TE GUSTARÍA COLABORAR EN EL BLOG DE CULTURA DE PAZ COMO VOLUNTARIO?

TE GUSTARÍA COLABORAR EN EL BLOG DE CULTURA DE PAZ COMO VOLUNTARIO?
Correo electrónico de Cultura de Paz Monterrey: drjosebenitoperezsauceda@gmail.com

693. Islas en disputa: ¿Falkland o Malvinas?


Islas en disputa: ¿Falkland o Malvinas?  
Puerto Stanley, Islas Malvinas. La sola llegada a este lugar plantea el problema. Al desembarcar, el visitante recibe un folleto del gobierno de las Islas que da la bienvenida, pero advierte de inmediato: "Seguramente, usted debe estar consciente de que algunas de las personas de ambos lados que fueron parte del conflicto todavía están sensibles sobre ciertas cosas relacionadas con sus experiencias en 1982, y por lo tanto, le pedimos que respete los sentimientos de los isleños, tal y como nosotros respetaremos los suyos".
El párrafo resume la guerra entre Argentina y Reino Unido ocurrida hace 31 años por el dominio de estas islas localizadas en la parte más austral del Atlántico Sur.
Una guerra en la que el primero las ocupó militarmente reclamando derechos soberanos sobre ellas y donde el segundo las recuperó haciendo valer su dominio sobre ellas como territorio de ultramar británico.
Conflicto ancestral que no cesa y, en medio del cual, se encuentran 2 mil 932 falklanders o kelpers, reconocidos por el Reino Unido y desconocidos por Argentina. Isleños que, día a día, viven las Islas y el conflicto.
"Por favor -sugiere el folleto del Servicio de Aduanas e Inmigraciones del gobierno local- esté consciente del hecho de que agitar o mostrar en forma pública una bandera argentina en cualquier lugar de las Islas Falkland podría causar alarma y angustia. Por favor, absténgase de hacerlo para prevenir molestias o inconvenientes innecesarios".
No es para menos. La toma militar de las Islas fue una ocupación infame a los ojos de los falklanders y una legítima reivindicación desde la óptica argentina. Un lance emprendido el 2 de abril 1982 por el general Leopoldo Galtieri, que terminó por cavar la tumba de la dictadura argentina y, sin querer, por darle lustre al hierro de la dama Margaret Tatcher.
Una guerra que culminó con la rendición de Argentina el 14 de junio de ese año, que costó la vida a más de 650 militares de ese país, 255 militares británicos, así como a tres isleños, y dejó por reino el de la incertidumbre en las Islas.
Unas islas ..aisladas
Llegar a estas islas no es del todo sencillo. Se puede arribar naturalmente por barco -como lo hacen los 35 mil cruceristas al año para ver pingüinos, orcas o leones y elefantes marinos- o bien, a través de un único vuelo comercial, con frecuencia semanal, proveniente de Chile y no de Argentina, tierra continental más próxima a ellas.
Otra opción es el vuelo militar británico que parte, dos veces a la semana, de la base Brize Norton, cercana a Londres, con enseres de toda índole para las Islas, refrescos para la guarnición militar, y acepta alrededor de 35 pasajeros civiles.
Una larga travesía con escala obligada en la Isla de la Ascensión, otro de los 14 territorios de ultramar del Reino Unido.
Un vuelo que, a veces, reciben en el aire dos aviones Eurofighter Tifoon de la Real Fuerza Aérea destacada aquí, para escoltarlo hasta la terminal. Versátiles cazas que, cuando los isleños los oyen surcar los cielos, dicen escuchar "el sonido de la Liberación".
Llegar aquí, desde Argentina, hoy es imposible. De ahí que los isleños se quejen de un cierto bloqueo económico y comercial.
Presente festivo, porvenir incierto
Si la sombra del pasado duele en la memoria de los falklanders y la incertidumbre del porvenir de cara a la Argentina irrita su conciencia, el presente los mueve a hacer cosas.
Estos días, los isleños están de plácemes.
Celebran una idea que hace ya tres años tuvieron Gavin Short y Dick Sawle, dos de los ocho integrantes de la Asamblea Legislativa: hacer un referéndum para fijar postura frente al estatuto de las Islas.
Con base en el derecho a la autodeterminación y la autonomía, aunque no al ejercicio de la política exterior y la defensa -que competen al Reino Unido-, el Consejo Ejecutivo (gobierno) de las Islas, compuesto por tres miembros de la Asamblea, anunció el 12 de junio del año pasado la realización de ese referéndum que tuvo lugar apenas los pasados 10 y 11 de marzo.
