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Conferencia de Mayor Zaragoza sobre el Internacional Peace Bureau


Oslo, Noruega. Esta es una gran celebración: el International Peace Bureau, nacido en Berna en 1891, fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz en 1910. En la actualidad, el IPB es una red global de hacedores de paz alrededor del mundo, con más de 320 organizaciones en setenta países.
La celebración se lleva a cabo en Oslo, la ciudad de la paz, y en el Centro Nobel de la Paz. No pudo haber habido mejor elección.
Trabajando siempre incansablemente para una movilización mundial –con la comunidad académica, científica, intelectual y artística en primer plano- para hacer posible la transición de la fuerza a la palabra, mediante del desarme y desarrollo sostenibles, para crear un clima de paz. Enhorabuena y los mejores augurios ya que, por primera vez en la historia, un clima de paz puede emerger del secular clima de guerra.
Estamos viviendo momentos fascinantes porque en el presente el cambio es posible.”Nosotros, los pueblos…” será posible, como se prevé con una clarividencia impresionante en la Carta de las Naciones Unidas, construyendo la paz en nosotros mismos, en nuestras casas, en el colegio, en el lugar de trabajo, en el pueblo, en todo el mundo.
Durante siglos, en una sociedad conducida por hombres, ha prevalecido la cultura de la imposición y la confrontación: “Si vis pacem para bellum”, si quieres la paz, prepara la guerra. Y se ha preparado la guerra y la guerra tan sólo ha sido el intermedio entre dos conflictos, para beneficio de los productores de armas, que han estado siempre a favor de estar preparados para la guerra..
“Nosotros, los pueblos” han estado ausentes de los escenarios del poder. Particularmente las mujeres. Viviendo en un contexto restringido tanto desde el punto de vista territorial como intelectual, incapaces de ver lo que estaba sucediendo en el resto del mundo, los ciudadanos han sido obedientes y silenciosos, dando incluso sus vidas, completamente subordinados a los requerimientos de aquellos que han tenido en sus manos las riendas del destino común.
Ahora, por primera vez, existe la posibilidad de la transición desde una cultura de violencia y guerra a una cultura de diálogo, conciliación y paz … porque ha aumentado la conciencia global, intervienen más mujeres en la toma de decisiones y las nuevas tecnologías de la comunicación hacen posible la participación no presencial. Estas son las razones por las cuales espero que en los próximos años se lleve a cabo la transición desde la fuerza a la palabra, desde la mano armada a la abierta.
Después del final de la guerra “caliente” del sigo XX, los grandes poderes del mundo se dieron cuenta de que la única posibilidad para cambiar radicalmente el curso de la historia era que todos los pueblos estuvieran unidos.
El Presidente Woodrow Wilson arribó a Brest en 1918 con el Covenant de una “paz permanente” en el mundo. Y nació la Sociedad de Naciones, la Liga de Naciones.
Pero, muy pronto, los productores de armamento convencieron a los ganadores de que si realmente deseaban la paz, tenían que estar preparados para la guerra. Y ustedes saben lo que sucedió: después del “crack” de 1929, los sentimientos nacionalistas y xenófobos se extendieron (debemos ahora tener cuidado al respecto, después del “crack” de la economía) y el “Deustschland über alles” estaba en los labios y en los corazones de muchos de los iniciadores de los movimientos Nazi y Fascista, mientras que la maquinaria bélica se ponía en marcha y la diplomacia de la Sociedad de Naciones desaparecía.
Y en 1939 empezó una horrible Guerra Mundial. Aniquilación masiva, genocidio, holocausto. El fanatismo y la ambición japonesas llevaron el conflicto europeo al Pacífico.
El Presidente Roosevelt concibió un Sistema de las Naciones Unidas capaz de hacer frente a los retos de seguridad, de trabajo, de alimentación, de salud, de educación, ciencia y cultura, de desarrollo, de infancia, de medio ambiente… todo ello conducido por “los pueblos” tratando de construir una democracia sinérgica mundial, guiada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos adoptada en diciembre de 1948 y basada, como lo recoge el Preámbulo de la Constitución de la UNESCO, “en la igual dignidad de lodos los seres humanos”.
