“Huir de sus realidades
depredadas por el conquistador, por el colonialista a buscar ahora la tierra
del depredador, del antiguo colonizador y quizás allí encontrar el misterio de
la felicidad y el progreso, esa será su misteriosa duda”
Las migraciones siempre
existieron como la esperanza del pobre buscando nuevos horizontes, frente a la
dura realidad de miseria y explotación que afrontaban ellos y sus hijos.
Anteriormente durante los siglos XIX y XX fueron los europeos: italianos y
españoles pobres esencialmente; algunos alemanes, serbios y croatas ( que en
ese tiempo se hacían llamar solo yugoeslavos) luego, chinos y japoneses
seguirían dicho camino migratorio a Latinoamérica en busca del dorado o los restos de que los españoles vinieron a
desenterrar a costa de la sangre y las vidas de millones de poblaciones nativas
en siglos anteriores: XVI y XVII en el
denominado “nuevo mundo”, fue lo mismo que harían posteriormente los ingleses,
franceses y crueles belgas (cuyo rey Leopoldo tuvo el triste privilegio de
establecer la mutilación como forma de castigo e intimidación “heredada” por
los actuales señores de la guerra africanos) en el África por el marfil, el
caucho, los diamantes y ahora el coltan, esencia mineral constituyente de los
celulares, base de nuestra “modernidad” y desarrollo comunicacional.
Desde ya es doloroso y
muy terrible recordar las migraciones forzadas de africanos a América Latina,
las mismas que se iniciaron con la llegada de los conquistadores (1535
aproximadamente) y luego los viajes de dolor y muerte de la denominada
eufemísticamente “gente de color” a la
Norteamérica actual con su puritanismo degradado, igual suerte correrían los coolies chinos (
en el siglo XIX), pues fueron forzados
por hordas bárbaras vestidas de falso cristianismo occidental que cazaba cual
animales a las personas y luego de transportarles en “viajes” marítimos que
demostraban cuan “civilizada” era su cultura, llegaban como migrantes forzados
al nuevo destino. En tales travesías
africanos y chinos viajaban encadenados, peor que fieras conducidas a un
nuevo hogar, donde eran esclavizados de por vida; siguiendo sus descendientes
la misma suerte, hasta que el nuevo liberalismo
se expresó en cambios legales que abolieron esta degradada forma de
trato entre seres humanos en toda América Latina, los EEUU y Europa..
El racismo recibió de
otra manera la migración de los europeos, que vinieron a estas tierras “con una
mano atrás y otra adelante”, como se señala muy humorísticamente, pero estos
recién llegados provenientes de la miseria más profunda en su continente
europeo recibieron la bienvenida más calurosa posible por su supuesta “buena
presencia” o apariencia e inclusive se les considero sementales de máxima
calidad en la ignorancia racista de los círculos de criollos y mestizos, al
considerar que iban a “mejorar la raza”, poniendo a sus hijas e hijos,
acaudaladas herederas(ros) a disposición de estos recién llegados , para
unirlos en sagrado matrimonio católico, apostólico y romano.
Ahora se han reiniciado
desde fines del siglo XX y en este siglo XXI estas migraciones de trabajadores
“especializados” de España, EEUU y de otros países hermanos de Latinoamérica :
Argentina, Chile por ejemplo, pero el pago que se les da a estor profesionales
es cinco a diez veces lo que gana un especialista peruano o latinoamericano del
mismo nivel, les dan ciertas gollorías como departamento gratis en la mejor
zona de la ciudad y ello de acuerdo a mis investigaciones, no está totalmente
justificado, se trata de los mismos trabajadores especializados que tenemos en
el país, es el lenguaje del lamentable racismo expresado en hechos por un lado
y por otro la creencia que nuestros sistemas educativos son imperfectos, claro
que lo son por obra de los modernos “virreyes” de repúblicas bananeras que remataron
y aun rematan el país y su futuro, solo por el dinero que reciben por debajo de
la mesa de sus amos extranjeros.
Este es pues el
excelente recibimiento que se les dio y se les da a los europeos en América
Latina y África, donde estos mismos o sus descendientes condenaron y condenan a
las poblaciones nativas mayoritarias a la servidumbre, esclavitud, muerte y
ahora a la discriminación. Como en los casos de Fitzcarrald y Arana, genocidas
de indígenas en la Amazonia peruana, sus sangrientas cacerías de indios para
esclavizarlos y obligarles en forma infrahumana a explotar el caucho, fueron
bien documentadas en los informes remitidos por el diplomático ingles Roger
Casement, a su gobierno y que jamás
tuvieron el eco necesario para tomar medidas oportunas de sanción contra tales
criminales, autores de un holocausto como el judío.
