Sucede en
todo el mundo, en oscuras celdas de centros penitenciarios, en centros secretos
de detención y a plena luz del día. La mayoría de los responsables no se
enfrentan nunca a la justicia y, en el contexto de la abrumadora impunidad de
que gozan los torturadores, los gobiernos transmiten la señal de que la tortura
es una práctica permitida.
En algunos
casos, la tortura es tan brutal que sus víctimas mueren. En otros, hombres y
mujeres logran sobrevivir y dedican sus vidas a poner a los responsables entre
rejas y terminar con la impunidad.
Stop
Tortura, la nueva campaña emprendida por Amnistía Internacional, trata de arrojar
luz sobre la vida de quienes sobreviven a estos actos brutales, y llevar a los
responsables ante los tribunales.
Italia
Méndez: “En ningún momento pensó que pudiera ser torturada.”
Cuando
Italia Méndez, activista mexicana de derechos humanos, viajó a San Salvador
Atenco, en el estado de México, el 3 de mayo de 2006 para documentar los abusos
de la policía contra manifestantes que participaban en una protesta, jamás
pensó que ella misma sería detenida y torturada.
El 4 de
mayo, a las seis de la mañana, unos policías echaron brutalmente abajo la
puerta de la casa en la que se encontraba, agarraron a Italia por el pelo, la
empujaron contra una pared y la golpearon.
Durante el
violento interrogatorio al que la policía la sometió sobre sus actividades en
Atenco, Italia explicó que era una activista de derechos humanos y, en
respuesta, el agente al cargo dijo a los demás que ella necesitaba un trato
especial.
En su
relato sobre lo sucedido aquel día, Italia ha descrito cómo le golpearon la
cabeza con un trozo de madera, le cubrieron la cara con un suéter y la metieron
en un autobús policial. En el interior del autobús olía a sangre y se oían
gritos de dolor. Había personas amontonadas en el suelo, y los policías la
obligaron a caminar por encima de ellas. Cuando llegó a lo que le pareció el
final del autobús, la tiraron al suelo a empujones y empezaron a golpearla de
nuevo; trataron de asfixiarla, y luego la violaron. Ella no podía creer lo que
estaba sucediendo. Mientras abusaban de ella, la obligaron a hacer comentarios
sexuales, y le dijeron que iban a matarla.
Los golpes
alcanzaron tal grado de brutalidad que, en un momento dado, Italia sintió una
mano que se levantaba debajo de ella y oyó a alguien decir que, por favor,
dejaran de golpearla.
El viaje
duró varias horas, hasta que finalmente llegaron a la prisión estatal.
Cubierta de
hematomas y golpes, Italia fue conducida al comedor de la prisión, donde otras
47 mujeres, detenidas en relación con las protestas, esperaban a conocer su
destino.
Italia quería
a toda cosa hablar con un médico y un abogado para mostrarles sus lesiones y
asegurarse de que se documentaban debidamente.
Sin
embargo, el funcionario de la Procuraduría General de Justicia del Estado que
acudió a la prisión se negó a registrar su denuncia sobre los abusos sufridos.
A Italia no se le practicó un examen médico adecuado.
Según
afirma, el médico que la examinó se reía durante el reconocimiento. Le suturó
una herida en la cabeza sin anestesia, causándole un gran dolor.
Italia fue
puesta en libertad bajo fianza 10 días después, acusada de "ataques a las
vías de comunicación y medios de transporte". Esos cargos ya se han
retirado.
Desde
entonces, Italia y otras diez mujeres sobrevivientes de la represión policial
de aquel 4 de mayo han denunciado ante las autoridades del más alto nivel los
abusos que sufrieron. Los ocho años de lucha por la justicia han conducido a
que dos agentes de policía se enfrenten a cargos por la tortura sexual, pero
hay muchos otros implicados, entre ellos altos cargos, que siguen escapando de
la acción de la justicia. El caso ha sido llevado ante la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos.
