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Fernando Ocegueda Flores, Presidente de la Asociación Unidos por los Desaparecidos, Tijuana, Baja California |
Fernando Ocegueda se
dedica a la búsqueda de justicia y de la verdad en la desaparición de cientos
de personas en el estado de Baja California. Sufrió varias amenazas de muerte e
intimidaciones por investigar la desaparición de su hijo que ocurrió en 2007:
Armadas, 20 personas allanaron su casa para llevárselo por la fuerza. Nada se
sabe de su hijo desde entonces.
“Mi nombre es Fernando
Ocegueda, actualmente soy el presidente de la Asociación Unidos por los
Desaparecidos en Baja California. Desde el secuestro de mi hijo en el 2007 he
llevado a cabo la investigación de su desaparición. Al día de hoy, si se ha
avanzado algo es por la presión que he ejercido, junto con otros 30 padres de
familia, para que se averigüe el paradero de nuestros hijos. A raíz de este
evento me he hecho más fuerte, hoy en día no me considero una víctima, porque a
las víctimas las ven como ‘pobrecitos’. Ha sido una lucha intensa de casi siete
años, que si bien ha tenido avances, como el hecho de que sus captores estén
encarcelados; también me he visto frenado ante su silencio, ya que no han
confesado qué hicieron con él.
Con el paso de los años
y conociendo la estructura del crimen organizado y del gobierno, sé que será
muy difícil encontrar a mi hijo vivo. Ya no me asusta nada, no sé si
psicológicamente eso esté bien o mal, pero este valor me ha ayudado a enfrentar
a los funcionarios y decirles qué hacer. Creo que incluso les he dado lecciones
sobre cómo hacer las cosas, por ello nos constituimos legalmente.
En nuestra Asociación,
realizamos viajes para buscar desaparecidos, nuestra fundación no recibe ni un
solo centavo de las víctimas, tenemos gente muy pobre que no tiene dinero ni
para el camión. Nosotros enseñamos a la gente a usar el internet; actualmente
contamos con una página de Facebook y por ahí nos comunicamos con muchas
personas. He vivido varios años como activista y considero que hay diferentes
tipos de activistas: los de escritorio, los que documentan casos y los que van
al campo de batalla. Mi lema es: ‘si la autoridad no lo hace, lo vamos a hacer
nosotros‘.
Hemos enfrentado
críticas de la sociedad como: ‘¿para qué toman casos de personas que no saben
si tienen vínculos con el crimen organizado?’. Nosotros, por el contrario,
creemos que las personas son inocentes hasta que se demuestre lo contrario. Lo
primero que hacemos es acompañar a los familiares de los desaparecidos a la
Procuraduría de Justicia del Estado, allí nos conocen y nos respetan por el
trabajo que hemos hecho. Los casos que tratamos con mayor frecuencia son
secuestros; en algunas ocasiones, hemos participado en negociaciones con el
crimen organizado porque los familiares no quieren hablar con la autoridad,
aunque claramente nosotros no somos investigadores.
Un día me llegó un
paquete anónimo que decía ‘espero le pueda servir’, era la averiguación previa
de Santiago Meza –el Pozolero. En el documento había registros de lugares que
no fueron revisados por la autoridad. En ese caso, en compañía de un amigo
visité varios predios. La cuarta vez encontramos restos humanos, ¿no que los
perros están muy bien entrenados? Uno de los lugares donde encontramos la mayor
cantidad de restos humanos, me lo donó el dueño. En esa ocasión, buscábamos
recursos para crear un memorial, con árboles, agua, un salón multiusos con
retratos para que se les pudieran llevar flores, proponíamos un lugar de
encuentro.
En 2008 recibí varias
amenazas, cuando caminaba por el centro me llegaban mensajes que decían: ‘te
estoy vigilando, cuídate porque sigues tú’. En ese momento creamos la Red de
protección social, grupo con el que hemos organizado plantones de hasta 30 días
viviendo a la intemperie.
Hay dos momentos muy
fuertes para alguien que está buscando a su hijo: el día de su cumpleaños y la
navidad. No puedo cambiar lo que le pasó a mi hijo pero sí puedo ayudar a mucha
gente a que no padezca lo que soporté al recurrir al Ministerio Público.
No busco el
reconocimiento sin embargo, constituye una gran satisfacción para mí poder
recuperar un cuerpo y ponerlo a disposición de su familia y de las autoridades.
La defensa de los Derechos Humanos es mi principal actividad, presionar a las
autoridades a que realicen su trabajo será mi primordial objetivo hasta que
Dios me quite la vida. Esa fue la promesa que le hice a mi hijo hasta
encontrarlo. Tengo fe en que va a suceder, no llevo prisa.”