Un nuevo estudio de la FAO revela que el
consumo insostenible de plantas y animales, silvestres y domésticas, así como
de otras especies que apoyan la producción alimentaria, está conduciéndolas a
su extinción, lo que pone en grave peligro el futuro de los alimentos y medios
de subsistencia, así como nuestra salud y el medio ambiente.
La
biodiversidad que sustenta nuestros sistemas alimentarios está desapareciendo,
alerta un nuevo informe de la Organización de las Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura (FAO).
El estudio
advierte que, si se dejan perder por completo los animales, plantas y otros
organismos que son cruciales para nuestro sistema alimentario, estos no podrán
recuperarse, lo que pone en grave peligro el futuro de los alimentos y medios
de subsistencia, así como la salud humana y el medio ambiente.
La
biodiversidad para la alimentación y la agricultura incluye a todas las plantas
y animales -silvestres y domésticas- que proporcionan alimentos, piensos, combustible
y fibra. También los organismos que apoyan la producción alimentaria a través
de los servicios ecosistémicos como las plantas, animales y microorganismos
(insectos, murciélagos, aves, manglares, corales, praderas marinas, lombrices,
hongos y bacterias) que mantienen los suelos fértiles, polinizan las plantas,
purifican el agua y el aire, mantienen sanos a los peces y los árboles, y
combaten las plagas y enfermedades de los cultivos y el ganado.
La FAO
asegura que la pérdida creciente de biodiversidad está siendo causada por los
cambios en el uso y la gestión de la tierra y el agua, la contaminación, la
sobrepesca y la sobreexplotación, el cambio climático, el crecimiento
demográfico y la urbanización.
“Hay una reducción en el número de especies,
hay una reducción en los ecosistemas, y hay una reducción genética”, asegura
René Castro, subdirector general de la FAO.
De usar 7000 plantas a solo 200
El informe,
que se trata del primero de este tipo
hasta ahora se basa en el estudio de 91 países y en el análisis de los
últimos datos a nivel mundial, denuncia la disminución de la diversidad vegetal
en las explotaciones agrícolas, el aumento del número de razas ganaderas en
peligro de extinción y el incremento de las poblaciones de peces que padecen
sobrepesca.
De las 6000
especies de plantas que se cultivan para obtener alimentos, menos de 200
contribuyen de manera sustancial a la producción alimentaria mundial, y tan
sólo nueve representan el 66% del total de la producción agrícola.
“Quince
plantas proveen al 90% de la humanidad de la energía que necesitan para
funcionar diariamente. Nuestros abuelos, tatarabuelos llegaron a usar 7000
plantas diferentes y eso se ha venido reduciendo conforme se industrializó la
agricultura, se empobreció la dieta, y hoy tiene consecuencias negativas no
solo para asegurarnos de que habrá una muestra representativa de todas las
especies, sino que el ser humano ha venido teniendo sobrepeso, teniendo
problemas de obesidad”, agrega Castro.
Además, de
las 7745 razas de ganado locales registradas en el mundo, hasta el 26% está en
peligro de extinción. La producción ganadera mundial se basa en unas 40
especies animales, de las cuales solo unas cuantas proporcionan la mayor parte
de la carne, la leche y los huevos.
La pérdida es en tierra, mar y aire
El mundo
marino tampoco es ajeno a esta situación, más de la mitad de las poblaciones de
peces han alcanzado su límite de explotación sostenible.
“Más o
menos un tercio de las pescaderías en el mundo vienen declinando y se están
administrando de manera insostenible. Viene subiendo la alimentación que se
produce en acuicultura, más de la mitad del consumo es ahí, pero aun así las
especies que se utilizan usualmente vienen de especies silvestres no
domesticadas. Es un elemento que el ser humano apenas comienza a aprender a
manejar en nuestros inmensos mares”, explica el experto de la FAO.
El informe
recalca que las especies silvestres para la alimentación -y otras muchas que
contribuyen a los servicios ecosistémicos vitales para la alimentación y la
agricultura-, están desapareciendo rápidamente, incluidos los polinizadores,
los organismos del suelo y los enemigos naturales de las plagas.
El 24% de
casi 4000 especies silvestres alimentarias –sobre todo plantas, peces y
mamíferos- están disminuyendo en número. Pero es probable que la proporción de
alimentos silvestres en declive sea aún mayor.
América
Latina y el Caribe, seguidos de Asia y el Pacífico y África, son las regiones
más afectadas por el declive de las especies de alimentos silvestres.
“Estamos
viviendo un empobrecimiento de la biodiversidad en todos los ámbitos, en la
agricultura, en la ganadería, en la pesca, en los bosques. En el caso de los
bosques hemos logrado que se reduzca la perdida de los bosques naturales, pero
en lugares como Latinoamérica, como el África Subsahariana, como el sudeste
asiático sigue dándose una pérdida neta diaria de bosque, y los seres humanos
no sabemos todavía como sustituir con sistemas domesticados o plantados. Hemos
ido aprendiendo en los últimos 300 años y hemos desarrollado algunas
habilidades para tener plantaciones para producir madera o frutos, pero estamos
lejos de poder sustituir la variedad de servicios que un bosque natural tiene,
y hay un declive que continúa menos acentuado a nivel global pero grave,
especialmente en los trópicos”, asegura Castro.
Prácticas que dan esperanza
El informe
destaca que, a pesar de todo, existe un creciente interés por las iniciativas y
enfoques favorables para la biodiversidad. Un 80% de los 91 países estudiados
indicaron que utilizan una o más prácticas positivas tales como la agricultura
orgánica y de conservación, la gestión sostenible de los suelos y bosques,
prácticas de diversificación de la acuicultura y la restauración de los
ecosistemas.
Los
esfuerzos de conservación han aumentado en todo el mundo, pero los niveles de
cobertura y protección son a menudo inadecuados.
“La
biodiversidad es fundamental para salvaguardar la seguridad alimentaria
mundial, sostener dietas saludables y nutritivas, mejorar los medios de
subsistencia rurales y reforzar la resiliencia de las personas y comunidades.
Tenemos que utilizar la biodiversidad de forma sostenible, para poder responder
mejor a los crecientes desafíos del cambio climático y producir alimentos de
una forma que no dañe a nuestro medio ambiente”, aseguró en un comunicado el
director general de la FAO, José Graziano da Silva.
Si bien el
aumento de las buenas prácticas es alentador, se necesita hacer más para
detener la pérdida de la biodiversidad, y es por ello por lo que el informe
llama a los Gobiernos y a la comunidad internacional a ser contundentes y
reforzar marcos legales, normativos e institucionales para el uso sostenible de
los recursos, crear incentivos, promover iniciativas y abordar los principales
factores que provocan su pérdida.
“Menos
biodiversidad significa que las plantas y los animales sean más vulnerables a
plagas y enfermedades. La pérdida creciente de biodiversidad para la
alimentación y la agricultura, agravada por nuestra dependencia de cada vez
menos especies para alimentarnos, está llevando nuestra ya frágil seguridad
alimentaria al borde del colapso”, agregó Graziano.
También se
debe invertir en la investigación, advierte el informe, ya que más del 99% de
las bacterias y especies protistas, y su impacto en la alimentación y la
agricultura, siguen siendo desconocidas.
Los
consumidores también tienen responsabilidad y pueden optar por productos
cultivados de forma sostenible, comprar en los mercados campesinos o boicotear
alimentos considerados insostenibles. En varios países, los “científicos
ciudadanos” desempeñan un papel importante en el seguimiento de la
biodiversidad para la alimentación y la agricultura.
CentroDeNoticiasONU.org.
Naciones Unidas. 22/02/19