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1087. Kailash Satyarthi, Nobel de la Paz 2014

Kailash Satyarthi: una vida dedicada a luchar contra la explotación infantil en India
Preside la Marcha Global contra el Trabajo Infantil
En 1998, la ONG reunió a siete millones de personas
Kailash Satyarthi, premiado con el premio Nobel de la paz 2014, es un activista que se ha puesto a la cabeza del movimiento para acabar con el trabajo infantil.
Satyarthi es el presidente y el rostro más conocido de la Marcha Global contra el Trabajo Infantil (www.globalmarch.org), que organiza manifestaciones para denunciar el trabajo en condiciones de semiesclavitud de los niños indios en las fábricas. La ONG ha liberado ya del trabajo forzado a unos 80.000 niños.
Su trabajo ha sido señalado con numerosas distinciones como el español Galardón Internacional Alfonso Comin en 2008, el Premio Internacional de Derechos Humanos Robert F. Kennedy de Estados Unidos, o el Premio Internacional Derechos Humanos Fredric Ebert de Alemania, entre otros.
Junto a su activismo en pro de la educación de los menores, su condición de ciudadano indio de religión hindú ha sido otra de las características valoradas por la Academia Sueca para concederle el galardón junto a a Malala , paquistaní y musulmana.
India y Pakistán están enfrentados y han sostenido varias guerras desde la independencia de ambos estados, en 1947.
Resistencia civil contra la explotación infantil
Satyarthi abandonó su carrera como ingeniero eléctrico a los 26 años para luchar contra el trabajo infantil en la década de los ochenta.
"Recuerdo que cuando comencé a luchar en contra de la explotación infantil hace unos 20 años la cifra global alcanzaba los 250 millones de niños y ha bajado hasta los 168 millones", declaró en una reciente entrevista a Efe. Su país, la India, es el país con mayor incidencia, con 50 millones de niños trabajadores.
En 1983 fundó la ONG Bachpan Bachao Andolan (BBA, Movimiento para Salvar la Infancia) y en 1998 lideró una movilización civil que reunió a cerca de 7,2 millones de personas y que dio lugar al nacimiento de Marcha Global.
La organización trabaja en tres frentes. En primer lugar, lleva a cabo redadas en talleres y fábricas donde se usa mano de obra esclava infantil, en ocasiones sin informar a la Policía del lugar concreto para evitar que alerten a los criminales.
En otras ocasiones, la ONG ayuda a pagar la deuda de los padres para que no tengan que obligar a los hijos a trabajar.
Después, su organización intenta que los menores lleven una nueva vida y les forma para que a su vez se conviertan en activistas por los derechos de la infancia.
Por último, Satyarthi intenta concienciar a los consumidores tanto en India como en el resto del mundo para que no consuman productos fabricados con el trabajo de menores. La etiqueta "Rugmark" certifica que las alfombras indias que se venden en el extranjero no han sido fabricadas con mano de obra infantil.
Crecimiento económico sin explotación infantil
"El crecimiento y la economía de mercado no pueden prosperar dando la mano a la esclavitud y el tráfico infantil. No puedes hacer este mundo mejor, más pacífico y apto para vivir teniendo el peso de la esclavitud infantil no en tu espalda, sino en tu cara", ha declarado el ahora premio nobel.
Cuando Narendra Modi, que en su infancia trabajó vendiendo té, fue elegido primer ministro de la India en mayo, Satyarthi dijo en su Twitter: "Un niño vendedor de té desafía a sus detractores y se convierte en el mandatario de la India. Ahora es su papel asegurarse de que ningún niño es forzado a trabajar".
Rtve.es 10/10/14

Kailash Satyarthi y su lucha por los derechos de los niños
Este viernes Satyarthi recibió el Premio Nobel de la Paz por su labor contra la explotación infantil.
Kailash Satyarthi fue galardonado este viernes con el Premio Nobel de la Paz 2014 junto a la paquistaní Malala Yousafzai. Satyarthi nació el 11 de enero de 1954 en Vidisha, Madhya Pradesh en la India.
Ingeniero de profesión y profesor en una universidad de Bhopal, en 1980 renunció a su carrera docente para asumir la secretaría general del Frente de Liberación del Trabajo en Servidumbre.
En 1983 fundó el Movimiento para salvar la Infancia (Bachpan Bachao Andolan), una movilización que reunió a 7,2 millones de personas y gestó el nacimiento de Marcha Mundial contra el Trabajo Infantil (Global March Against Child Labor), que organiza manifestaciones para denunciar el trabajo de los niños en condiciones de esclavitud en fábricas. Esta ONG ya ha liberado a 80 mil infantes del trabajo forzado.
“Le doy las gracias al comité Nobel por este reconocimiento del sufrimiento de millones de niños”, declaró Satyarthi a la agencia Press Trust of India (PTI).
El activista inició su labor denunciando las fábricas de India donde trabajaban menores. Durante esta lucha liberó a familias enteras obligadas a trabajar para pagar sus deudas.
La mayoría de las manifestaciones no violentas convocadas contra la explotación infantil siguen la tradición de Gandhi, tal y como subrayó el comité Nobel para justificar el premio.
Satyarthi también es fundador de RugMark, una organización conocida a escala internacional que certifica en sus etiquetas que las alfombras vendidas al extranjero no son fabricadas con mano de obra infantil.
