Oaxaca,
Oaxaca. En México la violencia rebasa cualquier
límite imaginado, existen profundas desigualdades que incrementan día a día la
pobreza, desempleo y bajo crecimiento económico, aumento de la delincuencia y
la consabida inseguridad, y en los últimos meses se ha fraguado y crecido la
violencia que generan las maledicencias políticas electorales que con pocos
escrúpulos no solo descalifican y estigmatizan a personas y acciones llamando
al linchamiento mediático que se desborda en una población con grandes rezagos
y resentimientos, potenciando emociones y actitudes violentas, muy peligrosas
cuando se conjugan con la necesidad y la ignorancia, el hartazgo frente a
gobiernos pasados y el anhelo de un cambio que ofrezca mejores condiciones de
vida; por cierto sin descontar la religiosidad y el caudillismo mexicano.
Es cierto, al respecto cito a Cuauhtémoc
Cárdenas Solórzano al recibir la medalla Belisario Domínguez... "Éste no
es el México que la mayoría de los mexicanos queremos, y éste no es ni puede
ser el destino fatal de nuestra patria; la violencia y la desigualdad que
privan en México resultan insoportables e inadmisibles, generan tensión y
elevan los riesgos de descomposición y atraso."
No cabe duda, México está dividido, la
clase política busca y encuentra formas y mecanismos depredadores que hagan
daño a sus contrincantes, la guerra es encarnizada y la carne de cañón es la
ciudadanía, el arma mortal son las palabras que corren y dan vuelta en las
redes sociales, como insulto, o rumor, o incluso como chistorete; el caso es
hacer el mayor de los daños, ensanchar el encono y el resentimiento, ojalá no
hasta el grado de generar terrorismo urbano, atentando contra las y los
propios.
Ante los últimos sucesos en la ciudad de
México, violencia inaudita, queda sentarse a reflexionar, detener la vorágine
de la exabrupta andanada de "información" que cruza con insólita
rapidez tecnológica e impacta confusamente al cerebro que no logra sacar sus
propias conclusiones, que lo mismo culpa de nuestra desgracia y de la ajena a
unos como a otros, que nos hace pasar de la indignación irreflexiva a la
desesperanza deprimente.
Es tiempo de la autodefensa, es tiempo de
ponernos en paz ¿Qué queremos? ¿Qué esperamos? Evidentemente la violencia
maquinal no nos ha llevado a mejorar la calidad de nuestra vida, son otros
mecanismos de participación ciudadana que modificarán los alcances democráticos
y de justicia social, en los que se verán reflejadas las posibilidades de
vislumbrar otra forma de vivir.
El año 2000 fue proclamado Año
Internacional de la Cultura de Paz. Según la definición de las Naciones Unidas
la cultura de paz consiste en una serie de valores, actitudes y comportamientos
que rechazan la violencia y previenen los conflictos tratando de atacar sus
causas para solucionar los problemas mediante el diálogo y la negociación entre
las personas, los grupos y las naciones. La Declaración y el Programa de Acción
sobre una Cultura de Paz identifica ocho principios de acción:
1. Promover una cultura de paz por medio de
la educación.
2. Promover el desarrollo económico y
social sostenible mediante la reducción de las desigualdades económicas y
sociales, rumbo a la erradicación de la pobreza y garantizando una seguridad
alimentaria sostenible, la justicia social, el fomento de la autonomía de la
mujer, medidas especiales para grupos con necesidades especiales y la
sostenibilidad ambiental.
3. Promover el respeto de todos los
derechos humanos cuando predominan la violencia, no se pueden garantizar los
derechos humanos, se consignan acciones inmediatistas y generalizadas desde la
recurrencia de la violencia por el estado.
4. Garantizar la igualdad entre mujeres y
hombres por medio de la plena participación de las mujeres en la toma de
decisiones económicas, sociales y políticas, la eliminación de todas las formas
de discriminación y de violencia contra la mujer. La procuración e impartición
de justicia debe garantizar la integridad y la vida de las mujeres en
condiciones de igualdad y dignidad.
5. Promover la participación democrática en
la consecución y el mantenimiento de la paz y la seguridad que concreten
principios, prácticas y participación democráticos en todos los sectores de la
sociedad, con acciones de los gobiernos transparentes y responsables.
6. Promover la comprensión, la tolerancia y
la solidaridad para acabar con las guerras y los conflictos violentos; es
preciso aprender de nuestras diferencias por medio del diálogo y del respecto
para la diversidad cultural.
7. Privilegiar la comunicación
participativa y la libre circulación de información y conocimientos, desechando
la violencia mediática, la mentira y el ensalzamiento de gobiernos y
monopolios, promoviendo los espacios ciudadanos desde la pluralidad y el
multiculturalismo.
8. Promover la paz y la seguridad
internacional enfatizando la seguridad humana y la negociación de soluciones
pacíficas.
Esta propuesta, de ninguna manera significa
abandonar nuestro derecho a pedir cuentas a los gobiernos y cuestionar la
corrupción e impunidad, que resultan tan violentas como las balas, y se deben
denunciarse sin duda, utilizando los cauces legales y el derecho a la
información responsable y sin doble intención.
La violencia y la inestabilidad resultan
distractores muy efectivos a los intereses de la economía monopólica que saca
ventaja de los gobiernos, de algunas organizaciones no gubernamentales y al
final acaban financiando también a partidos políticos. Ojo.
Además
El viernes pasado, en la capital oaxaqueña
una nueva forma de participación ciudadana se hizo presente desde la cultura a
través del canto de jóvenes, mujeres y hombres, que en el teatro Juárez,
cantaron música oaxaqueña contemporánea, canlgentelibre en acuerdo con la
Secretaría de Cultura estatal, convocó y desarrollo una sana competencia donde
el objetivo fundamental es la democratización de la cultura, la visibilización
del arte y la participación de las y los jóvenes como categóricos
representantes de una sociedad que busca otras formas de relacionarse y crecer
en paz.
Entre música y canciones desde el escenario
se escuchó:
"Defendemos los principios de paz y
justicia social cuando promovemos la igualdad de género o los derechos de los
pueblos indígenas y de los migrantes". "Promovemos la paz y la
justicia social cuando eliminamos las barreras que enfrentan las personas por
motivos de género, edad, raza, etnia, religión, cultura o discapacidad".
"La justicia social integra la inclusión social en nuestras prácticas
cotidianas y sin duda permite alcanzar la paz y la felicidad".
Bárbara García Chávez. Canal Gente Libre.com. 04/02/13