TE GUSTARÍA COLABORAR EN EL BLOG DE CULTURA DE PAZ COMO VOLUNTARIO?

TE GUSTARÍA COLABORAR EN EL BLOG DE CULTURA DE PAZ COMO VOLUNTARIO?
Correo electrónico de Cultura de Paz Monterrey: drjosebenitoperezsauceda@gmail.com
Mostrando entradas con la etiqueta #HazQueSeVean. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta #HazQueSeVean. Mostrar todas las entradas

1416. Defensores de los Derechos Humanos: Janet Figueroa Sánchez, defensora por la Justicia y la Verdad, Xalapa, Veracruz

Janet Figueroa es hija de Joaquín Figueroa, ejecutado extrajudicialmente junto a compañeros de trabajo por miembros de las Fuerzas Armadas en 2011. En su reclamo por la justicia, por su padre y para los familiares de otros ejecutados de este caso, encontró compadrazgos, corrupción y hostigamiento por parte de las autoridades del estado de Veracruz. La defensora tuvo que desplazarse dentro del país para mantener su seguridad.
“Mi nombre es Janet Figueroa Sánchez, soy originaria de la Ciudad de Xalapa. Mi papá, Joaquín Figueroa Vázquez, era mecánico, se dedicó cerca de 30 años a componer maquinaria pesada. Él fue ejecutado extrajudicialmente el 17 de junio del 2011 en un operativo denominado “Conago 1”, en el que el gobernador del estado, Javier Duarte, respondió a la iniciativa del presidente Felipe Calderón para combatir a la delincuencia organizada.
Los medios decían que el operativo había sido exitoso, que 11 sicarios habían mordido el polvo. Por todos lados se decía que los sicarios habían abierto fuego en contra de las fuerzas del orden y que ellos habían respondido, Nada de esto era cierto, la realidad era que habían modificado la escena del crimen, les habían sembrado armas.
Fue un shock enterarnos de la muerte de mi papá en esas  condiciones, sobre todo, porque lo estigmatizaron como delincuente. Decidimos denunciar el homicidio, estábamos profundamente dolidos, indignados.
Nos dedicamos a buscar todos los datos posibles, aunque esa investigación no tuvo muchos frutos, pues la gente tenía muchísimo temor a hablar. Decidimos ir a la procuraduría de justicia del estado a interponer una denuncia por homicidio, fue un proceso muy largo, era ir en contra de lo que el gobierno decía. Fuimos a la CNDH a interponer una queja porque habían participado fuerzas federales. A partir de ese día, empezamos a recibir amenazas y hostigamientos.
El procurador nos mandó decir que podíamos pedir lo que nosotros quisiéramos, incluso dinero, con la única condición de que dejáramos las cosas como estaban. Que no continuáramos con la denuncia penal ni con la queja en CNDH y que con eso nos iban a entregar lo que quisiéramos.
En algún momento nos ofrecieron quinientos mil pesos, pero no los aceptamos. Una de las periodistas, Regina Martínez, que atendió nuestro caso y lo publicó tal cual era, fue asesinada. A partir de eso y del constante hostigamiento, debimos dejar nuestra ciudad por seguridad, para continuar el proceso en otro lugar.
Nosotros decidimos continuar con el proceso a pesar del miedo que tenemos, y para eso, necesitamos estar vivos. Las autoridades le apuestan a nuestro cansancio, las instituciones tienen un absoluto desconocimiento de lo que son los derechos humanos.
Fue muy complicado asimilar que era defensora de derechos humanos, no es algo que elegí, se hace porque se tiene que hacer, me tocó hacerlo a mí. Tampoco es que fuera el sueño de mi vida. Asesinan a gente inocente y entonces a ti te toca salir de frente y denunciarlo, es difícil disfrutarlo cuando te lo imponen, cuando no es algo que tú decidiste, pero bueno, se tiene que hacer y se hace.”
HazQueSeVean.org. 14/09/15

1383. Inician muestra sobre activistas Pro Derechos Humanos

Dentro de la campaña #HazQueSeVean, fue inaugurada la exposición fotográfica sobre los y las defensores de derechos humanos, donde diversas organizaciones de la sociedad civil denunciaron un clima de hostigamiento, ataques y amenazas que existe en contra de las personas que realizan esta labor.
Montada en el Museo de la Memoria Indómita, en la calle de Regina 66, en el Centro Histórico, la exposición fotográfica, como la misma campaña, busca difundir el trabajo  de 40 defensores de derechos humanos de los estados de Guerrero, Oaxaca, Baja California y Distrito Federal, cuyas vidas e integridad física están en riesgo debido a la violencia y crimen en México.
Axel García, del proyecto de Protección a Personas Defensoras de la Comisión Mexicana de Promoción y Defensa de Derechos Humanos (CMDPDH), explicó que esta campaña se concibió con el objetivo de visibilizar la labor que realizan las y los defensores en el país y el difícil contexto de riesgo que viven y obtener así cobertura para su protección, en la idea de que mientras más se visibilicen y conozcan en la sociedad, el perpetrador lo pensará dos veces ante de ejecutar una agresión.
A excepción del padre Alejandro Solalinde, reconocido defensor de los migrantes centroamericanos que transitan por México para llegar a los Estados Unidos, el resto de los defensores cuyas vidas y acciones son difundidas en la campaña, no son tan conocidos.
Los 40 casos que se difunden representan también una amplia diversidad de temas en que trabajan las y los defensores en México. Así, hay quienes trabajan en favor de los derechos de los pueblos indígenas, migrantes, mujeres, población LGBTTTI, personas desaparecidas, aquellas que fueron ejecutadas extrajudicialmente, el derecho al medio ambiente, a la tierra y al territorio, o la libertad de expresión.
Pero también hay una enorme diversidad en su origen y profesión. De esta forma, en estos activistas se encuentran jubilados; reporteros; religiosas; profesionistas; abogadas; feministas; madres, hermanos e hijas de personas víctimas de desaparición forzada, trabajadores, pero todas y todos los defensores gente común, cuyo compromiso les ha puesto en riesgo.
En el acto inaugural, Atziri Avila, de la Red Nacional de Defensoras de Derechos Humanos en México (RNDDHM), denunció que el gobierno, lejos de considerar a estas personas y organizaciones de derechos humanos como verdaderas aliadas en las mejores causas sociales, son hostigadas y amenazadas, viéndolas como instancias dedicadas exclusivamente que “molestan su quehacer público”.
La exposición fotográfica estará hasta el 13 de septiembre en dicho Museo.
José Antonio Román. Jornada.unam.mx. 21/08/15