Posteriormente frente a
la violencia estructural que desembocaba en pobreza falta de oportunidades e
inclusive en la guerra sangrienta causada por sus gobiernos nacionales, miles
de latinoamericanos y africanos iniciaron un éxodo hacia las patrias de
aquellos a quienes sus ancestros habían recibido casi como a dioses
sangrientos, recuérdese solo el caso de Sudáfrica y el odioso apartheid, o el
mencionado caso del Congo, ello fue admitido en forma restringida durante gran
tiempo por las antiguas potencias coloniales, pues según su oculto razonamiento
ya tenían suficiente con los descendientes de los esclavos que como en los
EEUU, eran objeto de segregación racial.
La actualidad demuestra
que la máxima miseria, cultura de la violencia y desorganización estructural
generada en las antiguos enclaves creados por los colonizadores impulsan a
miles de nuevos migrantes a enfrentar el Atlántico y cruzar el estrecho de
Gibraltar en naves muy precarias llamadas “pateras” cruzando por España o
saliendo por Libia hacia la costa italiana en chatarra flotante propiedad de
los traficantes árabes: libios o iraquíes, muchos “fieles” del denominado
“estado islámico”, quienes cobran cinco mil dólares por un espacio de terrible
sufrimiento en estos navíos de la muerte . El resultado ha sido miles de
muertes de seres humanos de todas las edades, quienes han perecido con su
esperanza a cuestas sepultada dolorosamente en medio del océano. Es quizás que
la búsqueda de la felicidad, de un mañana mejor para ellos y los suyos , lo que
les impulsa a arriesgarlo todo, enfrentando de ser necesario la muerte o las
nuevas formas de esclavitud modernas (trata de blancas y de niños para
prostituirlos o como simples portadores de órganos, tales como corneas,
corazones, riñones para los modernos amos occidentales)
Tal parece que las
migraciones hacia África y de África, no se han dado con la misma reciprocidad
de trato. Aún recuerdo la amabilidad de los africanos y al africano sonriente
de las seriales de Tarzan con su cordial término “buana”, Europa no desea
implementar una política de migración preventiva para cualquier africano en su
territorio o fuera de este, por tanto esta prolongación de la violencia a
través de los tiempos, demuestra una cultura de la agresión, de la rapiña y del
aprovechamiento de los recursos en otros continentes, que no nos extrañe que se
generen nuevos movimientos mesiánicos que atacaran dicho viejo continente de
diversas formas, pues sino se establecen estrategias compensatorias, no de
conmiseración o ayuda, sino de compensación por la barbarie de sus políticas
colonizadoras vigentes desde antaño en los pueblos africanos, deberán enfrentar
lo que nunca imaginaron, cuando sus ancestros salían a someter pueblos allende
los mares Todavía están a tiempo de
reconstruir las relaciones y pedir perdón, impulsando políticas de Paz e
interviniendo para impulsar desarrollos sostenibles en dicho continente, ojala
que la sensatez llegue a Francia, Inglaterra, España, Alemania y Bélgica, a
toda la Unión europea. Como a los Estados Unidos de América Ojala se escuchen
las voces de Amnistía Internacional y de Human Rights Watch, esperemos que las nuevas elecciones de
grupos ultranacionalistas de derecha no profundicen mas las brechas creadas
hace cientos de años y la libertad de tránsito con los mismos derechos, al
margen de un color de piel o de idioma, en reciprocidad sean la muestra de la
praxis de la cultura de Paz por parte de todos los habitantes del mundo
orientados por la senda del “Manifiesto 2000”, que no debe quedar en un texto
bonito y colorido, sino debe ser una realidad practicada por quienes predicamos
y sobre todo practicamos la cultura de la Paz sin fronteras, somos recíprocos y
agradecidos y no discriminamos.
Freddy Ortiz Nishihara.
Docente de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y de la Escuela
Complutense Latinoamericana en Lima (2014), Magister En Relaciones
Internacionales, abogado capacitador en Conciliación Extrajudicial,
Postgraduado en las universidades de Upssala (Suecia), Escuela Complutense
Latinoamericana (Universidad complutense de Madrid, Universidad de Buenos
Aires, Universidad de Santa Catarina) ponente internacional, autor varios
libros y ensayos sobre la conciliación.