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774. La migración familiar: ¿Fuente de Conflictos?

Nunca olvidare aquellos largos viajes, nunca olvidare esas despedidas de las casas que dejábamos atrás y el sufrimiento interno que me carcomía las entrañas, hubiese querido huir  y quedarme allí , decirles a mis padres no, por favor déjenme aquí que mis semillas ya han empezado a enraizarse en esta ciudad y ahora es doloroso despegarme de este suelo, pero debía seguirlos, ya las cosas estaban en el camión de mudanzas, nos esperaba un nuevo destino, la incertidumbre sobre las nuevas gentes y siempre el temor a lo desconocido en el horizonte en la próxima ciudad destino, el próximo colegio y barrio. Año tras año entre 1970 y 1978 (en una nueva ciudad diferente)  fue así hasta que finalmente nos asentamos en esta ciudad de Lima, llamada por muchos “la horrible” y por otros “ciudad jardín”.
Recuerdo que mama también sufría, pues siempre había sido humana con los niños pobres (probablemente huérfanos o fruto de hogares disfuncionales) de aquel pueblo y les había acostumbrado a recibir cariño, palabras dulces y cosas nuestras usadas, quienes ahora nos despedían agitando las manos, con sus sonrisas infantiles y algunos llantos; echándose a correr luego cuadras enteras hasta los extramuros de la ciudad detrás del camión de las mudanzas en señal de un adiós definitivo, mientras ella y nosotros gritábamos a todo pulmón y con lagrimas inevitables “¡Adiós chicos , cuídense!”, con el ánimo de transmitirles algo de energía  a quienes quedaban atrás para siempre.
Ahora que escribo este ensayo me vienen a la memoria, primero los conflictos internos que sufríamos todos desde mis padres hasta nosotros sus hijos y luego los conflictos externos que debíamos enfrentar con los niños de la nueva ciudad a la que arribábamos en el vecindario y el colegio, porque no todos están dispuestos a aceptar formas de hablar y costumbres diferentes a las suyas. Cada ciudad, cada pueblo era un universo totalmente diferente, considero ahora por mi experiencia que el hecho de empezar de nuevo, de adaptarse a las nuevas circunstancias,  siempre marcan al migrante como una cruz en el alma.
Pero una cosa debe ser el impacto de una migración interna dentro de un país y otra externa fuera del país. Es que existen migraciones y migraciones, una la de aquellos que migran como familias acomodadas que van a residir en un lugar residencial y otra  la migración de los que nada tienen, quienes apenas llevan su pobreza a cuestas y ni siquiera saben si tendrán una casa.
Es diferente la migración andina hacia las ciudades europeas o hacia las urbes atlánticas de Argentina o del Pacifico chileno, más cercana para peruanos, bolivianos, ecuatorianos, quienes representan la migración de quienes nada  tienen aparte de sus esperanzas, sus fuerzas físicas y todo lo esperan conseguir allá en las otras tierras.
La otra migración la que se da ahora es la de los europeos profesionales a Perú,  quienes vienen contratados con sueldos fabulosos y que como me dijo una amiga española, se asientan a vivir en barrios inalcanzables para un natural del país “por nuestra seguridad”. O sea vienen a incrementar las poblaciones de los lugares residenciales en el único lugar del mundo donde  en gran cantidad de establecimientos públicos hay letreros que dicen “Aquí no se discrimina”. Pero tarde o temprano podrían surgir otro tipo de conflictos entre estos recién llegados y los naturales del país, si los primeros se contagian de los estereotipos vigentes entre ciertos grupos de las zonas de clase A que valoran la apariencia externa, el color de la piel y el dinero y empiezan a observar verticalmente a los segundos que viven en barrios populares.
En este breve enfoque partiremos de analizar muchos de los conflictos externos que afronta el migrante pobre, el que nada tiene en las urbes modernas, siendo una de sus aristas principales, el racismo ejercido contra los recién llegados y sus familias de rasgos indígenas. Lo que se traduce en maltratos y burlas contra los adultos del hogar quienes además trabajan en oficios duros y humildes, donde se les explota duramente haciéndoles laborar más de 10 horas en condiciones infrahumanas, para pagarles una ínfima cantidad. La lógica es que estas personas al retornar a sus casas lleven todas las emociones negativas, sufrimientos y rabias reprimidas. Las mismas que  volcaran en  el primero en casa con el que tengan contacto
Por ejemplo Emiliano Huamani, luego de sufrir las burlas de sus compañeros y los gritos o empujones  de sus jefes mofándose por su forma  de hablar el Español en la fábrica, llego a su humilde morada, en los cerros más miserables de Mendoza y ensimismado recibió el saludo de Pedrito su hijo menor,  ignorándolo y hasta rechazándolo con un gruñido que espanto al niño; al acercarse la mujer, el vacio las energías negativas acumuladas ( contenidas diría yo en su mente) y que salieron a flote mezcladas con el machismo que llevaba dentro de sí, para golpearla con la excusa de que por culpa de ella se habían venido aquí a padecer. En el primer caso el niño rechazado en su afecto puede adoptar una conducta que va desde un trauma personal de inseguridad hasta una probable inserción en grupos infantiles antisociales que generaran conflicto social y en el segundo caso la repetición de esta violencia puede concluir trágicamente en un feminicidio o en un asesinato o mutilación física del conyugue varón, todo lo cual orientaría al hogar hacia la disfuncionalidad, debido a que un conflicto externo, traído por un integrante de la familia muto y se transformo en otro internamente en el hogar migrante.
