«Yo tengo un
sueño: que mis cuatro hijos vivirán un día en una nación donde no serán
juzgados por el color de su piel sino por su carácter».
- Martin Luther King Jr., en Washington D.C. (28.08.1963)
El Mesías Negro
Madrid, España. El distrito de Sweet Auburn, en
Atlanta (Georgia, EEUU) es hoy Lugar Histórico Nacional. Miles de visitantes
pasean cada año por el barrio que vio nacer y crecer
a Martin Luther King Jr., en torno al 501 de la Avenida Auburn,
casa natal del reverendo baptista que lideró la lucha por
los derechos civiles en EEUU, consciente de estar librando una batalla mundial por los Derechos Humanos. Los niños que,
como King, vivían, jugaban y trasteaban por estas calles no imaginaron nunca
que su país tendría un día un presidente negro. La segregación racial y la
supremacía blanca avivaban el sueño de un mundo más justo, pero en sus mentes infantiles, la flamante residencia de Washington sólo
tenía un color.
En 1964 el premio Nobel de la Paz ensalzaba la figura de Martin
Luther King Jr. como «la primera persona del mundo occidental que ha demostrado
que una batalla puede ser ganada sin violencia,
la primera en haber hecho de su mensaje de amor
fraternal una realidad a lo largo de esa lucha, y la que ha
llevado ese mensaje a todos los hombres,
a todas las naciones y a todas las razas». Su lucha le
costó la cárcel. Y la vida..
El cine,
el arte y la literatura han parido numerosas obras sobre el racismo, el
apartheid, la injusticia racial, el sinsentido y la crueldad del Ku Klux
Klan... Fueron años convulsos
cargados de capítulos dramáticos, épicos, históricos, en Arkansas, Carolina del
Norte, Tennessee, Georgia, Mississippi, Alabama... Como el asesinato del
adolescente Emmett Till en Mississippi por silbar a una chica blanca; la
valentía de Rosa Parks negándose a ceder
su sito a un blanco en el autobús; el boicot a las compañías de
autocares de Montgomery o Tallahassee; los insultos y
agresiones a los primeros estudiantes negros en Little Rock
o la entrada de James Meredith, escoltado por el Ejército, al campus de
Mississippi; los asesinatos impunes, las sentadas pacíficas, las cargas
policiales, las detenciones de manifestantes o la gran marcha sobre Washington por el empleo y la libertad.
Quienes creyeron que la desobediencia civil y la no violencia eran el camino para
combatir la discriminación racial, encontraron en el reverendo de Atlanta el
pastor a seguir.
La Proclamación de Emancipación de Abraham Lincoln, en
1863, fue el punto de partida de un proceso que ha durado más de un siglo. Hubo
que esperar al 17 de mayo de 1954 para que la Corte Suprema de EEUU declarara
inconstitucional la segregación racial en las escuelas, y tuvieron que pasar
casi 10 años más para que la Ley de Derechos Civiles fuera una realidad. Luther
King lideró el movimiento social que demandaba la igualdad real de todos los
ciudadanos establecida en la Constitución. Y si hoy el racismo sigue siendo una
lacra social, nada tiene que ver con las desigualdades e injusticias que
inspiraron su lucha, inmortalizada en su 'Carta desde una cárcel de
Birmingham' o en el histórico discurso 'Yo tengo un sueño', un siglo después de la Emancipación:
«Cien años después, la vida del negro es todavía
minada por los grilletes de la discriminación. Cien años después, el negro vive en una solitaria isla de pobreza en
medio de un vasto océano de prosperidad material. Cien años después, el negro
todavía languidece en los rincones de la sociedad estadounidense y se encuentra
a sí mismo exiliado en su propia tierra».
Cuenta Taylor Branch en 'Martin Luther King y su tiempo'
que la autopsia que le hicieron al reverendo de Atlanta tras su asesinato
reveló el corazón de un hombre anciano en
un cuerpo que aún no había cumplido los 40 años, interpretado como la evidencia
del coste físico y personal de las mil y
una batallas que libró. Sus restos descansan hoy junto a los de Coretta en el
Centro King de Atlanta, muy cerca de la casita de la Avenida Auburn que le vio
nacer.
Cronología
1863. Proclamación de Emancipación de Abraham Lincoln. 1865. Termina la Guerra de Secesión.
Nace en Tennessee el Ku Klux Klan.
