"Vargas Llosa y Liu Xiaobo, una lucha no violenta por la libertad y la democracia."
Ciudad Victoria, Tamaulipas. Mi primer encuentro con Vargas Llosa fue en “La Guerra del Fin del Mundo”, 1981, cuando apenas tenía unos veinte años. Lectura de difícil comprensión para un joven, mas sin embargo entre la religión y el mesianismo, el autoritarismo y la revuelta sebastianista y la narración de hechos históricos del Brasil del siglo XIX me cautivó su lectura y encontré a un escritor que invitaba a leer otros de sus libros, encuentro que continuó con “La Casa Verde” y “Conversaciones en la Catedral”.
Político y Autor de una vasta obra, que tras negársele por años finalmente se le reconoció con el Premio Nobel de Literatura 2010, a pesar de la evidente molestia de Alan García, presidente del Perú, ya que Mario Vargas Llosa es un crítico sistemático e incómodo del gobierno, hoy con el máximo galardón que la humanidad otorga a lo más selecto entra al exclusivo grupo de ilustrados de las letras.
Al igual que Vargas Llosa, Liu Xiaobo ,no tuvo del gobierno chino la aceptación de su premio Nobel de la Paz, sin embargo la humanidad reconoce su lucha pacífica por dos décadas en contra del autoritarismo del gobierno Chino, así como contra la falta de garantías básicas como el respeto a la libertad de expresión y elecciones libres y democráticas.
Ambos coinciden con su congruencia en el tiempo por demandar , a pesar de la represión sufrida, el respeto que se merece todo ciudadano o país para expresarse en libertad , así como el derecho a criticar , cuestionar , demandar y exigir a su gobierno condiciones democráticas y el respeto por los derechos humanos.
Haciendo memoria, Vargas Llosa a principios de los noventas, en una conferencia de prensa donde también lo acompañaba otro Nobel de Literatura, Octavio Paz, apunto lo siguiente; "México es la dictadura perfecta. La dictadura perfecta no es el comunismo. No es la URSS. No es Fidel Castro. La dictadura perfecta es México", dijo un Vargas Llosa que a estas alturas ya parecía de nuevo el político intenso de hace unos meses. México, siguió, "es la dictadura carnuflada". "Tiene las características de la dictadura: la permanencia, no de un hombre, pero sí de un partido. Y de un partido que es inarnovible", como lo atestigua El País en una nota del primero de septiembre de 1990.
Y continua,"Yo no creo", refiriéndose al PRI, "que haya en América Latina ningún caso de sistema de dictadura que haya reclutado tan eficientemente al medio intelectual, sobornándole de una manera muy sutil".
“Los mazazos de Vargas Llosa parecían no terminar. Había asombro en la audiencia. Por un lado, es casi una regla no escrita del sistema político mexicano, léase el régimen priísta, que a los extranjeros les está vedado opinar en México sobre el país. Y peor de un latinoamericano, que por lo general, huyendo de exilios y persecuciones, acude a México, en busca de asilo”.
Tras estas contundentes palabras y el prurito que le causo a “El Innombrable” presidente en ese momento de México y de triste recuerdo para la mayoría y que el día de hoy es el mentor de Peña Nieto, lanzó toda la jauría de políticos, escribanos y medios cooptados por el sistema en contra del hoy laureado premio Nobel de Literatura, exiliándolo extraoficialmente.
La persistencia del pensamiento crítico y analítico del hacer del gobierno aún en varias entidades de nuestro país, tras 80 años de dictadura perfecta, genera persecución, asesinatos, marginación y amenazas a quienes cuestionan la falta de elecciones limpias, libertad de expresión, falta de transparencia y el respeto a los elementales derechos humanos, así como por señalar la corrupción, la demagogia y el mesianismo con el que se maneja el gobernador o rey en turno.
Así como Liu Xiaobo y Vargas Llosa han sufrido persecución de sus respectivos gobiernos, en México, en concreto en algunas entidades en donde el autoritarismo aún es evidente , hay decenas de ciudadanos que debieran recibir un reconocimiento por su pensamiento crítico y valor para expresar sus ideas , en las que en muchas ocasiones podremos no estar de acuerdo en ellas, pero como ciudadanos debemos defender su derecho a expresarlas, como lo menciono Voltaire durante La Ilustración en el Siglo XVIII.