1340. Defensores de los Derechos Humanos: Fernando Ocegueda Flores, Presidente de la Asociación Unidos por los Desaparecidos, Tijuana, Baja California

Fernando Ocegueda Flores,
Presidente de la Asociación Unidos por los Desaparecidos, Tijuana, Baja California
Fernando Ocegueda se dedica a la búsqueda de justicia y de la verdad en la desaparición de cientos de personas en el estado de Baja California. Sufrió varias amenazas de muerte e intimidaciones por investigar la desaparición de su hijo que ocurrió en 2007: Armadas, 20 personas allanaron su casa para llevárselo por la fuerza. Nada se sabe de su hijo desde entonces.
“Mi nombre es Fernando Ocegueda, actualmente soy el presidente de la Asociación Unidos por los Desaparecidos en Baja California. Desde el secuestro de mi hijo en el 2007 he llevado a cabo la investigación de su desaparición. Al día de hoy, si se ha avanzado algo es por la presión que he ejercido, junto con otros 30 padres de familia, para que se averigüe el paradero de nuestros hijos. A raíz de este evento me he hecho más fuerte, hoy en día no me considero una víctima, porque a las víctimas las ven como ‘pobrecitos’. Ha sido una lucha intensa de casi siete años, que si bien ha tenido avances, como el hecho de que sus captores estén encarcelados; también me he visto frenado ante su silencio, ya que no han confesado qué hicieron con él.
Con el paso de los años y conociendo la estructura del crimen organizado y del gobierno, sé que será muy difícil encontrar a mi hijo vivo. Ya no me asusta nada, no sé si psicológicamente eso esté bien o mal, pero este valor me ha ayudado a enfrentar a los funcionarios y decirles qué hacer. Creo que incluso les he dado lecciones sobre cómo hacer las cosas, por ello nos constituimos legalmente.
En nuestra Asociación, realizamos viajes para buscar desaparecidos, nuestra fundación no recibe ni un solo centavo de las víctimas, tenemos gente muy pobre que no tiene dinero ni para el camión. Nosotros enseñamos a la gente a usar el internet; actualmente contamos con una página de Facebook y por ahí nos comunicamos con muchas personas. He vivido varios años como activista y considero que hay diferentes tipos de activistas: los de escritorio, los que documentan casos y los que van al campo de batalla. Mi lema es: ‘si la autoridad no lo hace, lo vamos a hacer nosotros‘.
Hemos enfrentado críticas de la sociedad como: ‘¿para qué toman casos de personas que no saben si tienen vínculos con el crimen organizado?’. Nosotros, por el contrario, creemos que las personas son inocentes hasta que se demuestre lo contrario. Lo primero que hacemos es acompañar a los familiares de los desaparecidos a la Procuraduría de Justicia del Estado, allí nos conocen y nos respetan por el trabajo que hemos hecho. Los casos que tratamos con mayor frecuencia son secuestros; en algunas ocasiones, hemos participado en negociaciones con el crimen organizado porque los familiares no quieren hablar con la autoridad, aunque claramente nosotros no somos investigadores.
Un día me llegó un paquete anónimo que decía ‘espero le pueda servir’, era la averiguación previa de Santiago Meza –el Pozolero. En el documento había registros de lugares que no fueron revisados por la autoridad. En ese caso, en compañía de un amigo visité varios predios. La cuarta vez encontramos restos humanos, ¿no que los perros están muy bien entrenados? Uno de los lugares donde encontramos la mayor cantidad de restos humanos, me lo donó el dueño. En esa ocasión, buscábamos recursos para crear un memorial, con árboles, agua, un salón multiusos con retratos para que se les pudieran llevar flores, proponíamos un lugar de encuentro.
En 2008 recibí varias amenazas, cuando caminaba por el centro me llegaban mensajes que decían: ‘te estoy vigilando, cuídate porque sigues tú’. En ese momento creamos la Red de protección social, grupo con el que hemos organizado plantones de hasta 30 días viviendo a la intemperie.
Hay dos momentos muy fuertes para alguien que está buscando a su hijo: el día de su cumpleaños y la navidad. No puedo cambiar lo que le pasó a mi hijo pero sí puedo ayudar a mucha gente a que no padezca lo que soporté al recurrir al Ministerio Público.
No busco el reconocimiento sin embargo, constituye una gran satisfacción para mí poder recuperar un cuerpo y ponerlo a disposición de su familia y de las autoridades. La defensa de los Derechos Humanos es mi principal actividad, presionar a las autoridades a que realicen su trabajo será mi primordial objetivo hasta que Dios me quite la vida. Esa fue la promesa que le hice a mi hijo hasta encontrarlo. Tengo fe en que va a suceder, no llevo prisa.”

