblos vemos fotografías de gente muerta y desaparecida, y oímos de narcofosas, y todos nos preguntamos ¿dónde está el gobierno, dónde está la justicia, dónde está Dios?
"Pero tenemos que preguntarnos también ¿dónde estamos nosotros, cuándo vamos a actuar, hasta que en esas mantas (pancartas), en esas fotos aparezcan nuestros familiares, o quizá nosotros mismos?", inquirió.
En Monterrey, capital de Nuevo León, sentenció que los mexicanos "no tenemos ni entendemos la noción más elemental de comunidad y no somos capaces de ver a los otros como seres humanos"
"Es por eso que en esta plaza no hay 100 millones de personas tomadas de la mano para repudiar la muerte de 40.000", analizó. ¿Dónde están los demás, en su trabajo, en su escuela, viendo la tele, echando hueva (holgazaneando)? Todos los que no están aquí es porque hay algo que les importa más que la vida, así de simple", dijo entre aplausos y asentimientos.
La caravana, que ya llegó a Chihuahua, capital del estado del mismo nombre, avanza entre paradojas: padres que denuncian a policías por desaparecer, torturar y matar a sus hijos, y esposas o madres de policías que reclaman la desaparición de sus maridos o hijos.
Como Gloria Aguilera, que denunció la desaparición de su esposo y dos hijos, agentes de tránsito de Monterrey, desde septiembre de 2008. En un conmovedor relato, la mujer se quejó de la incompetencia y la indolencia de las autoridades y la falta de solidaridad de la sociedad, que criminaliza a las víctimas.
"Es un camino plagado de frustración. Ellos tienen nombre y tienen rostro y tienen madre que los busca", dijo desgarrada.
El empresario Otilio Cantú, cuyo hijo fue asesinado por militares, condenó una declaración de Calderón en que aseguró que el único "shot (disparo)" que recibirán los turistas estadunidenses en México es el del tequila.
"¿Y los mexicanos, señor presidente, cuántos shots recibimos, qué podría contestarle a la madre desecha de Jorge Otilio, a su padre, hermanos, a su esposa de solo 15 días? El 18 de abril no solo asesinaron a un joven inocente, destruyeron a una familia que cree en México y que quiere seguir creyendo en sus instituciones", exclamó.
La guerra entre mexicanos no da tregua, ni siquiera por la caravana por la paz.
Trece jóvenes fueron asesinados el martes 7 en un centro de rehabilitación para adictos en Torreón, en Coahuila, a dos calles del paso de la marcha. Al día siguiente fue peor: 21 cadáveres aparecieron diseminados por Morelia, capital del centro-occidental estado de Michoacán.
Además, se descubrieron cinco fosas en el puerto pacífico de Acapulco, asesinaron a un comandante policial en Durango y en Nuevo León colgaron de un puente a dos hombres.
En la caravana, sin embargo, el ánimo se mantiene, entre abrazos solidarios y espasmos de alegría, intensificados al llegar al estado de Chihuahua, que aporta un tercio de los muertos del gobierno de Calderón.
En su capital, recibieron a Sicilia con música y un improvisado mitin la medianoche del miércoles 8, cerrado con un grito unánime: "No estamos solos".
Daniela Pastrana. IPS Noticias.net. 9/6/2011
"Caravana avanza por la ruta del miedo"
Zacatecas, Zacatecas. Carlos Sánchez sabe mucho del miedo que recorre la sociedad de México, porque transita el país de punta a punta como chofer de autobuses privados, pero desde el sábado 4 siente que contribuye a espantarlo, al conducir uno de los vehículos de la Caravana por la Paz y la Justicia que encabeza el poeta Javier Sicilia.
"Me dio gusto" que el jefe de su empresa le pidiera que condujese uno de los autobuses en que la caravana se desplaza hacia la norteña Ciudad Juárez, en la frontera con Estados Unidos.
"Hay mucha inseguridad en el país y es justo y digno que alguien haga algo", dijo en una parte del trayecto, antes de iniciar un largo recuento de la estela de terror que ha presenciado en las carreteras mexicanas: cuerpos tendidos sobre el asfalto, balaceras, asaltos. Son escenas cotidianas de las que es un testigo invisible y mudo.
"A esos inocentes no se les ha hecho justicia. En Reynosa (en el norteño estado de Tamaulipas) se le ve a la gente el miedo", contó para después reflexionar casi para sí mismo: "Esto ya no es un trabajo seguro. ¿Qué futuro les espera a mis hijos?"
La "caravana del consuelo", como también la llama el poeta Sicilia, es un recorrido ondulante por la geografía mexicana del miedo y el dolor, que iniciaron 13 autobuses y 25 automóviles, con promotores de paz llegados de todas partes del país.
Arrancó el sábado 4 en Cuernavaca, capital del central estado de Morelos, donde el 28 de marzo fue asesinado el hijo de Sicilia, Juan Francisco, y otras seis personas, tras ser torturadas, y donde la violencia se multiplicó en los últimos dos años.
Desde ahí la caravana fue a Ciudad de México y Morelia, capital del centro-occidental estado de Michoacán, donde el grupo criminal conocido como "La Familia" ha sentado sus reales. Allí en 2008 murieron ocho personas por explosión de granadas durante unas fiestas populares.
