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457. La Caravana del Consuelo

Mejor...Hablemos de Paz
La Caravana del Consuelo
Laura Aída Pastrana Aguirre
La Caravana del Consuelo, entre el Dolor y el Amor. Rocato Editor, México 2011. ¡Qué libro! este fue un regalo de navidad; en su primera página una dedicatoria escrita con mano trémula que reza Querida Laura: Este no es el mejor libro que leerás en tu vida, sólo es el que, en el instante en el que la emoción colectiva se desborda, fue concebido para dejar el registro de uno de los pasajes más oscuros de la historia de este, nuestro País. Es apenas una fotografía de México en el año 2011. Te quiero, siempre mi hermana, Dani.
Pero Dani, mi Prima Hermana Amiga Cómplice y mejor conocida en el ámbito periodístico como Daniela Pastrana, sólo tenía razón al decirme que era uno de los pasajes más oscuros de nuestra historia, porque a decir verdad, sí es uno de los mejores libros que he leído; en él se recogen 80 diversas historias poéticas, trágicas, infantiles, humanas, dolorosas, solidarias, esperanzadoras; contiene un sinfín de imágenes fotográficas artísticas, profesionales o de amateur. Es una obra para repensar, reflexionar y rehacer los procesos de pacificación en México.
¿Quiénes participan en esta obra? personas atormentadas por el dolor de la inseguridad, la apatía, la invisibilidad, la culpabilidad; periodistas, espectadores taciturnos, víctimas del flagelo social e institucional, madres, padres, hijos de familia, mexicanos que asistieron a la Caravana convocada por el ya conocido Poeta activista Javier Sicilia. En esta obra más de una veintena de personas brindaron imágenes, ochenta dieron su texto, centenares sus testimonios, miles sus vidas y millones nuestra esperanza.
¿Quién es el culpable? ¿Acaso existe «el» culpable? quizá se trata de una serie sistemática de culpabilidades que gira a nuestro alrededor haciéndonos cómplices partícipes voluntarios e involuntarios de una cadena de responsabilidades ciegas, compartidas, rehusadas, calladas.
Les brindo solo algunas reflexiones de diversos autores no porque sobresalgan de otras, sino porque dejaron huella perenne en el pensamiento.
“Esta caravana es un ejemplo de movilización ciudadana. Lo que estamos haciendo no es poca cosa. Vamos sin armas, sólo con nuestros cuerpos para exigirles que vuelvan a sus códigos, para que no maten a gente inocente. Y también así le exigimos al Estado, a los gobernadores corruptos y omisos, a los criminales en el poder, que nos brinden la seguridad que en años no nos han dado. Pero sobretodo, llevamos el consuelo que las víctimas necesitan”
“Así pues, en esos siete días escribimos una página más en la historia de este país, una página que narra el dolor de este pueblo que ha perdido a más de 50 mil de sus hijos. Pero también esa página narra el lento despertar de un pueblo urgido de paz, justicia, dignidad, libertad y democracia”
“El lenguaje es común específico lacerante, sin cordialidades, sin eufemismos con permiso para quebrar el espíritu: desapariciones forzadas, secuestros, extorsiones, violaciones y asesinatos, impunidad sin límites, corrupción sin límites, narco-policiacas, complicidades milico-narcas, complicidades político-narcas. ¿alguien podrá parar el ascendente camino a la podredumbre total?”
“La caravana de la catarsis colectiva. La caravana donde, en tribuna, los familiares de muertos, secuestrados y desaparecidos tratan de extirpar el dolor de sus mutilaciones a través de verbalizar sus horrores”
“Tanto amor de dónde lo pueden sacar, ¿del miedo, de la esperanza, de la posibilidad cada vez menos cierta de una paz con justicia y dignidad? Salimos de Durango cargados de amor. Se hizo así la dicotomía entre el dolor y el amor, y así el nombre del libro”
“…
Juan Francisco Sicilia Ortega
Fue hijo de todos los mexicanos.
También de los que lo asesinaron
Ese es el epitafio
Que yace en su tumba
…”
“La certeza de que, en medio de la desolación, siempre saldrá a la luz aquello que nos hace seres humanos: la empatía, la esperanza, la poesía y el abrazo”
Con este muy breve menú, les comparto que un buen amigo me enseñó que quien lee un libro adelanta a quien nunca lo lee, quien lo comprende adelanta a quien sólo lo leyó, pero quien lo pone en práctica, invierte favorablemente el tiempo de lectura. Entonces los invito a invertir el tiempo con La Caravana del Consuelo, entre el Dolor y el Amor, porque no es únicamente un libro de enseñanza para la paz, ni un compendio poético, menos una obra sensacionalista, es el reflejo de una sociedad urgida de reconciliación consigo misma que todo mexicano, más allá de su ideología política, debe practicar.
¿Es fácil practicar o lo que apunto es demagogia? Mejor… hablemos de Paz
Laura Aída Pastrana Aguirre. Licenciada en Derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México UNAM. Diplomada en Criminalística por la Universidad Anáhuac, México. Especialista en Derecho Penal Económico por la Universidad de Castilla la Mancha, Toledo, España. Maestra en Ciencias Penales por la Universidad Anáhuac, México. Estudios concluidos de Maestría en Estudios para la Paz y el Desarrollo, por la Universidad Autónoma del Estado de México UAEM. Doctora en Administración Pública por la Universidad Anáhuac, México. Catedrática de las materias de Teoría General del Derecho Penal y Sociología Jurídica en la UAEM. Catedrática de la materia Clínica de Introducción a la Mediación en la Escuela Judicial del Poder Judicial del Estado de México. Jefa de Departamento en la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal. Asesora Jurídica en la Comisión de Gobierno de la Primera Legislatura de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. Subdirectora de Recomendaciones Legales en la Procuraduría General de la República. Asesora Jurídica en Oficina de Enlace de la Cámara de Diputados. Profesora Investigadora en el Centro de Investigación en Ciencias Jurídicas, Justicia Penal y Seguridad Pública de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma del Estado de México. mejorhablemosdepaz@yahoo.com.mx

352. Johan Galtung en Querétaro


Querétaro, Querétaro. En el marco de la apertura del Doctorado en Derecho de la Universidad Anáhuac en Querétaro, se presentará el reconocido mediador Johan Galtung, creador de la investigación científica de la paz, el martes 25 de Octubre de 2011. Para mayores informes con: Karla Michelle Jérez Estrada de la Escuela de Derecho de la Universidad Anáhuac Querétaro. Teléfono: 01 (442) 245 67 42, Ext: 119. Sitio web: http://www.anahuacqro.edu.mx/
Con información de Laura Aída Pastrana Aguirre