Apolonia Plácido: Defensora de los Derechos de las Mujeres Indígenas

Apolonia Plácido es defensora de los derechos de las mujeres indígenas en la región Costa Chica del estado de Guerrero. A través de su organización, la Casa de la Mujer Indígena Nellys Palomo Sánchez, se dedica a favorecer la promoción de la salud sexual y reproductiva, así como prevenir la violencia que sufren las mujeres indígenas en su región. Apolonia se encuentra bajo serias amenazas desde hace más de un año y es constantemente vigilada.
Soy de la comunidad de Buena Vista, municipio de San Luis Acatlán, Guerrero. Estoy en una organización de mujeres indígenas, donde estamos trabajando sobre el derecho a la salud sexual reproductiva, se llama Casa de la Mujer Indígena Nellys Palomo Sánchez. Ahí contamos con parteras, promotoras indígenas tlapanecas y mixtecas que hablan la lengua me’phaa y tun savi.
Las mujeres de las comunidades muchas veces no pueden expresarse en español, porque no fueron a la escuela, entonces se les acompaña para que tengan información. Ellas tienen miedo a estar cerca del hospital porque son analfabetas. En la organización hay una traductora que habla tun savi y las acompaña al hospital, gestiona cualquier cosa y también ayuda para que respeten la decisión de cómo atender el parto en el hospital: natural o con un doctor. La casa ha estado trabajando para que la mujer decida por sí misma, no que el doctor lo imponga, ni que la CAMI lo imponga, sino que tiene que ser decisión de ella. Estamos promoviendo también la medicina tradicional de la planta medicinal.
Desde el 2002 – 2003, empecé a apoyar a las mujeres desde que fui vocal de Oportunidades, ellas no se podían expresar cuando no les llegaba su apoyo completo o les llegaba incompleto, entonces iban conmigo, desde ahí empecé a hablar con la gente para explicarles. En 2005 pues me invitaron a un foro nacional que fue en San Luis Acatlán, en un municipio que era foco rojo porque había mucha muerte materna, entonces fue un encuentro nacional que fueron diputadas, diputados, desde nacional. Hicieron un foro y fue mucha gente de las secretarías de salud, desde nacional, estatal y local estuvieron y se discutió sobre ese tema.
Hay gente que ha intentado entrar a la casa, investigar quién es Apolonia… Las compañeras que se quedan de guardia siempre dicen “no sabemos de ella, ella está en su comunidad, allá no entra servicio, no hay teléfono, no hay comunicación”. Nunca le dicen que si me fui pa’ca, me fui pa’lla.
Todo lo que nos han amenazado, desde que empezó a operar la casa, no lo registramos; ése es un problema que tenemos y ese riesgo va para toda la organización porque han querido hacer levantón, no es mal sólo para mí, sino que va para todas. Tal vez porque estamos enfrentando problemas con los maridos, hemos acompañado mujeres también con demandas en el ministerio público, con el juzgado. Esto me ha afectado porque sentimos que no nos dejan avanzar mucho y no nos dejan estar organizadas y como que nos debilita una parte y nos afecta a la salud, porque a veces me preocupo y no puedo dormir de noche y el miedo…Entonces me digo “no va a pasar nada y no nos van a hacer nada, porque no estamos haciendo cosa mala, estamos haciendo el bien común para la sociedad”. También digo que si eso lo dejo y me voy porque me dio miedo y me amenazaron, pues no vamos a avanzar, es como un obstáculo que nos ponen.
Exigir un derecho de los pueblos originarios, cuando algo no está bien, cuando no es justo, uno tiene que hablar. Eso nos da ánimos. El estado tiene que dar la justicia equitativa y no las injusticias que pasan: que están matando a mujeres defensoras, a mujeres que hablan, a mujeres que luchan.
Nosotros como mujeres y hombres y niños y ancianos tenemos que estar unidos porque si el pueblo está dividido pues no vamos a hacer nada tampoco. Quienes estamos trabajando no somos pocas, somos muchísimas y si se une esa fuerza, es otra cosa.
Hazquesevean. 03/15


