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882. Opaco panorama para el medio ambiente en México en el primer año de gobierno de Enrique Peña Nieto

- Analiza Greenpeace la actuación del gobierno federal en agricultura, bosques, energía, cambio climático y tóxicos
- Preocupan graves retrocesos en materia de derechos humanos y medio ambiente, criminalizando la protesta social
México, Distrito Federal. A un año de que Enrique Peña Nieto asumió la Presidencia de la República ha quedado demostrado que el medio ambiente no es una prioridad de su gobierno. Hasta ahora solo tenemos una larga lista de declaraciones “políticamente correctas” acerca de la importancia de los recursos naturales y de lograr la sustentabilidad, pero sin acciones concretas para conseguirlo.
En Greenpeace sabemos que un año es insuficiente para remediar los daños ambientales que por décadas se han tolerado, sin embargo, durante este tiempo pudieron sentarse las bases de una verdadera transformación, sobre todo cuando el actual gobierno ha promocionado este 2013 como el “año de las reformas”, sustentadas –en teoría- por las tres principales fuerzas políticas del país (PRI, PAN y PRD) representadas en el Pacto por México.
Lamentablemente, en estos 12 meses, la administración federal ha promovido el Pacto como una plataforma política que pondría fin a décadas de desacuerdos entre las élites del poder, pero en la realidad solo ha servido para dar continuidad a políticas públicas que privilegian los intereses corporativos por encima del bienestar social y el medio ambiente.  
Este acuerdo -sostenido por alfileres- es solo un disfraz para el desinterés del gobierno para lograr una verdadera transformación del país que eleve la calidad de vida de los mexicanos, basándose en un manejo adecuado de los recursos para generar empleos, elevar la competitividad y acelerar la economía, con pleno respeto a los derechos y las libertades en un entorno de seguridad, transparencia y sin corrupción.
El presente análisis se centra en las acciones implementadas durante el primer año de gobierno de Peña Nieto en las áreas relacionadas con las cuatro campañas activas de Greenpeace y el panorama que viven las organizaciones sociales ante la criminalización de la protesta durante este periodo.
Energía y Cambio Climático
En agosto, el titular del Poder Ejecutivo presentó la reforma energética considerada en el Pacto por México. La propuesta está basada en la modificación de los artículos 27 y 28 constitucionales, para abrir el sector energético a la inversión privada a través de contratos de utilidad compartida. Esto ha generado división de opiniones, polémica y la ruptura del tan “exaltado” Pacto por México, una vez que el PRD ha anunciado su salida de él.
 El punto de quiebre del Pacto fue la falta de consenso en el debate de la reforma energética, que se ha centrado en la conveniencia o no, de la participación de capital privado para dar continuidad a proyectos peligrosos como la explotación de crudo en aguas profundas y ultra profundas, y la explotación del gas shale a pesar de los severos impactos ambientales que éste ocasiona.
Más allá de la inclusión de capital privado en el sector energético, el gobierno está desaprovechando la oportunidad de reformar el sector para transitar hacia un modelo energético basado en fuentes renovables. A pesar que México tiene una gran cantidad de recursos naturales y potencial para detonar fuentes de energía renovables -como la solar, eólica, térmica y fotovoltaica-; y existen leyes y mecanismos para impulsarlas; lo cierto es que no se ha puesto el interés necesario para que México se pueda transformar en un país que impulse el uso de esas tecnologías y sea más sustentable.
La dependencia del sector energético a los hidrocarburos vulnera a los sectores económico y social; ya que cada día que continuamos quemando carbón, petróleo y gas, acentuamos el cambio climático, la sobreexplotación de los recursos naturales y la contaminación, que repercuten en la salud de la población.
El reciente informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) reafirmó que México es uno de los países más afectados por los impactos del cambio climático, debido a que tiene 11 mil 200 kilómetros de litorales en los océanos Atlántico y Pacífico, donde según el IPCC se intensificarán los fenómenos hidrometeorológicos.
A finales de septiembre, México fue víctima de grandes inundaciones por el desbordamiento de ríos y deslaves, ocasionados por las tormentas tropicales Ingrid y Manuel; afectando a miles de personas, principalmente en los estados de Guerrero, Veracruz y Oaxaca.