291. Las enseñanzas de Ocso: en busca de paz interior

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Las enseñanzas de Ocso: en busca de paz interior
Laura Aída Pastrana Aguirre
Ocso es un perro callejero, a él lo conocí una tarde lluviosa como las hay muchas en Toluca. Lleva el nombre de Ocso porque nuestro encuentro sucedió en la puerta de un Oxxo, y claro, ese día mi creatividad y mi imaginación alcanzaron su frontera más lejana justo donde termina mi nariz, así que en un intento casi fallido por respetar los derechos de autor al sólo violar escondidamente la homonimia, lo llamé “Ocso”.
Los hechos ocurrieron más o menos así: al bajarme del auto para buscar el refugio en una desaconsejada cajetilla de cigarros [sobraría decir que esa tarde era perfecta para justificar cualquier tipo de depresión] Ocso se acercó, olfateó mi tristeza y desesperación, lloró o escuché que lloró al mismo ritmo de mis lágrimas, lamió mis manos, mis pies, y hasta mi cara en medio de una lucha por apartarlo de mi lado.
Ocso me rogó o escuché que me rogó para que lo acariciara, para que comprendiera su hambre y su soledad. Luego de unos instantes con él, comprendí lo que me pedía, me reproché incluso por la falta de sensibilidad con la que se inició nuestro encuentro y lo llevé a casa.
Ahí no había nada de alimento para perro, así que le prometí que al día siguiente lo bañaría, le compraría shampoo para matarle las pulgas y la mejor comida que jamás hubiese probado, le ofrecí mientras tanto unas galletas azucaradas que devoró y jugamos un rato correteando una pelota que terminó sin aire, como yo.
Al día siguiente, descubrí que Ocso había levantado con fuerza extraordinaria la malla protectora y se había ido, no más caricias, no más lágrimas, no más compañía, no más juegos de pelota, no más amigos fieles, no más empatía…
En cambio, había una nota que decía:
1.- No aceptes promesas cuando lo que tienes es hambre
2.- Cuando recibas amor, no aprisiones
3.- Cuando recibas amor, entrega todo con la misma intensidad pero no te entregues a ti
4.- Las necesidades de otro, aunque sean las mismas que las tuyas, no se satisfacen de la misma forma
5.- Para aprender una lección no necesitas toda una vida, basta con instantes significativos
Ocso nunca fue mi perro, es de todos y es de nadie, es del mundo y no lo es, no puedo extrañarlo porque está aquí o escuché que está aquí, pensar en Ocso me da alegría y melancolía, hablar de él me enorgullece pero no sé si quiero seguir haciéndolo; Mejor… Hablemos de Paz
Laura Aída Pastrana Aguirre. Licenciada en Derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México UNAM. Diplomada en Criminalística por la Universidad Anáhuac, México. Especialista en Derecho Penal Económico por la Universidad de Castilla la Mancha, Toledo, España. Maestra en Ciencias Penales por la Universidad Anáhuac, México. Estudios concluidos de Maestría en Estudios para la Paz y el Desarrollo, por la Universidad Autónoma del Estado de México UAEM. Doctora en Administración Pública por la Universidad Anáhuac, México. Catedrática de las materias de Teoría General del Derecho Penal y Sociología Jurídica en la UAEM. Catedrática de la materia Clínica de Introducción a la Mediación en la Escuela Judicial del Poder Judicial del Estado de México. Jefa de Departamento en la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal. Asesora Jurídica en la Comisión de Gobierno de la Primera Legislatura de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. Subdirectora de Recomendaciones Legales en la Procuraduría General de la República. Asesora Jurídica en Oficina de Enlace de la Cámara de Diputados. mejorhablemosdepaz@yahoo.com.mx

231. ¿Para qué hablar de amor?

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¿Para qué hablar de amor?
Laura Aída Pastrana Aguirre
El tema original de este comentario era “El Arte de Amar, de Erich Fromm” porque, como cada mes, me había preparado para hacer una breve reseña de alguna obra considerada interesante y era el turno de ésta. El Arte de Amar se convirtió en algo más que una simple obra literaria, se convirtió en un hacer, saber, construir, conocer y sentir el amor.
Luego pensé que era demasiado ambicioso reseñar una obra de tal categoría, así que lo titulé ¿porqué hablar de amor? pero todas las respuestas me llevaban a las justificaciones retóricas del amor. ¿Para qué hablar de amor? me implicaba un reto mayor, pues las hipotéticas respuestas tendrían que cargarse de significados positivos y la razón es muy simple, si nos preguntáramos el porqué de las cosas, nos regresaríamos posiblemente a la historia, a las justificaciones o razones de lo ocurrido; en cambio, si nos preguntáramos el para qué, tendríamos que avanzar en el pensamiento, con el fin de encontrar las razones o justificaciones de lo que está por venir.
Fue así como me decidí a intitular mi comentario ¿Para qué hablar de amor? no contradiciendo la extraordinaria construcción que de él hace Fromm, sino en un intento por explicar el para qué de la trascendencia del amor desde la perspectiva biológica de Maturana. Nada es posible si no se intenta, así que intentaré explicar lo que es el amor desde las palabras de Maturana, incluso desde el explicar mismo, ya que “la reformulación de la experiencia, cuando es aceptada por quien la escucha, se convierte en explicación”.
En esta reflexión de Maturana, cabría la interrogante de saber si el que escucha o en este caso el que lee, está en interacción con quien escribe y le corresponde en el pensar; es decir, si coincide o no en la concepción del amor. Veamos, Maturana manifiesta que la palabra amor es de uso cotidiano para hacer referencia a la aceptación del otro como un legítimo otro en la convivencia, por tanto, amar es abrir un espacio de interacciones recurrentes con otro, en el que su presencia es legítima sin exigencias.
Para amar se ha de estar vivo, cuya exigencia no se requiere para ser amado; así, mientras se está vivo se encuentra en interacciones recurrentes con el medio, bajo condiciones en las que el medio y nosotros cambiamos de manera permanente. Sólo si nosotros en lo individual o colectivo cambiamos, cambia nuestra circunstancia, y nuestra circunstancia cambia sólo si nosotros cambiamos.
Entonces, el pertenecer a la misma historia determina una congruencia conductual de dos o más organismos en convivencia, es el resultado de una historia de cambios estructurales congruentes en un ámbito de interacciones recurrentes que, directa o indirectamente, han contribuido recursivamente a configurar los mismos cambios que surgen de esa historia.
Así, mientras se está vivo con el otro y se está en interacción y cambio, se está también en la aceptación del otro como un legítimo otro, lo que significa que no se trata de un sentimiento, sino de un modo de actuar.
Para que haya historias de interacciones recurrentes tiene que haber una emoción que constituya conductas que resultan en interacciones recurrentes. Si esa emoción no se da, no hay historia de interacciones recurrentes, y sólo hay encuentros casuales y separaciones.
Si no hay historia construida en la interacción con otro que defina el rumbo mismo de la acción no hay amor, luego entonces no tendría sentido hablar de él.
El oponente al amor es el rechazo, que constituye el espacio de conductas que niegan al otro como legítimo en la convivencia. El rechazo y el amor no son alternos, porque la ausencia de uno no lleva al otro y ambos tienen como alternativa la indiferencia.
Rechazo y amor también son opuestos en sus consecuencias en el ámbito de la convivencia; el rechazo la niega, y el amor la construye.
Para Maturana no todas las relaciones humanas son relaciones sociales, sólo aquellas que se fundamentan en el amor, porque las demás serán acaso, relaciones de poder, de subordinación, de dominio, en las que uno y otro ser se niegan a sí mismos.
¿Para qué hablar de amor? quizá sólo para plantear que lograremos un mundo en armonía cuando convivamos con amor entre los seres humanos y la naturaleza, no siendo así, Mejor… hablemos de Paz
Laura Aída Pastrana Aguirre. Licenciada en Derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México UNAM. Diplomada en Criminalística por la Universidad Anáhuac, México. Especialista en Derecho Penal Económico por la Universidad de Castilla la Mancha, Toledo, España. Maestra en Ciencias Penales por la Universidad Anáhuac, México. Estudios concluidos de Maestría en Estudios para la Paz y el Desarrollo, por la Universidad Autónoma del Estado de México UAEM. Doctora en Administración Pública por la Universidad Anáhuac, México. Catedrática de las materias de Teoría General del Derecho Penal y Sociología Jurídica en la UAEM. Catedrática de la materia Clínica de Introducción a la Mediación en la Escuela Judicial del Poder Judicial del Estado de México. Jefa de Departamento en la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal. Asesora Jurídica en la Comisión de Gobierno de la Primera Legislatura de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. Subdirectora de Recomendaciones Legales en la Procuraduría General de la República. Asesora Jurídica en Oficina de Enlace de la Cámara de Diputados. Profesora Investigadora en el Centro de Investigación en Ciencias Jurídicas, Justicia Penal y Seguridad Pública de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma del Estado de México. mejorhablemosdepaz@yahoo.com.mx

