Monterrey, Nuevo León. Cuenta Borges en "La Leyenda" el momento en que se
encontraron Caín y Abel después del crimen. Se reconocieron a lo lejos,
hicieron fuego y cenaron. Caín se dio cuenta de la marca que la piedra había
dejado en la frente de Abel y le pidió perdón. Abel le responde: "¿Tú me
has matado o te maté yo? Aquí estamos juntos como antes".
Si olvidar es requisito del perdón, el Abel de Borges perdonó a
su hermano y con ello no sólo renovó la relación fraterna, sino que transformó
su persona al no elegir la ley del talión, esa que exige ojo por ojo.
¿Es posible que el perdón repare un amor o una amistad?
Estamos expuestos a las ofensas. Las diferencias, los conflictos
y sus soluciones son parte de la vida. ¡Cuántas noches de insomnio repasando
pleitos! Bien dice Freud que el amor nos hace vulnerables. Vulnerables hasta el
punto de infligirnos un autocastigo cuando peleamos.
Se dice que el resentimiento es un veneno que tomamos esperando
que dañe al otro. Y sabiéndolo, nos empeñamos en pasar por el corazón una y
otra vez la ofensa haciendo la herida más profunda. No es dignidad, es soberbia
lo que nos impide enfrentar los conflictos con la humildad necesaria para
resolverlos. Para perdonar, hay que querer hacerlo.
El perdón requiere esfuerzo y mucho amor. ¿No es perdonar el
mejor de los regalos para celebrar la amistad? Voltea la mirada hacia la
perspectiva de tu ofensor, ¿cuál es la versión del lobo en el cuento? La falta
debe ser reparada, no vengada. Abel acepta la responsabilidad del conflicto, no
recuerda quién mató a quién... cualquiera pudo haberlo hecho.
Muchos sostienen que perdonar es divino, y anulan sus
posibilidades diciendo: "¡Que Dios lo perdone! Porque yo no puedo". Y
es cierto, perdonar es divino, mas no porque sea una capacidad exclusiva de
Dios, sino porque nos asemeja más a Él.
El perdón es un proceso de sanación, un cambio, una
transfiguración. "Es un continuo pasar de la muerte a la vida",
propone Roger de Taizé, ganador del premio UNESCO de Educación por la Paz.
Mientras dura el resentimiento no hay paz. El que te ofende
espera agresión porque no conoce el poder incalculable del perdón. Sorpréndelo
con ese regalo. Celebra el amor con la alegría de un corazón transformado por
el perdón.
Lucy Garza de Llaguno. Licenciada en Lengua Inglesa con Postgrado en
Ciencias de la Familia.
Lucy Garza de Llaguno. El Norte.com. 12/02/13