La lucha por ser dueñas de su cuerpo
Guerrero ocupa el primer lugar en muerte materna en México. También el segundo con mujeres al frente del hogar. Algunas de estas mujeres indígenas libran una batalla por el respeto al ejercicio pleno de su sexualidad. Comienza en territorio propio: su cuerpo. 
Ella posa sus manos sobre ese vientre voluptuoso y lo toca apenas. Palpa esa redondez y le traza una cruz que lo divide en cuatro, mientras murmura estas palabras: “Protégelos. Dales fuerza para su camino, que lleguen bien en su parto. Niño dame permiso de revisarte que todo esté bien".
Ella, Hermelinda Roque García, reza y posa sus manos como mariposas sobre el vientre de Sonia que espera a su segundo hijo. Sonia, acostada en una cama de la Casa de la Mujer Indígena Neli Palomo Sánchez, en San Luis Acatlán, en la costa chica de Guerrero, mira al techo y se deja tocar. Sus puños se aprietan a los lados. Este segundo embarazo inició con una amenaza de aborto y esta mañana de agosto, un dolor agudo en el abdomen la trajo aquí.
Aunque hay una clínica a pocas cuadras, Sonia prefiere estar con las suyas, se siente cómoda y cuidada.
Hermelinda Roque le toca el abdomen, hunde sus dedos, palpa al bebé y se da cuenta que lo tiene atravesado, casi en horizontal. Entonces hace un juego con sus manos como si fuera una maga y lo acuna en el vientre, mientras Inés Trinidad Rosario, su compañera, checa los signos vitales de Sonia.
Que Hermelinda  esté aquí atendiendo a otras mujeres no es casualidad. Se estrenó con su propio parto: una mañana estaba en casa cuando sintió unos dolores fuertes, se agarró de las cercas del corral y su hijo nació, lo envolvió en las enaguas, después recibió su placenta y así estuvo hasta que su cuñada llegó a auxiliarla. Con el cuarto le pasó lo mismo y para el quinto, pensó “es re fácil, yo puedo ser partera”.
Que Inés Trinidad esté aquí, tampoco es casualidad. Ella estuvo a punto de morir al final de su tercer embarazo porque en la sala de urgencias, la noche que llegó con dolores, los doctores le hicieron esperar más de tres horas. Quien no se salvó fue su tercer hijo, que murió en su vientre.
Desde la entraña
La Casa de la Mujer Indígena Neli Palomo Sánchez, donde trabajan Hermelinda Roque e Inés Trinidad, nació en el 2011 como una respuesta a la sentencia de muerte en que se convierte el embarazo para las indígenas de Guerrero. La entidad ocupa el primer lugar nacional con la mayor tasa de muerte materna, con 91.4 muertes por cada 100 mil nacidos vivos, cifra que duplica la tasa nacional, de 43.2, según datos del Observatorio de Mortalidad Maternal.
En este estado, el aumento en el acceso a servicios de salud en los últimos 10 años, al pasar de una cobertura del 21 a 54 por ciento de la población, según el Coneval, y por tanto, el aumento de partos atendidos por personal capacitado de 64 a 79 por ciento, no se tradujo en una disminución de la incidencia de muerte. Aumentó de 88.5 a 91.4, siendo uno de los siete estados con  incremento. El Observatorio de Mortalidad Materna contó desde el año 2002 al 2011, 716 mujeres muertas al dar a luz. Una de ellas pudo haber sido Inés Trinidad.
“A mí me pasó. Me llevaron a Urgencias, estaba embarazada de mi niño y murió. La de urgencias no me atendió, de luego los doctores se fueron a dormir, me dejaron solita y yo digo ¿por qué, si es urgencias?  Si es urgencia se supone que uno va porque urge que lo atiendan, que lo vean, que se salve la vida que tiene ahí adentro.
“Llegué con dolores y me dejaron dos horas esperando, yo le dije a la enfermera ‘oiga usted no sólo quiere matar a mi hijo, a mi también me quiere matar’ entonces fue a despertar a los doctores. En ese momento yo sentía la muerte para mi y para la criatura que llevaba a dentro. Reclamaba a Dios. Para mi fue mi hijo, a ellos no les interesó la vida humana que iba a perder porque no era su sangre, me dijeron que el niño nació enfermo. Por eso me decidí yo entrar aquí, porque a mi me trataron muy mal”.
La Casa de la Mujer es una construcción de tres cuartos para revisar a las embarazadas y atender el parto de manera tradicional: respetando la posición vertical, los tiempos de trabajo que pueden prolongarse por horas, los rituales que la familia quiera hacer con la placenta como enterrarla, dejarla ir en el río o colgarla en la cresta de un árbol para bendecir la vida del niño, a diferencia del hospital “donde la echan a la basura para burros o zopilotes”.
Coordinados por Apolonia Plácido, trabajan 15 personas entre promotores comunitarios y parteros —hay dos hombres— que, además de atender el nacimiento (desde 2011 han nacido alrededor de 180 niños), dan pláticas en escuelas y comunidades sobre la salud materna y los derechos sexuales de las mujeres. Por su trabajo, reciben un apoyo económico, simbólico, de 900 pesos al mes.
La casa funciona también como un espacio de reposo y cuidado cercano a la clínica de salud para aquellas que llevan un embarazo de alto riesgo y que son devueltas a sus casas, en las entrañas de la montaña, por la falta de espacios en el hospital.
Alrededor de la mesa de la Casa, Hermelinda Roque, Inés Trinidad y Apolonia Plácido tejen bordados para completar sus ingresos, mientras en la estufa burbujea el caldo de camarón que alimentará hoy a ellas y a quienes lleguen a revisión del embarazo. Sobre la mesa, junto a los hilos de colores, hay un periódico del día que publica palabras del secretario de Salud estatal: “En la primera mitad de año murieron 26 mujeres embarazadas”, dos más que el mismo periodo de 2013.