217. Modelo socio-restaurativo de Mediación

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"Modelo socio-restaurativo de Mediación"
Laura Aída Pastrana Aguirre
El apetito por cimentar conocimientos que faciliten la comprensión y el uso de la mediación como método para la transformación de conflictos, me ha llevado a la elaboración de un modelo socio-restautrativo que pongo a la crítica de los lectores con un afán constructivo.
Evidentemente los referentes han sido el modelo tradicional o Harvard, el modelo transformativo de Bush y Folger y el circular-narrativo de Sara Cobb.
Las variables que se enuncian son la mediación, la comunicación, el mediador, el conflicto, los métodos y las metas. Muy brevemente anotaré el contenido de cada una.
La mediación es el proceso de aprendizaje humano basado en la tolerancia y el reconocimiento del otro.
En la comunicación se pretende evitar las especulaciones y centrar el objetivo en la comprensión humana del porqué y para qué se dice, se hace, no se dice o no se hace tal o cual cosa.
El mediador es el artesano social que sirve de puente de oro para ayudar a que los conflictuantes descubran sus propias potencialidades.
El conflicto consiste en una situación neutra de hecho que se vislumbra positiva o negativa según los actores y su contexto.
Los métodos consisten en el reconocimiento del potencial humano, así como del actuar propio y los efectos colaterales; el consentimiento informado; la resiliencia y fundamentalmente es necesario asentar que no se pretende buscar verdades absolutas ni culpables, sólo alternativas para el aprendizaje significativo.
Las metas son el derecho al reconocimiento de la capacidad del hombre para resolver sus propios conflictos de la manera más conveniente para todos; la restauración de las relaciones fracturadas por el conflicto; la contemplación de nuestro mundo y el mundo del otro y la construcción de las paces.
Laura Aída Pastrana Aguirre. Licenciada en Derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México UNAM. Diplomada en Criminalística por la Universidad Anáhuac, México. Especialista en Derecho Penal Económico por la Universidad de Castilla la Mancha, Toledo, España. Maestra en Ciencias Penales por la Universidad Anáhuac, México. Estudios concluidos de Maestría en Estudios para la Paz y el Desarrollo, por la Universidad Autónoma del Estado de México UAEM. Doctora en Administración Pública por la Universidad Anáhuac, México. Catedrática de las materias de Teoría General del Derecho Penal y Sociología Jurídica en la UAEM. Catedrática de la materia Clínica de Introducción a la Mediación en la Escuela Judicial del Poder Judicial del Estado de México. Jefa de Departamento en la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal. Asesora Jurídica en la Comisión de Gobierno de la Primera Legislatura de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. Subdirectora de Recomendaciones Legales en la Procuraduría General de la República. Asesora Jurídica en Oficina de Enlace de la Cámara de Diputados. Profesora Investigadora en el Centro de Investigación en Ciencias Jurídicas, Justicia Penal y Seguridad Pública de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma del Estado de México. mejorhablemosdepaz@yahoo.com.mx

175. Contracaras del principio de flexibilidad del proceso Mediatorio.

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"Contracaras del principio de flexibilidad del proceso Mediatorio"
Laura Aída Pastrana Aguirre
La flexibilidad es uno de los principios que más controversia causa, y no por su oposición a él sino por su ambigüedad, puesto que podría contener tres variables no definidas con claridad e incluso no estrictamente diferenciadas, salvo con fines didácticos: a) los mediados y/o el mediador es flexible; b) el proceso es flexible y; c) la norma es flexible.
Ansorena explica que en el primer supuesto, en donde la flexibilidad se le atribuye a los mediados o al mediador, la entendemos como la facilidad para cambiar de criterios y orientación de la propia forma de pensar y enjuiciar situaciones, personas y cosas cuando cambian las premisas básicas, las condiciones del entorno o se recibe nueva información. Se relaciona con aspectos de la versatilidad cognitiva y la capacidad para cambiar de valores, creencias, expectativas y formas de interpretar la realidad, cuando la nueva información y los criterios lógicos a que se ha sometido la revisión de las propias posiciones previas, así lo aconsejan. Es una habilidad muy vinculada a la racionalidad del sistema de pensamiento personal y a la capacidad para la revisión crítica y el autoanálisis. La flexibilidad será más costosa al sujeto según se profundice en capas de actitudes y valores más nucleares de su estructura cognitiva. No se debe confundir con los aspectos más conductuales y más cambiantes y situacionales de la habilidad y de la adaptabilidad. Esto es por lo que hace a la flexibilidad de un ser humano y su capacidad de mover su postura frente a circunstancias particulares. Surge en este supuesto la probabilidad de que la flexibilidad le sea atribuible a las partes y/o al mediador.
Igualmente, el Reglamento de Mediación de la Confederación de Cámaras Industriales de los Estados Unidos Mexicanos, señala que la flexibilidad es para proceder conforme requieran las circunstancias del caso y la posición e idiosincrasia de las partes.
Ahora bien, Azar argumenta que si la flexibilidad está en el proceso, cabe la posibilidad de que las técnicas, herramientas e instrumentos, incluso los propios tiempos a utilizar sean adecuados a cada conflicto y a cada individuo; es decir, no existe forma idéntica de solución de controversias, por tal motivo, tanto el proceso como su resolución pueden ser, en cada caso, únicos. Constantemente se caracteriza a estos medios (los alternativos) como flexibles y poco formales, porque sus aspectos procesales son menos rígidos que los exigidos en un juicio ante tribunales judiciales.
El proceso de mediación debe carecer de toda forma estricta para poder responder a las necesidades particulares de los mediados. Desde este principio, el proceso de mediación evitará sujetarse al cumplimiento de formas y solemnidades rígidas. Aunque la mediación posee una estructura a la que se le atribuyen distintas etapas y reglas mínimas, esto no debe interpretarse como un proceso estructurado sino flexible; toda vez que durante el mismo, el mediador y los mediados pueden obviar pasos y convenir la forma en que se desarrollará más efectivamente la comunicación entre ellos, como lo han asentado en el Proyecto para la Mediación en México. Debe existir amplia libertad para aplicar el proceso a efecto de alcanzar acuerdos eficientes y satisfactorios. El proceso mediatorio es tan flexible, que por eso es único y diferente en cada caso.
Wilde opina en el mismo sentido, considera que el fin buscado por una vía de comunicación, diálogo y consenso es la transformación de un conflicto de manera pacífica en el marco de la flexibilidad de las normas jurídicas; es decir, por un momento se deja del lado la rigidez de las disposiciones legales, únicamente en lo que al proceso se refiere.
Por último, si pensáramos que la norma es flexible, el argumento de mínima legalidad sería el que no se afectara a la moral o a los derechos de terceros, ni se contravinieran disposiciones de orden público.
Siendo así, ni la flexibilidad de los actores, ni la flexibilidad del proceso, ni la flexibilidad de la norma, podrían estudiarse si se trataran de comprender aisladamente; pero todavía no existen consensos para definir con precisión en qué consiste el principio de flexibilidad, y como éste no es el momento para discutirlo, Mejor…hablemos de Paz
Laura Aída Pastrana Aguirre. Licenciada en Derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México UNAM. Diplomada en Criminalística por la Universidad Anáhuac, México. Especialista en Derecho Penal Económico por la Universidad de Castilla la Mancha, Toledo, España. Maestra en Ciencias Penales por la Universidad Anáhuac, México. Estudios concluidos de Maestría en Estudios para la Paz y el Desarrollo, por la Universidad Autónoma del Estado de México UAEM. Doctora en Administración Pública por la Universidad Anáhuac, México. Catedrática de las materias de Teoría General del Derecho Penal y Sociología Jurídica en la UAEM. Catedrática de la materia Clínica de Introducción a la Mediación en la Escuela Judicial del Poder Judicial del Estado de México. Jefa de Departamento en la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal. Asesora Jurídica en la Comisión de Gobierno de la Primera Legislatura de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. Subdirectora de Recomendaciones Legales en la Procuraduría General de la República. Asesora Jurídica en Oficina de Enlace de la Cámara de Diputados. Profesora Investigadora en el Centro de Investigación en Ciencias Jurídicas, Justicia Penal y Seguridad Pública de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma del Estado de México. mejorhablemosdepaz@yahoo.com.mx