Como un gran victoria festejan los isleños el ejercicio, donde respondieron sí o no a la pregunta: "¿Desea usted que las Islas Falkland mantengan su status político actual como territorio de ultramar del Reino Unido?".
Un 99.8 por ciento dijo sí.
O sea, del total de los mil 518 participantes sólo tres falklanders votaron no y quién sabe por qué lo hicieron.
La celebración no deriva tanto del resultado, porque los habitantes lejos de cuestionar o dudar de su pertenencia al Reino Unido, la veneran.
Al menos, la ven de modo tan natural que cuando a Sarah Bowles, una joven mujer casada, nacida aquí, se le pregunta si se considera británica, responde: "así como sé que soy mujer, sé que soy británica".
No, la celebración proviene del hecho de contar, ahora, con el resultado de un ejercicio democrático que les permite orgullosamente expresar a coro y al exterior -entendiendo por el exterior a la Argentina, los organismos y la comunidad internacionales, así como al Papa Francisco- su deseo de permanecer como territorio de ultramar británico.
Están contentos.
Tanto que, al dar a conocer el resultado del referéndum, el asambleísta Gavin Short aseguró: "por primera vez en nuestra larga historia no puede malinterpretarse cómo nos sentimos en nuestra relación con la Gran Bretaña".
Y pidió enviar su claro mensaje al mundo: "nuestro resonante 'sí' al deseo de permanecer como un territorio de ultramar del Reino Unido".
De igual modo, la asambleísta Jan Cheek asegura: "nosotros sí sabíamos lo que queríamos, pero no habíamos encontrado la forma democrática de hacérselo saber al mundo".
Más elocuente es Lisa Watson, editora de Penguin News, el único periódico semanal de las Islas: "queríamos decir por nosotros mismos lo que sentimos, lo que creemos, porque todos hablaban del asunto pero nosotros éramos tratados como un problema académico y es muy frustrante, como ser humano, ser tratado como un problema académico".
Y subraya: "hoy, en el mundo, el asunto es la gente y sus derechos.
Aquí, no sólo es un problema de la tierra, y fuimos tratados por mucho tiempo como si no existiéramos.
Incluso por Gran Bretaña antes de 1982.
Éramos un pequeño interés para el gobierno británico y, desde luego, nada interesamos al gobierno argentino.
Todo era qué hacer con el problema y el problema éramos nosotros.
Ahora estamos diciendo 'no somos un problema, estas islas son nuestras.
Quizás necesitemos de la protección de Gran Bretaña por la situación política, pero aquí vivimos, hemos desarrollado estas islas.
Aquí estamos'".
Están de plácemes los falklanders, pero inciertos del porvenir y desconfiados de la presidenta argentina, Cristina Fernández, quien ya pidió interceder al Papa Francisco en el conflicto, donde ellos están en medio.
Como quiera, les satisface haber realizado el referéndum.
Tan felices están que con banderas del Reino Unido y de las Islas, adornan sus casas y coches.
Sienten haber dicho lo que quieren.
Conjunto de 780 islas
Descripción geográfica: Archipiélago formado por dos grandes islas y 778 pequeñas islas e islotes, con una superficie de 12 mil 173 kilómetros cuadrados.
Localización: Atlántico Sur a 483 kilómetros de la parte más austral del continente suramericano y a 1,365 kilómetros del Círculo Antártico. Se ubica tan cerca del Polo Sur, como Londres del Polo Norte.
Coordenadas: latitud 51-53' sur; longitud 57-62' oeste.
Población: 2,932 habitantes: 54% nacidos en las Islas; 25% descendientes de británicos; 14% de las Islas de Santa Helena (igualmente ubicadas en el Atlántico Sur, a 7 mil kilómetros de las Falkland o Malvinas) y 5% chilenos. 85% del total habita en la capital, Puerto Stanley o Puerto Argentino.
Además de ellos, en la base militar de Mount Pleasant habitan 2 mil personas, entre militares y civiles.
Flora y fauna: habitan 220 especies de aves, cinco de pingüinos, 14 de mamíferos marinos tales como elefantes y leones, delfines, orcas y 350 especies de plantas.
René Delgado. El Norte.com. 31/01/2013

