Los Derechos Humanos
son un camino para salir de situaciones de crisis y caos
Los
gobiernos se equivocan de manera garrafal cuando ignoran los derechos humanos
para ocuparse de desafíos graves en materia de seguridad, indicó hoy Human
Rights Watch al difundir su informe mundial anual.
En el Informe Mundial
2015 de 644 páginas, su 25.º edición anual, Human Rights Watch examina
prácticas de derechos humanos en más de 90 países. En el ensayo introductorio,
el director ejecutivo Kenneth Roth alerta sobre el efecto contraproducente de
abordar los derechos humanos cerrando filas en forma defensiva, como lo han
hecho numerosos gobiernos a lo largo de este último y agitado año.
“Las violaciones de
derechos humanos fueron determinantes para propiciar o agudizar muchas de las
crisis de hoy”, observó Roth. “Proteger los derechos humanos y asegurar la
rendición de cuentas democrática son condiciones clave para superar estos
contextos de crisis”.
La aparición del
grupo extremista Estado Islámico (denominado también ISIS) es uno de los
desafíos globales que han provocado la subordinación de los derechos humanos,
indicó Human Rights Watch. Sin embargo, no es cierto que ISIS haya surgido de
la nada. Además del problema de seguridad que dejó la invasión estadounidense
en Irak, las políticas sectarias y abusivas de los gobiernos de Irak y Siria y
la indiferencia internacional al respecto han sido factores determinantes en la
propagación de ISIS.
Si bien el primer
ministro Haider Al-Abadi de Irak se ha comprometido a posibilitar una forma de
gobierno más inclusiva, las autoridades todavía dependen principalmente de las
milicias chiitas, que comenten matanzas y limpiezas étnicas impunemente contra
civiles suníes. Las fuerzas gubernamentales también atacan a civiles y zonas
pobladas. Reformar un poder judicial sumido en la corrupción y el abuso, y
poner fin al régimen sectario para que los suníes sientan que hay lugar para
ellos en Irak, será al menos tan importante como las acciones militares para
detener las atrocidades de ISIS, pero hasta el momento Al-Abadi no ha
implementado estas reformas esenciales.
En Siria, las fuerzas
del presidente Bashar Al-Assad han atacado a civiles de manera deliberada y con
saña, en zonas controladas por la oposición. El uso de armas indiscriminadas
—principalmente bombas de barril— ha provocado que las condiciones de vida sean
prácticamente intolerables para los civiles.
No obstante, el
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en general se ha mantenido al
margen, dado que Rusia y China aplican su poder de veto para frenar los
esfuerzos concertados que detengan esta matanza. Estados Unidos y sus aliados
han permitido que su intervención militar contra ISIS opaque los esfuerzos para
que Damasco desista de cometer abusos. Esta prioridad selectiva permite que
quienes reclutan miembros para ISIS se muestren ante potenciales colaboradores
como la única fuerza dispuesta a hacer frente a las atrocidades de Assad.
También se observa
una dinámica similar en Nigeria, donde los problemas de derechos humanos son un
eje central del conflicto. Las milicias islamistas Boko Haram llevan a cabo
ataques contra civiles y fuerzas de seguridad de Nigeria, y detonan explosivos
en mercados, mezquitas y escuelas, a la vez que secuestran a cientos de niñas y
mujeres jóvenes. El Ejército de Nigeria a menudo ha respondido de manera abusiva,
y ha efectuado redadas contra cientos de hombres y niños que supuestamente
apoyan a Boko Haram, quienes han sido detenidos, abusados e incluso asesinados.
Sin embargo, para conseguir la adhesión de la población civil será necesario
que el gobierno investigue de manera transparente los presuntos abusos
cometidos por el Ejército y castigue a los agresores.
Esta tendencia a
ignorar los derechos humanos ante adversidades en materia de seguridad fue un
problema que también imperó el año pasado en Estados Unidos. Una comisión del
Senado de EE. UU. publicó un resumen —fuertemente incriminatorio— de un informe
sobre torturas de la CIA, pero si bien el presidente Barack Obama ha repudiado
las torturas practicadas por fuerzas a su mando, se ha negado a investigar, y
mucho menos a juzgar, a quienes ordenaron las torturas que se describen en el
informe del Senado. La renuncia a esta obligación, que le corresponde
legalmente, incrementa la probabilidad de que futuros presidentes consideren
que la tortura es una opción política, en vez de un delito. Esta inacción
también menoscaba considerablemente la capacidad del gobierno de EE. UU. de
ejercer presión sobre otros países para que juzguen a quienes cometen torturas
en sus respectivos territorios, aseveró Human Rights Watch.
Son demasiados los
países, como Kenia, Egipto y China, donde gobiernos y fuerzas de seguridad han
respondido a amenazas de terrorismo concretas o aparentes empleando políticas
abusivas que finalmente provocan que se desaten crisis, manifestó Human Rights
Watch. En Egipto, el aplastamiento de los Hermanos Musulmanes por el gobierno
trasmite una señal absolutamente contraproducente de que si las vertientes
políticas islamistas intentan ganar poder a través de los comicios, serán
reprimidas sin que se alcen voces de protesta, lo cual podría favorecer otras
estrategias violentas. En Francia, existe el riesgo de que la respuesta
gubernamental a los ataques contra Charlie Hebdo, que propone la aplicación de
leyes antiterroristas para juzgar expresiones que no incitan a la violencia,
tengan un efecto amedrentador para la libertad de expresión y alienten a otros
gobiernos a emplear tales normas para silenciar a sus críticos.
Responder a problemas
de seguridad exige no solo contener a ciertos individuos peligrosos, sino
además reconstruir la estructura moral que sustenta el ordenamiento social y
político, señaló Human Rights Watch.
“Algunos gobiernos
cometen la equivocación de considerar que los derechos humanos son un lujo que
solamente puede permitirse en épocas menos conflictivas, en vez de un parámetro
de referencia esencial para la acción política”, indicó Roth. “En lugar de
considerar a los derechos humanos como restricciones irritantes, sería más
positivo que los responsables de políticas en todo el mundo reconozcan su valor
como parámetros morales para salir de situaciones de crisis y caos”.
Hrw.org. 29/01/15