158. Cuando el monstruo despierta de María Antonieta Collins

Mejor…hablemos de Paz
“Cuando el monstruo despierta de María Antonieta Collins”
Laura Aída Pastrana Aguirre
Leer un “best seller” puede resultar muy entretenido, pero al encontrarte con uno como éste, el entretenimiento se transforma en preocupación o frustración.
En este mes celebramos el día internacional de la mujer, escuchamos conferencias, recibimos flores, chocolates o felicitaciones, pero ¿alguna de nosotras recibió también un golpe certero que hirió nuestra integridad, autoestima, dignidad, o hasta nuestro cuerpo?
Collins narra una parte de su propia historia en la que debe aprender a luchar contra una realidad apabullante: la violencia contra la mujer (contra su hija). En esta ocasión, la violencia se focaliza en una relación de noviazgo juvenil, en la que el agresor ejerce dominación sobre su víctima y ésta no sabe o no puede salir del círculo vicioso que los empuja cada vez con mayor fuerza, a un final poco afortunado.
Debo aclarar que no es una lectura para madres de jóvenes violentadas con fines de autoayuda, es una lectura obligada para una sociedad que debe despertar del letargo para reconocer que la violencia se recibe, pero también se ejerce. Muchas de las páginas de esta obra parecieran haberse escrito con una finalidad novelesca; lamentablemente la realidad supera a la ficción y el escenario de la violencia doméstica o violencia de género ha cobrado facturas tanto a víctimas como a victimarios.
Nadie que te quiera te hace sufrir —le argumenta Collins a su hija— nadie que te quiera te voltea contra tu propia familia. Eso no es amor. La joven simplemente responde: él no es mala persona, sólo que yo provoco que se enoje porque no le hago caso. Con esa respuesta evasiva, temeraria y justificatoria, Collins admite que su familia está en problemas y que debe privilegiar la vida de su hija por sobre cualquier otra cosa, decide entonces “abrir” su experiencia y pedir ayuda.
Una terapeuta que trabaja arduamente con la chica, concluye con algo que quizá ninguna madre quisiera escuchar: “Él le ha quitado la autoestima y precisamente por eso piensa que no hay nada más allá de la relación. Es vulnerable por su carácter sumiso. Ella no tiene fuerza para salir del círculo de abuso, aunque quisiera. Se ha generado ya una adicción al romance de ambas partes”.
Algunas preguntas que se hace la autora se antojan reflexivas ¿Cómo puede alguien enamorarse de una persona agresiva y violenta y porqué seguir con esa relación si son seres tan distintos? ¿Es que acaso la relación ha dañado tanto que ya no se es capaz de decidir qué es lo mejor para cada quien? ¿Cómo identificar a una potencial pareja abusiva?
Si esa persona agresiva y violenta manda a hacer algo y se hace porque ha amenazado sobre alguna posible consecuencia, es una señal inminente de control violento de un abusador. Un abusador ejerce completo control sobre la vida de su pareja, la víctima no tiene la mejor opción de decidir. Se trata de un círculo vicioso que se está cerrando y que se está convirtiendo en mortal y que nadie, excepto la víctima, puede salir de él; pero las víctimas son las primeras en sentir lástima por su agresor, quizá porque sólo ven una razón válida que, además es cierta: la conducta agresiva es el escape de los muchachos.
Otro experto, Ed Young, indirectamente colabora en esta obra sugiriendo diez signos de peligro de un novio mortal.
1) Te humilla en público o critica cualquier cosa que hagas minimizándola; 2) Repite que “no soporta a tu familia” y exige que disminuyas el contacto con ellos para no tener problemas con él;
3)Tienes que rendirle cuentas de cada momento del día;
4) Usa alcohol o droga y se pone violento con los tragos;
5) Pretende ser más estricto o moralista que tus padres y tus abuelos. Dicta cómo vistes, a quién ves o con quien hablas y qué haces mientras estás en tu casa;
6) En un momento es maravilloso y en otro terriblemente abusivo y te acusa de coquetear con otros hombres;
7)Has perdido oportunidades, o trabajo, o escuela, o disminuido calificaciones a causa de su conducta, porque te exige que hagas tal o cual cosa;
8) Te sientes humillada, deprimida o culpable la mayor parte del tiempo y te culpas a ti misma;
9) Te ha pegado, pateado, dado de puñetazos, zarandeado violentamente y te dice que es porque lo mereces o que eso no es violencia, que es sólo una llamada de atención, y después te pide perdón por haberte lastimado y;
10) Te ha forzado a tener sexo haciéndote sentir violada a pesar de que es tu novio.
La recomendación de los expertos es solicitar ayuda con la existencia de uno sólo de los signos, si son dos o más, no hay duda de que las cosas son peligrosas.
A manera de corolario, Collins brinda ciertos consejos que le resultaron favorables a su propia experiencia, consideremos que lo ocurrido y las acciones tomadas sucedieron en Norte América; sin embargo, como en cualquier otro caso, valoremos lo positivo y hagamos posible que suceda el cambio.
Entre las recomendaciones que más llaman la atención están las siguientes: a) reconozca si su hijo o hija son los agresores y haga algo por remediarlo;
b) no deje de preocuparse porque no es a su hijo a quien le están cayendo los golpes;
c) no importa cuán desesperada se sienta, nunca piense que no tiene arreglo;
d) visualice que pronto llegará el día en que cambien las cosas para bien… y así será;
e) abra los ojos y oídos, no se cierre a escuchar sólo lo que le conviene, cuestione cualquier cosa que le diga su hijo en problemas y que usted considere extraña;
f) busque ayuda profesional, como la de un psicólogo especializado;
g) acepte que la violencia está azotando a su familia, pero que usted no es el único ni el primero en vivirla y que hay formas de terminarla;
h) recuerde que finalmente, en este círculo de la violencia pierden todos, el que muere y su familia… el que mata y la suya. Tome conciencia de eso; la última y fundamental;
i) Rece todo lo que pueda y pida a Dios que ninguno de sus hijos se tope con un lobo con piel de oveja.
¿Estamos exentos de vivir una experiencia como la de María Antonieta Collins y su familia? ninguna respuesta es cierta, por ello, Mejor… Hablemos de Paz
mejorhablemosdepaz@yahoo.com.mx
Laura Aída Pastrana Aguirre. Licenciada en Derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México UNAM. Diplomada en Criminalística por la Universidad Anáhuac, México. Especialista en Derecho Penal Económico por la Universidad de Castilla la Mancha, Toledo, España. Maestra en Ciencias Penales por la Universidad Anáhuac, México. Estudios concluidos de Maestría en Estudios para la Paz y el Desarrollo, por la Universidad Autónoma del Estado de México UAEM. Doctora en Administración Pública por la Universidad Anáhuac, México. Catedrática de las materias de Teoría General del Derecho Penal y Sociología Jurídica en la UAEM. Catedrática de la materia Clínica de Introducción a la Mediación en la Escuela Judicial del Poder Judicial del Estado de México. Jefa de Departamento en la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal. Asesora Jurídica en la Comisión de Gobierno de la Primera Legislatura de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. Subdirectora de Recomendaciones Legales en la Procuraduría General de la República. Asesora Jurídica en Oficina de Enlace de la Cámara de Diputados. Profesora Investigadora en el Centro de Investigación en Ciencias Jurídicas, Justicia Penal y Seguridad Pública de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma del Estado de México.