La decimotercera enmienda
deroga oficialmente la esclavitud. La decimoquinta enmienda prohíbe la
discriminación al voto por motivos de raza.
15.01.1929.
Martin Luther King Jr. Nace en Atlanta (Georgia, EEUU). En 1963 se casa con
Coretta Scott.
1954. El Supremo
declara inconstitucional la segregación racial en las escuelas de todo el país.
1955. Boicot contra
la compañía de autobuses en Montgomery, tras el incidente de Rosa Parks.
20.12.1956. El
Supremo declara ilegal la segregación racial en los autobuses.
1957. King viaja a La India, donde se acerca a la filosofía de Gandhi de la no violencia. La Guardia Nacional impide la entrada de 9 alumnos negros en la escuela de secundaria de Little Rock (Arkansas).
1957. King viaja a La India, donde se acerca a la filosofía de Gandhi de la no violencia. La Guardia Nacional impide la entrada de 9 alumnos negros en la escuela de secundaria de Little Rock (Arkansas).
1960. 'Los 4 de Greensboro' (Carolina del Norte) se
rebelan contra la segregación sentándose en la barra de una cafetería,
reservada para blancos. La sentada se extiende como forma de protesta.
1963. King es
arrestado durante una protesta pacífica y escribe su 'Carta desde una cárcel de Birmingham'. Acuerdo de Birmingham
contra la segregación en escuelas, restaurantes y tiendas. Gran marcha sobre Washington: ante más
de 250.000 personas, pronuncia su discurso 'Tengo un sueño'.
02.07.1964. Asiste a la Casa Blanca a la firma de la Ley de Derechos Civiles. Ese mismo año obtiene el Premio Nobel de la Paz y es nombrado 'Hombre del Año' por la revista 'Time'.
02.07.1964. Asiste a la Casa Blanca a la firma de la Ley de Derechos Civiles. Ese mismo año obtiene el Premio Nobel de la Paz y es nombrado 'Hombre del Año' por la revista 'Time'.
1965. La Ley de Derechos Electorales acaba con
las prácticas de coacción e intimidación para votar.
04.04.1968. Martin Luther King Jr. es asesinado en Memphis (Tennessee, EEUU).
04.04.1968. Martin Luther King Jr. es asesinado en Memphis (Tennessee, EEUU).
1983. Se establece el
Día de Martin Luther King, cada año el tercer lunes de enero.
Octubre 2005.
Obama da las gracias a Rosa Parks al ser elegido el tercer senador en la
Historia de EEUU.
04.11.2008.
Obama, primer presidente negro elegido en EEUU. Reelegido en 2012.
Sonia Aparicio. El Mundo.es.
La Ebullición de los 60´s: Eran tiempos de soñar.
Madrid, España. Eran los años del fracaso de EEUU en Vietnam, de la consolidación de la clase media, d ela contracultura y los movimientos estudiantiles; la experimientación y la Guerra Fría. Máxima ebullición. La lucha por los Derechos Civiles de Martin Luther King se enmarcó en un contexto apasionante. Todo estaba cambiando. Todo se cuestionaba. Del "I have a Dream" al "Sous les pavés, la plage". Y el hombre pisó la Luna. Eran tiempos de soñar. La supremacía económica de EEUU dominaba el mundo. La
Segunda Guerra Mundial había dejado una Europa arrasada y los países del Este e
incluso Japón aún trataban de reconstruirse. La industria norteamericana fue la
única que salió fortalecida —su producto nacional bruto (PNB) aumentó de unos
200.000 millones de dólares en 1940 a más de 500.000 millones en 1960— y
desplazó de su liderazgo a Francia, Inglaterra y Alemania. El capitalismo y su libre mercado se consolidaban en Norteamérica pero,
al mismo tiempo, empezaban a definirse movimientos sociales que reclamaban otra
forma de vivir, una nueva escala de valores. El hippismo, el feminismo, los
ecologistas, la burguesía universitaria... Todos tenían algo que aportar.