Tan lejos y tan cerca
Puerto Stanley, Islas Malvinas. La historia que angustia a los falklanders y enerva a los argentinos data desde principios del siglo XIX... y sigue viva.
Tan viva que, cuando se vuela a las Islas, no se aterriza en un aeropuerto civil sino en uno militar: Mount Pleasant. Ahí tienen base mil 300 soldados británicos -un militar por cada 2.25 habitantes- y alrededor de 700 civiles de apoyo, destacados para resguardar la integridad del territorio y la defensa de los isleños. De no ser por el camuflado de las instalaciones, el cerco con uno, dos o tres hilos de alambre-concertina con navajas de acero, los helicópteros y aviones militares, los sistemas de detección aérea y comunicación, los hombres con uniforme y la obvia prohibición de tomar fotos, filmar o grabar, la base militar más bien parecería una pequeña ciudad, distante casi 60 kilómetros de la capital, Puerto Stanley.
Tan presente es la memoria del conflicto que, a la vera del camino de Mount Pleasant a Puerto Stanley, casi al llegar a este último punto, se mira uno que otro campo sembrado... pero sembrado de minas antipersonales y antitanques. Sí, en esta casi tundra con ligeras elevaciones y un viento impresionante -útil para generar energía eólica-, grandes extensiones de terreno se encuentran delimitadas con alambre de púas del que, de tramo en tramo, pende un letrero rojo con una calavera cruzada por dos huesos y una leyenda: "Danger, mines".
Minas no detonadas, enterradas durante la guerra por el ejército argentino y que hoy retiran esforzados trabajadores de Zimbabwe sin que les castañeen los dientes. Ése es su trabajo en Bactec, una compañía especializada en "limpiar" campos bélicos.
Más todavía, si se deja esa carretera y se enfila con rumbo a Wilreless Ridge o, mejor aún, a Mount Longdon, las huellas de la derrota argentina prevalecen. Entre los enormes y abundantes mechones de pasto -tussac grass- todavía es posible encontrar botas militares, tripiés de morteros, trozos deshilvanados de lona verde olivo, carcazas de las cajas de municiones, cañones de baterías antiaéreas carcomidos, trincheras semidestruidas, casquillos oxidados, cráteres abiertos por obuses o granadas y, en la parte más alta de la colina, las infaltables placas conmemorativas y ofrendas para honrar a los soldados caídos. Sobre todo, obviamente, a los británicos.
Ahí, en el escarpado risco que corona Mount Longdon, reposa la memoria de una de las últimas grandes batallas, librada un par de días antes de la rendición argentina del 14 de junio de 1982, fecha que para los isleños marca el Día de la Liberación. Toda una efeméride.
En buena y mala hora
Con todo, a 31 años de la toma por asalto de las Islas -mañana se cumplirá ese aniversario-, el problema prevalece y en un momento singular. La economía de los falklanders es chica en extremo, pero de ensoñación y, paradoja o no, después (quizás, a raíz) del conflicto con Argentina mejoró considerablemente.
Las Islas no pagan tributo a la Corona ni ésta las subsidia -excepción hecha del gasto generado por el resguardo militar; 0.5 por ciento del presupuesto de defensa del Reino Unido, algo así como mil 300 millones de pesos anuales-. Tienen autosuficiencia económica, finanzas sanas, uno por ciento de desempleo, casi nula tasa de criminalidad... y, la cereza del pastel, petróleo al norte de su costa pero dentro de la zona económica, riqueza que empezarán a comercializar y exportar a partir del 2017.
Las licencias de pesca a escala, siguiéndole de lejos la agricultura -significada por medio millón de ovejas, lana y carne, pues- y el turismo son los pilares de esa pequeña pero sana economía.
Un cuadro que, con la explotación del yacimiento submarino Sea Lion, estimado en 300 millones de barriles de petróleo -sin considerar lo que deparen las exploraciones en el mar al sur de las Islas-, les pinta un prometedor paisaje económico. Tanto así que aún no determinan bien a bien qué hacer con los ingresos de las concesiones petroleras, aunque se inclinan a seguir el modelo Noruego para no petrolizar su economía y garantizar recursos para el futuro.
Así que en buena y en mala hora la circunstancia de los isleños porque, si bien ya establecieron su deseo de permanecer como territorio de ultramar británico, la diplomacia argentina considera el referéndum como un asunto de relaciones públicas, que resuelve lo obvio: un grupo de británicos implantado quiere ser británico. Resuelve eso, si se quiere, pero no los derechos soberanos sobre el territorio que reclama Argentina.
¿Qué sigue?
A esa pregunta es a la que los falklanders buscan una respuesta desde hace años, por no decir generaciones.
Y es que, más allá de la disputa diplomática por las Falkland o Las Malvinas, por ejemplo, Eric Goose, un guía en las visitas a los campos de batalla, relata la llegada de sus ancestros en 1844 a las Islas, como también cuenta con enorme sencillez la resistencia pacífica que ofreció en Goose Farm cuando, allí, llegaron los argentinos en 1982. No podía enfrentarlos pero hasta donde pudo, como administrador de la granja, vio cómo hacerles difícil su estancia.
Relatos como ese abundan. Patrick Watts, encargado en aquellos años de la radiodifusora de las Islas, narra con orgullo cómo se mantuvo al frente de ella el día del asalto. Primero porque el gobernador Rex Hunt le pidió mantener informados a los isleños de la ocupación y, luego, ya tomado Stanley, para servir de enlace a la comunidad hasta donde los militares se lo permitían.
Quienes vivieron la ocupación militar argentina del 2 de abril al 14 junio de 1982, algo tienen qué contar. "Dijeron", recuerda el asambleísta Roger Edwards, "que respetarían nuestras costumbres y formas de vida, pero en cuestión de días querían que manejáramos a la derecha, aunque luego dieron marcha atrás".
Respaldo y disuasión
Quienes tienen claro qué sigue son el gobernador Nigel Haywood y el brigadier Bill Aldridge. El primero, designado por el Reino Unido, sirve de enlace entre el gobierno de las Islas y el británico, el segundo comanda la base militar de Mount Pleasant.
El gobernador Haywood advierte cómo el gobierno argentino intenta obstaculizar y dañar el desarrollo de las Islas Falkland, mostrando hostilidad y dificultando cualquier forma de cooperación con ellas en la región. Desde esa perspectiva, subraya la importancia del referéndum porque deja en claro, ante el mundo, la decisión de los falklanders de permanecer como territorio de ultramar británico. Precisa, sin embargo, que el ejercicio fue una iniciativa del gobierno de las Islas aunque, desde luego, lo apoya el Reino Unido.
El brigadier Aldridge es claro. Dice que su misión es disuadir cualquier intento de agresión militar al territorio de las Falkland y que, para ello, cuenta con lo suficiente y necesario. No da cifras, pero acepta como una buena deducción que hay mil 300 efectivos que pertenecen al ejército y las fuerzas área y naval británicos, y alrededor de 700 civiles contratados en la base.
Personal al que se agregan -eso él no lo dice- una fragata, una patrulla de tarea naval con helicóptero, dos aviones Eurofighter Typhoon, un par de helicópteros Sea Kings, un avión Hércules C130 y un avión VC10, además de defensas antiaéreas y un complejo sistema terrestre de radares de detección.
El brigadier señala que, si bien después de la ocupación de 1982, se incrementó la guarnición militar, durante los últimos años se ha reducido considerablemente. Tal señalamiento le permite asegurar que las Islas no están militarizadas.
El reino de la incertidumbre
Los falklanders tienen claro cuándo, cómo y por qué llegaron a las Islas. Lo que han hecho a largo de los siglos para desarrollar allí una economía donde nada falta, pero nada sobra. Cómo a más 12 mil kilómetros de Londres han sostenido su cultura, sus usos y costumbres. Incluso saben que a las Falkland se les quiere o se les odia, y ellos las quieren. Saben todo eso, pero aun así no tienen certeza de qué sigue en ese conflicto ancestral por su dominio.
René Delgado. El Norte.com. 01/04/2013