123. El niño feliz de Dorothy Corkille

Mejor...hablemos de Paz
"El niño feliz de Dorothy Corkille"
Laura Aída Pastrana Aguirre
Cuando se empieza a tratar el tema de la paz, muchos nos hemos preguntado alguna vez ¿qué significa paz? y las respuestas son diversas porque hacemos taxonomías para entenderla como paz social, cultura para la paz, educación para la paz, paz como valor, paz como derecho, paz interior, ente muchas otras.
Pensemos hoy en la paz interior, en la paz del ser humano no como ciudadano, sino como Ser. En la paz que se siente, no en la paz que se anhela.
En esta obra, el niño feliz es comprendido como aquél que madura en contextos de paz y fundamentalmente en la construcción del amor a sí mismo. “Lo que afecta el desarrollo del niño es su sentimiento de ser amado o no, y existe una enorme diferencia entre ser amado y sentirse amado”.
El respeto sólido por uno mismo dice la autora, se funda en dos convicciones principales: “soy digno de que me amen” (importo y tengo valor porque existo) y “soy valioso” (puedo manejarme a mí mismo y manejar lo que me rodea con eficiencia. Sé que tengo algo que ofrecer a los demás).
La clave de la paz interior y la vida feliz, es la alta autoestima, por cuanto ella se encuentra detrás de toda relación exitosa con los demás.
Cuando Mahatma Gandhi hablaba de la paz interior, decía que no podía entenderse aislada de las otras formas de paz. En palabras textuales señaló: “con frecuencia vemos cómo el ser humano se convierte en aquello en lo que cree. Si me repito continuamente que no puedo hacer una cosa, llegaré en efecto a ser realmente incapaz de hacerla. En cambio, si creo firmemente que puedo hacerla, entonces ciertamente adquiriré esa capacidad, aunque al principio no la poseyera” (1940)
Un poco en oposición al pensamiento de Gandhi, la autora asegura que “cuanto más se adapte el autoconcepto de una persona a sus verdaderas habilidades, aptitudes y potenciales, tanto más probable será que esa persona alcance el éxito, ya que también será más probable que se considere a sí misma como adecuada”.
Ello no significa abruptamente que no se pueda tener el pensamiento positivo y generador de Gandhi, sino que la propuesta de la autora, me parece que media entre el querer y el poder, a pesar de que la mejor forma de poder es querer.
Si la mejor forma de poder es querer y al querer se debe decir, y la mejor forma de decir es hacer, entonces el hacer se convierte en la máxima del amor y de la paz; de ahí: “hagamos la paz”
Al hacer la paz, se hace también la paz interior y el amor, sin restricciones, porque la capacidad de amar no es una capacidad limitada, el límite se encuentra en la capacidad de transmitir el mensaje del amor, así como en la capacidad de asimilar el mensaje recibido.
Las preguntas de reflexión que nos deja la autora, creo que son algunas como éstas: ¿Cuándo fue la última vez que me sentí amado, valioso, digno? ¿Cuándo fue la última vez que me sentí en paz? ¿Cuándo fue la última vez que hice algo para el amor y para la paz?
Estas interrogantes siguen en busca de respuestas satisfactorias, mientras tanto, Mejor… hablemos de Paz
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Laura Aída Pastrana Aguirre. Licenciada en Derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México UNAM. Diplomada en Criminalística por la Universidad Anáhuac, México. Especialista en Derecho Penal Económico por la Universidad de Castilla la Mancha, Toledo, España. Maestra en Ciencias Penales por la Universidad Anáhuac, México. Estudios concluidos de Maestría en Estudios para la Paz y el Desarrollo, por la Universidad Autónoma del Estado de México UAEM. Doctora en Administración Pública por la Universidad Anáhuac, México. Catedrática de las materias de Teoría General del Derecho Penal y Sociología Jurídica en la UAEM. Catedrática de la materia Clínica de Introducción a la Mediación en la Escuela Judicial del Poder Judicial del Estado de México. Jefa de Departamento en la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal. Asesora Jurídica en la Comisión de Gobierno de la Primera Legislatura de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. Subdirectora de Recomendaciones Legales en la Procuraduría General de la República. Asesora Jurídica en Oficina de Enlace de la Cámara de Diputados. Profesora Investigadora en el Centro de Investigación en Ciencias Jurídicas, Justicia Penal y Seguridad Pública de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma del Estado de México.