Reconozcamos a quienes por nosotros alzan la voz, critican y proponen lo que posiblemente muchos no nos atrevamos a decir en voz alta.
Agradezcamos a quienes sin intereses de por medio defienden nuestros derechos a pesar de vivir en una sociedad codiciosa, avariciosa, egoísta y con mas miedos que nunca antes.
Pensado Robles, Jorge. "El PRI es la Dictadura Perfecta". La región de Tamaulipas. México. 10/Oct/2010
"La persistencia del pensamiento crítico y la novela"
México, Distrito Federal. Ahora que el PRI prepara su regreso a Los Pinos y el presidente Felipe Calderón asegura no tener problema en devolver a un miembro de ese partido la banda presidencial, convendría recordar la descripción que el ahora premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa hizo de ese partido en 1990. Y vale la pena porque justamente la Academia Sueca destacó que ese galardón le fue concedido por la cartografía de las estructuras del poder y aceradas imágenes de la resistencia, la rebelión y la derrota del individuo presentes en su obra.
Hace 20 años durante el encuentro El siglo XX: La experiencia de la libertad organizado por el poeta Octavio Paz, Mario Vargas Llosa hizo una dura crítica a las dictaduras latinoamericanas pues impedían construir por su propia naturaleza, sociedades abiertas, democráticas.
Luego de hacer un recuento de ellas aseguró que el sistema político mexicano encajaba en esa tradición dictatorial con un matiz que es más bien un agravante:
Recuerdo haber pensado muchas veces sobre el caso mexicano con ésta fórmula dijo entonces Vargas Llosa: México es la dictadura perfecta. La dictadura perfecta no es el comunismo, no es la Unión Soviética. No es la Cuba de Fidel Castro: es México, porque es una dictadura de tal modo camuflada que llega a parecer lo que no es, pero que de hecho tiene, si uno le escarba, todas las características de una dictadura.
Y el autor de La fiesta del Chivo enumeró las características de lo que para él era una dictadura: En primer término, la permanencia, no de un hombre, pero sí de un partido; un partido que es inamovible, que concede espacio para la crítica en la medida en que esa crítica le sirve, es decir, que confirma que es un partido democrático; un partido que suprime por todos los medios, incluso los peores, aquella crítica que de alguna manera pone en peligro su permanencia. Una dictadura además, que ha creado una retórica que la justifica, una retórica de izquierda, y que para desarrollarla, a lo largo de su historia reclutó muy eficientemente a los intelectuales, a la inteligencia.
Según Vargas Llosa no existía ninguna dictadura que hubiera reclutado tan eficientemente al medio intelectual, sobornándolo de una manera muy sutil, a través de trabajos y nombramientos, a través de cargos públicos, y sin exigirle una adulación sistemática como hacen los dictadores vulgares, sino por el contrario, pidiéndole más bien una actitud crítica, porque esa es la mejor manera de garantizar la permanencia de ese partido en el poder.
Recordó entonces que el partido que se mantuvo 71 años en el poder se encargaba (incluso) de financiar a los partidos opositores. Otra muestra de ese carácter dictatorial del PRI fue para Vargas Llosa que había sido incapaz de traer a México justicia social. Las tremendas desigualdades existentes en nuestro país eran producto de esa injusticia social y la corrupción, consecuencias muy similares, según el escritor peruano, a las que han tenido los sistemas dictatoriales latinoamericanos.
En aras de la democratización en nuestro país de la que entonces se hablaba, el polémico Vargas Llosa quiso poner ese proceso a prueba al decir públicamente lo que pensaba sobre los usos y abusos del poder en México.
Años después, cuando el PRI había sido derrotado en las elecciones de 2000 el ahora Nobel de literatura aseguró que México vivía ya no una dictadura perfecta sino una democracia imperfecta y eso era un gran avance.