El presidente del comité Nobel noruego, Thorbjoern Jagland, recordó que “ hay 168 millones de niños trabajadores en el mundo actualmente”, situación que Satyarthi considera ilegal e inmoral.
El activista señaló que su conciencia social despertó a los seis años cuando vio a un niño de su edad ayudando a su padre a limpiar zapatos. Así como ese infante había muchos niños trabajando en lugar de ir a la escuela.
Al galardonar a Satyarthi y a Malala, de 17 años, el Comité Nobel reconoció la lucha de ambos contra “la opresión de los niños y de los jóvenes, y por el derecho de todos los niños a la educación”.
Telesurtv.net 10/10/14

Kailash Satyarthi, la voz de los niños
Activista social con formas "gandhianas", Kailash Satyarthi ha liberado a unos 80.000 niños esclavos forzados a trabajar en la India, una labor reconocida con el Premio Nobel de la Paz junto a la paquistaní Malala Yousafzai.
Su trabajo ha sido señalado con numerosas distinciones como el español Galardón Internacional Alfonso Comin en 2008, el Premio Internacional de Derechos Humanos Robert F. Kennedy de Estados Unidos, o el Premio Internacional Derechos Humanos Fredric Ebert de Alemania, entre otros.
Nacido el 11 de enero de 1954 en la ciudad de Vidisha en el estado indio de Madhya Pradesh, Satyarthi abandonó su carrera como ingeniero eléctrico a los 26 años para luchar contra el trabajo infantil en la década de los ochenta. Satyarthi abandonó su carrera como ingeniero eléctrico a los 26 años para luchar contra el trabajo infantil en la década de los ochenta
En 1983 fundó la ONG Bachpan Bachao Andolan (BBA, Movimiento para Salvar la Infancia) en la India, que con 50 millones de trabajadores es el país del mundo con mayor incidencia de empleo infantil.
La organización de Satyarthi lleva a cabo redadas en talleres y fábricas  donde se usa mano de obra esclava infantil, en ocasiones sin informar a la Policía del lugar concreto para evitar que avisen a los criminales.
Creó la etiqueta "Rugmark" que certifica que las alfombras indias que se venden en el extranjero no han sido fabricadas con mano de obra infantil.
Además, organiza campañas de concienciación con protestas que siguen el modelo pacífico de Mahatma Gandhi.
Pero la lucha de este activista ha traspasado las fronteras indias y la Marcha Global contra el Trabajo Infantil, organismo que ayudó a fundar.
"Recuerdo que cuando comencé a luchar en contra de la explotación infantil hace unos 20 años la cifra global alcanzaba los 250 millones de niños y ha bajado hasta los 168 millones", dijo a Efe en una reciente entrevista Satyarthi.
Explotación de menores
El activista advirtió de las consecuencias que la explotación trae para los menores, que "están atrapados en la esclavitud y pierden toda su infancia, aspiraciones, futuro, oportunidades, educación y, lo más importante, su libertad".
"El crecimiento y la economía de mercado no pueden prosperar dando la mano a la esclavitud y el tráfico infantil. No puedes hacer este mundo mejor, más pacífico y apto para vivir teniendo el peso de la esclavitud infantil no en tu espalda, sino en tu cara", reclamó.
Cuando Narendra Modi, que en su infancia trabajó vendiendo té, fue elegido primer ministro en mayo Satyarthi tuiteó: "Un niño vendedor de té desafía a sus detractores y se convierte en el mandatario de la India. Ahora es su papel asegurarse de que ningún niño es forzado a trabajar".
20minutos.es. 10/10/14

El premio Nobel Kailash Satyarthi por los derechos de los niños
El indio Kailash Satyarthi, galardonado este viernes con el Nobel de la Paz junto a la paquistaní Malala Yousafzai, ha ayudado a decenas de miles de niños tratados como esclavos por hombres de negocios o terratenientes a recuperar su libertad.
Nacido el 11 de enero de 1954, Satyarthi ha estado en primera línea desde hace 30 años contra el trabajo y la explotación infantiles en su país, donde la práctica es usual.
Satyarthi, nacido en el estado indio de Madhya Pradesh, e ingeniero eléctrico de profesión, encabeza la organización Global March Against Child Labor (marcha mundial contra el trabajo infantil), un conjunto de 2.000 grupos sociales presente en 140 países. 
El Nobel de la Paz vive modestamente  y siempre mantiene un bajo perfil, incluso en su propio país.
"Le doy las gracias al comité Nobel por este reconocimiento del sufrimiento de millones de niños", dijo el galardonado, quien dijo estar "encantado" con la noticia del premio, en declaraciones recogidas por la agencia Press Trust of India (PTI).
Respecto a su organización Global March Against Child Labor, Satyarthi se congratuló:"Algo que nació en India ha ido creciendo y es ahora un movimiento mundial contra el trabajo infantil".
Satyarthi inició su labor denunciando los almacenes o fábricas de India donde trabajaban menores.
Ello le permitió liberar a familias enteras obligadas a trabajar para devolver un préstamo. Explotadas e incapaces de pagar esas deudas, esas familias son a menudo vendidas a otros patronos.
El activista también ha convocado numerosas manifestaciones no violentas contra la explotación infantil, siguiendo la "tradición de Gandhi", como lo subrayó el comité Nobel al justificar el premio.
En 2007, Satyarthi había organizado una marcha de varios miles de kilómetros contra el tráfico de niños a lo largo de la frontera de India con sus vecinos asiáticos.