El movimiento hippie tomó fuerza en San Francisco —acogió
el Verano del Amor en 1967— con su mantra de la no violencia. Y se sumó a la
lucha contra la segregación racial lideraba por Martin Luther King y a las
protestas contra la intervención de Estados Unidos en Vietnam o contra la
injerencia política en los 'países del Sur'. Al mismo tiempo, se empezó a tomar
conciencia sobre la pobreza. En 1959, el Gobierno de EEUU comenzó a calcular
las cifras y registró a un 22,4% de la población que vivía por debajo del
umbral mínimo. Los suburbios de las ciudades se expandían y las campañas de
asistencia social empezaron a tomar fuerza. El presidente Johnson —en el poder
de 1963 a 1969—hizo de la 'Guerra contra la Pobreza'
el elemento central de su programa y creó la Oficina de Oportunidades
Económicas, que impartió formación a los más desfavorecidos y desarrolló
agencias de vivienda, salud y educación. En 1965, la tasa había bajado hasta el
15,1%.
Los hippies no fueron los únicos que se asentaron en la
contracultura. En los campus universitarios,
movimientos juveniles abogaban por una convivencia pacifista y anticonsumista. Juntos
dejaron decenas de símbolos. Como Woodstock, que en 1969 reunió a casi medio
millón de personas en una granja del estado de Nueva York en un concierto
programado para unas 40.000. Todo se desbordó bajo la música de Janis Joplin,
Jimi Hendrix o Joan Baez. Un año antes, el gran símbolo fue París, con su Mayo del 68,
que la joven burguesía propagó por ciudades como Praga o México D.F. La calle
cuestionaba jerarquías y se miraba en movimientos revolucionarios como los de
Latinoamérica, con su propio ídolo, el Che, asesinado en Bolivia en 1967.
Se vio también en Washington el 28 agosto de 1963, en la
Marcha en la que sonó el mítico 'I have a Dream' ante más de 200.000 personas.
Dos años después, los afroamericanos conseguían en la práctica el derecho al
voto. Y es que junto a los defensores del
idealismo, reclamaban su espacio grupos hasta entonces sometidos por las elites
masculinas y blancas: los afroamericanos, los indios, los
latinos, las mujeres —se incorporaban al mercado laboral pero, según datos
oficiales, en 1963 su salario medio era sólo el 63% del de los varones—.
Movimientos como la Conferencia del Liderazgo Cristiano del Sur, formado por
sacerdotes afroestadounidenses, o el Comité Estudiantil de Coordinación de la
No Violencia lideraban la lucha por la igualdad de forma pacífica. Tuvieron
enfrente a extremistas como los que asesinaron a Malcom X en 1965 y a Luther King
en el 68.
En el terreno político, otro asesinato, el del presidente
Kennedy en noviembre de 1963, marcó
uno de los momentos clave. Había sido elegido presidente en 1960 y se le veía
como un símbolo de esperanza. Tras él, el vicepresidente Lyndon B. Johnson, fue elegido para la Casa Blanca y Richard Nixon le sustituyó en 1969. A todos les pesó Vietnam. La intervención norteamericana estalló en 1964
con 4.000 soldados. En 1967 ya eran casi 500.000 y un año después ya quedaba
claro que no iban a salir bien parados de allí. Los bombardeos masivos, el uso
de armas químicas y la violencia sobre la población civil se vieron por primera
vez en los medios de comunicación, que retransmitieron la guerra. Y al final,
la derrota, en 1975, con 58.000 americanos muertos y 300.000 heridos frente a
cerca de un millón y medio de soldados vietnamitas y dos millones de civiles
fallecidos.
Eran años en los que la tensa
calma de la Guerra Fría sobrevolaba las cabezas, con EEUU
liderando el enfrentamiento contra un bloque soviético que empezaba a mostrar
fisuras. La tensión tocó techo en crisis como la de los misiles cubanos en
octubre de 1962, cuando la URSS quiso instalar su armamento en la isla. Un año
antes, en abril de 1961, la CIA había fracasado en un intento de invasión de
Cuba en la Bahía de Cochinos. El miedo a una crisis nuclear atenazaba el
ambiente. La persecución al comunista se había materializado ya en los 50 en
EEUU en otro símbolo, la caza de brujas
a la que el senador McCarthy sometió a los intelectuales de izquierdas desde el
Comité de Actividades Antiamericanas.
Y mientras, la clase media se consolidaba y la explosión
demográfica era imparable. Y Sartre y Marcuse construían teorías. Y sonaba The Beatles... El mundo
crecía.
Raquel Quílez. El Mundo.es.
