La Desigualdad en México: Distribución del ingreso.
Las 85 personas más ricas del mundo poseen la misma riqueza
que la mitad más pobre de la humanidad. El hombre que pelea el primer lugar en
esa lista es mexicano y su fortuna equivale al 6% del PIB, mientras a 61 millones no les alcanza para vivir dignamente.
Las alturas de este
país marean. En la plaza comercial más grande de México se vende una marca cuya
bolsa más cara vale 690 mil pesos. Entre los más de medio millón de metros
cuadrados y 500 establecimientos que pueblan el Centro Santa Fe, María limpia
uno de los 38 baños por menos de 19 pesos la hora. Para intentar comprar
aquella bolsa, María necesitaría dedicar todos sus salarios durante 15 años y
medio, y no lo podría hacer porque no tendría capacidad de ahorro.
La primera bolsa de esa
edición –limitada, numerada y elaborada con un asa en cadena de oro– se vendió
en este país. La marca es francesa pero se comercializa en tiendas nacionales
que cotizan en otra bolsa, la de valores. La vendedora, en México, cobra 5 mil
pesos. La quincena de sueldo base (menos de 700 dólares al mes) en cualquiera
de los dos grandes almacenes de lujo que son propiedad, a su vez, del primer y
tercer hombre más rico de México, Carlos Slim y Alberto Bailleres,
respectivamente.
En otra de las tiendas
de Slim, la empleada que despacha libros y revistas gana un salario base de 2
mil 400 pesos a la quincena. Los mismos pesos que el dueño de esa empresa gana
cada 20 minutos por rentabilidad bancaria.
La desigualdad ha
aumentado en todo el mundo en las últimas tres décadas, pero los mexicanos son
alumnos avanzados en la repartición desigual. El país es el segundo más
inequitativo de los 34 que integran la Organización para la Cooperación y
Desarrollo Económico (OCDE), solo por detrás de Chile en cuanto a la política
pública se trata. En la brecha salarial, va a la cabeza. El 10% de los
trabajadores mexicanos mejor pagados ganan 30.5 veces más que el 10% que gana
menos.
En países con crisis
severas como España, los ricos ganan 13.8 veces más que los pobres, 3 puntos
más que en 2006, pero aún así, ni siquiera hay la mitad de las diferencias que
en México. En estados con un modelo de bienestar consolidado como Finlandia, la
brecha salarial se sitúa en 5.5.
Mientras el 10% más
pobre de Finlandia tiene al menos una ayuda del estado que le asegura, según su
Sistema de Seguridad Social, “los gastos de alimentación, vestido, higiene
personal, peluquería, suscripción a un periódico, la factura del teléfono y
para poder tener al menos un hobby”, al 20% más pobre de México , 23 millones
de mexicanos, no les alcanza ni para comer tres veces al día.
El salario mínimo, una ridiculez
Según la última
Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del INEGI, en 2014 había 49 millones y
medio de mexicanos con trabajo. El salario mínimo es de 70.1 pesos diarios en
las zonas mejores pagadas como en la capital y otras zonas urbanas, pero la
canasta alimentaria básica en la ciudad –es decir lo que un mexicano gasta
diariamente para comer – cuesta 42.8 pesos.
Si contamos que, según
el INEGI, el mexicano promedio tiene al menos un dependiente económico, el
salario mínimo aprobado cada año por el gobierno no les permite ni siquiera
comer. El propio estado establece la línea de bienestar mínima (la canasta
alimentaria más los gastos de vivienda, transporte, vestido y calzado, salud y
educación), en 2 mil 628 pesos por persona en la zona urbana y en mil 679.32 en
la rural. Más de la mitad de los trabajadores mexicanos y sus hogares no llegan
a conseguirlos. Son pobres pese a tener un empleo.
María, la empleada de
limpieza del Centro Comercial Santa Fe gana 3 mil 600 pesos al mes y camina los
tres kilómetros que la separan de su trabajo a casa para ahorrarse los 5 pesos
que le cuesta el autobús. A sus 32 años, si quisiera embarazarse no podría
alimentar al bebé.
Adriana, la chica que
vende libros en Sanborns, no podría estudiar si no viviera en casa de sus
padres. Estos porcentajes se agravan en estados como Chiapas donde la población
que gana mensualmente menos de dos salarios mínimos es 70% de los trabajadores.