La palabra clave, esencial para la reconducción de la situación a escala global era compartir, compartir mejor. Esta es la razón por la cual la cooperación para el desarrollo fue adoptada inmediatamente como una de la acciones primordiales de las Naciones Unidas: desarrollo integral (no sólo económico sino social); endógeno (los países más prósperos deben dar a los que lo son menos el 0,7% del PIB); sostenible (esta importante dimensión del desarrollo fue establecida por la Comisión presidida por la Primera Ministra Noruega, Gro Harlem Brundtland).
Finalmente, al término de los ochenta, se acordó que el desarrollo debe ser humano en virtud a la propuesta realizada por Richard Jolly, Administrador Suplente de UNICEF, en su libro “Desarrollo con faz humana”.
Sin embargo, al poco tiempo, no hubo personas sino Estados, no ayudas sino préstamos, no cooperación sino explotación… y aumentó la carrera armamentista de los superpoderes, con una Unión Soviética ampliando el ámbito de sus dictaduras y unos Estados Unidos, combatiendo el comunismo, pero imponiendo en América Latina, de forma increíble, dirigentes autoritarios (la operación “Cóndor” es una vergüenza) y en otras partes del mundo… con la excepción de China (quizás porque se habían olvidado de este pequeño y despoblado país o porque sus brillantes estrategas lo habían dejado a un lado).
Sin embargo, lo peor sucedió a principios de los ochenta, con la alianza del Presidente Reagan y de la Primer Ministra del Reino Unido, Margaret Thacher, porque sustituyeron los valores y los principios democráticos por las leyes del mercado para dirigir la economía mundial. Mercado en lugar de justicia social. Y también múltiples acciones para debilitar el Sistema de las Naciones Unidas. Se retiraron de la UNESCO y organizaron el G-6, un grupo plutocrático de los países más ricos del mundo. Inmediatamente después se agregó a Canadá dando lugar al G-7. Unos años después también se unió Rusia y fue el G-8… y después, recientemente, este grupo se amplió a 20 miembros, el G-20. Esta ha sido, la base de la llamada “globalización”, esa forma asimétrica de gobernación, en contra del diseño de Roosevelt, que ha conducido al mundo a la situación actual, en la cual, en un balance corto y terrible, se invierten más de 4 mil millones de dólares diarios en gastos militares y de armamento mientras que más de 60,000 personas mueren de hambre y extrema pobreza.
Y todo ésto en 1989, al final de la Guerra Fría, cuando se podían tener más esperanzas (la caída del Muro de Berlín y la Unión Soviética, gracias a la habilidad excepcional de Mikhail Gorbachev, que condujo a la Commonwealth de Estados Independientes… y la desaparición en Sudáfrica del terrible apartheid, gracias a la sabiduría de Nelson Mandela… y los procesos de paz con que se concluían situaciones de conflicto en El Salvador, Guatemala, Mozambique…). Sí, el final de la Guerra Fría fue un momentum lleno de esperanza en el que aguardábamos impacientes los prometidos “dividendos de la paz”…
Pero los “globalizadores” no fortalecieron a las Naciones Unidas ni favorecieron el desarrollo global sostenible. Por el contrario, expandieron la dominación económica y decidieron actuar completamente al margen del Consejo de Seguridad y de la Corte Internacional de Justicia, adoptando medidas tan erróneas como la invasión de Kosovo en 1999 y la construcción de nuevos muros en diferentes partes del mundo. Estaban tan entusiasmados con los aparentemente buenos resultados del proceso de globalización de la economía de mercado, que el 11 de mayo de 1996 el Presidente de los Estados Unidos manifestó que una democracia de mercado y una sociedad de mercado podían también preverse!