Su Herencia
El mayor logro de la era moderna
Madrid, España. Una de las canciones que siempre suena en
los conciertos de la banda irlandesa U2 habla de un hombre que vino en el
nombre del amor, un hombre del que nunca hubo uno igual y que fue finalmente
libre cuando, un 4 de abril, resonó un disparo en el cielo de Memphis. El tema
es 'Pride (In the name of love)' y el hombre es Martin Luther King. El
reverendo bautista cuyo legado quiso hacer propio el primer presidente negro de EEUU
en el juramento de su segundo
mandato al frente de la Casa Blanca. En la misma
capital, Washington, en la que el líder de los derechos civiles dijo en 1963
que había tenido un sueño.
Barack Hussein Obama, hijo de blanca y de negro, cuando
los parejas interraciales no sólo eran tabú sino que en muchos lugares estaban
prohibidas, juraba su cargo sobre la biblia de Luther King y la de Lincoln, y
se proclamaba heredero de los principios de
«quienes dejaron sus huellas en este parque para escuchar a un pastor decir que
no podemos caminar solos, y para a
oír a aquel King proclamar que nuestra libertad individual está unida a la
libertad de cada alma sobre la Tierra». Era, lleno de simbolismo buscados, en
el día de la fiesta nacional de Luther King.
Aunque, según un
estudio publicado en 2010, en EEUU las familias blancas siguen siendo cinco
veces más ricas que las negras, lo cierto es que en aquel discurso histórico de
King no pudo haber ni el menor atisbo de que, un día, el hombre más poderoso de
la Tierra sería de la misma raza que aquel que fue asesinado, ese 4 de abril.
Aquel tiro ponía fin a una vida de lucha que le valió el Nobel de la Paz cuando
sólo tenía 36 años, pero no pudo terminar con los avances que, finalmente, igualaron a blancos y negros.
El congresista John Lewis, uno de los colaboradores
más estrechos de King, lo dijo en ese día de enero de 2013: «Si no hubiese
habido un Martin Luther King Jr., no habría un Barack Obama como presidente».
De la misma opinión es el profesor de la Universidad de Stanford Clayborne Carson, director del
Instituto para la Investigación y la Educación Martin Luther King, y el hombre
al que Coretta King, viuda del pastor, encargó poner en orden los papeles de su
marido. «Entre los líderes actuales a los que ha
inspirado King está el Dalai Lama, Aung San Suu Kyi y Barack Obama».
Carson, que lleva documentando la vida de Luther King
durante los últimos 30 años, asistió cuando sólo tenía 19 a la marcha de Washington y fue un
activista durante toda su etapa universitaria en UCLA, en Los Ángeles. Fue
entonces cuando se percató de que la
lucha de los negros iba más allá de conseguir una
reforma que les reconociera los mismos derechos civiles que los blancos. Se dio
cuenta de que su empeño y el de los suyos era parte de una batalla mayor para
conseguir la justicia social, así como el respeto de
los derechos humanos.
«King fue uno de los líderes que apreció las dimensiones
globales de la lucha por la libertad», afirma este profesor, que opina que Rosa
Parks, la mujer que se negó a levantarse del asiento del autobús, le marcó bien
el camino. «Durante los últimos 250 años, la mayoría de la Humanidad ha
superado sistemas enormes de opresión basados en la clase, la raza o el género. La transformación de un mundo de
campesinos y sus descendientes en ciudadanos ha sido el mayor logro de la era
moderna», asevera.
Junto a Mandela o Gandhi, Carson cree que King es uno de
los grandes símbolos del siglo XX: «Aunque fue un líder de los derechos
civiles, su visión fue mucho más allá de conseguir determinada legislación en
EEUU. Como dijo en su discurso de Memphis, algo estaba pasando. Había masas de
gente en Johanesburgo, Nairobi, Atlanta o Nueva York con el mismo
grito: 'Queremos ser libres'».
Luther King amplió sus exigencias cuando se fueron alcanzando logros: protestó
por la guerra de Vietnam o apoyó la huelga de basureros de Memphis, lo que le
llevó a la ciudad en la que finalmente perdió la vida.
