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1659. 75 años del lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima

A 75 años del lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima, el mundo aún no elimina las armas nucleares
Los efectos de la bomba atómica en Hiroshima persisten hasta la fecha, dice el titular de la ONU y lamenta que 75 años después no se haya aprendido que esas armas no refuerzan sino que disminuyen la seguridad de los países. “Hoy, un mundo sin armas nucleares parece alejarse más de nuestro alcance”, la división y la desconfianza amenazan con regresar a la humanidad a una carrera balística sin control, advierte.
Hace 75 años, el 6 de agosto de 1945, el ejército de Estados Unidos lanzó una bomba atómica sobre la ciudad de Hiroshima, tres días después, repitió el ataque en Nagasaki. Las dos armas atómicas, las únicas utilizadas hasta el día de hoy, dejaron más de 200.000 muertos debido a la radiación y, en décadas posteriores, sumaron 400.000 decesos más por problemas de salud relacionados con las bombas, de acuerdo con datos de la ONU. 
El Secretario General de las Naciones Unidas recordó que el nacimiento de la Organización ese mismo año está ligado para siempre a la muerte sembrada en Hiroshima y Nagasaki con tan letales armas. 
“Desde sus primeros días y resoluciones, la Organización ha reconocido la necesidad de eliminar por completo las armas nucleares. Sin embargo, seguimos sin lograr ese objetivo”, dijo António Guterres en un mensaje de video que se proyectó en la ceremonia celebrada en Hiroshima para recordar a las víctimas. 
A pesar de que los efectos de dichas bombas persisten hasta la fecha, el mundo no sólo no se ha desecho de esas armas, sino que ha aumentado su arsenal. 
Sin aprender la lección 
“Setenta y cinco años son demasiados para no haber aprendido que poseer armas nucleares disminuye la seguridad en vez de reforzarla. Hoy, un mundo sin esas armas parece alejarse más y más de nuestro alcance”, lamentó Guterres. 
La red de control de armas y los instrumentos creados durante la Guerra Fría y los años que le siguieron para propiciar la confianza y la transparencia se están deshilachando, agregó. 
El titular de la ONU advirtió que la división, la desconfianza y la falta de diálogo amenazan con una vuelta a la carrera balística incontrolada. 
Los países con armas nucleares modernizan sus arsenales y desarrollan armamento y vehículos nuevos para utilizarlo. 
Alto riesgo 
“El riesgo de que las armas nucleares se usen ya sea intencionalmente, por accidente o por falta de cálculo es demasiado alto como para que continúe esa tendencia”, apuntó. 
Guterres llamó una vez más a todos los Estados, especialmente a los poseedores de armas atómicas, a regresar a la senda de la eliminación total de ese armamento. 
Hizo referencia al repetido compromiso de los países con esa causa y afirmó que ahora es el momento para el diálogo, las medidas de fomento de confianza y el principio de la reducción de los arsenales nucleares. 
Instó a salvaguardar y fortalecer los instrumentos y políticas de no-proliferación y desarme. 
“Los Estados tendrán la oportunidad de retornar a esta visión compartida el próximo año durante la conferencia para revisar el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares”, indicó, subrayando que ese instrumento es un pilar del régimen de desarme que espera que entre en vigor. 
El Secretario General sostuvo que el Tratado Amplio de Prohibición de los Ensayos Nucleares también es una prioridad para institucionalizar las normas contra esas pruebas. 
La pandemia expone debilidades como la amenaza nuclear 
El 75 aniversario de la devastación de Hiroshima y Nagasaki ocurre en el marco de la pandemia de COVID-19, una calamidad que ha expuesto las múltiples debilidades del mundo, entre ellas la de la amenaza nuclear, añadió. 
Y la única forma de acabar con esa amenaza “es eliminar totalmente las armas nucleares”, puntualizó. 
Antes de terminar su mensaje, Guterres invitó a los jóvenes y a la sociedad civil en su conjunto a impulsar la causa del desarme y reiteró que las Naciones Unidas seguirán trabajando para conseguir el objetivo común de lograr un mundo libre de armas nucleares. 
Noticias ONU. Naciones Unidas. 05/08/2020 
Todo se conjuga para tener una sociedad armónica, uno de los países con menor violencia criminal, poca drogadicción y mucha convivencia amable. En pocas partes del mundo he visto gente tan sonriente y afectuosa (y aseada) como en Japón. 
Se cumplieron 75 años de la primera explosión atómica en Hiroshima y el domingo que viene el segundo estallido en Nagasaki. En las ceremonias que se llevaron a cabo en Hiroshima este día 6 se recordaron las desgracias, los horrores y el sufrimiento de la gente. 
Sin embargo, al igual que en años anteriores, en el mensaje no gobierna el mantra del terror, sino el de la reincidencia en la paz mundial. 
Desde que se fundó la Organización de las Naciones Unidas y luego la Unesco, la educación para la paz y los derechos humanos han estado entre sus prioridades, baste con leer la fracción 2 del artículo 26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: 
La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales… y promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz. 
Y, uno de los mandatos principales de la Unesco es promover la cultura de la paz. La define como “un conjunto de valores, actitudes, modos de comportamiento y formas de vida que rechazan la violencia y tienen como objetivo prevenir los conflictos abordando sus causas profundas a través del diálogo y la negociación entre individuos, grupos y naciones”. 
He pasado dos estancias académicas en Japón, una de cuatro meses en la Universidad de Hiroshima. Observé el trabajo de maestros y alumnos en escuelas de educación básica y dos de bachillerato. Percibí su pedagogía en acción. También he leído innumerables piezas sobre la educación japonesa de investigadores de muchas latitudes. 
Por supuesto, los japoneses son japoneses y los atributos de eficacia, puntualidad, disciplina y logro colectivo son parte fundamental del ethos escolar. También una relación jerárquica. Pero todo se conjuga para tener una sociedad armónica, uno de los países con menor violencia criminal, poca drogadicción y mucha convivencia amable. En pocas partes del mundo he visto gente tan sonriente y afectuosa (y aseada) como en Japón. 
Como en el mundo occidental, en Japón la familia extensa disminuye en peso social. Por ello, buena parte de los comportamientos sociales provienen de la experiencia escolar. Y allí los atributos de compañerismo, colaboración, acción colectiva y respeto a las reglas se inculcan de manera cotidiana, en las aulas, los clubes y los juegos. 
¿Y qué es lo que está en el centro? Correcto, estimado lector: rechazo a la violencia, prevención de conflictos y fomento del diálogo y la negociación entre estudiantes y maestros. Cualidades que perduran en la vida adulta. 
En Hiroshima y Nagasaki, en particular, se cultiva la cultura de la paz más allá de las aulas, en las visitas a los museos, las exposiciones de los horrores e himnos y poemas que glorifican la paz y condenan la violencia. 
¡Envidiable! Quisiera algo parecido en México. Educación para la paz y la amistad es parte de mi edutopía. 
Carlos Ornelas Excelsior.com.mx. México. 09/08/2020 
https://www.excelsior.com.mx/opinion/carlos-ornelas/hiroshima-y-nagasaki-cultura-de-la-paz/1398804