El presidente del comité Nobel noruego, Thorbjoern Jagland, recordó que "se calcula que hay 168 millones de niños trabajadores en el mundo actualmente".
En el año 2000 había "78 millones de niños trabajadores más, por lo que el mundo se acerca a su objetivo de eliminar el trabajo infantil", afirmó.
"El trabajo infantil es ilegal e inmoral", afirma el propio Satyarthi en el sitio eléctrónico de su organización.
"¿Si no es ahora, entonces cuándo? ¿Si no tú, entonces quién? Si somos capaces de responder a estas preguntas fundamentales, entonces quizá podamos acabar con la mácula de la esclavitud humana" afirma Satyarthi.
Este activista es también fundador de RugMark, organización ampliamente conocida en el ámbito internacional que "etiqueta" las alfombras fabricadas allí donde no hay trabajo infantil.
Satyarthi afirma que su conciencia social se despertó cuando, a los seis años, vio a un niño de su edad, frente al colegio, ayudando a su padre a lustrar zapatos.
Al ver a muchos niños trabajando en lugar de ir a la escuela, Satyarthi se dio cuenta de que era urgente resolver este problema, lo que lo impulsó a abrazar esta causa.
Al premiar a Satyarthi y a Malala, de 17 años, el Comité Nobel quiso saludar el combate de ambos contra "la opresión de los niños y de los jóvenes, y por el derecho de todos los niños a la educación".
El propio premiado veía así su misión, en una reciente entrevista en el centro Kennedy: "Es como una prueba. Se trata de un examen moral que tenemos que superar, el de oponernos a semejantes oprobios sociales".
Nacion.com. 10/10/14
Kailash Satyarthi, el defensor indio de la infancia y la educación
Muchas veces nominado, hoy este activista y emprendedor social finalmente fue reconocido con el premio Nobel por su lucha para erradicar la explotación infantil.
Su nombre es más desconocido, pero su labor ha marcado a todo el mundo.
Kailash Satyarthi, el nuevo Nobel de la Paz junto a Malala Yuzafsai, es un activista indio cuyo trabajo se ha centrado en liberar a los niños de la explotación y esclavitud y promover el derecho a la educación, tanto en su país como en el mundo.
Nacido en enero de 1954, ha dedicado su vida a seguir "la tradición de Gandhi" con manifestaciones no violentas para poner la protección de la infancia en primera línea, como destacó el comité que entrega el galardón.
Una de sus iniciativas es la Marcha Global contra el Trabajo Infantil, uno de los movimiento sociales más fuertes que está activo en más de 140 países y ha provocado la implementación de leyes internacionales en la materia.
Con la fundación Bachpan Bachao Andolan, en India, ha liderado acciones para empoderar y rehabilitar a más de 80 mil niños de la explotación, la esclavitud y la trata.
Siempre con estos objetivos en mente fundó Rugmark, un conglomerado internacional de compañías independientes de docena de países que importa y exporta alfombras. Estos productos ganan la categoría Rugmark cuando una investigación de campo comprueba que no están hechas en base al trabajo infantil.
Según reconoce la página "Arquitectos de la Paz", con esta iniciativa ha aumentado las oportunidades de trabajo para adultos y ha provocado que miles de consumidores tengan una decisión ética, lo que se ha extendido a otros países de Asia y la producción de diversos productos.
El activista también lidera la Campaña Mundial por la Educación en su intento por convertirla en un derecho constitucional.
Esto pavimentó el camino para establecer el Derecho de los Niños a una Educación Obligatoria y Gratuita, una ley india promulgada en 2009.
Debido a su extensa labor, Satyarthi ha recibido diversos reconocimientos al que ahora se suma el Nobel.
24horas.cl 10/10/14

604. Tolstói, el maestro de Gandhi


Madrid, España. Apunten esta fecha: 7 de septiembre de 1910. Pocas semanas antes de morir en la estación de tren de Astapovo, Lev Tolstói escribe la última de sus cartas a Mahatma Gandhi. El futuro padre de la independencia de la India vivía entonces en Sudáfrica, controlada por las metrópolis europeas, donde luchaba por los derechos de los indios que trabajaban en ese país.
"Requerir que cese toda aplicación obligatoria de impuestos, así como la abolición de todas las instituciones legales y de la policía y, por encima de todo, de las instituciones militares". Esas eran algunas de las recetas del escritor ruso, pero no sólo para ese país africano, sino para todo el mundo. Para entendernos: Tolstói estaba echado al monte.
El autor de Guerra y paz se había radicalizado en los últimos años de su vida, como demuestra la lectura de El reino de Dios está en vosotros (1890-1893), ensayo casi inédito en España (la anterior traducción se hizo en 1902) que la editorial Kairos publica ahora. "Su lectura me abrumó. Me marcó para siempre", admitió Gandhi, cuya primera carta a Tolstói, recogida en la nueva edición del ensayo, data de 1901.
De la nobleza a la barricada
Lo curioso es que nada hacía presagiar que el novelista, descendiente de la más antigua nobleza rusa (su padre era conde y su madre princesa), pudiera acabar influyendo decisivamente en el pensamiento del célebre revolucionario indio.
