Mejor ...hablemos de Paz
Por Laura Aída Pastrana Aguirre
Platiquemos sobre la posición social y mundial; particularmente sobre los conflictos sociales mundiales provocados por catástrofes irreparables en el ecosistema.
Ya lo anunciaba tendenciosamente Huntington con “el choque de civilizaciones” pero el conflicto latente que las sociedades del mundo hemos de asimilar, a diferencia de lo que postula el citado politólogo, no está sólo en nuestras diferencias políticas, sociales, culturales o religiosas.
Una posible autodestrucción, con indicadores cada vez más violentos e irreparables, la viviremos en las luchas por la supervivencia ante la inevitable e irreparable contaminación mundial que provoca daño al medio ambiente, entendido éste como un conjunto equilibrado de componentes naturales que conforman una determinada zona en un determinado momento, que representa el sustrato físico de la actividad de todo ser vivo, y es susceptible de modificación por la acción humana.
Del infinito mundo de la contaminación al ambiente y sus caracteres, hemos de delimitar esta reflexión al tema que nos mantiene preocupados a muchos, y ocupados sólo a unos cuantos; se trata del derrame petrolero más importante en la historia contemporánea.
Este hecho sería, en palabras de Gabriel García Márquez: la “crónica de una muerte anunciada”
No es una posición apocalíptica ni pretendo sensibilizar al lector en la tragedia, pero tampoco es favorable cerrar los ojos ante una realidad que supone una grave amenaza para los medios de subsistencia de los pescadores, los hábitats marinos, las playas, la vida silvestre y claro, la salud y la vida humana.
El denominado “accidente”, ocurrido el 20 de abril de este año en el Golfo de México, se originó, como lo sabemos, por la explosión de una plataforma estadounidense y su posterior hundimiento.
Las primeras cifras que los medios de comunicación nos informaron, especulaban inicialmente un derrame de 1,000 barriles de crudo al día; con el paso del tiempo la cifra ascendió a 5,000 mil barriles diarios y días más tarde, se calculaban ya entre 19,000 y 60,000 barriles derramados lo que se traduce aproximadamente a 2.5 millones de galones por día y en aumento, debido a que no hay una esperanza inmediata de controlar el siniestro, pese a los últimos intentos fallidos.
Dos potencias mundiales (si se me permite el calificativo) se disputan la responsabilidad: Estados Unidos con la compañía Transocean propietaria y arrendadora de la plataforma, e Inglaterra a través de la empresa British Petroleum quien fungía como arrendataria al momento de la explosión.
Como ocurre invariablemente en este tipo de situaciones, surgen interrogantes sobre la atribuibilidad de la responsabilidad del daño causado, aunque al final del día debería de darse cumplimiento al principio fundamental de Derecho ambiental en materia de contaminación transfronteriza, advirtiendo que los Estados tienen la obligación de asegurarse de que las actividades que se lleven a cabo dentro de la jurisdicción o bajo su control, no perjudiquen al medio de otros Estados o de zonas situadas fuera de toda jurisdicción nacional. Incluso, el deber de no provocar daños al medio ambiente obliga a los Estados frente a la comunidad internacional.
Pero el asunto central de estas líneas no versa en identificar quién es el responsable directo, si hubo negligencia, error, dolo o mala fe por alguna de las empresas, sino la imposibilidad real de detener el desastre ecológico, las consecuencias mediatas e inmediatas y la manera en que habremos de enfrentar tal crisis.
Sólo por citar algunos ejemplos y quizá muchos de ellos con cifras maquilladas, se estima que 400 especies de la vida salvaje se encuentran amenazadas; al menos 30 especies de aves migratorias están potencialmente en peligro debido a su época de apareamiento; 9 especies están siendo estudiadas por la probabilidad de declararlas en peligro de extinción, entre las que se encuentran el manatí, el pelícano, el delfín, el atún rojo, las tortugas marinas e incluso la ballena (ésta última también motivada por el periodo de apareamiento)
En recientes fechas, ya se piensa en hacer juicios de reprochabilidad y responsabilidad penal a los actores de este hecho para satisfacer el sentimiento de justicia de las víctimas. Aunque habremos de preguntarnos ¿quiénes son las víctimas? o permítanme replantear mi cuestionamiento: ¿quiénes somos las víctimas? y ¿porqué incluyo a la población mundial? quizá, para justificar esta postura cito a Kofi Annan, Secretario General de las Naciones Unidas, cuando al recibir el Nobel de la Paz, en 2001, dijo en su discurso:
“El segundo argumento de esperanza reside en el así llamado efecto mariposa. Él es una derivación de la física cuántica que nos enseña: todo tiene que ver con todo y somos todos inter- retro-dependientes. Por eso cada individuo es un eslabón de la inmensa corriente de energía y de vida y cuenta mucho. El efecto mariposa representa una concreción de este principio. Fue identificado en 1960 por los que hacen previsiones meteorológicas. En ese campo como en otros funcionan sistemas caóticos, quiere decir, sistemas en los cuales domina la imprevisibilidad. Como un todo, tales sistemas también están sometidos a leyes matemáticas factibles de descripción; mas su comportamiento concreto no puede ser previsto. Pequeñas modificaciones pueden ocasionar grandes cambios. Entonces se dice: “Si una mariposa en Hong Kong bate sus alas, puede provocar una tempestad en Nueva York”. O como en un estadio de fútbol: basta que algunos comiencen a hacer la ola y, de repente, todo el estadio es contaminado y surge una inconmensurable ola. Es el efecto mariposa: "un pequeño gesto puede ocasionar grandes transformaciones”.
