Muere Nelson Mandela
Johannesburgo,
Sudáfrica. El líder de la lucha contra el apartheid y primer Presidente
negro de Sudáfrica, Nelson Mandela, falleció a los 95 años.
El histórico líder por la igualdad de derechos
llevaba convaleciendo desde hacía meses.
En junio fue internado durante tres meses, su
cuarta hospitalización en un año. Las personas más cercanas a él habían
revelado desde hace tiempo que su condición de salud se había deteriorado y sus
ánimos apagado, además de que ya le costaba trabajo recordar algunas cosas.
Durante semanas, cientos de personas oraron
por la salud de Madiba, quien había sufrido de recurrentes problemas pulmonares
desde que se le diagnosticó tuberculosis en 1988.
"Nuestro país ha perdido un padre. Aunque
sabíamos que este día llegaría nada puede disminuir el sentido de una pérdida
profunda", dijo el Presidente sudafricano Jacob Zuma al dar el anuncio.
Tras concluir su mandato como Presidente en
1999, Mandela dedicó su tiempo y su energía a luchar contra el sida y la
resolución de conflictos, antes de alejarse de la vida pública hace una década,
a los 85 años.
La exitosa transición del régimen racista del
apartheid a la democracia le valió el Premio Nobel de la Paz en 1993, que
compartió con el último Presidente del apartheid, Frederik De Klerk.
El Congreso Nacional Africano, que lleva casi
20 años en el poder, ha perdido el brillo que le dio Mandela en medio de una
corrupción rampante, la pobreza y el deterioro de los servicios públicos.
El Norte.com. 05/12/13
http://www.elnorte.com/internacional/articulo/777/1552669/default.asp?PlazaConsulta=elnorte&DirCobertura=&TipoCob=0
El eterno Madiba
El ex Mandatario falleció a sus 95 años.
Bruselas,
Bélgica. Nelson Rolihlahla Mandela, conocido por el clan thembu como
"Madiba", no sólo será recordado como el padre fundador de la
Sudáfrica libre, sino también como una figura indispensable en la lucha por la
dignidad humana a través del diálogo y la justicia.
"Es un héroe, creo que para todos, y ha
acabado siendo una fuente de inspiración para todo el mundo. Cuando piensas en
una persona capaz de personificar el tipo de liderazgo al que todos aspiramos,
el primer nombre que te viene a la cabeza es el de Nelson Mandela",
declaró recientemente el Presidente estadounidense, Barack Obama.
Algunos temen que la pérdida del
"Tata" signifique también la muerte de su legado, pero fueron tantas
las contribuciones y lecciones del Premio Nobel de la Paz, que éste seguirá
siendo fuente de inspiración.
Nacido el 18 de julio de 1918 en Mvezo, hijo
del consejero principal de la casa real del pueblo thembu, creció soñando en
cambiar un país sofocado por un sistema basado en la supremacía de la minoría
de raza blanca sobre la mayoría negra.
"He luchado contra la dominación blanca y
he luchado contra la dominación negra. He buscado el ideal de una sociedad
democrática y libre en la que todas las personas vivan juntas en armonía y con
igualdad de oportunidades.
"Es un ideal que espero poder vivir y
lograr. Pero si es necesario, es un ideal por el cual estoy dispuesto a
morir", dijo desde prisión, mientras era testimonio de la brutalidad del
régimen de segregación racial, el apartheid.
Un proyecto político
Abogado por la Universidad de Witwatersrand,
fue un incómodo del sistema desde sus años de activista estudiantil.
Si bien inicialmente llamaba a la resistencia
pacifista, hechos como la matanza de Sharpeville, en la que fueron asesinatos
69 manifestantes por la Policía en 1960, lo condujeron a replantearse el principio
de la protesta no violenta.
En la clandestinidad, recibió adiestramiento
militar en Marruecos y Etiopia, y a su vuelta al país, sería acusado de
preparar un levantamiento armado contra la población blanca. El proceso lo
llevaría a ser condenado en 1964, junto con otros siete activistas, a cadena
perpetua por alta traición.
El prisionero 466/64 pasaría 27 años en la
cárcel, de los cuales 18 vivió en una celda de dos por dos metros en la isla de
alta seguridad de Robben Island. Allí se convertiría gradualmente en el símbolo
de la opresión por parte del régimen en contra la población negra y ganaría el
apoyo internacional hasta conseguir la libertad en 1990 bajo la Presidencia de
Frederik de Klerk.
Mandela rechazó la venganza y en su lugar
defendió la reconciliación nacional, abriendo el diálogo con la minoría blanca
y evocando la transición por la vía democrática. Este proyecto político
culminaría el 10 de mayo de 1994, al resultar electo, por sufragio universal
directo, como el primer Presidente negro de la República sudafricana.
Casado en tres ocasiones y aquejado por
escándalos y tragedias familiares, como fue la muerte de tres hijos, rompería
el molde de otros líderes africanos considerados en algún momento de su
trayectoria como revolucionarios, negándose a perpetuarse en el poder.
Entregó la Presidencia al término de su
mandato, 1999, aunque no desapareció. Se convirtió en un político de clase
mundial y dirigió sus esfuerzos a promover la lucha contra el racismo más allá
de las fronteras sudafricanas y contra el flagelo del Sida.