Tras pasar por el Ejército y dedicarse con tremendo éxito a la literatura, Tolstói sufrió una "terrible crisis existencial y espiritual que lo sume en una profunda depresión, y que lo lleva al borde del suicidio", recuerda Joaquín Fernández-Valdés, traductor de El reino de Dios está en vosotros. "Siente un abismo y necesita encontrar un sentido a la vida. Busca frenéticamente respuestas en la ciencia y en la filosofía primero, y en la Iglesia ortodoxa después. Muy decepcionado por lo que halla en todas ellas, investiga entonces en la fuente original del cristianismo: las sagradas escrituras", apunta Fernández-Valdés.
Ahí surgió el chispazo en la cabeza del escritor. El autor de La muerte de Iván Ilich concluyó que las enseñanzas pacifistas que Cristo impartió en el Sermón de la Montaña fueron traicionadas por la Iglesia. Preso de ira, abandonó progresivamente la ficción y se centró en la publicación de panfletos de agitación político-religiosa. Su descomunal fama no evitó que El reino de Dios está en vosotros fuera censurado en Rusia "aunque corrió de mano en mano clandestinamente", apunta su traductor- y que se publicara con éxito en países como Inglaterra, Francia, Alemania y EEUU.
Tolstói arremetió en el libro contra la Iglesia, por conciliar violencia y religión, y el Estado, que sólo sirve para oprimir a la población en beneficio de unos pocos. "Ni la banda del malhechores más despiadada es tan terrible como una organización estatal", escribió sin tapujos.
Influido por el ensayo Henry David Thoreau La desobediencia civil, plasmó también su particular visión sobre la doctrina de la no violencia, convirtiéndose en una mezcla de filósofo anarcopacifista e ideólogo cristiano libertario. "El auténtico cristianismo la doctrina de la resignación, del perdón a las ofensas y el amor y el Estado con toda su pompa, su violencia, sus ejecuciones y sus guerras son dos conceptos irreconciliables. La profesión del auténtico cristianismo no sólo excluye la posibilidad de reconocer el Estado, sino que destruye sus cimientos", bramó el novelista ruso.
La lectura del libro inflamó el pensamiento de Gandhi. La correspondencia entre ambos se inició el 10 de noviembre de 1901. Gandhi le escribe desde Londres para hablarle sobre la lucha de los indios en la provincia sudafricana de Transvaal, donde ya se estaba cocinando el experimento sudafricano conocido posteriormente como Apartheid.
Y ya puestos pidió a Tolstói que utilizara "su influencia" para popularizar el movimiento de resistencia. "De tener éxito no sólo sería un triunfo de la religión, el amor y la verdad sobre la irreligión, el odio y la falsedad, sino que muy probablemente sirviera como ejemplo para los millones de seres que viven en la India, o para gentes en otras partes del mundo que pudieran estar oprimidas, y que ciertamente significaría un avance de cara a acabar con la violencia, al menos en la India. Si aguantáramos hasta el final, como creo que seremos capaces de hacer, tengo pocas dudas acerca del éxito final", escribe Gandhi sobre una lucha sin cuartel que desafiaba abiertamente las leyes racistas con actos de desobediencia pacífica reprimidos a lo bestia por las autoridades coloniales.
Vía revolucionaria
Lev Tolstói, que a lo largo de su vida escribió nada menos que 10.000 cartas a personajes tan variopintos como el zar Nicolás II, el poeta Rainer Maria Rilke y al escritor George Bernard Shaw, no tardó en responder a Gandhi. "¡Que Dios ayude a nuestros queridos hermanos y colegas del Transvaal! También entre nosotros se deja sentir intensamente esa lucha entre gentileza y brutalidad, entre humildad y amor, orgullo y violencia, sobre todo en el choque entre deber religioso y las leyes del Estado, expresado en la negación a prestar el servicio militar. Esas negaciones se producen cada vez con mayor asiduidad", escribió aludiendo a los rusos que se negaban a servir en el Ejército de su país.
En la larguísima carta que puso fin en septiembre de 1910 a la correspondencia entre los dos hombres, Lev Tolstói disertó a fondo sobre la táctica que popularizaría Gandhi años después en la India ocupada: la resistencia no violenta. "La vida de las naciones cristianas presenta una contradicción entre el amar, que debería prescribir la ley de conducta, y el uso de la fuerza, que puede reconocerse bajo diversas formas, como gobiernos, tribunales y ejércitos, que se aceptan como necesarios y apreciados", escribe. ¿Y contra las porras y la represión? Una buena dosis de amor, concluyó enfebrecido el novelista ruso: "Lo que denominamos la renuncia a toda oposición mediante la fuerza, simplemente implica la doctrina de la ley del amor no pervertida por sofismas la ley del amor deja de ser válida si se defiende por la fuerza".
Tolstói zanjó su incendiaria misiva profetizando que la no violencia acabará convirtiéndose en el arma revolucionaria que haría tambalear a los poderosos: "Los gobiernos saben de dónde procede la mayor de sus amenazas y permanecen en guardia y ojo avizor, no sólo para preservar sus intereses, sino también para proteger su propia existencia". Lo que sonaba a bravata y a idealización ingenua del amor y la resistencia pasiva, acabaría transformándose en un movimiento de masas que, liderado por Mahatma Gandhi, se llevaría por delante al todopoderoso Ejército británico que ocupaba la India. Quizás las autoridades británicas se arrepintieran a posteriori de no haber controlado la correspondencia de Gandhi.