Recientemente,
Italia y las otras diez mujeres se han reunido con otras sobrevivientes de
tortura sexual perpetrada por autoridades en distintos casos de todo el país
para reclamar justicia y el fin de esos graves abusos en una campaña nacional:
“Rompiendo el silencio".
Italia
afirma que el tormento que sufrió ilustra el uso generalizado de la tortura y
la falta de justicia en México.
Según ha
denunciado, la tortura está fuera de control en México, y eso no sólo afecta a
la persona que la sufre, sino a la sociedad en su conjunto. Sin embargo, ella
se reafirma en que nunca abandonará la lucha.
Justine Ijeomah: “Un policía me estampó una y
otra vez la cabeza contra una pared de cemento.”
“Sr.
Derechos Humanos”. Así es como me llaman las autoridades de mi ciudad, Port
Harcourt, en Nigeria, por mi trabajo de defensa de los condenados a muerte y
otros detenidos que sufren tortura a manos de las fuerzas de seguridad.
El personal
y los voluntarios de nuestra organización, HURSDEF (Fundación Derechos Humanos,
Desarrollo Social y Medio Ambiente), visitan las comisarías de policía y los
centros de detención en los que la gente corre peligro de sufrir graves
violaciones de derechos humanos bajo custodia. Hemos documentado muchos casos
de ejecución extrajudicial y desaparición forzada, y casos atroces de tortura.
Muchas
comisarías cuentan con lo que denominan la cámara de tortura y el "oficial
al cargo de la tortura". Llevan a los detenidos –a menudo personas sin
recursos y niños de la calle– al "Templo", otro nombre que se le da a
la cámara de tortura.
Cuelgan a
los detenidos del techo o los esposan y los hacen doblarse, y los torturan
durante horas: los golpean con el borde romo de la hoja de un machete, les
arrancan las uñas con alicates o los hieren con cortaalambres, les disparan en
los pies, les vendan los ojos y los someten a simulacros de ejecución, les
echan gas lacrimógeno en los ojos, y los golpean con el cañón y la culata de
sus armas.
Recientemente,
un joven se desmayó tras ser golpeado durante horas con un machete y una barra
de metal. El suelo de la cámara de tortura estaba inundado de sangre. Cuando
los agentes lo reanimaron a la mañana siguiente, lo obligaron a comerse su
propia sangre coagulada en la arena del suelo.
Muchas
víctimas de tortura permanecen recluidas durante meses sin ser acusadas de
ningún delito, y es habitual que la policía utilice la tortura para obtener
confesiones. La gente admite lo que sea con tal de aliviar su dolor. Luego,
esas confesiones obtenidas mediante tortura se utilizan para juzgar a la
persona que ha sido torturada. A veces dan lugar a condenas de muerte.
Y nosotros,
como activistas de derechos humanos, no somos inmunes a los ataques. Recibimos
amenazas de muerte, somos detenidos a menudo, y yo también he sido torturado.
En mayo de 2010, estaba defendiendo a un sospechoso menor de edad cuando la
policía me detuvo. Me sacaron de la celda y me sentaron detrás del mostrador,
donde un policía me estampó una y otra vez la cabeza contra una pared de
cemento. Estuve hospitalizado con lesiones graves en la cabeza, y todavía sufro
jaquecas a consecuencia de aquello.
Quiero que
la tortura sea delito penal en Nigeria. Ya es inconstitucional, y debemos
trabajar colectivamente para garantizar que deja de ser una parte intrínseca de
la labor policial en nuestro país.
Conservamos
la esperanza. Las autoridades prestan atención cuando hablamos de casos
individuales: he visto el impacto que se logra al nombrar y señalar a los
responsables en mi programa de radio, "Conoce tus derechos". Muchas
veces, obtenemos una respuesta o una actuación tan sólo unas horas después.
La tortura
es inhumana, ¡¡actuemos colectivamente para detenerla!!
