La vigilancia masiva
por parte de Estados Unidos del uso de Internet y del teléfono indigna a la
opinión pública mundial, ha declarado Amnistía Internacional, que dio a conocer
los resultados de una importante encuesta de opinión con motivo del lanzamiento
de su campaña mundial #DejenDeSeguirme.
Según el estudio, en
el que participaron 15.000 personas de 13 países de todos los continentes, el
71% de los encuestados rechaza rotundamente el control por Estados Unidos del
uso de Internet. Por otra parte, casi dos tercios afirman que quieren que las
empresas de tecnología —como Google, Microsoft y Yahoo— protejan sus
comunicaciones para impedir el acceso del gobierno.
“Estados Unidos
debería ver esta encuesta como una advertencia de que la vigilancia está perjudicando
su credibilidad. El presidente Obama debería escuchar la voz de los ciudadanos
de todo el mundo y dejar de usar Internet como una herramienta para recoger
datos masivos sobre la vida privada de las personas”, afirmó Salil Shetty,
secretario general de Amnistía Internacional.
“La tecnología actual
da a los gobiernos un poder sin precedentes para observar lo que hacemos en
Internet. Necesitamos un mecanismo independiente que vigile a los vigilantes
para que no haya abusos de poder. Pero hoy son pocas las leyes, si es que las
hay, que protegen realmente nuestro derecho humano a la intimidad frente a la
vigilancia masiva indiscriminada. De hecho, hay más países estudiando leyes que
confieran mayores poderes de vigilancia a expensas de los derechos de las personas.”
En junio de 2013,
Edward Snowden reveló que la Agencia Nacional de Seguridad estadounidense
estaba autorizada para vigilar el uso del teléfono y de Internet en 193 países
del mundo. En una representación de las capacidades de vigilancia de la agencia,
se reveló que ésta recogía 5.000 millones de registros de ubicación de
teléfonos móviles al día y 42.000 millones de registros de Internet —incluidos
correos electrónicos e historiales de navegación— al mes.
La mayor oposición a
la vigilancia masiva de Estados Unidos, en Brasil y Alemania
La mayor oposición a
la interceptación, almacenamiento y análisis por Estados Unidos del uso de
Internet procedía de Brasil (80 por ciento en contra) y Alemania (81 por
ciento).
Tras las revelaciones
de Snowden, la indignación pública fue generalizada en estos dos países cuando
se reveló que Estados Unidos había vigilado incluso las llamadas telefónicas de
la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, y de la canciller alemana Angela
Merkel.
Incluso en el país
con menor oposición, Francia, la mayoría de los encuestados rechazaba la
vigilancia estadounidense (el 56 por ciento). La encuesta se realizó después
del atentado contra Charlie Hebdo.
Aliados clave de
Estados Unidos se oponen también a la vigilancia
Estados Unidos comparte
los frutos de su programa de vigilancia masiva con Australia, Canadá, Nueva
Zelanda y Reino Unido, países con los que forma la Alianza de los Cinco Ojos.
Incluso en estos países, el porcentaje de personas que se oponen a la
vigilancia estadounidense (70 por ciento) es más de tres veces superior al de
quienes la apoyan (17 por ciento).
“El mensaje es claro:
ni siquiera los ciudadanos de los países aliados más próximos de Estados Unidos
quieren que los gobiernos registren su uso de Internet. Reino Unido y los otros
países de los Cinco Ojos deberían ser sinceros con su propia ciudadanía sobre
cómo están compartiendo el botín de la vigilancia: nuestros datos personales”,
declaró Salil Shetty.
Las empresas de
tecnología, bajo presión para que favorezcan el derecho a la intimidad y no lo
obstaculicen
Las personas
encuestadas que creen que las empresas de tecnología —como Google, Microsoft y
Yahoo— tienen la obligación de ayudarles a proteger su información personal
frente a los gobiernos (60 por ciento) son más que las que están de acuerdo en
que estas empresas faciliten a las autoridades el acceso a los datos (26 por
ciento).
En 2013, unos
archivos filtrados de la ANS revelaron que las empresas de tecnología habían
colaborado con las autoridades estadounidenses para facilitar la vigilancia del
uso de sus aplicaciones, como el correo electrónico y las plataformas de medios
sociales.
“Las empresas de
tecnología tienen que tomar una decisión sobre el futuro de Internet. ¿Debe ser
un lugar de expresión o de represión? Pueden pedir a sus usuarios que dejen su
derecho a la intimidad en la puerta cuando se conecten o darles el control
sobre sus datos personales”, dijo Salil Shetty.
La vigilancia en el
propio país
En los 13 países en
los que se hizo la encuesta, la gente rechazaba que su propio gobierno
interceptara, almacenara y analizara su uso del teléfono y de Internet. Por
término medio, había el doble de encuestados contrarios a la vigilancia por
parte de su gobierno (59 por ciento) que de encuestados a favor (26 por
ciento).
Quienes más se
oponían a la vigilancia masiva por parte de su propio gobierno eran, de nuevo,
los encuestados de Brasil (65 por ciento) y Alemania (69 por ciento). España,
donde las informaciones de que la ANS había intervenido 60 millones de llamadas
telefónicas españolas fueron recibidas con indignación en 2013, también estaba
entre los primeros países contrarios (67 por ciento).
La mayoría de los
ciudadanos estadounidenses encuestados (63 por ciento) estaba en contra del
programa de vigilancia de su gobierno y sólo el 20 por ciento estaba a favor.
“La gente quiere que
la sigan sus amigos, no sus gobiernos. Nadie quiere vivir sometido al
escrutinio constante de un sistema de vigilancia tipo ‘gran hermano’”, dijo
Salil Shetty.
¿El enemigo en casa?
Las actitudes hacia
la vigilancia son significativamente diferentes cuando se trata de personas
extranjeras. En los 13 países objeto de la encuesta, un porcentaje ligeramente
superior de personas (43 por ciento) aprobaba que sus gobiernos vigilaran el
uso del teléfono y de Internet en su país por los extranjeros, frente al 40 por
ciento que lo rechazaba.
Francia y Reino Unido
encabezan la lista de países a favor de vigilar a los extranjeros en su país, y
el porcentaje de quienes lo aprueban (el 54 y el 55 por ciento,
respectivamente) duplica al de quienes se oponen (el 27 y el 26 por ciento).
Igualmente, la mitad
de los ciudadanos estadounidenses pensaba que su gobierno debía vigilar el uso
de Internet y del teléfono de los extranjeros en Estados Unidos, a lo que sólo
se oponía el 30 por ciento.
“El hecho de que las
personas estén más dispuestas a aceptar que su gobierno siga a los extranjeros
que a ellas mismas podría ilustrar el clima de miedo creado para justificar la
vigilancia. Los gobiernos deben abordar la xenofobia y admitir que sacrificar
los derechos humanos no traerá más seguridad”, concluyó Salil Shetty.
Amnistía
Internacional ya ha adoptado acciones legales contra los gobiernos de Estados
Unidos y Reino Unido para frenar la vigilancia masiva indiscriminada. La
organización presenta hoy su nueva campaña #DejenDeSeguirme, en la que pide a
los gobiernos que sometan la vigilancia masiva a supervisión y transparencia.
Amnistia.org. México,
Distrito Federal, 26/03/15