Carlos Prieto. Público.es. 06/02/12

Para saber más:
Lev Tolstói. El reino de dios está en vosotros. Editorial Kairós. Barcelona. 2010
Contiene la correspondencia completa en español entre Tolstói y Gandhi

Leon Tolstoi, un hombre santo a más de 100 años de su muerte
Lima, Perú. Presentamos una breve lectura de la vida y obra del novelista y moralista ruso, Leon Tolstoi (1828-1910) a más de 100 años de su muerte. El libro "Todos los Santos" de Robert Elisberg nos muestra a Tolstoi, en su aspecto positivo, y donde enseña un cristianismo depurado basado en la creencia en un Dios interior "muy activo en el corazón de nuestro corazón", Dios interior que se manifiesta como espíritu de amor y que, como tal, está presente en el espíritu de cada ser humano.
El conde Leon Tolstoi nació en el año 1828 en el seno de una familia adinerada y aristocrática. A los dieciséis años abandonó su fe ortodoxa de la niñez. Según lo narró él mismo, pasó gran parte de su juventud en persecución del placer, la gratificación sensual y vanas distracciones. Luego de servir como oficial militar en la guerra de Crimea, y de viajar al extranjero, se estableció con su esposa, Sonia, en la propiedad de su familia, Yasnaya Polyana. Allí se dedicó a la escritura que habría de traerle tanta fama y aún mayor riqueza. Sus “La guerra y la paz” y “Ana Karenina” fueron aclamadas de inmediato como obras de un genio, entre las más grandes novelas escritas.
Y, sin embargo, a pesar de su éxito, Tolstoi estaba obsesionado por una enfermedad subyacente: el ansia por encontrar un sentido más profundo de la vida. Se hallaba afectado por la vieja sospecha de que estos sentimientos de vacío eran desconocidos entre los campesinos. Emulando sus vidas de pobreza, trabajo y simple fe, esperaba hallar el secreto de la felicidad que de otra manera parecía eludir a los miembros de la clase privilegiada.
Así, Tolstoi profesó en forma pública su retorno a la fe ortodoxa. Éste se reflejó de inmediato en la naturaleza de sus escritos. No sintió que fuese apropiado, ya, escribir novelas "vanas". Sus escritos futuros debían servir a sus convicciones religiosas. Pero se vio envuelto asimismo en tensiones personales y públicas y controversias, comenzado por su vida familiar, Sonia, la madre de sus trece hijos, que había servido fielmente como asistente literaria tanto como esposa devota, halló imposible simpatizar con sus obsesiones religiosas. Encontraba que Tolstoi estaba desatendiendo de manera imprudente el bienestar y los intereses de su propia familia.
Esta discordia era sólo un íntimo reflejo de la lucha interna del propio Tolstoi. Esta lucha por obtener coherencia entre sus ideales y su vida continuó sin disminución por el resto de sus días. Su estudio de los Evangelios lo llevó de manera creciente a la convicción de que la verdadera esencia del cristianismo se hallaba recubierta por una costra debido al dogmatismo, al ritual y la subordinación a la autoridad secular. El corazón del Evangelio, en su opinión, había que hallarlo en el Sermón de la Montaña, con temas tales como el de la presencia del Reino de Dios dentro de cada alma, el consejo de la pobreza voluntaria y la no resistencia al mal, y la "ley del amor". Atacó a la Iglesia ortodoxa por desatender estos principios y, como represalia, fue excomulgado en el año 1901.
Tolstoi donó su propiedad a sus hijos, renunció a los derechos de sus escritos religiosos, se vistió como un campesino y se dedicó a trabajar varias horas por día en el campo. En su obra ¿Qué debe hacerse? había enunciado en forma clara su filosofía de que era necesario ganarse la vida por medio del trabajo, la convicción de que cada persona debía llevar a cabo alguna labor física para mantener su existencia. La filantropía no era suficiente. Ésta podía compararse, dijo, a un hombre montado sobre un caballo sobrecargado, que intenta aligerar el peso del animal, sacando unas pocas monedas de su bolsa cuando lo esencial seria desmontar.
Tolstoi escribió de forma extensa sobre la filosofía de la no violencia y la desobediencia civil. Entre sus ávidos lectores se encontraba un joven abogado indio de Sudáfrica, Mohandas Gandhi, que se volvería, indiscutiblemente, su discípulo e intérprete más efectivo. En cuanto a sí mismo, Tolstoi permaneció obsesionado por la noción de que él estaba meramente actuando su papel como cristiano.
El 28 de octubre de 1910, a los ochenta y dos años, Tolstoi escapó de su hogar, acompañado sólo por el médico de la familia. En una nota a Sonia escribió: "Hago lo que la gente de mi edad hace a menudo: abandonar el mundo para pasar mis últimos días sólo y en silencio." Esta extraña huida hacia la soledad no lo condujo lejos. El 10 de noviembre cayó enfermo mientras viajaba en tren. Se detuvo en Astapova y fue llevado a la casa del jefe de estación. Allí se descubrió su identidad rápidamente. En pocos días una muchedumbre de discípulos, curiosos, periodistas y miembros de la familia habían convergido en este oscuro pueblo para estar presente a lado del lecho de muerte de un gran hombre. Sus últimas palabras fueron: "Buscar, siempre buscar." Murió el 20 de noviembre de 1910.
Blogpucp.edu. 19/11/10

La autoridad moral de Tolstói
Madrid, España. Las epopeyas y la literatura de nuestro mundo clásico fueron obras de auténticos maestros: hombres que poseían una «autoridad moral». No escribían para entretener a un pueblo ocioso y aburrido, sino para comunicar a sus lectores una experiencia de la vida.