Por tanto, un derrame petrolero en el Golfo de México causará en tiempo razonablemente corto, un efecto devastador en el otro extremo del planeta. De ahí que retome la pregunta: ¿quiénes somos las víctimas y cómo enfrentaremos la crisis ecológica mundial? con este mismo sentido, se ha declarado que el petróleo está llegando a la llamada "corriente de vuelta", lo que podría afectar mares más alejados hacia el este. "Si eso ocurre, nada sería seguro"
Ahora bien, si uno de los postulados de los estudios para la paz arguye que todos los seres humanos tenemos derecho de exigirnos cuentas por lo que nos hacemos y nos decimos los unos a los otros; ¿a quién habremos de exigirle cuentas por la contaminación del planeta producto de este hecho? ¿cómo vamos a enfrentar esta crisis que se dibuja poco alentadora? ¿cuál sería un ejemplo de justicia restaurativa?
La formación de jurista nos hace voltear los ojos a las normas internacionales en materia de protección al ambiente, pero nuestros ojos de seres humanos interconectados con nuestro entorno, cada cual en su cosmovisión y en interacción forzosa con la cosmovisión del Otro, en una suerte de bioequidad, habremos de conmovernos no sólo por las generaciones presentes, sino peor, por las generaciones futuras a quienes les rendiremos cuentas por nuestras acciones y por los medios que empleemos para enfrentar estas y otras dificultades.
A manera de reflexión, quisiera insistir en que reconozco que las cifras y la información dada en este documento no resulta ajena al conocimiento del lector, pero que mi intención ha sido poner sobre la mesa la existencia de un conflicto real entendido como la fuga del crudo en mares profundos, pero fundamentalmente, en la existencia o reconocimiento de los conflictos latentes colaterales que se avecinan por crisis económicas (recordemos que el 30% del petróleo que utiliza Estados Unidos es precisamente el extraído de las aguas del Golfo de México) crisis por falta de suministro alimenticio, crisis por la escases de agua y crisis ambientales entre miles de categorías que se irán sumando en esta suerte de cadena bioecosocial.
Tengamos siempre presente que hay muchos mundos y todos están en éste, así que mejor… hablemos de paz
mejorhablemosdepaz@yahoo.com.mx
Laura Aída Pastrana Aguirre. Licenciada en Derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México UNAM
mejorhablemosdepaz@yahoo.com.mx
Laura Aída Pastrana Aguirre. Licenciada en Derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México UNAM
Diplomada en Criminalística por la Universidad Anáhuac, México. Especialista en Derecho Penal Económico por la Universidad de Castilla la Mancha, Toledo, España. Maestra en Ciencias Penales por la Universidad Anáhuac, México. Estidios concluidos de Maestría en Estudios para la Paz y el Desarrollo, por la Universidad Autónoma del Estado de México UAEM. Doctora en Administración Pública por la Universidad Anáhuac, México. Catedrática de las materias de Teoría General del Derecho Penal y Sociología Jurídica en la UAEM. Catedrática de la materia Clínica de Introducción a la Mediación en la Escuela Judicial del Poder Judicial del Estado de México. Jefa de Departamento en la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal. Asesora Jurídica en la Comisión de Gobierno de la Primera Legislatura de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. Subdirectora de Recomendaciones Legales en la Procuraduría General de la República. Asesora Jurídica en Oficina de Enlace de la Cámara de Diputados. Profesora Investigadora en el Centro de Investigación en Ciencias Jurídicas, Justicia Penal y Seguridad Pública de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma del Estado de México