“La situación es grave
a grados tales que contraviene lo estipulado en la Constitución: en ella se
estipula que un salario mínimo debe garantizar un nivel de vida digno…” subraya
el doctor en Economía por la Universidad de Harvard, Gerardo Esquivel. Y ahí no
termina: solo Haití está peor que México en toda América Latina.
Para sumarle gravedad,
México es, después de Brasil, el país con más multimillonarios de la región.
Solo el patrimonio de la familia Slim equivale al 6.3% del Producto Interior
Bruto Nacional. El ingreso total del 20% más pobre de la población, cerca de 25
millones de personas representa solo el 4.9% del PIB.
Con Slim, en México hay
2 mil 540 multimillonarios cuyos activos netos individuales son de 30 millones
de dólares o más. Es decir que una población que cabría en un dos trenes del
metro maneja el 43% de la riqueza total individual del país. Mientras, a 61
millones de mexicanos, el equivalente a toda la población de Italia, no les
alcanza siquiera para vivir dignamente.
“Hay una naturalización
de la desigualdad, siempre se ha vivido en una sociedad desigual y hay una
altísima tolerancia que explica también la ostentación que los ricos hacen en
este país”, explica la socióloga Cristina Bayón, experta en desigualdad y
segregación social.
Óscar, vendedor como
Adriana en un Sanborns, recuerda el día que llegó un hijo de Slim a la tienda.
“Avisaron al jefe y luego llegaron muchos guaruras y cerraron la tienda, cuando
llegó el señor, tuvo la tienda y el restaurante para él solo, pero fue muy
amable”.
– ¿Cómo ves qué
trabajas para el hombre más rico del mundo?
– Pues sí es raro
pensar que tú no ganas para sobrevivir y que él tiene tanto, pero entiendo que
él da trabajo –dice resignado de camino al Metro. Le falta una hora y media
para llegar a su casa, en un suburbio de la Ciudad de México.
Entre Óscar, Adriana y
su patrón hay tantas diferencias económicas que cuesta pensar que tienen algo
en común. Pueden votar en las mismas elecciones o le van a la misma selección
de futbol. Pero el único hilo que les une es una relación contractual. En
México cuando la pobreza y la riqueza están del mismo lado, es porque el pobre
es empleado del rico.
Rocío limpia una
agencia de publicidad por el mismo sueldo que María, mil 800 pesos a la quincena con prestaciones
de ley y Seguro Social. Rocío confiesa que su último lujo se lo dio hace dos
años, cuando su hijo, mesero, la invitó a comer en una cadena de restaurantes
italianos para celebrar que había cobrado su primera quincena. El precio
promedio por persona en el restaurante en el que comieron es de 250 pesos, más
de dos días de sueldo de Rocío. El trabajador más novato de esa misma oficina,
Fer, ya con licenciatura de mercadotecnia, cobra 3.5 veces más que Rocío, pero
con recibo de honorarios, sin prestaciones ni seguro social.
Jazmine ejecutiva de
cuentas senior en la misma agencia, con clientes como el principal sistema de
televisión satelital, gana más de la mitad de Fer y cinco veces más que Rocío.
Y entre transporte para llegar a la oficina y en el almuerzo diario,
subvencionado por la empresa, gasta al menos 120 pesos, los mismos que reciben por un día de trabajo Rocío o
María. Ana, también ejecutiva de cuentas y con más antigüedad en la empresa,
gana 25 mil pesos mensuales, el doble que lo que gana Fer, pero no le alcanza
para terminar de construir su casa. La empleada mejor pagada de la agencia
ronda los 80 mil pesos.
Tanto Fer como Jazmine,
Ana y la empleada que cobra 80 mil pesos se consideran clase media. También
Adriana, la dependienta de Sanborns, se define como tal porque va a una escuela
privada, a pesar de que con su salario solo puede pagar la colegiatura. U Oscar
que pierde tres horas al día para desplazarse de su casa al trabajo y viceversa
pero va con saco a laborar.