No obstante, en los 90, las Naciones Unidas trabajaron incansablemente para ofrecer al mundo en su conjunto las pautas que requería: en 1990, el Congreso Mundial de Educación para Todos; en 1992, en Río de Janeiro, la Agenda 21, para frenar el progresivo deterioro medioambiental; en 1993, el Congreso Mundial de Derechos Humanos en Viena, después de una importante reunión en Montreal sobre la Educación en Derechos Humanos y Democracia; en 1994, en Barcelona, la Reunión Interreligiosa para una Cultura de Paz, con la representación al más alto nivel de 19 religiones; en 1995, con ocasión del 50 aniversario de las Naciones Unidas, la importante Reunión sobre Desarrollo Social llevada a cabo en Copenhagen, con la adopción de “compromisos” de acción, la Conferencia Mundial de Beijing sobre la Mujer y el Desarrollo, y la Declaración sobre la Tolerancia; en 1997, la Declaración Universal sobre el Genoma Humano y los Derechos Humanos; en 1999, la Declaración y Plan de Acción sobre una Cultura de Paz… Y me gusta mencionar también el excelente documento que representa la Carta de la Tierra, publicada en el año 2000.
Fue en ese año cuando los Jefes de Estado y de Gobierno reunidos en las Naciones Unidas declararon su voluntad de realizar acciones encaminadas a conseguir los Objetivos del Milenio. Pero no había dinero. No había dinero contra la pobreza, el SIDA y las enfermedades materno-infantiles … No había dinero para que todos los seres humanos tuvieran acceso al agua y la comida. No había dinero para todo eso pero sí para las armas, para estar bien preparados para la guerra.
En el año2001, el terrible ataque de Al Qaeda a los Estados Unidos.
Y, como una esperada reacción de represalia, el conflicto de Afganistán. Y después, de forma inesperada y basada en objetivos claramente geoestratégicos y económicos, el Presidente Bush, sin la autorización del Consejo de Seguridad –porque la inspección dirigida por una persona de la talla de Hans Blix no encontró arsenales de “armas de destrucción masiva”- la invasión a Irak, acordada después de la increíble “reunión” en las Islas Azores, de George Bush, Tony Blair y José María Aznar liderando la “coalición”… De nuevo millones de dólares para gastos militares y armamento… mientras la pobreza se incrementaba hasta alcanzar la tremenda situación actual.
En el año 2005, en la Cumbre de los Objetivos del Milenio +5, los Jefes de Estado y de Gobierno unánimemente decidieron que tanto la Declaración para una Cultura de Paz como el Plan de Acción para el Diálogo de Civilizaciones, deberían llevarse a cabo y acogieron con entusiasmo la iniciativa de la Alianza de Civilizaciones del Presidente español ante las Naciones Unidas.
Nada se hizo después. La globalización continuó ampliando la brecha entre los que tienen mucho y los que carecen de todo, con inmensos problemas resultantes de la deslocalización de la producción hacia el Este -con “codicia e irresponsabilidad”, utilizando las mismas palabras del Presidente Obama-, que desembocaron en la incoherente situación de China, convertida en el país comunista más rico del mundo, el país capitalista-comunista, que sigue expandiendo su influencia en América Latina, África y los países del Este.
En el 2008, tiene lugar el crack del sistema financiero mundial, ocasionado fundamentalmente por los fondos de alto riesgo de los Estados Unidos… Y Europa, en lugar de liderar las posibles soluciones, se va a visitar al Presidente Bush –¡habiendo sido elegido ya Obama!- en Camp David, poniendo en sus manos las riendas para superar la crisis múltiple (financiera, medioambietnal, democrática, política, ética). Después de la reunión de Sarkozy y Durao Barroso con Bush, las declaraciones fueron las siguientes: “Necesitamos un nuevo orden económico internacional” (Durao Barroso); “Es necesario un nuevo capitalismo” (Presidente Sarkozy) y “La solución es comercio libre, mercado libre, economía libre”. Y en vez de las Naciones Unidas, se reunió en Washington un G20 ampliado, y la decisión fue “rescatar” a las instituciones financieras con dinero público en cantidades fabulosas: más de 700 mil millones de dólares en Estados Unidos y más de 400 mil millones de dólares en la Unión Europea. Las instituciones financieras responsables de la crisis fueron rescatadas y los Estados se endeudaron debiendo ajustar inmediatamente sus presupuestos… El G20 demandó una inmediata regulación y la desaparición de los paraísos fiscales a fin de evitar, en el futuro, desastres económicos similares….