¿Por qué una mujer embarazada tiene tanto riesgo de morir en Guerrero? Una a una responde lo que, desde su experiencia, convierte en sentencia.
Hermelinda Roque: “A veces la mujer es necia y no quiere bajar al hospital
—¿Cómo que son necias? —le pregunto.
 —Ah, es que les da vergüenza que el doctor las abre mucho, a cada rato les revisan sus partes, las lastiman y no  quieren porque les meten dedo, tampoco les gusta que les quitan toda la ropa y las dejan así, de piernas abiertas, y todo mundo pasa. No gusta que obliguen a bañarse al llegar a consulta porque le dice que huelen feo; que les ponen anticonceptivos sin su permiso.
Inés Trinidad, añade: “Fuimos a atender a una mujer ardiendo de calentura y hombre se puso bien bravo, que si la veía el doctor, él ya no la iba a recibir, que se quedara con él. Celoso, pues. Hombres son bien opuestos, hay mucho machismo”.
Y Apolonia Plácido completa el panorama: “Porque no hay buenos caminos, porque el dinero para bajar a la clínica no alcanza, luego cuando baja las regresan a su comunidad porque se acabaron las fichas o tardan en atenderlas o no hay medicamento. Discriminan, no las ayudan, no les tienen paciencia porque no hablan español; médicos no son sensibles, les ponen el dispositivo a fuerza. Luego les dicen que se callen, ¿así gritaste cuando te agarraba tu marido? Y pues sí, uno grita, primero es gusto, luego susto (ahora las tres mujeres sueltan una carcajada cómplica ) Aunque uno sea triste y feo, no se vale que trate así. La muerte materna no es porque se le ocurrió morir, es una cadena de cosas: desnutrición, pobreza, la actitud de los médicos”.
Lina Rosa Berrio, integrante de Kinal Antzetik, organización no gubernamental que asesora a las mujeres de la casa, plantea un antecedente: primero hay que revisar cómo se producen los embarazos.
Suelen darse a muy temprana edad, consecutivos cada 1 o 2 años y con altos índices de desnutrición, que se traducirán en complicaciones para ellas y sus hijos, como bajo peso al nacer, anemia, menores condiciones para su desarrollo físico, motriz. La forma en que nazcan, dice, marcará la forma en que crezcan, y también, en que probablemente se convertirán en padres.
Por el  hecho de parir y nacer en Guerrero la esperanza de vida será 3 años menos que el resto del país y se desarrollará con múltiples carencias: el 70 por ciento en pobreza, el 40 por ciento sin recursos para comer, el 60 por ciento sin servicios básicos en su casa y el 46 por ciento sin acceso a servicios de salud, según Coneval.
Paradójicamente, agrega Lina Berrio, en esta falta de acceso a la salud se ha dado la hipermedicalización del parto que conlleva al abandono del conocimiento tradicional de las parteras, como Hermelinda e Inés, dejando a las mujeres entre dos fuegos.
¿Qué es ser mujer aquí? 
Además de ser el estado con el mayor índice de muerte materna en el país, Guerrero encabeza la tasa de letalidad por aborto, con 115 muertes por cada 100 mil egresos hospitalarios, una cifra dos veces y media mayor a la tasa nacional. Entre 2002 y 2010, en la entidad han muerto 43 mujeres por esta causa.
¿Qué nos dicen ambas cifras sobre la concepción que el Estado y la sociedad tienen de la mujer? Por un lado, no se respeta su derecho a decidir sobre su propio cuerpo, sobre querer o no querer tener hijos; por otro, cuando la mujer está embarazada no se le protege para ejercer su maternidad en condiciones de salud y respeto que le permitan tener un embarazo y un parto sano. Entonces,  ¿qué es ser mujer aquí?
Se trata, dice María Luisa Garfias, de un control del primer territorio de la mujer, su cuerpo. Ella pertenece al colectivo Nosotras y es miembro de la Red de Mujeres Indígenas que, como Inés, Hermelinda y Apolonia trabajan con sus propios medios por atender, ahí, donde el Estado no lo hace. Desde esas organizaciones se ha impulsado el derecho a una sexualidad sana.
“Para que las mujeres podamos ejercer nuestros derechos ciudadanos, lo primero que necesitamos es ser dueñas de nuestro cuerpo, nuestro territorio, nuestras decisiones. Si no defiendo mi cuerpo, mi territorio, ¿cómo puedo participar en salud, educación, política, economía?”, plantea Garfias.
Entonces trae a la memoria la historia de Adriana Manzanares Cayetano. La escena, según registraron los medios de comunicación, fue más o menos así: una mañana del 2006, en la comunidad El Camalote, Guerrero, las campanas del pueblo repiquetearon para llamar a los vecinos a juzgar a Adriana, acusada de aborto, producto de una infidelidad. Los 30 hombres miembros del comisariado ejidal, y otros vecinos, llegaron, rodearon a la mujer de 21 años a quien había acusado su propio padre, y a gritos y escupitajos le exigieron que revelara dónde enterró a su hijo y quién era el padre. En esta comunidad, tres décadas atrás, 14 indígenas fueron esterilizadas sin su consentimiento, por una brigada de salud estatal.
Primero en un juicio popular y después en uno judicial, Adriana fue acusada de infidelidad y de matar a su hijo. Fue sentenciada a 22 años de prisión. Organizaciones civiles tomaron su caso como bandera de la violencia estructural que opera alrededor de las mujeres, lo llevaron a la Suprema Corte de Justicia de la Nación y en enero de este 2014, luego de pasar 7 años presa, se ordenó su liberación. A todas luces la víctima había sido ella: se violaron sus derechos de defensa adecuada y debido proceso, al rendir declaración no hablaba español y fue presionada para auto incriminarse.