Presentar un debate sobre el Escritor como Autoridad Moral sería un acontecimiento en este centenario de Tolstói, porque nadie parece saber ya lo que eso significa. Ahí estamos los escritores, orgullosos de nuestros premios o nuestras cifras de venta. ¿Qué significamos para la fe de los hombres? ¿Qué valores proponemos a la sociedad? ¿Qué somos más que vendedores de historias de papel?
El mundo occidental, falto de fe y de autoridad moral, va dejando inmensos desiertos de ideas y valores en el alma de los hombres. Y esas landas áridas de desengaño y aburrimiento son claramente visibles por cualquier enemigo que tenga un mínimo de inteligencia y de fuerza. Los desiertos morales son siempre «espacios conquistables». No es extraño que los fanáticos redoblen sus golpes y sus asaltos en esos vacíos donde ven la flaqueza de su enemigo. Hace muchos años, un camellero del Sahara me enseñó que los hombres del desierto transmiten a sus hijos una sabia y prudente cautela: si el jeque no construye una ciudadela en la roca más alta, la comarca será invadida, tarde o temprano, por una tribu de bandidos.
La no violencia
Cuando Gandhi inició la lucha por la independencia de la India y la fundamentó en la no violencia, eligió la vía de la «autoridad moral». Y Churchill y Mountbatten –sus adversarios políticos– se dieron cuenta pronto de que estaban perdidos ante aquel profeta que vestía como un paria pero que sabía ocupar las alturas de la ciudadela… Y así ocurrió que los propios británicos fueron conquistados por la autoridad moral de Gandhi. He tenido en mis manos los libros que Gandhi enviaba a su maestro Tolstói y que se conservan en la biblioteca de Iásnaia Poliana.
Los británicos perdieron el Imperio en esa batalla intelectual porque son un pueblo que entiende –o entendió siempre– el lenguaje de la «autoridad moral». Y no habrían perdido jamás la batalla en una guerra convencional. Hitler fue ajusticiado en una guerra con Inglaterra y Estados Unidos, pero Gandhi no perdió la suya.
Gandhi fue asesinado, sin embargo, por un fanático musulmán. Y hoy reaparece ese problema que nos afecta tanto a nosotros como a los propios musulmanes liberales. Hay unos fanáticos que se disfrazan de «autoridad moral» y seducen a las masas. ¿Qué tenemos nosotros para oponerles?
El materialismo nos destruye y nos arrastra en su caída por falta de valores. Y, al otro lado, en nuestro desierto moral sin ciudadelas, el fanatismo siempre encontrará supersticiones para exaltar a terroristas y kamikazes. No nos servirán las bonitas razones del «sereno ateísmo racionalista» para luchar contra esa barbarie.
Tolstói fue ya un precursor en esta batalla, cuando se rebeló contra la frialdad racionalista y la tibieza del relativismo moderno. Tenemos que responder con nuestro corazón y nuestra fe. Este es un reto que, en estas fechas del centenario de Tolstói, se plantea claramente a los jóvenes.
No sé si un contemporáneo puede presumir de conocer mejor a un maestro por haberlo tratado personalmente. Yo tuve que conformarme con leer pacientemente obras, biografías y cartas de Tolstói, buscando a sus amigos y discípulos, recorriendo su mundo y visitando muchas veces sus casas en Rusia.
La oscuridad de los siglos
Me dolía en el alma comprobar que mis coetáneos hablaban de Tolstói como si fuese un resto arqueológico perdido en la oscuridad de los siglos. Me apenaba ver cómo inculcaban a los jóvenes una imagen lejana y empolvada del maestro, creando una falsa distancia que los expertos del oscurantismo iban ahumando intencionadamente para crear un efecto tenebroso. Me daba cuenta de que, en el escaparate del mundo materialista moderno, hay expertos en ensombrecer y ocultar, igual que hay especialistas en iluminar. Es muy fácil dirigir un foco a un escenario para dar fuerza a un figurante y, por el contrario, oscurecer a una primera figura apagándole las luces. Ni comunistas ni capitalistas, ni piadosos ni ateos amaban la figura de Tolstói, el viejo profeta ruso que, leyendo el Evangelio de San Mateo, había fundamentado una filosofía de la no violencia. Y, al final de su vida, muchos le consideraban un viejo loco, más que un maestro; sobre todo desde que –a causa de sus ideas místicas pero rebeldes– había sido excomulgado por la Iglesia rusa.
Pero, a pesar de que el burdo materialismo del siglo XX quería apartarnos del pasado espiritual de Europa y pretendía entretenernos con fuegos artificiales, algunos nos dábamos cuenta de que Tolstói no estaba tan lejos y que sus diatribas contra la caída de los valores y la falta de fe eran apasionantes. Porque la «autoridad moral» no sólo es el fundamento de la política sino también la base conmovedora de la gran Literatura.
No todo el pasado se había hundido en las tinieblas y en la lejanía, como querían hacernos creer los vendedores de «novedades». Alexandra Lvovna Tolstaia –la hija de Tolstói– vivía en Valley Cottage en 1972, cuando pude conocer a esta fiel compañera de su última y desesperada fuga. Era ya casi nonagenaria, pero aún se ocupaba de los huérfanos y de los emigrantes y, en la Tolstoy Foundation, mantenía vivos los ideales pedagógicos, humanistas y morales de su padre. Fue ella quien ayudó a Nabokov y a Rachmaninoff a huir de los bolcheviques.