Otra fuente de conflictos para los migrantes pobres e indígenas es el permanente contacto con delincuentes y otros elementos al margen de la ley, quienes suelen coaccionar, humillar, agredir y robar lo poco que tienen los recién llegados, quienes deben pagar una suerte de noviciado y muchas veces deben transformar sus caracteres pasivos por otros más agresivos y duros, camuflándose de ese modo con su entorno.
Sin embargo el nivel más afectado suele ser el escolar, pues los niños y jóvenes migrantes sufren el bullying de parte de otros menores nativos del lugar, quienes por el hecho de ser diferentes en apariencia física, forma de hablar, de vestir etc. Convierten a los foráneos en objeto de escarnio, chantaje, agresión y hasta les pueden llegar a causar una lesión grave o la muerte, como sucedió en Lima, cuando unos niños de un colegio fiscal se lanzaron a golpear y ultrajar a Pedrito Quispe de 12 años un menor procedente de la sierra, quien no hablaba bien el Español, pues su idioma materno había sido el Quechua y por ello era objeto de burlas e insultos, tales como “cholo”, “indio”, “serrano apestoso”, “regresa a tu tierra, llama” y luego de la fase verbal, el conflicto no controlado fue escalando hasta la fase material expresada en el robo de sus libros, rotura de sus cuadernos, su propia vestimenta,  zapatos y finalmente concluyo con la tremenda golpiza que lo dejo invalido de por vida al no tener ese día el dinero que le exigían sus agresores para no martirizarlo. Todo ello sucedió con el pleno conocimiento de los docentes, auxiliares de Educación y el propio Director, quienes dejaron hacer y dejaron pasar, siendo un caso polémico y bastante indicativo del descontrol organizacional y falta de preparación en prevención y resolución de conflictos escolares.
Que hacer frente a ello, pues es necesario afrontar la responsabilidad que asumen los gobiernos locales, las entidades de administración educativa y los directores de colegios quienes deben prepararse en Mediación escolar, respeto a la diversidad e interculturalidad para poder prevenir este tipo de conflictos que pueden ser causas de desgracias lamentables como la que hemos visto. En este proceso también se debe involucrar a los padres migrantes, procurando integrarlos  a la comunidad, respetando sus usos y costumbres, pues son seres humanos con virtudes y defectos, quizás con una forma particular de hablar, danzar, mirar, caminar, cocinar etc. Pero al fin y al cabo si no queremos generar más resentimiento social y probables grupos de nuevos delincuentes como el de los “maras salvatruchas” que precisamente se originaron como una forma incorrecta de autodefensa frente a la agresión de la que eran objeto en las ciudades americanas por parte de grupos locales racistas anglosajones o de chicanos que se creían asimilados. Debemos generar nuevos proyectos educativos amplios, abiertos que enseñen desde comportamientos de comunicación paraverbal a formas verbales de expresión a ser aplicados en los hogares y en los demás espacios de las ciudades. Creo que enseñar a sonreír y mostrarse relajados, dar confianza a los recién llegados, puede ser un buen comienzo y en segundo término hacerles participes de programas comunitarios abiertos, a todos sin distinción.
Puedo decir finalmente volviendo a mi experiencia que pese a que el hombre nunca será igual, he comprobado que en todos los países adonde llegue como migrante por motivos laborales y académicos desde Japón, EEUU, Argentina, Suecia a Ecuador existía la misma base de humanidad en todas las personas, solo que los prejuicios, criterios errados, la ignorancia, temor a las diferencias y la competencia, inseguridad personal o laboral, signos lingüísticos y características externas heterogéneas eran barreras aparentes que limitaban la integración del migrante y que de seguro pueden llevar a la destrucción del núcleo familiar, la violencia de género y la disfuncionalidad en los hogares con los resultados externos expresados en alcoholismo, drogadicción, delincuencia juvenil y otras formas conflictuales agravadas que afectaran no solo a los migrantes, sino a todo el tejido social del nuevo país adonde intentan insertarse los venidos de otras tierras y sus descendientes como nuevos ciudadanos que desean consolidar sus sueños en la nueva nación. Finalmente debemos aceptar que la historia de la humanidad siempre ha estado escrita con olas  migratorias de flujos y reflujos desde épocas remotas. Más aun en Latinoamérica, ningún grupo humano en particular, salvo los pueblos aborígenes pueden argumentar ser nativos en un 100% de estas tierras.
Freddy Ortiz Nishihara. Abogado conciliador, docente de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Miembro del Observatorio de conflictividad de la Universidad Nacional Tres de Febrero (Argentina)  capacitador principal en conciliación, Director de CERECO PERU Observatorio de Paz y DDHH en www.cereco.org/delegaciones/, comentarista de radio SIGNOS de Buenos Aires (Argentina) en www.vocesypalabras.com.ar

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