Revista Conexión Social

Universidad Autónoma de Zacatecas presenta: Panel sobre el Día Internacional de la Paz

Consejo de Valores Nuevo León y Cultura de Paz y No Violencia Monterrey

Cultura de Paz y Mediación de José Benito Pérez Sauceda

Cultura de Paz y Mediación de José Benito Pérez Sauceda
Pídelo al 01 81 2115 0135

Cultura de Paz y No Violencia Monterrey

Cultura de Paz y No Violencia Monterrey

Cultura de Paz y No Violencia Monterrey. Juntos, Podemos hacer la Paz, Podemos Ser la Paz. Creador/Coordinador: José Benito Pérez Sauceda; *Pintura de la cabecera: Pérez Ruiz.
Cultura de Paz y No Violencia Monterrey desde 2010.

Llamado

Llamado

Cultura de Paz Monterrey Blogger, Facebook y Twitter

Cultura de Paz Monterrey Facebook y Twitter

Cultura de Paz Monterrey Facebook y Twitter
Cultura de Paz Monterrey Twitter: https://twitter.com/CulturadePazMty y Cultura de Paz Monterrey Facebook: https://www.facebook.com/culturadepazmonterrey/

Participa en la sección "Opinión"

Cultura de Paz Monterrey

Cultura de Paz Monterrey