670. Desmond Tutu: Nuclear weapons must be eradicated for all our sakes


Londres, Inglaterra. No nation should own nuclear arms – not Iran, not North Korea, and not their critics who take the moral high ground.
We cannot intimidate others into behaving well when we ourselves are misbehaving. Yet that is precisely what nations armed with nuclear weapons hope to do by censuring North Korea for its nuclear tests and sounding alarm bells over Iran's pursuit of enriched uranium. According to their logic, a select few nations can ensure the security of all by having the capacity to destroy all.
Until we overcome this double standard – until we accept that nuclear weapons are abhorrent and a grave danger no matter who possesses them, that threatening a city with radioactive incineration is intolerable no matter the nationality or religion of its inhabitants – we are unlikely to make meaningful progress in halting the spread of these monstrous devices, let alone banishing them from national arsenals.
Why, for instance, would a proliferating state pay heed to the exhortations of the US and Russia, which retain thousands of their nuclear warheads on high alert? How can Britain, France and China expect a hearing on non-proliferation while they squander billions modernising their nuclear forces? What standing has Israel to urge Iran not to acquire the bomb when it harbours its own atomic arsenal?
Nuclear weapons do not discriminate; nor should our leaders. The nuclear powers must apply the same standard to themselves as to others: zero nuclear weapons. Whereas the international community has imposed blanket bans on other weapons with horrendous effects – from biological and chemical agents to landmines and cluster munitions – it has not yet done so for the very worst weapons of all. Nuclear weapons are still seen as legitimate in the hands of some. This must change.
Around 130 governments, various UN agencies, the Red Cross and the International Campaign to Abolish Nuclear Weapons are gathering in Oslo this week to examine the catastrophic consequences of nuclear weapons and the inability of relief agencies to provide an effective response in the event of a nuclear attack. For too long, debates about nuclear arms have been divorced from such realities, focusing instead on geopolitics and narrow concepts of national security.
With enough public pressure, I believe that governments can move beyond the hypocrisy that has stymied multilateral disarmament discussions for decades, and be inspired and persuaded to embark on negotiations for a treaty to outlaw and eradicate these ultimate weapons of terror. Achieving such a ban would require somewhat of a revolution in our thinking, but it is not out of the question. Entrenched systems can be turned on their head almost overnight if there's the will.
Let us not forget that it was only a few years ago when those who spoke about green energy and climate change were considered peculiar. Now it is widely accepted that an environmental disaster is upon us. There was once a time when people bought and sold other human beings as if they were mere chattels, things. But people eventually came to their senses. So it will be the case for nuclear arms, sooner or later.
Indeed, 184 nations have already made a legal undertaking never to obtain nuclear weapons, and three in four support a universal ban. In the early 1990s, with the collapse of apartheid nigh, South Africa voluntarily dismantled its nuclear stockpile, becoming the first nation to do so. This was an essential part of its transition from a pariah state to an accepted member of the family of nations. Around the same time, Kazakhstan, Belarus and Ukraine also relinquished their Soviet-era atomic arsenals.
But today nine nations still consider it their prerogative to possess these ghastly bombs, each capable of obliterating many thousands of innocent civilians, including children, in a flash. They appear to think that nuclear weapons afford them prestige in the international arena. But nothing could be further from the truth. Any nuclear-armed state, big or small, whatever its stripes, ought to be condemned in the strongest terms for possessing these indiscriminate, immoral weapons.
Desmond Mpilo Tutu. Is a South African activist and retired Anglican bishop who rose to worldwide fame during the 1980s as an opponent of apartheid. Tutu has been active in the defense of human rights and uses his high profile to campaign for the oppressed. He has campaigned to fight AIDS, tuberculosis, poverty, racism, sexism, homophobia, and transphobia. Tutu received the Nobel Peace Prize in 1984; the Albert Schweitzer Prize for Humanitarianism in 1986; the Pacem in Terris Award in 1987; the Sydney Peace Prize in 1999; the Gandhi Peace Prize in 2005; and the Presidential Medal of Freedom in 2009. Tutu has also compiled several books of his speeches and sayings.
Desmond Tutu. The Guardian.co.uk. 04/03/13

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