La noche del domingo recalaron en San Luis Potosí, capital del estado del mismo nombre, donde un agente de la aduana estadounidense fue asesinado en febrero. Este lunes 6 el recorrido prosiguió por los vecinos estados de Zacatecas y de Durango, donde desde abril se han descubierto fosas clandestinas con más de 200 cadáveres.
El martes su escala es Monterrey, capital del nororiental estado de Nuevo León y que pasó de ser la ciudad industrial más próspera del país a campo de batalla de los cárteles, para proseguir hacia el vecino estado de Coahuila y, de ahí, al de Chihuahua, en cuya capital pernoctará el miércoles.
Cuando llegue el jueves a Ciudad Juárez, la urbe más violenta de América Latina, la caravana habrá recorrido unos 3.000 kilómetros, y tendrá acumuladas decenas de historias de dolor y, se espera, de consuelo.
En Juárez se firmará un pacto social con la exigencia central de poner fin a la militarización del país, la estrategia para combatir a los carteles contra el tráfico drogas, establecida por el conservador presidente Felipe Calderón al llegar al poder en diciembre de 2006. La "guerra" contra los narcos ha provocado unos 40.000 muertos.
En el pacto se pide que esa militarización sea reemplazada por un modelo de seguridad ciudadana basado en la reconstrucción del tejido social y los derechos humanos.
El sábado 4, en Morelia, ante una plaza repleta y enervada con la violencia, Javier Sicilia escuchó el testimonio de pobladores de Cherán, una aldea que desde el 15 de abril esta sitiada debido a su oposición a los taladores de montes, que se han aliado con narcotraficantes.
También brindó su testimonio María Herrera Magdaleno, quien denunció la desaparición de cuatro de sus hijos desde agosto del 2008. "Cada noche imagino su cara esperando volverlos a ver", dijo la mujer, en uno de los momentos más emotivos de la marcha hasta ahora.
La caravana avanza en medio de dificultades logísticas y a contracorriente de la dinámica electoral en que está ya inmersa la clase política.
Este mismo domingo, el principal líder opositor, Andrés Manuel López Obrador, encabezó un mitin en la capital en que aseguró que las elecciones del gobernador en el estado de México, donde su izquierdista Partido Revolucionario Democrático es favorito, serán "el primer episodio de la historia que tendrá su momento definitorio en julio del 2012 (con la elección presidencial)".
La víspera, los militares detuvieron a Jorge Hank Rhon, exalcalde de Tijuana y miembro de una poderosa familia considerada "intocable". La detención del político del opositor Partido Revolucionario Institucional, desplazó de las portadas de la prensa mexicana el arranque de la caravana.
También opacó al segundo aniversario del incendio de una guardería pública en Hermosillo, capital del nororiental estado de Sonora, en que murieron 49 niños, en que aún no se dirimieron responsabilidades.
"Es un acto demagógico, un despliegue de recursos para decirle a la gente que el Ejército está haciendo cosas por la gente", dijo a IPS durante uno de los trayectos Sicilia, quien en San Luis Potosí habló, por primera vez, de llevar sus acciones a la desobediencia civil.
"Si no logramos transformar el corazón de las instituciones (con la caravana y el pacto social) hay otras armas, otros medios legítimos y no violentos, como el boicot al pago de impuestos, la desobediencia civil", aseguró.
Al salir de San Luis Potosí, la caravana supo que la víspera la policía federal allanó sin orden judicial las oficinas del Centro de Derechos Humanos Paso del Norte, que dirige el sacerdote católico Óscar Enríquez y que es una de las organizaciones más conocidas de Ciudad Juárez.
La noticia generó tensión en la comitiva, que avanza hacia las zonas de mayor presencia de mafias criminales, lo que llevó a los conductores a demandar a los organizadores que compacten la caravana y agilicen los actos en las escalas, para evitar el desplazamiento nocturno.
En la caravana volvieron a reunirse los deudos que participaron en la caminata por la paz en mayo, en lo que dio comienzo a un incipiente proceso de organización de víctimas de la violencia.
Frente al emblemático Ángel de la Independencia de la capital mexicana, Julián Lebarón, del estado de Chihuahua, leyó una carta dirigida a Juan Francisco Sicilia, en que dijo que "la tragedia colectiva tiene que ser capaz de reunirnos como nunca antes en la historia. Esta vez la causa no es un terremoto o ni una inundación, la causa es una semilla de desprecio por nosotros, la gente mexicana".
"Yo vengo a marchar para gritar que los muertos son hijos de alguien, no son piedras o números (...) No quiero ser el hijo anónimo de nadie, no quiero que la apatía acabe por borrarnos del rostro a todos", dijo Lebaron, para quien esta marcha es "para volvernos a encontrar a nosotros, en una ruta de humanidad y fuerza".
Los organizadores de la caravana esperan sumar más vehículos y manifestantes al acercarse a Ciudad Juárez, donde las organizaciones de la sociedad civil ya se preparan para arroparla. Pero todavía falta pasar las zonas asoladas por el narcotráfico, esas donde Carlos Sánchez ha visto sus historias de terror.
Daniela Pastrana IPS Noticias.net. 6/6/2011