Me conmovió la presencia del «pensamiento» de Tolstói in partibus infidelium, porque allí, en Estados Unidos, estaban también los más fuertes y optimistas promotores de la nueva revolución capitalista y los apóstoles del olvido de los valores del Viejo Mundo. Occidente ha producido buena parte de la propaganda materialista e inmoral que hemos consumido con avidez; sobre todo desde que los títeres del Telón de Acero dejaron de representarse cuando se les derrumbó el teatro.
Los muertos están muy vivos
Y, sin embargo, los norteamericanos no han perdido sus símbolos de identidad cultural ni sus valores. Creen en sus precursores y en sus pioneros, mantienen su fe y defienden hasta el heroísmo a un país gobernado democráticamente para que la política no corrompa los ideales de la cultura…
«Grave and hesitating, grave y titubeando –leemos en Whitman– escribo estas palabras: Los muertos están vivos. Quizá son los únicos vivos, los únicos reales, y yo el aparecido, yo el fantasma.»
¿Sentiremos esa vergüenza los europeos al conmemorar el centenario de Tolstói? ¿Tendremos la valentía de proclamar que nuestros muertos también están vivos?
Quizá ya es tarde para Tolstói e, incluso, para Nietzsche, que sería más duro con ciertos filántropos de la política (ahora les llaman «buenistas»). Hemos perdido la idea del bien común que fue tan importante para el cristianismo y para Tolstói: «El reino de Dios está en vosotros». Pero el bien común implicaba deberes y derechos, mientras que el «buenismo filantrópico» consistió siempre en dar lo que nos pidan, sin responsabilidad ni criterio, para que nos dejen tranquilos…
No nos respetamos a nosotros mismos –diría Tolstói– y por eso no sabemos amar… Hemos creado un mundo capaz de globalizar una enorme riqueza material, pero somos incapaces de globalizar la infinita riqueza moral y espiritual que tenemos en nuestra ciencia y en nuestra cultura…
¿Esperamos acaso que la felicidad universal se parezca a la posesión espasmódica de la riqueza material?… ¿Nadie lee ya el Evangelio de San Juan?: «El conocimiento de la verdad es lo que os hará libres»… Medio mundo cree en verdades fanáticas sin libertad. Y el otro medio busca una experiencia de la libertad sin verdad.
No son los políticos los que pueden recuperar los valores de nuestra cultura, sino que se necesitan «autoridades morales»…
Mauricio Wiesenthal. Autor del libro: “El viejo León Tolstói. Un retrato literario”.
Mauricio Wiesenthal. abc.es. 19/11/10

341. La inspiración de Mahatma Gandhi como referente para el mundo actual


Saltillo, Coahuila. Mahatma Gandhi tuvo la inspiración que ahora necesita el mundo. La no violencia fue el abecedario de este iluminado ser humano, dispuesto a ser tan humilde como el polvo para poder descubrir la verdad. Fue un corazón grande, es un alma grande, será por siempre un referente de paz. La no violencia fue su primer artículo de fe y el último artículo de su credo. La no violencia y el destierro del ojo por ojo le cautivaron y lo cultivó como pocos. Dijo no importarle sufrir todas las humillaciones, todas las torturas, el ostracismo absoluto y hasta la muerte, todo lo daba por bien empleado para impedir la violencia. Obró como un hombre de lenguaje conciliador y apaciguador, de verbo profundo y de acción clarividente, no en vano sostuvo que cualquier persona que se precie de no ser violento, tiene que considerar al mundo, a todo el mundo, como parte de su familia.
Hay que volver a Gandhi que siempre estuvo comprometido con la verdad, y con la no violencia. Es un referente para el mundo de hoy. Tiene que serlo. Su legado es un legado armónico que neutraliza las luchas actuales. La no violencia de Gandhi es un camino de acogida y de recogimiento, donde cada uno aporta lo mejor de uno mismo, y así es como se alcanza el horizonte soñado, bajo un cielo de amistad global y globalizada. Que vuelva Gandhi al mundo, por favor. Que vuelva con sus plegarias a esta tribuna planetaria de injusticias y miserias humanas. Que vuelva y que nos devuelva la esperanza del cese de tantas batallas innecesarias, de tantas guerras inútiles, fomentadas por los ricos con la factura de los pobres.
El 2 de octubre se celebra el día de la no violencia, o sea el día de Gandhi, una jornada cuando menos para meditarla. Se dice que la paz empieza por cada ser humano, y es cierto, brota del corazón de cada persona. Hay que volver a sentir los latidos del alma para rectificar. El mundo anda crecido por miles de contiendas, nos desbordan las sociedades crispadas en lugar de las sociedades pacíficas y justas. Nos sobrepasan los odios y nos sobrepesan las venganzas. Urge retornar a las fuentes del alma y de la vida, a la verdadera vivencia y convivencia de efectivos guías como Gandhi.
Lo que se logra con violencia solamente puede subsistir con violencia. Violencia llama violencia. Tan sólo por la educación, me refiero a la enseñanza que se asienta en obtener lo mejor de la persona, se puede atrapar la no violencia. El amor que pongamos en esa formación es más fuerte que la violencia. Gandhi inventó la receta para calmar todos los dolores, lo primero es que no dejes que se muera el sol sin que hayan muerto tus rencores y, lo segundo, es contar con un apoyo, el saber que cuando todos te abandonan, Dios siempre se queda contigo.