Para la fecha de la emergencia, el Fondo Nacional para Desastres Naturales (Fonden) contaba con 6 mil 300 millones de pesos, pero los daños, ocasionados por Ingrid y Manuel ascendieron a más de 16 mil millones de pesos. El presupuesto de Egresos para 2014, aprobado hace unos días por la Cámara de Diputados agregó un fondo de 7 mil millones de pesos para cubrir los daños a la infraestructura causados por las recientes lluvias en el estado de Guerrero.
Lo anterior, es solo un ejemplo de la falta de una política preventiva ante desastres asociados al cambio climático y cómo cuando se presentan los desastres solo “reaccionamos”, la reforma energética da la posibilidad de cambiar este panorama si apostamos por energías renovables que reducen las emisiones de carbono y en consecuencia el calentamiento del planeta y los fenómenos asociados a él.  
Agricultura Sustentable y Transgénicos
La protección del maíz nativo y la prohibición definitiva de la siembras de maíz transgénico en nuestro país es otro gran pendiente de la administración de Peña Nieto. Este gobierno ha ignorado las advertencias de los científicos, los agricultores y los ambientalistas sobre los riesgos de permitir el cultivo de organismos genéticamente modificados: contaminación genética y con agrotóxicos, pérdida de las miles de razas y variedades de maíz existes; y control de la industria de la biotecnología sobre el grano base de la alimentación de los mexicanos, por poner algunos ejemplos.
En lugar de cumplir con su función de velar por la protección de nuestra diversidad de maíz, la salud del campo, el medio ambiente, el bienestar de los agricultores y garantizar que se respete a México como centro de origen del maíz, las secretarías de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) se han convertido en abogados de la industria de la biotecnología.
Mientras el Juzgado Federal Décimo Segundo de Distrito en Materia Civil del Distrito Federal emitió en octubre de 2013, una medida precautoria en la que ordena la suspensión de permisos a trasnacionales como Monsanto y Pionner, entre otras, para la siembra “experimental”, liberación y comercialización de maíz transgénico en México,
Semarnat y Sagarpa no respaldaron la medida precautoria emitida por el juez y por el contrario, apelaron la decisión, demostrando que trabajan para satisfacer intereses corporativos por encima de la ciudadanía.
Asimismo, el gobierno de Peña Nieto no ha planteado una alternativa para el campo con apoyos que permitan el desarrollo de los pequeños y medianos productores, con prácticas amigables para el medio ambiente, en su lugar ha dado continuidad a un modelo agrícola basado en el elevado uso de insumos agrícolas (herbicidas, plaguicidas, fertilizantes) que impacta a los ecosistemas, la biodiversidad y las condiciones socio-económicas de los productores mexicanos.
El gobierno, mediante su Cruzada Nacional contra el Hambre, contribuye a mantener este modelo, en el cual muy pocas empresas tienen el control sobre la cadena de producción de nuestros alimentos, que además, son de dudosa calidad y que provocan un grave problema en la salud de los mexicanos, quienes sufren cada vez más de obesidad y paradójicamente desnutrición, así como enfermedades relacionadas con el consumo de productos industrializados.
En este primer año de gobierno la problemática sigue, los grandes productores reciben la mayor parte de los apoyos públicos, mientras que los pequeños viven una situación de abandono gubernamental.  
Bosques y Selvas  
El 31 de enero, el presidente Enrique Peña Nieto anunció públicamente el Programa Nacional Forestal (Pronafor) que, en teoría, promoverá el aprovechamiento sustentable de los recursos forestales, reactivará la economía de este sector, contribuirá a la generación de empleos, ingresos y mejora de la calidad de vida de los habitantes de zonas forestales así como a mantener e incrementar la provisión de bienes y servicios ambientales a la sociedad, así como a reducir emisiones de carbono generadas por la deforestación y la degradación forestal.  
La propuesta pareciera hacer eco a algunas propuestas que la sociedad civil y expertos han realizado para resolver los problemas del sector, y de alguna forma hacer frente al problema de deforestación y deterioro de los bosques que, según un estudio publicado en "El Capital Natural de México" por la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio, 2009), afecta a casi medio millón de hectáreas en nuestro país. Sin embargo, el documento o análisis que sostiene al Pronafor como propuesta de la nueva administración aún no se ha publicado.
