Monterrey, Nuevo León. La esperanza es algo que
difícilmente las autoridades o la sociedad llevan a la población de penales,
tutelares para menores, centros de rehabilitación y colonias sumidas en la
pobreza.
Esa indiferencia
hacia esos grupos vulnerables es lo que cada día impulsa a Promoción de Paz,
una asociación que por más de 15 años ha reintegrado socialmente a jóvenes de
esos sectores.
Incluso, muchos de
estos chavos se han vuelto "héroes" de sus colonias al dar testimonio
de que se pueden dejar atrás los actos ilícitos para emprender una nueva vida.
En noviembre,
Consuelo Bañuelos, fundadora de la asociación, cumplió uno de sueños: abrir una
Sala para la Paz al exterior del Penal Topo Chico para dar atención
psicológica, legal y espiritual a familiares de internos de ese reclusorio.
La Sala para la Paz
opera por medio de talleres y pláticas, impartidos por profesionistas y jóvenes
que estuvieron presos o fueron adictos, donde se dan herramientas para
descubrir que la vida sí puede ser de otra forma: positiva y plena.
Actualmente hay
Salas para la Paz al interior del Penal Topo Chico, en el Cereso de Apodaca y
en los dos Tutelares para Menores del Estado. La meta de este año es abrir una
más al exterior del Cereso. También se imparten clases y talleres en más de 10
centros de rehabilitación del Estado.
Mensajes de superación
Héctor, de 18 años,
conoció a Promoción de Paz hace dos años y medio cuando estaba en el Centro de
Rehabilitación Fortaleza Alvaldi. Él probó la droga por curiosidad; luego su
vida cayó en un laberinto de malas experiencias del que creyó nunca saldría.
Ahora este joven,
ya alejado del mundo que casi lo esclaviza, estudia la prepa e imparte clases
de acordeón y rap en la Sala para la Paz, y en varios centros de
rehabilitación.
"Soy
acordeonero y rapero", dice con orgullo. "Dar clases ha sido un
soporte para mí, algo que me dice: 'No te drogues, porque eres un ejemplo para
otros'".
Él es uno de los 25
jóvenes que colaboran con Consuelo, y a quienes ella llama "líderes",
porque son capaces de llevar mensajes de superación a esos sectores
conflictivos de donde surgieron.
"Nuestro
programa en la Sala para la Paz es mixto, con personas con experiencia que
impartan talleres y con el apoyo de estos jóvenes", comenta la fundadora.
"Hay temas que
ellos manejan muy bien como el breakdance, el hip hop, el grafiti positivo, y
claro que tienen posibilidades de estar frente a un grupo".
Ervin tiene 19
años. Estuvo internado en el Tutelar para Menores de Escobedo por una riña
entre pandillas.
Salió hace un año y
quiere contactar con la mayor cantidad de adolescentes para evitar que sufran
lo mismo que él.
Su esperanza surgió
tras participar en actividades de Promoción de Paz al interior del Tutelar, en
donde ingresó a los 16 años.
Durante su
internamiento perfeccionó sus pasiones, el rap y el hip hop, además aprendió a
tejer cinturones y pulseras, señala Ervin, quien trae puesto un cinto rosa que
él mismo realizó.
"La gente sí
te critica, pero estoy demostrando que estudiando y trabajando se puede salir
adelante", dice el joven que estudia prepa en una universidad privada
gracias a una beca de la asociación.
"Yo ya sé que
no necesito andar con mis amigos haciendo despapaye. Yo estoy concentrado en
salir adelante con los estudios y mi familia".
El joven dará
talleres de hip hop, rap y tejidos en la Sala para la Paz, además de los
Centros Amor, Luz y Libertad y DIMAC.
En su misma
realidad
Gabriel Ordaz,
director de Proyectos de Promoción de Paz, quien fue adicto y estuvo
encarcelado, trabaja con Consuelo desde hace 15 años y describe a los jóvenes
como "héroes urbanos".
"Buscamos que
ellos sean los héroes urbanos", señala, "no buscamos sacarlos de su
espacio. Hay organizaciones que se encargan hasta de cambiarlos del lugar de
origen. Creemos que si cambias a alguien de su entorno, al final del día le
enseñas a huir de su vida.
"Nosotros les
decimos que tienen una oportunidad dentro de su misma realidad y al adaptarse
se vuelven ejemplo de los otros. Son héroes de sus colonias, pues ven que ya no
se drogan y estudian".
Consuelo comenta
que todos los jóvenes han pedido participar por cuenta propia en la Sala para
la Paz y en los Centros de Rehabilitación.
"Le estamos
metiendo todo el corazón", dice. "Tenemos un compromiso enorme con
los chavos, requerimos de más apoyo para becas y que ellos estudien. Ya hemos
logrado colocar a algunos en escuelas privadas, pero viven en pobreza extrema y
también hay que apoyarlos con el camión.
"Ellos nos
dicen: 'Quiero estudiar y ayudarles impartiendo clases', y nosotros apoyamos el
deseo de cambiar, les damos herramientas".
El trabajar con
personas en situaciones tan vulnerables no ha sido fácil, dice Consuelo,
siempre es complicado crear conciencia de que existen formas positivas de salir
adelante.
Desde que abrió la
Sala para la Paz, han ido todos los días al Penal Topo Chico a invitar a los
familiares de reos a que también reciban ayuda.
Actualmente se
arman ya grupos para los talleres de bisutería, baile, bailoterapia, hip hop,
rap, dibujo, tejido, serigrafía, estilismo, teatro, pintura, computación y
yoga. También se ofrecerá asesoría jurídica y apoyo psicológico.
La Sala contará con
área de cine, que también se usará como teatro experimental, y un espacio para
dar conferencias. Los talleres que ya se imparten son de baile urbano, hip hop
y breakdance, los lunes, martes y miércoles.
El director de
proyectos dice que las familias traen un "chip" muy marcado: creen
que el problema está sólo en quien está preso y no comprenden que ellos también
tienen una problemática que atender.
"Yo les digo:
'El preso come mejor que tú, trabaje o no trabaje, le dan de comer. Tú
preocúpate por estar bien tú, por prepararte', por eso les damos asesoría
jurídica para que también sepan su situación real", explica Gabriel.
"Tenemos un
programa permanente porque hay muchísimos abogados que los transan y les roban
la lana. Les piden 2 mil o 3 mil pesos, que para ellos son cantidades enormes
de dinero, les dicen que su familiar va a salir y no es cierto".
Lourdes entrará a
clases de computación en la Sala para la Paz junto con su nuera, quien espera
un bebé de su hijo Néstor, interno en el Penal Topo Chico desde hace un año.
Aunque ya lo
sentenciaron a nueve años de prisión, no dejará de luchar porque asegura que
hubo muchas inconsistencias en el proceso.
"Por haberse
subido en una camioneta que otros dos habían robado", enfatiza la mujer,
"a él lo invitaron a dar la vuelta. Nosotros tenemos testigos de que
cuando la robaron él estaba en la casa de mi nuera jugando futbol".
La Sala para la Paz,
que ha recibido ayuda de las asociaciones I Am Here Series y Fomento Laboral
Penitenciario, contará con servicio de caseta telefónica para que las personas
puedan comunicarse con internos o con familiares de otros estados.
Para contactar
Si deseas más
información de la asociación Promoción de Paz comunícate vía e-mail a
contacto@promociondepaz.org.mx o salas.topochico@gmail.com , o al teléfono
8371-7435.
Imelda Robles. Elnorte.com. 04/02/13