Víctor Corcoba Herrero. Vanguardia.com.mx. 28/9/2011

Mahatma Gandhi y la resistencia pacífica
Recordado por su aspecto físico, su Fe y su sed de justicia, Mohandas Karamchand Gandhi ayudó al pueblo de la India a conseguir su independencia del gobierno colonial inglés a través del principio de la no violencia o resistencia pacífica.
Nació el 2 de Octubre de 1869 en Porbandar (actual estado de Gujarat), en el seno de una familia de comerciantes y agricultores, pertenecientes a una de las mejores castas de la India, lo que le permitió llevar una vida con comodidades. Más tarde, a la edad de 13 años se casó con Kasturba, una niña de su misma edad, el matrimonio fue arreglado por sus padres.
A los 18 años Gandhi se traslada a Londres para estudiar la carrera de leyes en el University College. Fue en este lugar donde comenzó a sentir con gran intensidad los rigores del prejuicio social, al cual, no respondió con odio sino con la certeza de afrontar cualquier injusticia en su persona y en los hombres de su raza.
En 1893 es contratado para trabajar en Sudáfrica, como asesor legal de una firma india con intereses en ese país, sin embargo, al darse cuenta que la legislación era sumamente severa, se dispuso a combatir en favor de sus compatriotas. Propuso aumentos en los salarios y la revisión en las leyes de los inmigrantes indios. Empeñado en su lucha puso por primera vez en práctica los principios de la no violencia y la resistencia pasiva. Parte de la inspiración de esta política se encuentra en León Tolstói (cuya influencia en Gandhi fue profunda). También reconoció la deuda que tenía con el escritor estadounidense Henry David Thoreau, especialmente por su ensayo Desobediencia civil (1849). Gandhi, no obstante, consideró los términos 'resistencia pasiva' y 'desobediencia civil' inadecuados para sus objetivos y acuñó otro término, satyagraha (en sánscrito, 'abrazo de la verdad').
Gandhi se quedó en Sudáfrica 20 años luchando por los derechos del pueblo hindú. Durante su estancia en esa región Mohandas junto con su esposa y sus 4 hijos creó una escuela para enseñar y practicar la ideología que fuera eje de su existencia. Decidido a ganar la lucha hace voto de castidad, se somete a rigurosos ayunos y renuncia a las ropas europeas, tejiendo un manto con sus propias manos, atuendo que más tarde lo llevaría a ser reconocido y admirado en cualquier parte del mundo.
Luego de obtener resultados satisfactorios con el gobierno sudafricano, en 1915, Gandhi regresa a la India para realizar trabajos en defensa de las clases humildes y la búsqueda de independencia del país. Basado en el principio de la no cooperación y desobediencia civil, en 1919 se inicia la campaña de la Satyagraha "fuerza de la verdad", contra el gobierno inglés, dicho movimiento le valió el título de Mahatma "grande alma".
Asimismo consiguió unir a los rebeldes indios del Sur con los musulmanes del Norte para juntos declarar el boicot al gobierno, los niños fueron retirados de las escuelas oficiales, se rechazaron los productos extranjeros, se adoptó la rueca para hilar y se instó a la población a confeccionar sus propias ropas.
"El Padre de la Nación India" fue arrestado muchas veces por los británicos debido a sus actividades en Sudáfrica y la India, creía que era honorable ir a la cárcel por una causa justa. En conjunto pasó siete años en prisión y ayunó durante largos periodos en diversas ocasiones.
En septiembre de 1932, mientras estaba en la cárcel, llevó a cabo un “ayuno hasta la muerte” para mejorar la situación de la casta de los intocables. Los británicos, al permitir que los intocables fueran excluidos del electorado indio, estaban, según Gandhi, cometiendo una injusticia. Aunque él mismo era miembro de la casta vaisya (mercaderes), Gandhi se consideraba el gran líder del movimiento indio que tenía como finalidad la erradicación de la injusticia social y económica del sistema de castas.
Luego de su continua lucha, la India alcanzó su independencia en 1947, separándose en dos países: India y Pakistán.
No obstante y a pesar de que Gandhi había abogado por una India unida, donde los hindúes y musulmanes pudieran vivir en paz, los enfrentamientos no se hicieron esperar. Un 13 de Enero de 1948, a la edad de 78 años, comenzó un ayuno con el propósito de detener el derramamiento de sangre. Tras 5 días, los líderes de ambas facciones se comprometieron a detener la lucha y Gandhi abandonó el ayuno. Doce días más tarde fue asesinado por un fanático hindú miembro de la "Organización para el Servicio de la Nación". Este movimiento reprochaba al líder espiritual el haber hecho demasiadas concesiones a los musulmanes y se oponía a su programa de tolerancia hacia todos los credos y religiones.
Fue asesinado a quema ropa y de cuatro balazos en Delhi, por Vinayak Nathura Godse, mientras se dirigía a su habitual rezo de la tarde.
En el lugar en que fue incinerado, se erigió un mausoleo en su honor, llamado Raj Ghat
La muerte de Gandhi fue considerada como una catástrofe internacional. La Asamblea General de las Naciones Unidas declaró un periodo de luto y todos los países expresaron sus condolencias.
El gran físico teórico Albert Einstein dijo de Gandhi: "Las generaciones del porvenir apenas creerán que un hombre como éste caminó la tierra en carne y hueso."
Eripere.com.

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