El
derecho humano a la vida es el derecho supremo porque condiciona el pleno
ejercicio de todos los demás derechos, pero se trata del derecho humano a una
vida diga. Es decir, que tenga los elementos fundamentales, el agua y la
alimentación para que esta vida sea una vida digna de ser vivida. Para que se
garantice una existencia plena.
En el
barrio próspero de la aldea global tendríamos que abrir más nuestras puertas y
ventanas. Tendríamos que ver más el mundo en su conjunto. Tendríamos que ser en
realidad ciudadanos del mundo para darnos cuenta de lo que tenemos, para
conocer mejor las precariedades ajenas, para incluir en esta visión panorámica
todos los seres humanos y no sólo a unos cuantos.
Esta
visión global es absolutamente relevante para darnos cuenta de que el agua es
fuente de vida y de que, en estos momentos, esta fuente está prácticamente
agotada para mucha gente en el mundo.
El
balance del sistema actual es terrible, 4.000 millones de dólares al día en
armas y gastos militares cuando mueren de hambre más de 60.000 personas, de
ellas unos 35.000 niños y niñas de uno a cinco años de edad. Una crisis de un
sistema que hace que el acceso a los servicios de agua elementales esté en
serias dificultades para más de 1.000 millones de personas.
Todo
esto nos indica que tenemos que inventar el futuro. Es necesario ahora inventar
el futuro, y en este nuevo futuro tenemos que pensar en que no es por la fuerza
sino por la palabra, por el desprendimiento, por la mano tendida y no más por
la mano alzada como podremos lograr que todos los seres humanos tengan esta
vida digna.
Por
eso, quiero felicitar y adherirme a la iniciativa de ONGAWA por recordarnos
permanentemente que el agua, estos "50 litros diarios de agua" son
esenciales. Y por hacer una llamada de atención sobre la situación que viven
millones de personas que no tienen garantizado el acceso a este recurso.
Y que
hoy, 22 de marzo, "Día Mundial del Agua" lo tengamos sólo como un
punto de referencia. Lo ideal en este día, como en todos los días mundiales, es
que formen parte de nuestra cotidianidad, que sean cada día impulso para
implicarnos, para ser ciudadanos del mundo preocupados y procurando que todos
puedan disfrutar de estos elementos básicos para una vida digna de ser vivida.
Federico Mayor
Zaragoza. Doctor en Farmacia por la Universidad Complutense de Madrid, Ex
Director General Adjunto de la UNESCO y Ex Director General de dicha
organización. Presidente de la Fundación para una Cultura de Paz.
Federico Mayor Zaragoza.
22/03/13