Washington, Estados Unidos. Durante mi primera semana como
Secretario de Estado, tuve el honor de reunirme con un grupo de valientes
mujeres de Burma.
Dos fueron presas políticas y, a pesar de que todas habían
afrontado increíbles situaciones difíciles, cada una estaba comprometida a
seguir adelante, proporcionando educación y capacitación para niñas,
encontrando trabajo para los desempleados y abogando por mayor participación en
la sociedad civil. No tengo duda de que seguirán siendo poderosas agentes de
cambio, llevando progreso a sus comunidades y su país en los años venideros.
Ese tipo de ocasiones nos recuerdan por qué es tan vital que
Estados Unidos continúe trabajando con gobiernos, organizaciones e individuos
en todo el mundo para proteger y fortalecer los derechos de las mujeres y las
niñas, pues, al igual que en nuestro propio país, los más serios problemas
económicos, sociales y políticos no pueden resolverse sin la participación de
las mujeres.
En septiembre del año pasado, la entonces Secretaria de Estado,
Hillary R. Clinton, y la Secretaria de Relaciones Exteriores de México,
Patricia Espinosa, firmaron un acuerdo para promover la igualdad de género, el
empoderamiento económico y los derechos humanos de la mujer, incluidos un mayor
acceso a la seguridad y la justicia.
El acuerdo demuestra el compromiso de Estados Unidos y de México
a integrar plenamente la igualdad de género en nuestra relación bilateral, y
reconoce el papel esencial de la mujer como agente de cambio, al igual que sus
aportaciones al desarrollo económico, a las instituciones democráticas, a la
seguridad de los ciudadanos y a la prosperidad de ambas naciones. Estoy
comprometido con la puesta en vigor a plenitud de ese acuerdo.
Según el Foro Económico Mundial, los países donde hombres y
mujeres están más cerca de disfrutar la igualdad de derechos son, por mucho,
más competitivos económicamente que aquellos donde la brecha de género ha
dejado a las mujeres y niñas con acceso limitado o sin él al cuidado de la
salud, a la educación, a ser elegidas a cargos públicos o a otras
oportunidades.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la
Agricultura estima que si las mujeres agricultoras tuvieran el mismo acceso a
semillas, fertilizante y tecnología que los hombres, podrían reducir entre 100
y 150 millones el número de personas mal alimentadas en el mundo
Se han perdido o alterado demasiadas vidas debido a la violencia
de género. Como padre de dos hijas no puedo imaginar el dolor de los padres de
"Nirbhaya", estudiante de medicina de 23 años de edad asesinada en un
autobús en Nueva Delhi sólo por ser mujer, o la angustia de los padres de
Malala Yousafzai, niña paquistaní baleada por extremistas en un autobús por el
simple hecho de querer ir a la escuela.
Pero me inspiro en el indeclinable compromiso de Malala con su
causa, y en la determinación de Nirbhaya, mientras fallecía, de llevar a sus
atacantes ante la justicia, al igual que por la valentía de sus padres de
hablar en nombre de sus hijas y de las mujeres de todo el mundo.
Ningún país puede avanzar si deja atrás a la mitad de su
población. Por ello Estados Unidos considera crítica la igualdad de género para
nuestros objetivos comunes de prosperidad, estabilidad y paz, y que invertir en
mujeres y niñas en el mundo es esencial para el avance de la política exterior
estadounidense.
Invertimos en la capacitación y tutoría de mujeres emprendedoras
para que no sólo puedan hacer que progresen sus propias familias, sino también
que ayuden al crecimiento de la economía de su país. Invertimos en la educación
de las niñas para que puedan evitar el matrimonio forzoso a temprana edad,
rompan el ciclo de pobreza y se desarrollen como líderes comunitarias y
ciudadanas comprometidas.
Trabajamos con socios alrededor del mundo para impulsar la salud
materna, fortalecer a mujeres agricultoras, prevenir y combatir la violencia de
género, y para integrar plenamente a las mujeres a las negociaciones de paz y a
los esfuerzos de seguridad porque sus experiencias, preocupaciones y
percepciones pueden ayudar a prevenir conflictos futuros y a construir una paz
más duradera.
Al celebrar el Día Internacional de la Mujer, renovemos cada uno
de nosotros el compromiso de poner fin a la inequidad que impide el progreso en
todo el globo. Podemos y debemos comprometernos para que cada una de nuestras
hijas pueda viajar sin temor en autobús a la escuela, que nuestras hermanas
puedan materializar su tremendo potencial, y que toda mujer y niña pueda
desarrollarse a su plena capacidad.
John Kerry. Secretario
de Estado del Gobierno de Estados Unidos.
John Kerry. El Norte.com. 08/03/13