En la actualidad los paraísos fiscales siguen existiendo. El cambio climático continúa agravándose sin que se hayan adoptado medidas restrictivas; los tráficos de todo tipo (armas, drogas, capitales, personas…) siguen teniendo lugar con total impunidad en el espacio supranacional… La producción y la venta de armamento de gran valor sigue en aumento (debo recalcar que este tipo de armamento no ha sido utilizado desde la guerra de Vietnam ya que ha habido un cambio sustancial en la forma de confrontación)… Por todo ello, estamos de lleno en una economía de especulación y guerra, al mismo tiempo que nos hallamos inermes para reducir el impacto de las catástrofes naturales y de las ocasionadas por el hombre. El país más poderoso de la tierra es incapaz de hacer frente a situaciones como las inundaciones producidas por el huracán Katrina, o los terremotos, o los incendios…
Como dije anteriormente, en los albores de siglo y de milenio, podemos ser optimistas porque por primera vez en la historia son posibles cambios radicales. He destacado que el aumento de la influencia de la mujer en la toma de decisiones; la toma de conciencia global; y las modernas tecnologías de comunicación, nos permiten la movilización de la gente. Sí, ahora es posible movilizar a la sociedad. Para llevar a cabo la gran transición de ciudadanos sumisos a ciudadanos activos. Ciudadanos que ya no son simples espectadores, que ya no están silenciosos, que ya no están viviendo atemorizados. En el Preámbulo de la Declaración de los Derechos Humanos se manifiesta que la práctica de los derechos humanos es para “liberar del temor”…. y en el siguiente párrafo se dice que los Derechos deben poder ejercerse “a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión”.
Es tiempo de acción. El tiempo de la resignación ha terminado. La transición desde una cultura de guerra a una cultura de paz y no violencia puede ser una realidad en un período corto de tiempo. Desde la imposición al diálogo, desde la fuerza a la palabra.
Tenemos que sobre ponernos al inmenso poder mediático de unos cuantos que monopolizan la información y las noticias. Tenemos que ser capaces de ver los invisibles. Las noticias refieren lo que está sucediendo en el mundo pero, lógicamente, sólo toman en cuenta los “acontecimientos” insólitos, extraordinarios. Debemos ser capaces de ver la vida real, de ver los invisibles. Como dijo el Profesor Bernard Lawn en 1985 al recibir el Premio Nobel de la Paz, “sólo en la medida en que seamos capaces de ver los invisibles seremos capaces de hacer los imposibles”.
Ahora es posible, para poder alcanzar la paz, la transición desde una economía de guerra a una economía de desarrollo global sostenible, la transición desde la imposición y la dominación al diálogo, la conciliación y la alianza.
Hoy, en su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, el Presidente Obama ha adoptado una firme posición en favor del fortalecimiento de las Naciones Unidas y ha propuesto la resolución del conflicto con Irán por la vía diplomática, urgiendo la aceleración del proceso de paz entre Israel y Palestina.
“Un nuevo comienzo”, fue el deseo que expresó el Presidente Obama en su discurso en El Cario en junio de 2009. Sí, un “nuevo comienzo” es hoy posible, porque los seres humanos son capaces de inventar su futuro. Los seres humanos son capaces de crear y, por lo tanto, pueden afrontar cualquier desafío.
La paz está en nuestras manos. Está en nuestras manos promover cada día, con nuestro comportamiento, una cultura de paz, de entendimiento, de conciliación. Está en nuestras manos crear un clima de paz y no violencia.
"Conferencia de Mayor Zaragoza sobre el Internacional Peace Bureau: Un clima de Paz. Noticias Positivas.net. España.19/Oct/2010

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