La desigualdad entre la clase media
No hay un concepto
unívoco para definir que es eso que llamamos clase media. El INEGI hizo apenas
la primera investigación “experimental” sobre la clase media en la que dividen
a la sociedad mexicana en 7 estratos de ingresos a partir de los datos
arrojados por la ENIGH 2010. Según esa estratificación la clase media
terminaría en los 21 mil 801 pesos. Es decir que si ganas más eres el 2.5% de
la población y ya eres de clase alta. Tú y hasta Slim.
Con los datos de esa
encuesta actualizados con la inflación, la clase media empezaría en aquellas
personas que tienen un sueldo unipersonal mensual de poco más de 4 mil pesos en
la ciudad o de 3 mil 195 en el campo.
Pero más que económico
el concepto de clase media es aspiracional, es una ilusión social. El
economista neoliberal Luis de la Calle causó mucho revuelo al afirmar hace
cinco años que México ya era un país de clase media. Claro que el mismo lo
matiza en su libro Clasemediero: Pobre no más, desarrollado aún no: “la clase
media mexicana no necesariamente se acerca a los estándares de la vida de la
clase media internacional”. Para De la Calle ser clasemediero en México es
identificarse como tal, lo que te posiciona a distancia de los pobres y a
distancia de los ricos y no importa que asistamos a un amplio espectro de
ingresos dentro de los que así se identifican. “A pesar de las diferencias en
el nivel de ingreso, existen similitudes en su concepción de la vida y su lugar
en la sociedad”, enfatiza.
Jazmine tiene visa para
entrar a Estados Unidos y en vacaciones viaja a ciudades como Nueva York o
explora países paradisíacos como Costa Rica. Pero de lunes a viernes tiene que
recorrer 35 kilómetros que en transporte público y a las 7 de la mañana se
convierten en dos horas de camino. Durante tres años cambió su barrio en el
límite entre la Ciudad de México y el estado para vivir en la Roma, una de las
colonias de moda de la capital mexicana donde florecen los cafés, las galerías
y los restaurantes. Dormía más pero no le alcanzaba para los gastos. Ahora
renta una casa entera por menos de la mitad que rentaba un cuarto en la Roma. Y
paga sus dos tarjetas de crédito. Quiere empezar a ahorrar. Sus padres a su
edad ya tenían tres hijos y una casa. Su madre se quedó viuda a los 35 años,
cuando Jazmine tenía apenas 8 años y aún así pudo asegurarles la educación
particular hasta la prepa a todos sus hijos. Para costearse la universidad
Jazmine empezó a trabajar. Diez años después y con un mejor trabajo que su
madre, ve esas metas como un imposible todavía para ella.
La capacidad adquisitiva de los mexicanos ha caído tres
cuartas partes en los últimos 40 años. En
1976, con un salario mínimo, una familia podía comprar hasta casi cuatro veces
más de lo que puede adquirir ahora. Los niveles de pobreza se han mantenido
estables en los últimos 20 años sin embargo, la tasa de crecimiento del PIB per
cápita mexicano ha sido de más de un 1% anual en esos mismos años.
Crecimiento económico, ¿para quién?
Entonces, si los pobres
siguen siendo los mismos y la clase media está cada vez más empobrecida, el
crecimiento económico va a parar a muy pocas manos.
Los ricos no contestan
encuestas, según coinciden los estadistas, pero desde 1996 la revista Forbes
–una de las principales publicaciones de referencia en negocios y liderazgo–
publica listas anuales con los activos de los más pudientes del mundo. En ese
año entre las personas con fortunas superiores a los mil millones de dólares,
México tenía 15 connacionales. 18 años después, en 2014, había solo uno más.
Entre 1996 y 2014 la fortuna promedio de ese selecto grupo pasó de mil 700
millones de dólares por persona a los 8 mil 900. Un mexicano del 20% más pobre
tiene mil 200 pesos.
Cuatro multimillonarios
se mantienen a la cabeza de los 15 más ricos de México en los últimos 20 años.
Son: Carlos Slim, dueño de Telcel y de la principal operadora de telefonía
móvil en toda América Latina, América Móvil; Germán Larrea, presidente del Grupo
México; Alberto Bailleres, presidente del Grupo Peñoles; y Ricardo Salinas
Pliego, presidente del Grupo Salinas.