En los últimos años, la Conafor ha hecho pública una constante reducción en la tasa de deforestación nacional, sin que contemos con evaluaciones de impacto que nos permitan verificar en qué medida esta supuesta reducción se debe a los programas de apoyo gubernamentales, mientras que el último Inventario Nacional Forestal y de Suelos, correspondiente al periodo 2004-2009 que se entregó a finales de 2012, no se incluyeron estadísticas generales que informen a la población sobre cuál es la tasa actual deforestación nacional, regional o por estados.  
Ante la falta de información pública, el gobierno priista no puede demostrar la efectividad, y congruencia entre objetivos y resultados de algunos programas a los que aparentemente se les pretende dar seguimiento en la presente administración, tanto para alcanzar una reducción real en la pérdida y deterioro de los ecosistemas forestales en México, así como impulsar el desarrollo del sector con base en criterios de sustentabilidad.
En este mismo sentido, el Presupuesto de Egresos de la Federación 2014 para el sector forestal da continuidad a la opacidad en el destino de los recursos públicos que impera desde 2011, cuando la administración anterior decidió integrar todo el presupuesto en tres rubros con títulos engañosos en los que el único vínculo corresponde a la forma en que se eroga el gasto (reglas de operación, lineamientos y operación), obstaculizando así la transparencia y rendición de cuentas, y la posibilidad de saber con precisión qué y cómo se financia con presupuesto de la Conafor.  
Es urgente contar con información sólida y actualizada sobre el estado en que se encuentran los bosques y selvas a lo largo del país para, en consecuencia, diseñar una estrategia a los detonadores de cambio de uso de suelo de los ecosistemas forestales en cada región del país que provea de instrumentos y alternativas adecuados y efectivos para su manejo sostenible y conservación, que garanticen certidumbre y continuidad a los dueños de terrenos forestales con un flujo adecuado y transparente de los recursos.
Tóxicos
El acceso al agua es un derecho humano y México tiene un gran rezago para garantizarlo, sobre todo cuando hablamos de calidad del líquido, más del 70 por ciento de los ríos de nuestro país sufren algún grado de contaminación, causada -en algunos casos- por la industria que vierte sus descargas residuales sin control a los cuerpos de agua, ante la impasividad de las autoridades.
Este problema ha sido desatendido durante varios sexenios y el de Enrique Peña Nieto no es la excepción. La visión de la actual administración en materia hídrica es corta y sin una propuesta contundente para remediar la escasez y la mala calidad del agua, que merma la disponibilidad del líquido y afecta a las comunidades aledañas.  
Entre los primeros anuncios del gobierno se dijo que la Comisión Nacional del Agua (Conagua) pasaría a ser un organismo de prevención ante la escasez del líquido frente a las sequías que afectan principalmente al norte y centro del país, pero hasta ahora ha quedado en una mera intención, no se ha presentado un programa de trabajo que detalle acciones específicas más allá de “cerrar la llave” para promover el ahorro del agua.
Se habló también de impulsar la creación de plantas desalinizadoras para utilizar el agua de mar como fuente de abastecimiento. Esta propuesta no resuelve el problema de escasez sino que da continuidad a la explotación de recursos en lugar de evitar que la contaminación llegue a los ríos y a los mantos freáticos.
En el Pacto por México se acordó “replantear el manejo hídrico del país”, con una Ley de Agua Potable y Saneamiento y reformas a la Ley de Aguas Nacionales que aún no han sido presentadas a pesar de que se ha llamado al 2013 el “año de las reformas”, lo que muestra la falta de seriedad y compromiso de la actual administración en el tema.  
Las propuestas del gobierno encabezado por Enrique Peña Nieto presentan semejanzas con las de gestiones pasadas, nos están presentando más de lo mismo y lamentablemente se evita una visión integral del problema, porque la escasez de agua no es exclusiva del cambio climático. Mientras se siga permitiendo la descarga de tóxicos a los cuerpos de agua, México es y seguirá siendo un paraíso para contaminar.
Criminalización de la protesta
Greenpeace tiene como principio fundamental la No-Violencia, una filosofía de vida basada en el principio de igualdad. Con base en esta convicción, no podemos ignorar actos de injusticia que atenten contra la dignidad de los seres vivos y damos testimonio de ello, señalando a los responsables.  