Loretta Rosales: “El cuerpo me temblaba
incontrolablemente.”
Cuando dos
agentes de seguridad filipinos vestidos de civil se acercaron a la activista de
derechos humanos Loretta Rosales, le vendaron los ojos y la metieron en un
automóvil, ella pensó que no viviría para contarlo. La defensa de los derechos
humanos era una labor muy arriesgada durante el brutal régimen de Ferdinand
Marcos en la década de 1970.
"Tenía
mucho miedo. Sabía que me había llegado la hora. En el momento en que me
metieron en el edificio, empecé a oír gritos y llantos. Sabía que estaba en una
cámara de tortura. Uno de los agentes dijo: ‘Nadie sabe que estás aquí, así que
podemos hacer contigo lo que queramos'", dijo Loretta a Amnistía
Internacional.
La tortura
empezó de inmediato. Primero, los hombres, a gritos, le hicieron preguntas a
Loretta, luego le echaron cera caliente sobre los brazos, trataron de
asfixiarla con un cinturón y la sometieron a simulacros de ahogamiento.
“Recuerdo
que trataba de permanecer despierta, era mi manera de luchar. Y luego empezaron
las descargas eléctricas; aquello fue lo más doloroso. El cuerpo me temblaba
incontrolablemente. No podía controlarlo”, explicó.
La familia
de Loretta tenía vínculos con el ejército, y ella fue liberada unos días
después. Pero nunca abandonó su trabajo de derechos humanos, y ahora es
directora de la Comisión de Derechos Humanos de Filipinas, la institución de
derechos humanos del país.
Sin
embargo, casi 40 años después, y pese a que ha habido progresos legislativos en
Filipinas –el país aprobó su Ley contra la Tortura en 2009– la tortura sigue
siendo habitual.
En enero de
2014, Loretta recibió una llamada en la que le informaban del descubrimiento de
una "ruleta de la tortura" en un centro de los servicios de
inteligencia de la policía en la ciudad de Biñan, al sur de Manila.
Haciéndola
girar, los agentes decidían qué técnicas de tortura utilizarían con los
detenidos.
“30
segundos de postura de murciélago” significaba que el detenido era colgado
cabeza abajo, como un murciélago, durante 30 segundos. “20 segundos de Manny
Pacquiao” –el nombre de un famoso boxeador filipino– significaba que al
detenido se le propinaban puñetazos sin parar durante 20 segundos.
“Era la
primera vez que veía algo así. Normalmente torturan a la gente para obtener
información, pero esto se hacía por diversión. Era aterrador”, dijo Loretta.
Ante la
indignación internacional suscitada, varios de los policías han sido acusados,
pero las víctimas de tortura casi nunca obtienen justicia en Filipinas. Y
Loretta lo sabe muy bien. Nadie compareció ante la justicia por los abusos que
sufrió cuando era una joven activista. Uno de los hombres que la torturó es
ahora congresista.
“La falta
de condenas en casos de tortura es un gran problema en Filipinas. La gente
tiene miedo de denunciarlo y, cuando no hay justicia, el mensaje que se
transmite es que la tortura está permitida.”
Amnesty.org
2014-05-29
http://www.amnesty.org/es/news/la-tortura-en-2014-historias-de-horror-moderno-2014-05-29
Nueva
campaña mundial de Amnistía Internacional denuncia la tortura como crisis
global
Amnistía Internacional ha acusado a gobiernos de todo el mundo de traicionar sus compromisos de acabar con la tortura, tres décadas después de la adopción por la ONU en 1984 de la innovadora Convención contra la Tortura.
Amnistía Internacional ha acusado a gobiernos de todo el mundo de traicionar sus compromisos de acabar con la tortura, tres décadas después de la adopción por la ONU en 1984 de la innovadora Convención contra la Tortura.