Además de su extrema
riqueza, estos cuatro multimillonarios tienen en común que una parte
significativa de su fortuna viene de sectores privatizados, concesionados y/o
regulados por el sector público. Slim incrementó masivamente su fortuna al
controlar Telmex, empresa mexicana de telefonía fija privatizada allá por 1990.
Telmex fue el paso de expansión hacia América Móvil.
Germán Larrea y Alberto
Bailleres son dueños de empresas mineras que explotan concesiones otorgadas por
el Estado mexicano. Ricardo Salinas Pliego obtuvo el control de una cadena
nacional de televisión al adquirir a la televisora pública Imevisión.
Es lo que los expertos
llaman la captura del Estado, es decir cuando ciertos grupos con intereses
específicos logran controlar el proceso de toma de decisiones de nuestros
gobernantes para obtener beneficios particulares por encima del interés general
de la sociedad, ya sea adjudicaciones, leyes a modo o condiciones ventajosas de
inversión. En México tenemos múltiples y constantes ejemplos, la anterior ley
de telecomunicaciones que coloquialmente, se llamaba directamente Ley Televisa,
los sobornos para conseguir contratos,…
Para Benjamin Cokelet,
director del Proyecto sobre Organización, Desarrollo, Educación e Investigación
(PODER) las grandes fortunas empresariales son la muestra más clara de la
desigualdad en México. De 46 miembros del Consejo Mexicano de Negocios, 37
controlan casi 40% del PIB, muchas veces, gracias a las adjudicaciones del
Estado. El privilegio del Estado a pequeños sectores no ayudan al crecimiento
económico ni a la redistribución de la riqueza. Las mismas organizaciones financieras
liberales lo denuncian. En 2012 la OCDE concluyó que, entre 2005 y 2009, el
comportamiento monopólico de las empresas de telecomunicaciones de Carlos Slim
se había traducido en una pérdida de bienestar para los mexicanos superior a
los 129 mil millones de dólares, aproximadamente el 1.8% del PIB por año.
La captura política y
la desigualdad, señala Esquivel, “han creado un crecimiento excluyente que ha
hecho todo menos reducir la pobreza”.
La metáfora urbana de
esa economía mexicana es Santa Fe. El distrito financiero de México se erigió
sobre lo que antes era un basurero con sus barrios aledaños de pepenadores.
Ahora Santa Fe es la imagen del México pujante y moderno con edificios que
hacen cosquillas al cielo, una ciudad aparte que esconde en sus barrancas a los
trabajadores más bajos de la escala laboral. María, la joven que hace el aseo
de su centro comercial vive en uno de sus barrios, apenas a 3 kilómetros de su
trabajo. En una colonia de casas de madera y lámina, renta un cuarto más
pequeño que los baños que limpia, con azulejos de mármol.
Desde el piso 15 del
rascacielos donde se encuentra la agencia de publicidad que trabaja Jazmine
apenas se vislumbran los hoyos donde viven María y los empleados más humildes
de los corporativos. Desde el despacho de su jefa, la misma cuyo salario ronda
los 80 mil pesos, aquellos techos se ven muy lejos.
–¿Alguna vez miras para
abajo? –pregunto pegada a la cristalera mientras ella trabaja en su
computadora.
–No, me da vértigo–
dice sin voltearse.
Majo Siscar.
AnimalPolítico.com. México, Distrito Federal, 23/06/15
Tu sueldo frente a la desigualdad
37 personas controlan 40% del Producto Interno Bruto
Mexicano
61 millones de mexicanos viven en pobreza mientras que 37
personas que integran el Consejo Mexicano de Negocios controlan, a través de
sus empresas, 40% del Producto Interno Bruto. Los
24 millones de mexicanos más pobres tienen en conjunto menos patrimonio que el
hombre más rico del país.
La desigualdad no es
solo el abismo entre ricos y pobres. La inequidad afecta a todos e inhibe el
crecimiento del país.
El salario mínimo en el país es el más bajo de todo el
continente americano
y no alcanza ni para sobrevivir dignamente según los mismos estándares que el
Estado reconoce. El salario real -los bienes que puedes comprar con lo que
ganas- se ha estancado tanto que la
capacidad adquisitiva ha caído tres cuartas partes en los últimos 40 años.
Majo Siscar. AnimalPolítico.com. México, Distrito Federal, 25/06/15