Alrededor de la vida de las mujeres operan muchas violencias que encasillan su vida, explica Lina Berrio: una violencia institucional, relacionada con la falta de garantía de sus derechos; violencia comunitaria, pues a diferencia de los hombres no tienen acceso a la tierra, ni a la toma de decisiones; violencia de inseguridad; violencia familiar que implica maltrato y un condicionamiento económico muy legitimado; violencia sexual, pues hay una vigilancia exagerada en torno a su cuerpo, hecha no sólo por hombres, también por otras mujeres como las suegras que se consideran con derecho para opinar sobre el embarazo o el uso de anticonceptivos.
Desde 2007 y hasta la fecha, las mujeres de Guerrero emprenden una batalla más: lograr la despenalización del aborto hasta la doceava semana de gestación, como ocurre en el Distrito Federal, además de garantizar la educación sexual en el nivel básico y el acceso a métodos anticonceptivos. Todo ello, explica María Luisa Garfias, como parte de un cobijo a los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.
Dueñas de su cuerpo
Hermelinda Tiburcio, al igual que la partera Hermelinda Roque, está en esta lucha porque las mujeres sean dueñas de su cuerpo.
Lo primero que uno identifica en Hermelinda Tiburcio es esa forma agreste de ser, de pocos amigos, que repele a quien se le presenta. Ni se diga de sus ojos, oscuros y penetrantes, cual dos balazos. Cuando uno la trata un poco más y observa esa cercanía y complicidad con las mujeres, piensa entonces que quizá esa aspereza es un traje metido a la  fuerza para ganarse el respeto de los hombres de las comunidades, ante quienes se planta para decirles que dejen de maltratar a sus esposas, de obligarlas a tener relaciones sexuales, de descuidarlas en el embarazo. Y si eso no funciona, entonces esa rudeza le servirá para llevarlos a los tribunales y aún más, aguantar  amenazas de muerte que recibe por ello.
En una región donde el cuerpo se relaciona con objeto, la sexualidad es sinónimo de vulgaridad y la mujer de pertenencia, el trabajo de estas mujeres es más difícil que arar entre rocas.
Esta mañana de agosto, Hermelinda Tiburcio está en la azotea de un hotel de Ometepec dirigiendo el taller “Platícale a mi marido”, que se le ocurrió luego de escuchar el auxilio de mujeres para hacerles entender a sus esposos lo que su violencia, tan interiorizada, les afectaba, como aquella que le preguntó alguna vez mientras le enseñaba la entrepierna con moretones de tanto golpe: “¿cómo le hago para que mi marido no me esté violando cada que él quiere?”; o la otra mujer que llegó “chancleada” por servirle tortillas frías a su pareja; o las beneficiarias del programa — hasta hace unas semanas se llamaba Oportunidades— en que se ponen inyecciones anticonceptivas a escondidas, para no embarazarse, por necedad del hombre y falta de protección —o presión según denunciaron mujeres en Metlatónoc el pasado 4 de septiembre del 2014— del programa federal.
En la terraza aún en obra negra, entre las mujeres sentadas en el piso para amainar el calor y los niños que juguetean con botellas o papeles, hay un par de hombres acunando a sus hijos entre brazos.
Todos escuchan atentos al equipo en turno, tres maridos que escribieron en cartulinas qué pasa con la familia cuando el esposo es alcohólico, ausente o violento. En muchos casos hablan de sus propias historias.
“A pesar de estar físicamente en casa, estoy ausente porque no me estoy involucrando en la educación de mi hijo, todo se lo dejo a mi esposa”, dice el más joven de apariencia.
“Muchas veces el hombre es discriminado, la mujer lo hace a un lado, aparte, agarran la delantera y no lo involucran”, interviene un hombre mayor para defender a su compañero.
“Pero es nuestra culpa que nos hacemos aparte, yo tengo que reconocer que ni sé cuando nacieron mis hijos”, reconoce también.
Guerrero, de nuevo encabeza otro de los rankings nacionales, se mete al segundo lugar con los hogares comandados por mujeres.
“Este es como un semillero, ponemos semilla, no sabemos si va a florecer o no”, dice Hermelinda Tiburcio. Florecer significa que luego de estas charlas los hombres motiven a sus compañeros a cambiar el trato y respetar a las mujeres.
Hermelinda Tiburcio sabe que contra el machismo se juega el primer round para ganar el territorio de la mujer, y no sólo como un “problema cultural” —hoy el argumento favorito de quienes tienen en sus manos el manejo de la política pública—, sino como un mal que germinó en las fértiles tierras del régimen político.
“No hay un programa que le diga a los hombres alto. Oportunidades exige a las mujeres llevar a los niños a la escuela y asistir a todos los talleres, a los hombres nada. Luego Procampo sólo entrega el dinero al hombre sin responsabilidad. Como los hombres son el gobierno, no hay un programa que le diga ‘a ver tú, ven acá’. Hay un machismo de un gobierno, desde quien hace la política”. De nuevo los ojos de Hermelinda, esos balazos, penetran certeros.
Las consecuecias
La defensa de su primer territorio les ha costado seguridad. Todas ellas, mujeres que desde sus trincheras abrazan a otras mujeres, enfrentan amenazas, falta de apoyo del gobierno y rechazo de la sociedad.