En los últimos tiempos, según su propia familia, su postura se radicalizó, ya no era el mismo que
dulcificó posturas por consejo de JFK y se ganó la enemistad de Malcolm X por
ello. Mientras estaba en la habitación número 306 del motel Lorraine, preparaba
un discurso que llevaba por título 'Por qué América podría ir al
infierno'. Su viuda
y sus hijos, que no creyeron que James Earl Ray fuese el asesino, apuntaron más arriba. King se proponía formar una coalición interracial
para terminar con la guerra de Vietnam y obligar a que hubiera reformas
económicas para luchar contra la pobreza. Parece que había un pacto con Robert Fitzgerald Kennedy (el hermano del
presidente asesinado en 1963, muerto a tiros sólo dos meses después que King)
para que fuese su vicepresidente si resultaba elegido en las urnas. «Quienes lo
vigilaban lo sabían», dijo Dexter, su tercer hijo, a la revista 'Newsweek'.
«Tenemos días difíciles por delante», aseguró King la noche previa a su muerte.
Antes de que resonara un disparo en el cielo de Memphis.
Viriginia
Hermandez. El Mundo.es.
Películas
MLK, una historia de cine imposible
Madrid, España. ¿Qué hace tan difícil que
el predicador de Atlanta tenga su sitio en Hollywood? Quizá una vida
'demasiado' perfecta
La pregunta hasta duele. Por obvia. ¿Por qué no existe a fecha de hoy una película de
referencia sobre Martin Luther King? Al fin y al cabo, y sobre el papel, pocas
historias pueden presumir de tenerlo absolutamente todo (drama, sangre y épica)
como la aventura existencial, y hasta equinoccial, de uno de los mejores y más efectivos oradores que ha dado
el siglo, cualquiera de ellos. Y como todas las preguntas aparentemente fáciles
caben dos posibles respuestas: la sencilla y la otra, siempre algo más
imaginativa.
Fue en mayo de 2009
cuando el mundo recibió la buena nueva de que los tres celosísimos hijos del
predicador cedían ante el poder de convencimiento del dinero (mucho) y, por
fin, autorizaban a que su padre tuviera su lugar en
Hollywood. El hombre elegido no era otro que, en efecto, Steven Spielberg. Poco se supo de los detalles del
acuerdo que llevó a los herederos a permitir el uso y explotación de todos los
escritos, discursos e imágenes de MLK. Lo único que alcanzó a saberse es cómo
se sentía el más que probable director, entonces hasta arriba de deudas como consecuencia de la separación
de su empresa Dreamworks de la casa madre Universal. Según el comunicado
oficial, el cineasta se mostraba esperanzado en que «el poder creativo de la
película y el impacto de la vida del Dr. King
puedan traer al presente una historia de un incuestionable poder del que nos
sintamos todos orgullosos». Bien, pero ¿cuánto? Lo que sigue es la respuesta
fácil y habla de dinero.
Hasta la firma del acuerdo, se sabía que Bernice, Dexter
y Martin Jr. habían conseguido que tanto el periódico 'USA Today' como la
televisión CBS pagaran por emitir sin el debido permiso el célebre discurso 'I
have a Dream'. No contentos con ello, y para escándalo de las mentes piadosas,
se conoció que también habían cobrado (más de medio millón de dólares) por la
utilización de la imagen de su padre en (atentos) el memorial de
(efectivamente) su padre. Y lo más llamativo es que no actuaban de mutuo acuerdo. Fueron públicos su rifirrafes a cuenta del libro de memorias de Coretta, la
madre. De otro modo, la memoria, como tantas otras cosas, puede ser insaciable.
Pues bien, han pasado cuatro años desde
entonces, y a Spielberg le hemos visto embarcarse en dos
guerras mundiales (en 'Pacific' como productor y en 'Caballo de batalla' en
calidad de director), una aventura animada ('Tintín') y hasta relatar de forma
pautada y brillante la vida del mayor de los iconos americanos con un innegable
aire de familia con Luther King. Nos referimos a 'Lincoln'. ¿Alguien sabe qué
ha pasado?
Quizá la respuesta (ahora viene la no obvia) se encuentre
en las propias palabras del director cuando atendía al carácter del extraño 'biopic' de Abraham Lincoln. De
repente, la figura absolutamente inmaculada del padre de la patria aparecía en
la pantalla como un 'trilero' que no dudó en acudir al soborno por conseguir
sus objetivos. «Tiempos desesperados exigen medidas desesperadas», decía el
realizador comprensivo. «Lo que hizo Lincoln no fue en ningún caso ilegal. Si
se quiere turbio, pero a la vez fue noble y grande. Intentar el retrato de un
hombre de una moralidad intachable que sostiene sus principios inquebrantables
por encima de todo, sinceramente, no me interesa. No hay drama en ello». Hemos llegado.
