Mejor…hablemos de Paz
“Cuando el monstruo despierta de María Antonieta Collins”
Laura Aída Pastrana Aguirre
Leer un “best seller” puede resultar muy entretenido, pero al encontrarte con uno como éste, el entretenimiento se transforma en preocupación o frustración.
En este mes celebramos el día internacional de la mujer, escuchamos conferencias, recibimos flores, chocolates o felicitaciones, pero ¿alguna de nosotras recibió también un golpe certero que hirió nuestra integridad, autoestima, dignidad, o hasta nuestro cuerpo?
“Cuando el monstruo despierta de María Antonieta Collins”
Laura Aída Pastrana Aguirre
Leer un “best seller” puede resultar muy entretenido, pero al encontrarte con uno como éste, el entretenimiento se transforma en preocupación o frustración.
En este mes celebramos el día internacional de la mujer, escuchamos conferencias, recibimos flores, chocolates o felicitaciones, pero ¿alguna de nosotras recibió también un golpe certero que hirió nuestra integridad, autoestima, dignidad, o hasta nuestro cuerpo?
Collins narra una parte de su propia historia en la que debe aprender a luchar contra una realidad apabullante: la violencia contra la mujer (contra su hija). En esta ocasión, la violencia se focaliza en una relación de noviazgo juvenil, en la que el agresor ejerce dominación sobre su víctima y ésta no sabe o no puede salir del círculo vicioso que los empuja cada vez con mayor fuerza, a un final poco afortunado.
Debo aclarar que no es una lectura para madres de jóvenes violentadas con fines de autoayuda, es una lectura obligada para una sociedad que debe despertar del letargo para reconocer que la violencia se recibe, pero también se ejerce. Muchas de las páginas de esta obra parecieran haberse escrito con una finalidad novelesca; lamentablemente la realidad supera a la ficción y el escenario de la violencia doméstica o violencia de género ha cobrado facturas tanto a víctimas como a victimarios.
Nadie que te quiera te hace sufrir —le argumenta Collins a su hija— nadie que te quiera te voltea contra tu propia familia. Eso no es amor. La joven simplemente responde: él no es mala persona, sólo que yo provoco que se enoje porque no le hago caso. Con esa respuesta evasiva, temeraria y justificatoria, Collins admite que su familia está en problemas y que debe privilegiar la vida de su hija por sobre cualquier otra cosa, decide entonces “abrir” su experiencia y pedir ayuda.
Una terapeuta que trabaja arduamente con la chica, concluye con algo que quizá ninguna madre quisiera escuchar: “Él le ha quitado la autoestima y precisamente por eso piensa que no hay nada más allá de la relación. Es vulnerable por su carácter sumiso. Ella no tiene fuerza para salir del círculo de abuso, aunque quisiera. Se ha generado ya una adicción al romance de ambas partes”.
Algunas preguntas que se hace la autora se antojan reflexivas ¿Cómo puede alguien enamorarse de una persona agresiva y violenta y porqué seguir con esa relación si son seres tan distintos? ¿Es que acaso la relación ha dañado tanto que ya no se es capaz de decidir qué es lo mejor para cada quien? ¿Cómo identificar a una potencial pareja abusiva?
Si esa persona agresiva y violenta manda a hacer algo y se hace porque ha amenazado sobre alguna posible consecuencia, es una señal inminente de control violento de un abusador. Un abusador ejerce completo control sobre la vida de su pareja, la víctima no tiene la mejor opción de decidir. Se trata de un círculo vicioso que se está cerrando y que se está convirtiendo en mortal y que nadie, excepto la víctima, puede salir de él; pero las víctimas son las primeras en sentir lástima por su agresor, quizá porque sólo ven una razón válida que, además es cierta: la conducta agresiva es el escape de los muchachos.
Otro experto, Ed Young, indirectamente colabora en esta obra sugiriendo diez signos de peligro de un novio mortal.