Del Resentimiento al Perdón, una Puerta a la Felicidad de Ugarte Corcuera

Mejor...hablemos de Paz
"Del Resentimiento al Perdón, una Puerta a la Felicidad de Ugarte Corcuera"
Laura Aída Pastrana Aguirre
En estos días recién transcurridos de celebraciones familiares y buenos deseos, recordé aquélla obra de Ugarte que me hizo tratar de comprender el verdadero significado del perdón y del amor. Les escribo en esta ocasión algunas de sus líneas textuales, sólo con la intención de compartir.
El primer paso para resolver algún problema, consiste en comprenderlo.
El medio más importante para resolver el problema del resentimiento es el perdón.
El tratamiento del perdón rebasa, a mi juicio, las posibilidades de la razón humana para explicarlo desde una perspectiva exclusivamente antropológica.
No toda ofensa produce un resentimiento, pero todo resentimiento va siempre precedido de una ofensa.
El resentimiento depende del modo como se mire una misma realidad o, más concretamente, cómo se juzguen las ofensas recibidas.
El resentimiento consiste en la respuesta ante la ofensa que se experimenta íntimamente. Por eso, lo determinante en el resentimiento no radica en la ofensa en cuanto tal sino en la respuesta personal. No es lo que los otros hacen ni nuestros propios errores lo que más nos daña, es nuestra respuesta.
¿Es posible realmente orientar nuestras reacciones ante las ofensas para que no se conviertan en resentimientos? El problema radica en que el resentimiento se sitúa en el nivel emocional de la personalidad.
Estas dificultades no son insuperables si hacemos uso de nuestra capacidad de pensar (aprender a pensar es el ejercicio propio de la inteligencia).
Si al analizar los agravios hacemos un esfuerzo por comprender la forma de actuar del ofensor y por descubrir los atenuantes de su modo de proceder, nuestra reacción negativa no sólo quedará reforzada por tales consideraciones, sino que en muchos casos desaparecerá por debilitamiento del estímulo.
Cuando recibimos una agresión que nos duele, podemos decidir no retenerla para que no se convierta en resentimiento. Nadie puede herirte sin tu consentimiento.
Quien carece de la capacidad de dirigir su respuesta porque no ha sabido fortalecer su voluntad, la ofensa, además de provocar una emoción negativa, se retiene y el sentimiento permanece. En esto precisamente consiste el resentimiento “es un volver a vivir la emoción misma: un volver a sentir, un re-sentir”. Algo muy distinto del recuerdo o la consideración intelectual de la ofensa o de las causas que la produjeron.
La tendencia a girar en torno a sí mismo, a convertir el propio yo en el centro de los pensamientos y en el punto de referencia de todas las acciones, se llama egocentrismo, y es el principal aliado del resentimiento.
Se disculpa al inocente y se perdona al culpable. Disculpar es un acto de justicia, porque el agresor merece que se le reconozca que no es culpable, tiene derecho a la disculpa (dis- culpa: no culpa) mientras que el perdón trasciende la estricta justicia, porque el culpable no merece el perdón, si se le perdona es por un acto de amor, de misericordia. En la medida en la que el resentimiento desaparece, se recobra la paz y la felicidad.
A diferencia del resentimiento producido por ciertas ofensas, el perdón no es un sentimiento. Perdonar no equivale a dejar de sentir. La incapacidad para dejar de sentir el resentimiento, en nivel emocional puede ser, efectivamente, insuperable, al menos en corto plazo. Sin embargo, si se comprende que el perdón se sitúa en un nivel distinto al del resentimiento, esto es, en el nivel de la voluntad, se descubrirá el camino que apunta a la solución.
El perdón es un acto volitivo y no un acto emocional, entender esta diferencia, entre sentir una emoción y tomar una decisión, es ya un paso importante para clarificar el problema. Pero ¿qué es lo que decido cuando perdono? al perdonar opto por cancelar la deuda moral que el otro ha contraído conmigo al ofenderme y, por tanto, lo libero en cuanto deudor. Cuando perdonamos realmente, desearíamos que el otro quedara completamente eximido de la mala acción que cometió.
Sin embargo ¿perdonar es olvidar? el perdón puede ser compatible con el recuerdo de la ofensa. “Perdono pero no olvido” significa que, en el fondo, no quiero olvidar, y ese no querer olvidar equivale a no querer perdonar. En consecuencia, perdonar es querer olvidar.
Por eso, dice este autor: “Perdonar implica pedir a Dios que perdone, pues sólo así la ofensa es aniquilada”
Disculpen aquellos que no coinciden con Ugarte y perdonen aquellos que quieran hacerlo, pero como hablar de perdón es hablar de Dios y ello no siempre es admitido por la ciencia, Mejor… hablemos de paz.
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Laura Aída Pastrana Aguirre. Licenciada en Derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México UNAM. Diplomada en Criminalística por la Universidad Anáhuac, México. Especialista en Derecho Penal Económico por la Universidad de Castilla la Mancha, Toledo, España. Maestra en Ciencias Penales por la Universidad Anáhuac, México. Estudios concluidos de Maestría en Estudios para la Paz y el Desarrollo, por la Universidad Autónoma del Estado de México UAEM. Doctora en Administración Pública por la Universidad Anáhuac, México. Catedrática de las materias de Teoría General del Derecho Penal y Sociología Jurídica en la UAEM. Catedrática de la materia Clínica de Introducción a la Mediación en la Escuela Judicial del Poder Judicial del Estado de México. Jefa de Departamento en la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal. Asesora Jurídica en la Comisión de Gobierno de la Primera Legislatura de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. Subdirectora de Recomendaciones Legales en la Procuraduría General de la República. Asesora Jurídica en Oficina de Enlace de la Cámara de Diputados. Profesora Investigadora en el Centro de Investigación en Ciencias Jurídicas, Justicia Penal y Seguridad Pública de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma del Estado de México.

¿Es posible la transformación del conflicto? Una mirada a los postulados de Vicent Martínez y Johan Galtung