"En
todo el mundo hay gobiernos hipócritas ante la tortura: la prohíben en la ley,
pero la facilitan en la práctica", afirmó Salil Shetty, secretario general
de Amnistía Internacional, en la presentación de Stop Tortura, la última
campaña global de la organización para combatir la tortura y otros malos tratos
en el mundo moderno.
"La
tortura no sólo está viva y goza de buena salud: florece en muchas partes del
mundo. El aumento del número de gobiernos que tratan de justificar la tortura
so pretexto de la seguridad nacional erosiona los constantes avances logrados
en este terreno en los últimos treinta años."
Desde 1984,
155 Estados han ratificado la Convención contra la Tortura de la ONU, de los
que Amnistía Internacional investiga a 142. En 2014, la organización observó
que al menos 79 de ellos siguen torturando en 2014, más de la mitad de los
Estados Parte de la Convención investigados por Amnistía Internacional. Otros
40 Estados miembros de la ONU no han adoptado la Convención, aunque la
prohibición legal mundial de la tortura les obliga a hacerlo.
En los
últimos cinco años, Amnistía Internacional ha denunciado torturas y otras
formas de malos tratos en al menos 141 países de todas las regiones del mundo:
prácticamente en todos los países sobre los que trabaja. El carácter secreto de
esta práctica hace que el número real de países donde es probable que se
cometan torturas sea aún mayor.
En algunos
de estos países la tortura es habitual y sistemática. En otros, Amnistía
Internacional sólo ha documentado casos aislados y excepcionales. La
organización considera que incluso un solo caso de tortura o malos tratos es
totalmente inaceptable.
La campaña
Stop Tortura se inicia con una nueva publicación "La tortura en 2014: 30 años de
promesas incumplidas", que ofrece una perspectiva general del uso de la tortura
en el mundo actual.
El informe
detalla diversas técnicas de tortura —desde las posturas en tensión y la
privación de sueño hasta la electrocución de los genitales— que se emplean
contra presuntos delincuentes, detenidos por motivos de seguridad, voces
disidentes, rivales políticos y otros.
Como parte
de la campaña, Amnistía Internacional encargó a GlobeScan una encuesta para
evaluar las actitudes hacia la tortura en el mundo. Resulta alarmante que,
según la encuesta, casi la mitad (el 44%) de los encuestados —de 21 países de todos
los continentes— temen la posibilidad de ser torturados si son detenidos en su
país.
La inmensa
mayoría (el 82%) cree que deberían existir unas leyes claras contra la tortura.
Sin embargo, más de un tercio (el 36%) seguía pensando que la tortura podía
justificarse en ciertas circunstancias.
"Los
resultados de esta nueva encuesta global son sorprendentes, pues casi la mitad
de las personas encuestadas tienen miedo y se sienten personalmente vulnerables
a la tortura. La inmensa mayoría de la gente cree que deberían existir unas
normas claras contra la tortura, aunque más de un tercio sigue pensando que la
tortura podría justificarse en ciertas circunstancias. En conjunto, se puede
ver un amplio apoyo global de la opinión pública a que se actúe para prevenir
la tortura", afirmó Caroline Holme, directora de GlobeScan.
Medidas
como la penalización de la tortura en la legislación nacional, la apertura de
los centros de detención a observadores independientes, y la grabación en vídeo
de los interrogatorios han llevado a una disminución del uso de la tortura en
los países que se toman en serio sus compromisos contraídos en virtud de la
Convención contra la Tortura.
Amnistía
Internacional pide a los gobiernos que implanten mecanismos de protección para
prevenir y castigar la tortura, como exámenes médicos adecuados, el acceso
rápido a los abogados, controles independientes de los centros de detención,
investigaciones independientes y efectivas de las denuncias de tortura, el
enjuiciamiento de los presuntos autores y una reparación adecuada a las
víctimas.
La lucha
global de Amnistía Internacional contra la tortura continúa, aunque ahora se
centrará en cinco países donde está generalizada esta práctica y donde la
organización cree que puede lograr un impacto significativo. La espina dorsal
de la campaña estará formada por informes de fondo con recomendaciones
concretas.
