Madrid, España. "El mundo necesita ciencia. La ciencia necesita mujeres". Ese es el lema del programa Por las mujeres en la ciencia, de L'Oreal-UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), que todos los años premia, con lotes valorados en 15.000 euros, a científicas españolas menores de 40 años.
Mercedes Vila, Elena Ramírez, María Antonia Herrero, Ana María Briones e Isabel Lastres son las cinco investigadoras becadas este año para que puedan continuar desarrollando sus proyectos.
¿Por qué una beca específica para mujeres? Los datos hablan por sí solos: según el informe Science Report de la UNESCO, España ocupa el noveno puesto en el ranking europeo en materia de desigualdad en el campo de la ciencia. De hecho, aunque casi el 60% de los licenciados en estas carreras son mujeres, sólo el 14%, el 15% y el 37% de ellas llegan a ser rectoras, catedráticas y docentes investigadoras, respectivamente.
"Cuando el género no penalice el trabajo de nuestras científicas, quizá deje de tener sentido convocar un premio específico para ellas", destacó la ministra de Ciencia e Innovación, Cristina Garmendia, en el reciente acto de entrega de las becas.
Sin embargo, el Libro Blancosobre la situación de las mujeres en la ciencia en España, que próximamente será publicado y que está elaborado por la Unidad de Mujeres y Ciencia del ministerio, pone de manifiesto que "aún nos queda camino por recorrer, especialmente en los niveles más altos de la jerarquía académica", adelantó la ministra.
Techo de cristal
La mayoría de las protagonistas reconocen el "techo de cristal" del que se habló durante toda la ceremonia. Alguna de ellas incluso ha vivido experiencias discriminatorias. Isabel Lastres, especializada en Bioquímica que experimenta con fármacos que puedan retrasar la enfermedad de Parkinson, destacó el "elitismo" de los laboratorios alemanes.
"Allí se recuerdan continuamente los niveles jerárquicos a los que pertenecen y algunos compañeros me reconocieron que no les gustaba tener a una mujer por encima de ellos. Además, cuando les mandaba alguna cosa, no me hacían ni caso", relata la científica. "Pero eso no me ha pasado nunca en España", concluye.
"Yo no creo que sea tanta la discriminación aquí. Es normal, como en cualquier otro campo, que los altos cargos, que son los que empezaron hace más de 20 años, sean hombres porque son los que tenían oportunidades de estudiar en aquella época. Pero esto ya está cambiando: mi jefe es mujer, igual que la mayoría de mis mentores", resalta Ana María Briones, experta en Farmacología, que estudia las enfermedades cardiovasculares.
María Antonia Herrero, licenciada en Química, que investiga las aplicaciones de los nanotubos para su uso medicinal, se encuentra en el lado contrario. "En mi departamento sólo hay tres catedráticos y los tres son hombres", explica. "Afortunadamente, en las nuevas generaciones está aumentando el número de mujeres porque ahora sí tenemos las mismas oportunidades que ellos", afirma.
Mercedes Vila, licenciada en Físicas, que estudia cómo producir materiales para reconstruir las pérdidas de masa ósea que produce la osteoporosis, es más entusiasta: "Cuando nosotras lleguemos a lo más alto, esto ya habrá cambiado. Estamos consiguiendo que sea un mundo igualitario y nosotras somos el futuro".
En cuanto a la división típica y tópica de "las ciencias son de chicos; las letras, de chicas", Vila es radical: "No hay carreras de chicos y chicas. Las carreras son de a quien le apetezca hacerlas", sentencia.
En los últimos tiempos, de hecho, la tradición se está invirtiendo. "Mi campo [Biotecnología] es incluso más de mujeres que de hombres", afirma Elena Ramírez, investigadora que busca mejorar la resistencia de los cultivos.
Elena, además de científica, es madre. Y opina que lo más difícil es conciliar vida laboral y familiar, "no porque tus jefes te discriminen, pero sí porque tú misma te autoimpones prioridades para poder atender a tus hijos", explica.
Paula Díaz. Publico.es.03/01/2011