Mejor...hablemos de paz
Por Laura Aída Pastrana Aguirre.
"¿Es posible la transformación del conflicto? Una mirada a los postulados de Vicent Martínez y Johan Galtung"
Argumenta Vicent Martínez que la transformación de conflictos está relacionada con los procesos de pacificación. No sólo interesa eliminar o controlar el conflicto, sino describir su naturaleza dialéctica. El conflicto se considera un fenómeno que transforma los acontecimientos, las relaciones humanas en las que ocurre e incluso a sus mismos creadores. Es un elemento en la construcción y reconstrucción humanas transformadoras de las realidades y organizaciones sociales. De ahí que tenga ciertas fases predecibles en su capacidad de transformación de las relaciones y organización social: 1.- La transformación de los conflictos cambia los patrones de comunicación. 2.- El conflicto transforma también las percepciones de mí mismo, de los otros y de los temas en cuestión. 3.- La transformación de los conflictos ayuda en la descripción de su naturaleza dialéctica. Tiene a su vez una dimensión prescriptiva. Se tiene la idea de que si el conflicto se mantiene inalterable puede seguir modelos destructivos. Por tanto, el conflicto debería ser canalizado hacia una expresión más constructiva.
Para Galtung, transformar el conflicto a través de la trascendencia lo hace más manejable. La palabra “solución” para un conflicto, es demasiado absoluta, como la resolución claramente definida de un problema matemático. La vida es más complicada… la trascendencia es el arte de encontrar una fórmula del tipo tanto-como. Al hacerlo, el conflicto es transformado porque hemos modificado y girado los objetivos un poquito. Si esta transformación es aceptada, y además es sustentable, entonces podemos hablar de una solución. Para que el resultado sea sustentable, se debió haber reflexionado sobre el conflicto para haberse procesado, de tal suerte que la trascendencia es aceptada de forma incondicional.
El conflicto desde mi modesto punto de vista, es una situación neutral de hecho, que se convierte en negativo o positivo según la perspectiva, el contexto, la voluntad y la decisión de las partes. Entonces, ciertamente el conflicto puede transformarse en un aprendizaje significativo; es decir, en un aprendizaje de y para la vida, que incluso genere oportunidad de desarrollo, evolución, crecimiento y reconstrucción de las paces. Pero también puede transformarse en un acontecer negativo, destructivo y perenne, en cuyo caso, se haría del conflicto una forma estática de vida.
En conflictos interpersonales esta postura resulta más fácil de comprender, puesto que al existir diversos niveles o tipos de conflictos, resultaría negativamente ambicioso intentar verlo en todos los casos, como la situación neutral de hecho de la que hago referencia.
Quiero insistir en la perspectiva, el contexto, la voluntad y la decisión de las partes para esa transformación, porque somos nosotros, los seres humanos capaces de conflictuarnos, los únicos capaces de conciliarnos a través de la interiorización de nuestro actuar y del actuar del otro, a través del reconocimiento de las acciones y reacciones mutuas, pero sobre todo, a través de nuestra voluntad y decisión por hacer de nuestro mundo, un mundo mejor.
Y de ahí mi pregunta ¿es posible la transformación del conflicto? no lo sé, mejor…hablemos de paz.
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Laura Aída Pastrana Aguirre. Licenciada en Derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México UNAM. Diplomada en Criminalística por la Universidad Anáhuac, México. Especialista en Derecho Penal Económico por la Universidad de Castilla la Mancha, Toledo, España. Maestra en Ciencias Penales por la Universidad Anáhuac, México. Estudios concluidos de Maestría en Estudios para la Paz y el Desarrollo, por la Universidad Autónoma del Estado de México UAEM. Doctora en Administración Pública por la Universidad Anáhuac, México. Catedrática de las materias de Teoría General del Derecho Penal y Sociología Jurídica en la UAEM. Catedrática de la materia Clínica de Introducción a la Mediación en la Escuela Judicial del Poder Judicial del Estado de México. Jefa de Departamento en la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal. Asesora Jurídica en la Comisión de Gobierno de la Primera Legislatura de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. Subdirectora de Recomendaciones Legales en la Procuraduría General de la República. Asesora Jurídica en Oficina de Enlace de la Cámara de Diputados. Profesora Investigadora en el Centro de Investigación en Ciencias Jurídicas, Justicia Penal y Seguridad Pública de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma del Estado de México.

¿Génesis del derecho a la paz y el derecho a la guerra?

Mejor...hablemos de Paz
Por Laura Aíde Pastrana Aguirre
"¿Génesis del derecho a la paz y el derecho a la guerra?"
Nunca sabremos a ciencia cierta el origen de la paz y mucho menos, el derecho que tenemos a ella; tampoco el origen de la guerra y su correlativo, el derecho a la guerra, si es que es un derecho, y lo dejo como interrogante antes de contrariar la postura de la guerra justa.
Hace unos días me encontré, en un viaje literario a la antigua Grecia, con Tucídides, autor de “Historia de la Guerra del Peloponeso”.
En esta obra se narra la guerra que enfrentan durante veintiséis años Esparta y Atenas, es una historia de sorprendente riqueza en la enseñanza de la estrategia bélica pero también en la destreza argumentativa encabezada por Pericles.
En su libro V, Tucídides narra un enfrentamiento entre lacedemonios y argivos; los estos últimos proponen una tregua de cuatro meses que es aceptada por dos de los representantes del ejército de los lacedemonios sin consultar a ningún otro miembro de batalla. Ambos grupos combatientes sienten que aquella tregua era sin sentido, pues era la mejor ocasión que tenían para vencer a su oponente. Rota la tregua, se elabora una ley nueva por la cual “crearon diez consejeros naturales de Esparta que les asistiesen, sin los cuales no era lícito sacar ejército fuera de la ciudad, ni menos hacer paz ni tregua ni otros conciertos con los enemigos”
Hubiese querido leer esa ley, pero en aquellos tiempos las leyes se transmitían oralmente de generación en generación bajo formas de proverbios versificados llamados “retras”.
Ignoro si es ésta la génesis del derecho a la guerra y el derecho a la paz, pero considero que es fundamental estudiar a Tucídides porque hace reflexionar al lector en la necedad del hombre de sobreponer la pasión a la razón; el bien particular al bien colectivo; la dominación al servicio, la gloria a la vida. Nos invita pues a recapacitar sobre esa constante y perpetua necedad de anulación del individuo en aras del engrandecimiento de la idea de ciudad (polis)
Con todo eso, hemos de considerar que la persuasión a la guerra está íntimamente ligada a su legitimación; recordemos la comisión creel, creada en la administración de Wilson con la que se legitima la intervención norteamericana en la primera Guerra Mundial, o pensemos quizá en el choque de civilizaciones para explicar algunos otros acontecimientos como la guerra del golfo o los atentados del 11 de septiembre, hasta llegar a la contemplación del mundo de hoy.
En fin, los atenienses, como cualquier otro ciudadano del mundo globalizado actual, puede reclamar a su propio Pericles el haberles persuadido para hacer la guerra sin contemplaciones sobre los costes de ella, bajo el argumento de la supremacía del bien público.
Identificar la Guerra del Peloponeso como la génesis del derecho a la guerra y el derecho a la paz es tan aventurado como el fin del mundo, así que mejor… hablemos de paz.
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Laura Aída Pastrana Aguirre. Licenciada en Derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México UNAM. Diplomada en Criminalística por la Universidad Anáhuac, México. Especialista en Derecho Penal Económico por la Universidad de Castilla la Mancha, Toledo, España. Maestra en Ciencias Penales por la Universidad Anáhuac, México. Estudios concluidos de Maestría en Estudios para la Paz y el Desarrollo, por la Universidad Autónoma del Estado de México UAEM. Doctora en Administración Pública por la Universidad Anáhuac, México. Catedrática de las materias de Teoría General del Derecho Penal y Sociología Jurídica en la UAEM. Catedrática de la materia Clínica de Introducción a la Mediación en la Escuela Judicial del Poder Judicial del Estado de México. Jefa de Departamento en la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal. Asesora Jurídica en la Comisión de Gobierno de la Primera Legislatura de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. Subdirectora de Recomendaciones Legales en la Procuraduría General de la República. Asesora Jurídica en Oficina de Enlace de la Cámara de Diputados. Profesora Investigadora en el Centro de Investigación en Ciencias Jurídicas, Justicia Penal y Seguridad Pública de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma del Estado de México.