• En México el gobierno alega que la
tortura es la excepción y no la norma, pero en realidad, los abusos a manos de
la policía y las fuerzas de seguridad están generalizados y quedan impunes.
Miriam López Vargas, de 31 años y madre de cuatro hijos, fue secuestrada de su
ciudad natal de Ensenada por unos soldados vestidos de civil que la llevaron a
un cuartel militar. Estuvo recluida allí una semana, durante la cual la
violaron tres veces, la asfixiaron y la electrocutaron para obligarla a
confesar su implicación en delitos relacionados con las drogas. Han pasado tres
años, pero ninguno de sus torturadores ha respondido de sus actos ante la
justicia.
• La justicia está fuera del alcance
de la mayoría de los supervivientes de la tortura de Filipinas. Hace poco se
descubrió un centro de detención secreta donde la policía maltrataba a los
detenidos "por diversión". Según los informes, los policías hacían
girar una "ruleta de la tortura" para decidir cómo torturaban a los
detenidos. Las informaciones de los medios de comunicación desembocaron en una
investigación interna y algunos agentes fueron cesados, pero Amnistía
Internacional pide una investigación exhaustiva e imparcial que haga que los
policías implicados sean juzgados por los tribunales. La mayoría de los actos
de tortura cometidos por la policía siguen sin denunciarse y los supervivientes
de la tortura continúan sufriendo en silencio.
• En Marruecos y Sáhara Occidental,
las autoridades rara vez investigan las denuncias de tortura. Las autoridades
españolas extraditaron a Ali Aarrass a Marruecos a pesar de la posibilidad de
que fuera torturado. Fue recogido por unos funcionarios de los servicios de inteligencia
que lo llevaron a un centro secreto de detención, donde Aarrass dice que le
aplicaron descargas eléctricas en los testículos, le golpearon en las plantas
de los pies y lo tuvieron horas colgado de las muñecas. Según Aarrass, los
policías lo obligaron a confesar que ayudaba a un grupo terrorista. Ali Aarrass
fue declarado culpable y condenado a 12 años de cárcel basándose en esa
"confesión". Sus denuncias de tortura nunca se han investigado.
• En Nigeria, la policía y el
ejército usan la tortura de forma habitual. Cuando Moses Akatugba fue detenido
por los soldados tenía 16 años. Según su testimonio, lo golpearon y le
dispararon en la mano. Luego fue entregado a la policía, que lo colgó de las
extremidades durante horas en una comisaría. Moses dice que lo torturaron para
que firmara una "confesión" en la que reconocía haber participado en
un robo. La denuncia de que había confesado como consecuencia de la tortura
nunca se investigó exhaustivamente. En noviembre de 2013, después de ocho años
esperando sentencia, Moses fue condenado a muerte.
• En Uzbekistán, la tortura está
generalizada, pero pocos torturadores responden alguna vez de sus actos ante la
justicia. El país está cerrado para Amnistía Internacional. Dilorom
Abdukadirova estuvo cinco años en el exilio después de que las fuerzas de
seguridad abrieran fuego en una protesta a la que asistió. A su regreso a
Uzbekistán, la detuvieron, le prohibieron ver a su familia y la acusaron de
intentar derrocar al gobierno. Durante su juicio, tenía un aspecto demacrado y
hematomas en la cara. Su familia está convencida de que la habían torturado.
"Hace
treinta años, Amnistía Internacional encabezó la campaña a favor de un
compromiso mundial para combatir la tortura a raíz de la Convención contra la
Tortura de la ONU. Se han hecho muchos avances desde entonces, pero resulta
descorazonador que hoy sigamos necesitando una campaña mundial para garantizar
que esas promesas se cumplen”, concluyó Salil Shetty.
Amnesty.org.
2014-05-13
http://www.amnesty.org/es/news/nueva-campana-mundial-ai-denuncia-tortura-crisis-global-21014-05-13