¿Cómo conseguir el drama que reclama Spielberg en la
biografía perfecta de un hombre que hasta perdonó a la mujer negra que el 20 de
septiembre de 1958 le apuñaló acusándole de comunista? La víctima llegó a decir
incluso que la culpable de su herida (el filo pasó muy cerca de la aorta) era
la sociedad de forma genérica y la violencia que reside en ella de manera
delegada. Y, claro, pensarán algunos, así no hay drama.
De hecho, y por no moverse del sitio de los derechos
civiles (pues de eso se trata), las mejores películas sobre el asunto
siempre han jugado en las sombras, en la doble moral, en la
necesidad de hacer saltar por los aires las normas de la buena educación. En 'Arde Mississippi', el rudo y siempre efectista (además
de efectivo) Alan Parker dejaba que el foco de la cámara se desplazara hacia
los modales hoscos, quizá brutales, de Gene Hackman. Y era ahí donde surgía la
identificación con el patio de butacas, en el hombre que para conseguir sus objetivos (por muy buenos y santos que
sean) obedece a los siempre bajos instintos del
espectador.
Lo mismo sucede con el ejemplo más cercano a la futura, o
futurible, película de MLK que hasta hoy ha dado Hollywood. 'Malcolm X', de Spike Lee, no es tanto una hagiografía
como una llamada a las armas; es
simplemente el reconocimiento de que la lucha de antaño aún es necesaria, y de
que eso que suena tan mal como 'el mal necesario' todavía es perfectamente
aplicable. O eso cree Lee. El director, lo dijo varias veces, nunca habría
contado la historia de Luther King. Aunque hubiera podido. Por el drama, claro.
Desde su más tierna infancia, las películas que se han
ocupado de una forma u otra de algo tan primariamente injusto como el racismo
han introducido en sus argumentos algo tan dramáticamente elemental
como la simple venganza. Eso o algo parecido. Eso o la piedad
disfrazada de, otra vez, 'mal necesario'. Virgil Tibbs (Sidney Poitier) puede
ser implacable cuando las cosas se ponen feas en 'En el
calor de la noche', de Norman Jewison, de la misma manera que
Atticus Finch, el mejor de todos, puede hacer trampa y presentar como un
accidente lo que fue, quizá, homicidio. Todo sea por no 'Matar a un ruiseñor'. Cuando recientemente vimos 'Criadas y señoras', sólo el placer de ver comer a la
odiosa y blanquísima señora de la casa una tarta de mierda (literal) compensó
tanto drama rutinario. De nuevo, la venganza como la más resolutiva de las
armas dramáticas. Y así hasta llegar a Shaft, el vengador por definición, el
primer y único héroe perfectamente negro. Y sin remordimientos.
Las miniseries de televisión como 'King' (una hagiografía setentera protagonizada por Paul
Winfiled) o 'Boycott' (a vueltas con el
caso Rosa Parks de 1955) son de los pocos y contados ejemplos que se han
acercado directamente al personaje, a MLK, y lo han hecho con una bondad y
esmero que terminaron por resultar 'dramáticamente' (en la acepción de
Spielberg) insulsas. Y lo mismo vale para, por ejemplo, la meritoria 'The Rosa Parks Story'. En definitiva, a la bondad, como
al optimismo, les falta el suficiente brillo intelectual para resultar siquiera
de buen gusto. Carecen de drama. Fue Gramsci, comunista e italiano, el que dijo
que el pesimismo es asunto de la inteligencia y el optimismo de la voluntad.
Pues eso. Hasta Spielberg, después de pagar lo suyo a los herederos del tótem,
parece ser consciente de ello. 'Lincoln' salió adelante merced a un guión capaz
de caminar entre las grietas de la mayor de las estatuas de Estados Unidos. ¿Cómo contar la historia del más perfecto de los hombres?
Descartado Oliver Stone para la misión (lástima) toca seguir esperando.
Luis Martínez. El Mundo.es.
La fuerza de la
desobediencia civil
Madrid, España. Si una ley es injusta, es lícito no
acatarla. El principio de desobediencia civil de Thoreau ha llevado a numerosos
líderes a rebelarse contra gobiernos que violaban Derechos Humanos. Y muchos
han cambiado la Historia con sus campañas.