"Después de escalar una montaña muy alta,
descubrimos que hay muchas otras montañas por escalar", escribió Mandela
en su cuadernillo de pensamientos.
Sus últimos años los pasó en su residencia en
Qunu, al sureste del país, y su última aparición en público fue en la clausura
del Mundial de Futbol de Sudáfrica, en julio de 2010.
Inder Bugarín. El Norte.com. 05/12/13
http://www.elnorte.com/internacional/articulo/777/1552673/default.asp?PlazaConsulta=elnorte&DirCobertura=&TipoCob=0
Deja país de contrastes
México, Distrito Federal. Unión, perdón,
reconciliación y diálogo. El legado de Nelson Mandela podría resumirse con
estas palabras, clave para el desarrollo político de Sudáfrica, pero también
para África, donde sembró esperanza, opinan analistas.
"Para África, Mandela es un ícono y
significa muchas ideas. (Significa) humanidad y que todo el mundo es
igual", dijo Oladiran Bello, especialista en temas políticos africanos del
Instituto de Relaciones Internacionales de Sudáfrica, en Johannesburgo.
"El movimiento que encabezó demostró a
África que, mediante el diálogo, (se podían superar) situaciones absolutamente
hostiles".
"(Así lo hizo él al) lograr el fin del
apartheid, una de las formas más aberrantes de explotación del ser
humano", añadió por su parte Hilda Varela, especialista en África de El
Colegio de México.
Mandela inició su lucha contra el régimen de
segregación racial o apartheid cuando África comenzaba un importante proceso de
descolonización y guerras de liberación.
En 1960, Nigeria y Somalia se independizaron
de Gran Bretaña; Senegal, Camerún y Malí, de Francia, y la República
Democrática del Congo, de Bélgica.
Pero en Sudáfrica no fue así.
Ahí, el Partido Nacional, de la población
afrikáner de origen holandés, que simpatizó con los nazis en los 40, endureció
el régimen del apartheid impuesto en 1948.
Sólo los blancos podían votar y era legal que
un blanco ganara más que un negro por el mismo trabajo.
La riqueza generada por la industria, la
agricultura y los ricos yacimientos de oro y diamantes era para la sociedad
blanca.
"(Como Presidente, 1994-1999) su sueño
fue construir un país con una democracia multirracial donde todo el mundo fuera
igual, con oportunidades económicas y políticas para todos", explicó
Bello.
Ese sueño, empero, no se ha cumplido del todo.
Mandela dividió sus últimos 10 años entre una
mansión en un suburbio rico de Johannesburgo y su ancestral Qunu, una aldea del
empobrecido Cabo del este de Sudáfrica.
En el primer lugar sus vecinos eran los
magnates de la minería y banqueros blancos.
En el otro, campesinos negros que vivían en
modestas cabañas.
"Mandela nos decepcionó. Aceptó un mal
acuerdo para los negros. Económicamente estamos todavía fuera", afirmó en
una entrevista en 2010 su ex esposa y líder antiapartheid, Winnie
Madikizela-Mandela.
Aunque pocos cuestionan el logro de Mandela de
evitar una guerra civil a comienzos de la década de 1990 y negociar
pacíficamente el fin de tres siglos de dominio blanco, los sudafricanos
comienzan a hacerse algunas preguntas difíciles.
A pesar de más de una década de acciones
afirmativas para volver a equilibrar las cosas bajo la bandera del
"empoderamiento económico negro", Sudáfrica continúa siendo una de
las sociedades más desiguales del mundo y los blancos controlan enormes
sectores de la economía.
En las palabras del líder sindical Zwelinzima
Vavi, su estructura se parece al café irlandés: negra en la base con un poco de
espuma blanca y algo de chocolate encima.
Un hogar blanco gana en promedio seis veces
más que uno negro y casi uno de cada tres ciudadanos negros está desempleado,
contra uno de cada 20 blancos.
Esos coeficientes atizan las críticas al
acuerdo de 1994 que terminó con casi medio siglo de Gobierno de la minoría
blanca y convirtió a Mandela en el primer Presidente negro de Sudáfrica.
Los números también respaldan la percepción
que uno tienen en los barrios urbanos ricos, incluyendo Houghton, donde vivía
Mandela, y lugar en el que, 19 años después del nacimiento de su "Nación
del Arco Iris", la mayoría de los negros que uno ve son mucamas, guardias
de seguridad o jardineros.
"Mandela fue demasiado lejos en ayudar a
las comunidades no negras, en algunos casos a expensas (de los negros)",
dijo el Presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, en un documental.
"Eso es ser demasiado santo, demasiado
bueno", añadió.
¿Poder político o económico?
Los defensores del pacto sellado por Mandela
sostienen que la forma violenta en que Mugabe expropió a partir del 2000
granjas en poder de campesinos blancos en el vecino Zimbabue llevó al colapso
económico y lo convirtió de un respetado héroe de la liberación en un paria
internacional.
Pero sus críticas a Mandela son replicadas en
algunos rincones del Congreso Nacional Africano (ANC, por su sigla en inglés),
el movimiento de liberación que unió fuerzas con los sindicatos y con el
partido comunista para derrocar el apartheid.
Eloísa Farrera. El Norte.com. 06/12/13