A la organización preocupa que en este primer año se presenten graves retrocesos en materia de derechos humanos y medio ambiente, criminalizando la protesta social. El 2013, deja muchos ejemplos de ello:
En noviembre, los opositores al proyecto de la presa de La Parota denunciaron la persecución de su vocero, Marco Antonio Suástegui, quien dijo que el gobierno de Guerrero pretende encarcelarlo y acusarlo de secuestro y ataques a las vías federales de la comunicación.
Noé Vásquez Ortiz, integrante del “Colectivo Defensa Verde, Naturaleza para Siempre” y miembro del Movimiento Mexicano de Afectadas y Afectados por las Presas y en Defensa de los Ríos (MAPDER), fue asesinado el 2 de agosto,
en Amatlán de los Reyes, Veracruz. Noé, junto con otras organizaciones, se oponía a la construcción del proyecto hidroeléctrico El Naranjal, que desde 2009 se pretende instalar en la cuenca de los ríos Blanco y Metlac.
Estos casos, nos recuerdan a Aldo Zamora, defensor de los bosques y colaborador de Greenpeace México, quien fuera acribillado en mayo de 2007 por oponerse a la tala ilegal de los bosques de las Lagunas de Zempoala. El crimen, denunciado ante el entonces Gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, no ha sido resuelto.
La Oficina en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ONU-DH México) en su “Informe sobre la Situación de las y los Defensores de Derechos Humanos en México: Actualización y Balance” (junio de 2013) nos da una muestra de la realidad que enfrentan los activistas ambientales.
El análisis del periodo comprendido entre noviembre de 2010 y diciembre de 2012, indica que el mayor número de reportes por agresiones contra defensoras y defensores se registró en Oaxaca, Chihuahua, Coahuila, Guerrero y DF.
Los tipos de agresiones más frecuentes son las amenazas e injerencias arbitrarias. Otro problema es que perduran los impedimentos para identificar a la mayoría de los presuntos responsables de las agresiones.
Desde el 1 de diciembre de 2012, cuando Peña Nieto asumió el poder, ha incrementado la escala de violencia y represión de diversas manifestaciones en las que se utilizó la fuerza de manera desproporcionada e irracional en contra de manifestantes y también de periodistas; detenciones arbitrarias, tortura, tratos crueles, inhumanos y degradantes, limitaciones ilegítimas a la libertad de buscar y difundir información, tal como lo documentó Artículo 19 y la Recomendación 7/2013 de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, en donde se constatan las violaciones a las garantías individuales de 102 personas durante las manifestaciones de ese día.
Los enfrentamientos entre policías y manifestantes se han hecho cada vez más violentos: el desalojo a la fuerza de los maestros de la CNTE del zócalo capitalino y la marcha en recuerdo de la matanza de estudiantes del 2 de octubre, en donde se acusó la presencia de infiltrados pagados por el gobierno, sirvieron de pretexto para que el PAN presentara una iniciativa para la expedición de la Ley General de Manifestaciones Públicas y una legislación similar para el Distrito Federal, ambas propuestas imponen requisitos para la realización de protestas en la vía pública.  
Pero el tema no paró ahí: el 19 de noviembre de 2013, el Pleno de la Asamblea Legislativa del DF aprobó con 38 a favor, seis votos en contra y una abstención, el dictamen para reformar los artículos 123, 130, 241 y otros más del Código Penal del Distrito Federal, mediante las cuales se incrementa en una mitad las penas para quienes en el marco de manifestaciones o concentraciones públicas cometan los delitos de lesiones y homicidio dolosos contra autoridades, así como daños a la propiedad pública y privada; dentro de la propuesta se incluía el agravamiento de penas para aquellas personas que actúen encapuchadas.  
Artículo 19 señala que esta “reforma penal contraviene los principios democráticos de legalidad e igualdad propios de un Estado de Derecho y se dirige a la construcción de un régimen de excepción para manifestantes” y que “de esta forma se pretende dirigir el aparato punitivo contra quienes disienten públicamente sin reparar en las causas que originan la protesta, imponiendo un estigma delincuencial a los manifestantes e impulsando el uso político del sistema de procuración y administración de justicia”.
Greenpeace.org. 29/11/13
http://www.greenpeace.org/mexico/Global/mexico/Docs/2013/Primer_a%C3%B1o_gobierno_EPN.pdf

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