Henry David Thoreau
Este filósofo estadounidense (1817-1862) dotó de contenido al concepto de desobediencia civil en
su obra 'On Civil Disobedience', publicada en 1849. Se oponía a pagar un
impuesto que el gobierno destinaba a financiar una guerra entre Texas y México
y, a partir de su negación, desarrolló una idea clave para todos los que
siguieron su filosofía: que el gobierno no debe tener más
poder que el que los ciudadanos estén dispuestos a concederle.
Y a él, la guerra le parecía injusta, y también que su gobierno avalase la
esclavitud. Así que se negó a cooperar con él y pasó una noche en prisión por
su gesto. El texto influyó a figuras tan dispares como Tolstói, Gandhi o el
propio Luther King, que lo describió así: «Fascinado por la idea de rechazar el
cooperar con un sistema maléfico, releí el libro varias veces. He llegado a
convencerme de que la no cooperación con el mal es
tan obligación moral como la cooperación con el bien». Thoreau
llegó a proponer la abolición de todos los gobiernos.
Otro intelectual que influyó en Luther King fue Howard Thurman
(1899-1981), un teólogo que había coincidido con Ghandi en La India gracias a
su trabajo como misionero. Era compañero de clase de su padre y se convirtió en
su mentor.
Mahatma Gandhi
Es
el rostro de la no violencia. Mahatma Gandhi (1869-1948) demostró que la
resistencia pacífica es un instrumento válido para alcanzar objetivos
políticos. Objetivos tan inmensos como la independencia
de una nación, La India, en 1947. Ghandi abogó por el pacifismo
en un contexto enmarcado en el periodo de entreguerras. Educado en Gran
Bretaña, comenzó su carrera política en Sudáfrica, donde luchó, con éxito,
contra la discriminación que sufría la comunidad india. Al regresar a su país,
prosiguió la batalla, llamó a boicotear al gobierno
colonial inglés violando su autoridad y fue encarcelado por
ello. Movió masas y dejó símbolos como la 'Marcha de la Sal', una protesta
pacífica por la independencia que encabezó en 1930. «La violencia es el miedo a
los ideales de los demás», dijo.
Austero
y enemigo de privilegios, cuestionó la sociedad de castas india poniéndose del
lado de los 'intocables'. Recurrió al ayuno y a la espiritualidad como protesta
y propugnó que la desobediencia civil era el arma más
efectiva contra las leyes injustas. Sabía que los ingleses
aplastarían cualquier intento de lucha armada. En 1948, a los 78 años, fue
asesinado en Nueva Delhi por Nathuram Godse, un radical hindú. Y se convirtió
en símbolo; en referente para los movimientos pacifistas futuros. El propio Luther King lo reconoció: «De mi formación cristiana he obtenido mis
ideales y de Gandhi, la técnica de la acción». En una visita a La India en
1959, King pudo profundizar en su filosofía.
Bayard
Rustin
La espiral de la no violencia se retroalimenta: en 1948,
un entusiasta Bayard Rustin (Pennsylvania, 1910-Nueva York, 1987) viajaba a La
India para aprender directamente de los principios de Gandhi. Rustin era un experimentado activista por los derechos
civiles: un año antes había organizado en Carolina del Norte las primeras protestas contra la segregación en los autobuses,
por las que fue arrestado y pasó varias semanas en prisión —no fueron las
únicas; le detuvieron decenas de veces en toda su vida—. Entre 1947 y 1952
formó un comité de apoyo a la resistencia en Sudáfrica junto a líderes de Ghana
y Nigeria y trabajó intensamente en el Movimiento por los Derechos Civiles de
los años 60 en EEUU. Él fue el principal organizador de
la Marcha
sobre Washington de 1963 y quien
asesoró a Martin Luther King sobre las técnicas de la resistencia no violenta
para incumplir las leyes de segregación.
Pero la racial no fue su única lucha: Rustin era
abiertamente homosexual —fue arrestado y atacado públicamente por ello. Incluso
se afirmó que mantenía una relación con Luther King— y abogó por los derechos de gays y lesbianas hasta el
final de su carrera.
Nelson Mandela
Nelson Mandela (Qunu, Sudáfrica, 1918) asumió la desobediencia civil
como 'arma' para neutralizar el Apartheid. Y pasó 27 años en prisión por ello.