Por desgracia la injusticia social, la corrupción y la inequitativa distribución de la riqueza persisten y la actual clase política tan proclive a saltar de partido en partido parece que sólo busca permanecer en el poder en una especie de gatopardismo en el que todo cambia para que todo siga igual.
Los dueños de la verdad o la de aquellos que quieren imponer la suya a los demás; los que exterminan y persiguen a los opositores; la naturaleza del poder absoluto y sus mecanismos para perpetuarse se encuentran en libros como La guerra del fin del mundo, Conversación en la catedral y La fiesta del Chivo, novelas que aun retratan las estructuras del poder autoritario, sus costumbres y sus ondas expansivas que no se han podido erradicar de nuestras sociedades. La novedad de estas novelas es que esas estructuras siguen vivas con mecanismos más sutiles quizá y nos confirman que las prácticas democráticas son el único antídoto contra las tentaciones autoritarias.
Aranda Luna, Javier. "La persistencia del pensamiento crítico y la novela". La Jornada. México. 11/Oct/2010
"Vargas Llosa, el liberal"
Quito, Ecuador. A no pocos “intelectuales” les habrá contrariado el Nobel de literatura a Mario Vargas Llosa. Algunos estarán aún sumergidos en desconcierto, porque habituado como está la mayoría del gremio a hacer de las letras un folletín de propaganda en favor de utopías sanguinarias, la noticia no encaja en su vocación de servidumbre al poder, y Vargas es el más notable pensador liberal latinoamericano, crítico implacable de ese poder. El peruano fue el líder de la ruptura de los escritores de mayor prestigio del mundo con la dictadura cubana, en el ya lejano 1971, cuando el escándalo de la prisión del poeta Heberto Padilla, y su “confesión” obtenida en los calabozos de la dictadura, por los métodos más turbios del estalinismo tropical.
La obra de Vargas esperaba el reconocimiento del premio Nobel. Desde “La Ciudad y los perros”, hasta “La Fiesta del Chivo”, desde “La Casa Verde” hasta “Lituma en los Andes” o “La Conversación el la Catedral”, su obra es una meditación sobre el poder, un genial sarcasmo contra la soberbia, una exploración de la compleja sociedad latinoamericana, de sus secretos, angustias e hipocresías. En el ensayo y en la crónica, lo de Vargas Llosa es un infatigable alegato en favor de la libertad, y un duro y certero juicio sobre dictaduras y despotismos, que desde hace años cae como balde agua fría en un ambiente en que lo usual es la abdicación de las ideas en beneficio de caudillos y santones. Por eso, Vargas Llosa incomoda a muchos, pero, la tarea del escritor quizá sea esa: incomodar, romper los mitos, hacer cuestión de todo y poner de manifiesto la verdad. O la belleza, o la miseria, en todo caso, la dimensión concreta de la humanidad.
Zavalita, el personaje de “Conversación en la Catedral”, oscilando entre el cinismo y la frustración, se preguntaba “¿a qué horas se jodió el Perú?” Desde entonces, cuarenta años ya, el tema sigue pendiente, solo que ahora la pregunta es de todos y más acuciante y actual. Y la respuesta es, seguramente, la misma que se daba por entonces Zavalita “todos jodidos, no hay solución.” Cuando Vargas Llosa escribió ese diálogo, que puede discurrir, entre cervezas y cigarrillos, en cualquier picantería de Lima o de Quito, tocó las fibras de los países mestizos y, en esa frase sumaria y genial, encapsuló las historias, las visiones y las certezas de todos los Zavalitas que son los hombres comunes, los desempleados, los soñadores, los curiosos de la vida, los que, desde siempre, ven al poder como adversario.
Vargas Llosa hizo de la literatura un bastión de libertades, una herramienta, un arma contra los sables y las utopías. Las letras, en el más clásico sentido de la palabra, son su pasión. Su rigor, su constancia, la lealtad a una idea, su compromiso contra poderes y dictaduras son el mejor testimonio de un peruano universal.
Corral, Fabián. "Vargas Llosa, el liberal". El Comercio.com. Ecuador. 11/Oct/2010