1) Te humilla en público o critica cualquier cosa que hagas minimizándola; 2) Repite que “no soporta a tu familia” y exige que disminuyas el contacto con ellos para no tener problemas con él;
3)Tienes que rendirle cuentas de cada momento del día;
4) Usa alcohol o droga y se pone violento con los tragos;
5) Pretende ser más estricto o moralista que tus padres y tus abuelos. Dicta cómo vistes, a quién ves o con quien hablas y qué haces mientras estás en tu casa;
6) En un momento es maravilloso y en otro terriblemente abusivo y te acusa de coquetear con otros hombres;
7)Has perdido oportunidades, o trabajo, o escuela, o disminuido calificaciones a causa de su conducta, porque te exige que hagas tal o cual cosa;
8) Te sientes humillada, deprimida o culpable la mayor parte del tiempo y te culpas a ti misma;
9) Te ha pegado, pateado, dado de puñetazos, zarandeado violentamente y te dice que es porque lo mereces o que eso no es violencia, que es sólo una llamada de atención, y después te pide perdón por haberte lastimado y;
10) Te ha forzado a tener sexo haciéndote sentir violada a pesar de que es tu novio.
La recomendación de los expertos es solicitar ayuda con la existencia de uno sólo de los signos, si son dos o más, no hay duda de que las cosas son peligrosas.
A manera de corolario, Collins brinda ciertos consejos que le resultaron favorables a su propia experiencia, consideremos que lo ocurrido y las acciones tomadas sucedieron en Norte América; sin embargo, como en cualquier otro caso, valoremos lo positivo y hagamos posible que suceda el cambio.
Entre las recomendaciones que más llaman la atención están las siguientes: a) reconozca si su hijo o hija son los agresores y haga algo por remediarlo;
b) no deje de preocuparse porque no es a su hijo a quien le están cayendo los golpes;
c) no importa cuán desesperada se sienta, nunca piense que no tiene arreglo;
d) visualice que pronto llegará el día en que cambien las cosas para bien… y así será;
e) abra los ojos y oídos, no se cierre a escuchar sólo lo que le conviene, cuestione cualquier cosa que le diga su hijo en problemas y que usted considere extraña;
f) busque ayuda profesional, como la de un psicólogo especializado;
g) acepte que la violencia está azotando a su familia, pero que usted no es el único ni el primero en vivirla y que hay formas de terminarla;
h) recuerde que finalmente, en este círculo de la violencia pierden todos, el que muere y su familia… el que mata y la suya. Tome conciencia de eso; la última y fundamental;
i) Rece todo lo que pueda y pida a Dios que ninguno de sus hijos se tope con un lobo con piel de oveja.
¿Estamos exentos de vivir una experiencia como la de María Antonieta Collins y su familia? ninguna respuesta es cierta, por ello, Mejor… Hablemos de Paz
mejorhablemosdepaz@yahoo.com.mx
Laura Aída Pastrana Aguirre. Licenciada en Derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México UNAM. Diplomada en Criminalística por la Universidad Anáhuac, México. Especialista en Derecho Penal Económico por la Universidad de Castilla la Mancha, Toledo, España. Maestra en Ciencias Penales por la Universidad Anáhuac, México. Estudios concluidos de Maestría en Estudios para la Paz y el Desarrollo, por la Universidad Autónoma del Estado de México UAEM. Doctora en Administración Pública por la Universidad Anáhuac, México. Catedrática de las materias de Teoría General del Derecho Penal y Sociología Jurídica en la UAEM. Catedrática de la materia Clínica de Introducción a la Mediación en la Escuela Judicial del Poder Judicial del Estado de México. Jefa de Departamento en la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal. Asesora Jurídica en la Comisión de Gobierno de la Primera Legislatura de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. Subdirectora de Recomendaciones Legales en la Procuraduría General de la República. Asesora Jurídica en Oficina de Enlace de la Cámara de Diputados. Profesora Investigadora en el Centro de Investigación en Ciencias Jurídicas, Justicia Penal y Seguridad Pública de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma del Estado de México.