En 1948, el Partido Nacional había ganado unas elecciones en las que sólo
podían votar los blancos y había instalado un sistema de segregación racial.
Enfrente tenía al Congreso Nacional Africano, formado en 1912 para luchar por
los derechos de los negros y al que Mandela se unió en 1942. Se rebeló contra
su destino en el clan familiar y se metió en política para combatir las prácticas
xenófobas del régimen sudafricano promoviendo la desobediencia.
Hasta que fue arrestado y acusado de alta traición. Como peaje, pasó casi tres décadas en una celda. En 1990
dio resultado la campaña internacional por su liberación y, ya en la calle,
abogó por una solución política que no menoscabase los derechos de nadie. Tomó
las riendas de la transición y se convirtió en presidente en las primeras
elecciones democráticas. Siempre defendió la reconciliación.
Otro partidario de la no violencia en la lucha por los
derechos de todos los sudafricanos fue Albert Luthuli
(1898-1967), profesor y político galardonado con el Nobel de la Paz en 1960 por
su oposición al Apartheid y su trabajo en favor de la integración. Luthuli pidió públicamente la desobediencia pacífica a las leyes decretadas desde
el gobierno racista al considerar que atentaban contra la
dignidad del hombre.
Jesse Jackson
Hasta que apareció Barack Obama, Jesse Jackson (Carolina
del Sur, 1941) fue el gran líder negro del Partido Demócrata de EEUU. El
reverendo, discípulo de Luther King, ha dedicado su vida a la lucha por los derechos
civiles. Nació en un barrio pobre de Carolina del Sur, de madre soltera,
estudió teología en Chicago y se ordenó pastor baptista en
los sesenta, cuando aprendía de la lucha civil al lado
de Luther King, al que acompañaba en
el momento de su asesinato. Tras su muerte y la de Malcolm X, se convirtió en
el principal cabecilla negro del país.
Preocupado por la integración real de los negros en la
vida estadounidense, fundó organizaciones de vecinos en Chicago que impulsaran
la educación y la actividad cultural y social de este colectivo al margen de
guetos. Y en dos ocasiones —1984 y 1988— compitió sin éxito por
convertirse en el candidato a la presidencia de EEUU por su partido,
del que representaba el ala más a la izquierda. No lo consiguió, pero el simple
hecho de que entrase en liza evidenciaba un paso adelante en el apoyo a una
persona de su raza. Además, trabajó durante años como asesor en conflictos
internacionales como el de Sudáfrica, Cuba u Oriente Próximo y fundó la
asociación Rainbow/PUSH.
Dalai Lama
Estaba llamado a perpetuar el régimen feudal del Tíbet
hasta que la China de Mao se cruzó en su camino. Cuando tenía sólo dos años,
Tenzin Gyatso (Tíbet, 1935) fue identificado como la reencarnación del Dalai
Lama y comenzó a prepararse para asumir su destino. Pero la Historia se
precipitó: en 1950, la China comunista invadió el Tíbet
y él tuvo que tomar las riendas: recibió el poder a los 16
años, dos antes de lo previsto, pidió ayuda a Naciones Unidas, que le ignoró, y
se refugió en el sur del país mientras Mao imponía sus condiciones y los
tibetanos eran sometidos. Hasta que, en 1959, la población de la capital,
Lhasa, se sublevó en una insurrección fallida que terminó con el líder
religioso huyendo a La India seguido de unas 150.000 personas. Se registraron
cerca de 10.000 muertos.
Desde entonces, el Dalai Lama ha liderado una campaña de
resistencia pacífica desde el exterior, en la ciudad de Dharamsala, cedida por
La India al pie del Himalaya. Ha viajado por todo el mundo
defendiendo la recuperación del territorio y no ha cesado de
hacer pública la represión sangrienta y el «genocidio cultural» emprendido por
los chinos, con los que, sin embargo, ha mantenido un espíritu negociador.
Siempre ha apostado por la no violencia y los derechos humanos y su campaña le
valió el Nobel de la Paz en 1989. En 2011 anunció que renunciaba a todos sus
cargos políticos para quedar sólo como líder espiritual y religioso. Algo que
ocurría por primera vez en tres siglos para un Dalai Lama.
Raquel Quílez. El Mundo.es.
http://www.elmundo.es/especiales/2013/internacional/martin-luther-king/otros-lideres.html