Su hogar es el primer lugar donde las enfrentaron. A Inés Trinidad, su esposo le reclamó que lo dejara una semana al mes para irse a la Casa de la Mujer a trabajar:  “¿Por qué vas a perder tiempo ayudando a mujeres? Sufro yo por comer aquí, me dejas sin comer y tu allá perdiendo el tiempo”. Y así pasó los días reclamando, hasta que una madrugada agarró sus cosas y se fue, “dejándola sola” con los 4 hijos.
Apolonia Plácido, que coordina la Casa de la Mujer Indígena, refiere que en dos ocasiones han entrado al espacio  para intimidarlas y obligarlas a que la cierren.
Una vez entraron a todos los cuartos para hacer sentir su presencia, y en otra ocasión, de madrugada se subieron por los techos a patear y gritarles groserías. Seis mujeres abandonaron el barco y otras tuvieron que tomar talleres contra el miedo, “para no traerlo metido en la cabeza”. Apolonia presiente que es una afrenta personal, pues por su activismo en las comunidades la tachan de “mala mujer”.
“Hay amenaza y también hay crítica —relata Apolonia—, yo estudié hasta sexto de primaria y hombre  tu hablas mucho de derecho, pero ni siquiera sabes en qué artículo está. Es importante seguir defendiendo los derechos para que hijos, nietos, bisnietos,  no vivan como una lo vivió. No podemos cambiar la vida de todas, pero que conozcan sus derechos y tomen decisión, que ya no sean las de antes, de que todo lo decide el marido. Ya no”.
A Hermelinda Tiburcio las amenazas la persiguen los últimos 5 años. En el 2009 comenzaron con llamadas telefónicas donde le decían groserías, en el 2012 llegaron a su casa y mataron a su perro y sus gallos. En julio del 2013 le balearon la camioneta, en enero de este 2014 llegó una amenaza a su casa. El Mecanismo de Defensores de la Secretaría de Gobernación, poco ha servido pues de 4 policías que tenían que cuidarla, solo queda uno. Ella cree que las amenazas son por las denuncias que ha puesto contra hombres violentos en la Costa Chica de Guerrero.
“Para mí la satisfacción de las mujeres vale todo. Hemos encontrado muchas mujeres que no encuentran apoyo más que nosotros. En 2012 los del gobierno me dijeron que me fuera del estado por mi seguridad, pero al mes me regresé.
“Lo primero que hacen con defensores es  que los sacan del país para que no estorben, y yo dije no, me apoyan o no, yo me regreso a mi casa”. Y aquí sigue Hermelinda Tiburcio. Desde entonces, sin importarle las amenazas.
A María Luisa Garfias la campaña por la despenalización del aborto le valió amenazas. En el 2012 ella y su compañera Silvia Castillo tuvieron que cerrar la oficina donde asesoraban legalmente a mujeres, que esperan abrir en estos meses; incluso Silvia debió abandonar Guerrero porque no pudieron —o quisieron— garantizar su seguridad. El 20 de junio del 2014 unas personas pusieron dos cartulinas de colores en casa de María Luisa donde la acusaban de delincuencia organizada y le insultaban así:  “Puta, perra, sidosa tienes atole en las venas”.
“Detrás de las amenazas está el que dejemos de estar hablando sobre el aborto, nos quieren callar —dice María Luisa— Porque reconocer el derecho al aborto es reconocer que las mujeres somos dueñas de nuestro cuerpo y, por lo tanto, de nuestras decisiones”.
En común 
Hay algo que todas ellas comparten. El trabajo que realizan, además de permitirles tomar rumbo con su organización, les permite repensar sus propias experiencias: la muerte del hijo de Inés Trinidad por negligencia de los médicos, la muerte del hijo de Apolonia Plácido por su embarazo adolescente, y las muertes de mujeres de la familia de Hermelinda Tiburcio, por partos mal atendidos.
“Lo que las tiene aquí es una experiencia personal que ellas quieren transformar para las siguientes mujeres. El trabajo que hacen les ayuda a dar un nuevo significado a sus experiencias y a saber que no son ineludibles, que se pueden cambiar en ellas y en las mujeres a su cargo”, dice  la promotora Lina Berrio.
Este encuentro de complicidades posibilita que espacios como la Casa de la Mujer Indígena Neli Palomo Sánchez, en San Luis Acatlán, a cargo de Apolonia Plácido, el despacho de asesoría jurídica en Chilpancingo, bajo el mando de María Luisa Garfias y Silvia Castillo, y los talleres en distintas comunidades de la Costa Chica que comanda Hermelinda Tiburcio, defiendan los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, mientras el Estado sigue ausente, omiso.
“Mi abuela murió de parto, mi tía murió de parto. Me he enfocado en trabajar el tema porque es la esencia del ser humano. Si no hay existencia,  ¿de qué sirve tener alcantarillado, de que sirve tener carretera? Es la esencia del ser”, dice Hermelinda Tiburcio.
La batalla que estas mujeres emprendieron comenzó en su propio territorio, su cuerpo.
(Este trabajo se realizó con el apoyo de la Red de Periodistas de a Pie, en colaboración con la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derecho Humanos A.C. (CMDPDH), como parte del proyecto de protección de los defensores de derechos humanos financiado por la Comisión Europea. El contenido no refleja la posición de la UE.)
Daniela Rea. Reportera independiente. Obtuvo el premio de periodismo “Género y Justicia” 2013 que otorga la Suprema Corte de Justicia de la Nación, por el reportaje “A Érika la mató la indiferencia”.
Daniela Rea. Domingoeluniversal.mx. Sab Acatlán, Guerrero. 05/ 10/14 
http://www.domingoeluniversal.mx/historias/detalle/La+lucha+por+ser+due%C3%B1as+de+su+cuerpo-2894

