Kathryn
Bolkovac ha hecho un valiente trabajo exponiendo la corrupción de las misiones
internacionales de paz, las injusticias que comenten y los contratos
multimillonarios que obtienen
México, Distrito Federal. Cualquier
similitud con Lisbeth Salander, la heroína de la trilogía Milenio de Stieg
Larsson, es pura coincidencia. Pero, al igual que Salander, y guardadas las
proporciones, Kathryn Bolkovac también se enfrentó al sistema para denunciar
corrupción, abuso e injusticia. Bolkovac
no fue la primera en dar el pitazo, pero su caso consiguió atraer significativamente
la atención de los medios.
Después
de un divorcio amargo pero relativamente civilizado, Bolkovac, que se había
hecho policía en su natal Nebraska, decidió responder a una convocatoria para
reclutar efectivos americanos al servicio del Destacamento Policial
Internacional (DPI) que, en coordinación con las Naciones Unidas, se encargaría
de mantener la paz en Bosnia al tiempo que contribuía a fortalecer las
instituciones de la ley y el orden en este nuevo país devastado por la guerra
civil. El primer punto interesante en esta historia es que, mientras en otros
países dicho reclutamiento corre a cargo de los cuerpos de seguridad nacional
(los Carabinieri de Italia, la Bundespolizei de Alemania, la Guardia Civil
española y la Gendarmerie National de Francia, por ejemplo), en los Estados Unidos,
al no existir equivalente, son contratistas (empresas privadas) los que, tras
haber ganado la respectiva licitación, asumen esta responsabilidad. A cambio de
un año (o menos) de sus vidas en un lugar sumamente peligroso, los efectivos
contratados reciben un salario muy atractivo (en ocasiones varias veces su
ganancia anual en casa) y algunas otras prestaciones.
Bolkovac
– al igual que todos los miembros americanos del DPI en Bosnia – fue contratada
por DynCorp. DynCorp es una de las más
exitosas empresas de su tipo (otras famosas son Blackwater, KBR-Halliburton,
Pinkerton and Fluor) – negocios que han prosperado en un contexto en el que los
compromisos militares y las preocupaciones estratégicas son globales pero los
recursos oficiales y el apoyo de los aliados son, en comparación, muy
limitados.
Empresas
como DynCorp dependen casi al 100 por ciento de los contratos del gobierno
Americano – y aquí estamos hablando de miles de millones de dólares de dinero
público. Pero el enorme éxito de estas
corporaciones no resulta unicamente de una necesidad muy real de mercado –
también obedece a la muy escasa regulación y supervisión bajo la cual operan, y
que les permite reducir sus costos al máximo sin tener que rendirle cuentas ni
al país que les recibe, ni a las Naciones Unidas, ni al gobierno de los Estados
Unidos.
Kathryn
Bolkovac se dio cuenta rápidamente de lo que sucede cuando no hay suficientes
ojos y oídos prestando atención al desempeño de estos contratistas. A pesar de
que dos de los requisitios más importantes para poder concursar por un puesto
en la misión a Bosnia eran amplia experiencia policial y antecedentes
intachables, muchos de sus colegas en el DPI estaban muy lejos de tener ese
perfil. Pero lo más grave estaba aún por venir.
Poco
tiempo después de su llegada a Sarajevo, Bolkovac fue asignada al área de
derechos humanos dentro del DPI. Su trabajo aquí la hizo entrar en contacto con
víctimas del tráfico sexual en la región – mujeres y niñas provenientes de
Croacia, Rumania o Albania (entre otros) a las que se les prometían trabajos
como meseras o modelos para, una vez llegadas a Bosnia, confiscarles sus
pasaportes y obligarlas a ofrecer servicios sexuales en uno de los múltiples
prostíbulos que, disfrazados de bares y/o restaurantes, prosperaban en la zona.
Pero lo peor para Bolkovac fue descubrir que el negocio recibía el patrocinio
activo de miembros del DPI, efectivos de la OTAN, y diplomáticos de las
Naciones Unidas. Además, Bolkovac afirma que personal de DynCorp ayudaba a
falsificar documentos para las mujeres y niñas traficadas, auxiliaba a los
traficantes durante el cruce de la frontera hacia Bosnia, y avisaba a los
dueños de los prostíbulos cuando se iba a realizar una redada (la prostitución,
por cierto, era y sigue siendo illegal en Bosnia).
Los
esfuerzos de Bolkovac se vieron repetidamente obstaculizados pues sus
superiores no sólo se rehusaban a proceder en contra de los sospechosos
internacionales (pese a que había evidencia suficiente); también se resistían a
aceptar que se estuvieran cometiendo delitos: “…no entiendo porque te empeñas
tanto en estos casos…” le comentó en una ocasión su jefe inmediato “…si sólo se
trata de un montón de prostitutas!”.
En un
arranque de frustración, Bolkovac envió un e-mail a más de 50 personas (entre
ellas Jacques Klein, el entonces Representante Especial del Secretario de las
Naciones Unidas en Bosnia) en el que describía los alcances y horrores del
tráfico sexual en la región, denunciaba la complicidad del personal del DPI, la
OTAN y la ONU, y pedía a los destinatarios “hacer conciencia” o algo al
respecto. Poco tiempo después, DynCorp despediría a Bolkovac argumentando
irregularidades administrativas.
En 2001
Bolkovac demandó a DynCorp por despido injustificado. En 2003, un Tribunal de
lo Laboral en Southampton, Inglaterra falló a su favor al tiempo que obligaba a
DynCorp a pagar daños y perjuicios (en un monto por lo demás modesto). Para
entonces, el asunto ya había derivado en escándalo internacional pues otros
incidentes en los que se reportaban abusos por parte de personal de las
misiones de paz y contratistas militares privados habían salido a la luz.
Hacia
el 2008 se habían documentado 29 casos en los que se acusaba a KBR
(Halliburton), DynCorp y Fluor de, entre otras cosas, soborno con agravantes,
fraude y lavado de dinero. Bolkovac, por su parte, se convirtió en escritora y
portavoz internacional de los derechos de las víctimas de tráfico sexual. Su versión de los hechos, recientemente
publicada en los Estados Unidos por Palgrave-Macmillan, será llevada a la
pantalla grande el próximo año.
La
historia de Kathryn Bolkovac, más alla de llamar la atención sobre un problema
muy grave, invita a reflexionar sobre los factores que facilitan estos crimenes
y alimentan la demanda por los servicios a los que el tráfico sexual se
destina: Qué personas son contratadas para participar en las misiones de paz?
Qué tipo de entrenamiento se les da? Quién supervisa su comportamiento y bajo
que jurisdicción se encuentran?
Tanto o
más importante es el tema de la regulación y supervisión de empresas como
DynCorp. La participación de contratistas privados tanto en el desarrollo de
conflictos internacionales como en misiones orientadas al mantenimiento de la
paz es cada vez mayor y no exclusiva de los contingentes americanos. Es inaceptable que el nivel de corrupción y
las prácticas muy sospechosas de estas organizaciones impidan proteger y
asistir a las poblaciones más vulnerables en zonas de gran colapso social,
económico e institucional.
*La
obra se titula The Whistleblower: Sex Trafficking, Military Contractors, and
One Woman’s Fight for Justice (una traduccion aproximada seria: La Informante –
Trafico sexual, contratistas militares y la lucha de una mujer por que se hiciera
justicia).
Gabriela
Nava. Pijamasurf.com. 06/02/12
http://pijamasurf.com/2011/02/la-chica-que-expuso-el-lado-obscuro-de-las-misiones-internacionales-de-paz/