Mejor… hablemos de paz

Mejor ...hablemos de Paz
Por Laura Aída Pastrana Aguirre
Platiquemos sobre la posición social y mundial; particularmente sobre los conflictos sociales mundiales provocados por catástrofes irreparables en el ecosistema.
Ya lo anunciaba tendenciosamente Huntington con “el choque de civilizaciones” pero el conflicto latente que las sociedades del mundo hemos de asimilar, a diferencia de lo que postula el citado politólogo, no está sólo en nuestras diferencias políticas, sociales, culturales o religiosas.
Una posible autodestrucción, con indicadores cada vez más violentos e irreparables, la viviremos en las luchas por la supervivencia ante la inevitable e irreparable contaminación mundial que provoca daño al medio ambiente, entendido éste como un conjunto equilibrado de componentes naturales que conforman una determinada zona en un determinado momento, que representa el sustrato físico de la actividad de todo ser vivo, y es susceptible de modificación por la acción humana.
Del infinito mundo de la contaminación al ambiente y sus caracteres, hemos de delimitar esta reflexión al tema que nos mantiene preocupados a muchos, y ocupados sólo a unos cuantos; se trata del derrame petrolero más importante en la historia contemporánea.
Este hecho sería, en palabras de Gabriel García Márquez: la “crónica de una muerte anunciada”
No es una posición apocalíptica ni pretendo sensibilizar al lector en la tragedia, pero tampoco es favorable cerrar los ojos ante una realidad que supone una grave amenaza para los medios de subsistencia de los pescadores, los hábitats marinos, las playas, la vida silvestre y claro, la salud y la vida humana.
El denominado “accidente”, ocurrido el 20 de abril de este año en el Golfo de México, se originó, como lo sabemos, por la explosión de una plataforma estadounidense y su posterior hundimiento.
Las primeras cifras que los medios de comunicación nos informaron, especulaban inicialmente un derrame de 1,000 barriles de crudo al día; con el paso del tiempo la cifra ascendió a 5,000 mil barriles diarios y días más tarde, se calculaban ya entre 19,000 y 60,000 barriles derramados lo que se traduce aproximadamente a 2.5 millones de galones por día y en aumento, debido a que no hay una esperanza inmediata de controlar el siniestro, pese a los últimos intentos fallidos.
Dos potencias mundiales (si se me permite el calificativo) se disputan la responsabilidad: Estados Unidos con la compañía Transocean propietaria y arrendadora de la plataforma, e Inglaterra a través de la empresa British Petroleum quien fungía como arrendataria al momento de la explosión.
Como ocurre invariablemente en este tipo de situaciones, surgen interrogantes sobre la atribuibilidad de la responsabilidad del daño causado, aunque al final del día debería de darse cumplimiento al principio fundamental de Derecho ambiental en materia de contaminación transfronteriza, advirtiendo que los Estados tienen la obligación de asegurarse de que las actividades que se lleven a cabo dentro de la jurisdicción o bajo su control, no perjudiquen al medio de otros Estados o de zonas situadas fuera de toda jurisdicción nacional. Incluso, el deber de no provocar daños al medio ambiente obliga a los Estados frente a la comunidad internacional.
Pero el asunto central de estas líneas no versa en identificar quién es el responsable directo, si hubo negligencia, error, dolo o mala fe por alguna de las empresas, sino la imposibilidad real de detener el desastre ecológico, las consecuencias mediatas e inmediatas y la manera en que habremos de enfrentar tal crisis.
Sólo por citar algunos ejemplos y quizá muchos de ellos con cifras maquilladas, se estima que 400 especies de la vida salvaje se encuentran amenazadas; al menos 30 especies de aves migratorias están potencialmente en peligro debido a su época de apareamiento; 9 especies están siendo estudiadas por la probabilidad de declararlas en peligro de extinción, entre las que se encuentran el manatí, el pelícano, el delfín, el atún rojo, las tortugas marinas e incluso la ballena (ésta última también motivada por el periodo de apareamiento)
En recientes fechas, ya se piensa en hacer juicios de reprochabilidad y responsabilidad penal a los actores de este hecho para satisfacer el sentimiento de justicia de las víctimas. Aunque habremos de preguntarnos ¿quiénes son las víctimas? o permítanme replantear mi cuestionamiento: ¿quiénes somos las víctimas? y ¿porqué incluyo a la población mundial? quizá, para justificar esta postura cito a Kofi Annan, Secretario General de las Naciones Unidas, cuando al recibir el Nobel de la Paz, en 2001, dijo en su discurso:
“El segundo argumento de esperanza reside en el así llamado efecto mariposa. Él es una derivación de la física cuántica que nos enseña: todo tiene que ver con todo y somos todos inter- retro-dependientes. Por eso cada individuo es un eslabón de la inmensa corriente de energía y de vida y cuenta mucho. El efecto mariposa representa una concreción de este principio. Fue identificado en 1960 por los que hacen previsiones meteorológicas. En ese campo como en otros funcionan sistemas caóticos, quiere decir, sistemas en los cuales domina la imprevisibilidad. Como un todo, tales sistemas también están sometidos a leyes matemáticas factibles de descripción; mas su comportamiento concreto no puede ser previsto. Pequeñas modificaciones pueden ocasionar grandes cambios. Entonces se dice: “Si una mariposa en Hong Kong bate sus alas, puede provocar una tempestad en Nueva York”. O como en un estadio de fútbol: basta que algunos comiencen a hacer la ola y, de repente, todo el estadio es contaminado y surge una inconmensurable ola. Es el efecto mariposa: "un pequeño gesto puede ocasionar grandes transformaciones”.
Por tanto, un derrame petrolero en el Golfo de México causará en tiempo razonablemente corto, un efecto devastador en el otro extremo del planeta. De ahí que retome la pregunta: ¿quiénes somos las víctimas y cómo enfrentaremos la crisis ecológica mundial? con este mismo sentido, se ha declarado que el petróleo está llegando a la llamada "corriente de vuelta", lo que podría afectar mares más alejados hacia el este. "Si eso ocurre, nada sería seguro"
Ahora bien, si uno de los postulados de los estudios para la paz arguye que todos los seres humanos tenemos derecho de exigirnos cuentas por lo que nos hacemos y nos decimos los unos a los otros; ¿a quién habremos de exigirle cuentas por la contaminación del planeta producto de este hecho? ¿cómo vamos a enfrentar esta crisis que se dibuja poco alentadora? ¿cuál sería un ejemplo de justicia restaurativa?
La formación de jurista nos hace voltear los ojos a las normas internacionales en materia de protección al ambiente, pero nuestros ojos de seres humanos interconectados con nuestro entorno, cada cual en su cosmovisión y en interacción forzosa con la cosmovisión del Otro, en una suerte de bioequidad, habremos de conmovernos no sólo por las generaciones presentes, sino peor, por las generaciones futuras a quienes les rendiremos cuentas por nuestras acciones y por los medios que empleemos para enfrentar estas y otras dificultades.
A manera de reflexión, quisiera insistir en que reconozco que las cifras y la información dada en este documento no resulta ajena al conocimiento del lector, pero que mi intención ha sido poner sobre la mesa la existencia de un conflicto real entendido como la fuga del crudo en mares profundos, pero fundamentalmente, en la existencia o reconocimiento de los conflictos latentes colaterales que se avecinan por crisis económicas (recordemos que el 30% del petróleo que utiliza Estados Unidos es precisamente el extraído de las aguas del Golfo de México) crisis por falta de suministro alimenticio, crisis por la escases de agua y crisis ambientales entre miles de categorías que se irán sumando en esta suerte de cadena bioecosocial.
Tengamos siempre presente que hay muchos mundos y todos están en éste, así que mejor… hablemos de paz
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