Saúl Torres Barbosa: Defensor del Medio Ambiente

Saúl Torres Barbosa, defensor del medio ambiente, Comité pro Defensa Parque Benito Juárez, Tijuana, Baja California.
El Comité con el que participa obtuvo el apoyo de varios diputados e interpuso una solicitud de amparo para impedir que siguiera el proyecto. A pesar de esto, se iniciaron las obras de construcción en septiembre de 2013. Al protestar en la zona, él y su compañero Eliseo Sandoval fueron desalojados de manera violenta.
Nací en Guadalajara, Jalisco, pero desde el año de 1981 la ciudad de Tijuana me adoptó. Trabajé 18 años en Estados Unidos como obrero en una fábrica hasta que sufrí un accidente de trabajo.
Comencé a preocuparme por cosas que suceden en la comunidad y en las playas; preocuparme por los demás, no sólo por mi familia y más allá de las cuatro paredes que son mi hogar. Empecé a conocer gente, participar con ellos y asumir ciertas responsabilidades; entender con cada proyecto y cada comisión que se me asignaba, lo que estaba pasando. Así es como uno entiende que detrás de cada manifestación o denuncia no sólo se encuentra la inconformidad de la gente, sino un problema mucho mayor, que es la corrupción de las autoridades, y confrontarse con ellos es una batalla larga y desgastante.
Me fui involucrando cada vez más y mis actividades fueron creciendo. No sólo era trabajar con los problemas que tenemos en la colonia sino que me fui más allá, a defender los espacios públicos, medio ambiente, la ecología y el patrimonio cultural.  De pronto vez que hay proyectos y obras que están violentando leyes o nuestros propios derechos establecidos en la Constitución, entonces ya no basta con ir ante autoridades municipales o estatales, tienes que ir hasta con el gobierno federal.
Iniciamos como personas agrupadas con la comunidad, haciendo invitaciones para defender el parque Benito Juárez. Este movimiento sentó un precedente porque descubrimos que el gobierno estatal había elaborado una ley de asociaciones públicas privadas, precisamente para apropiarse de esos bienes públicos (como el parque), para dárselo a la iniciativa privada. Con esa nueva ley le quitan al pueblo lo que es suyo para beneficiarse y además financiar sus obras con nuestros impuestos.
Formamos dos asociaciones civiles, la primera para defender el parque Benito Juárez, en ella buscamos la defensa del medio ambiente y la ecología. Así fue como la gente empezó a simpatizar y agruparse con nosotros, con el propósito de defender el parque, el medio ambiente. Después tuvimos que ampliar el objeto social, para defender el patrimonio cultural público, pues detectamos que la autoridad municipal se apropiaba predios, destruía monumentos históricos para hacer proyectos que no siempre benefician a la gente.
Pese a que la defensa del parque Benito Juárez no nos favorece, nosotros seguimos buscando que nos escuchen para que no construyan ahí un centro comercial. Hemos comenzado a tocar las puertas incluso de instancias internacionales. Logramos parar proyectos en donde descubrimos que querían reconstruir el centro histórico, sin trabajo alguno de conservación, además encontramos que estaban en juego intereses de empresas extranjeras y los gobernantes.
La labor de defensa se ha convertido más en una carrera de resistencia, en esta lucha incluso el arzobispo intentó desprestigiarnos y me han robado tres vehículos. Una administración dura tres años, viene la nueva administración o el cambio de gobernador, y es más difícil fincar responsabilidades por lo que no hizo una administración pasada.  No sabemos cuánto tiempo va a pasar, saben como hacer que el proceso sea muy largo, agotar instancias nacionales, seguir a nivel internacional, y así ir alargando aún más, para entonces los responsables no estarán aquí.
En mi caso he tenido apoyo de un círculo muy reducido de personas, de la familia no, en el matrimonio nos conocimos siendo otros y de pronto el hecho de que defienda estas causas hace que me vean como si fuera otro. Pero así estaré hasta que me muera, no voy que claudicar yo tengo esa fuerza.

Haz que se vean: Defensores de los Derechos Humanos

En México, hay gente como tú que lucha cada día por defender los derechos humanos sin recibir nada a cambio. Sin embargo, su importante labor no es reconocida. 
La Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, a través de la campaña #HazQueSeVean, presenta 40 casos que ejemplifican la defensa de los derechos humanos en México. Cada semana, daremos a conocer la historia de un nuevo defensor o defensora.
Apoya con tus mensajes la indispensable labor de las personas defensoras de derechos humanos. Conoce sus historias y comparte los videos y las postales de cada nuevo caso en las redes sociales. Ayúdalos a ser más visibles y a que puedan continuar su trabajo sin riesgo.
#HazQueSeVean

Revista Conexión Social

Universidad Autónoma de Zacatecas presenta: Panel sobre el Día Internacional de la Paz

Consejo de Valores Nuevo León y Cultura de Paz y No Violencia Monterrey

Cultura de Paz y Mediación de José Benito Pérez Sauceda

Cultura de Paz y Mediación de José Benito Pérez Sauceda
Pídelo al 01 81 2115 0135

Cultura de Paz y No Violencia Monterrey

Cultura de Paz y No Violencia Monterrey

Cultura de Paz y No Violencia Monterrey. Juntos, Podemos hacer la Paz, Podemos Ser la Paz. Creador/Coordinador: José Benito Pérez Sauceda; *Pintura de la cabecera: Pérez Ruiz.
Cultura de Paz y No Violencia Monterrey desde 2010.

Llamado

Llamado

Cultura de Paz Monterrey en tus redes sociales.

Cultura de Paz Monterrey en tus redes sociales.
Cultura de Paz Monterrey Twitter: https://twitter.com/CulturadePazMty y Cultura de Paz Monterrey Facebook: https://www.facebook.com/culturadepazmonterrey/

Participa en la sección "Opinión"

Cultura de Paz Monterrey

Cultura de Paz Monterrey