Reducir la desigualdad en el mundo, tanto y
dentro fuera de los países, es uno de los diecisiete objetivos que persigue la
Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, el programa de las Naciones Unidas
que busca un futuro mejor y más sostenible para todas las personas. Sin
embargo, la inequidad sigue creciendo sin parar: ¿qué podemos hacer para
evitarla?
La
desigualdad es un desequilibrio arraigado. El Secretario General de la ONU,
António Guterres, trató recientemente este tema durante una rueda de prensa en
Nueva York en la que aseguró que la
marca más vendida hoy en día es el miedo y que ello se debe a la desigualdad y
la marginación de millones de personas.
Otro punto
de vista sobre el mismo tema es el que nos ofrece la directora ejecutiva del
Pacto Mundial de las Naciones Unidas, Lise Kingo, quien respalda los esfuerzos
del sector privado para hacer negocios de manera responsable, cuando escribió
en su boletín anual que durante 2018 vimos como “un pequeño grupo de individuos
se está enriqueciendo exponencialmente a medida que miles de millones se quedan
atrás en la pobreza".
Al debate
se sumó Richard Kozul-Wright, director de la División de Globalización y
Estrategias de Desarrollo en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre
Comercio y Desarrollo quien manifestó que las altas tasas de empleo en muchas
economías ocultan el hecho de que los salarios y las condiciones de trabajo no
están mejorando y que, aunque los salarios han estado estancados durante una
década, los dividendos de las acciones se han ido recuperando, beneficiando a
los titulares de activos financieros.
Sus
observaciones se produjeron tras el lanzamiento en enero del informe Situación
y Perspectivas de la Economía Mundial (WESP) de 2019, que mostró un crecimiento
desigual (tanto entre los países como dentro de ellos) que a menudo no llega a
donde más se necesita.
En cuanto a
la región, un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe
publicado en enero indica que durante el año 2017 el 30,2% de la población,
alrededor de 184 millones, vivía en condiciones de pobreza, en tanto que un
10,2%, unos 62 millones, se encontraba en condiciones de pobreza extrema, el
porcentaje más alto desde el año 2008. El informe también destaca que desde el
inicio del siglo XXI disminuyó notablemente la desigualdad de los ingresos en
la región.
Centro de
Noticias ONU.org. Naciones Unidas, 08/02/2019