A sus
16 años, la joven paquistaní ha demostrado una voluntad férrea de defensa de
los derechos en su país.
Madrid,
España. Hace un año dos talibanes interrumpieron el recorrido de un autobús
escolar que viajaba por el valle de Swat en Pakistán y, arma en mano, subieron
a su interior para preguntar: «¿Quién es Malala?». Acto seguido comenzaron a
disparar contra la joven y sus amigas. Pensaron que con este acto habían
apagado la voz «enemiga» y, sin embargo, crearon una heroína con verdaderas
ganas de cambiar el mundo.
De
Malala sorprende su fuerza vital, sus ganas de vivir. El día que intentaron
asesinarla, su padre estaba convencido de que no volvería a verla con vida. Sin
embargo, logró salir del coma inducido sólo unas semanas después en el hospital
de Birmingham, Inglaterra, al que fue trasladada para recuperarse de las
heridas de las balas. También sorprende de ella la fuerza de sus palabras, la
contundencia de su mensaje y la ilusión inmaculada que reflejan pese a la
crudeza de lo vivido. El día de su 16 cumpleaños lo demostró ante el mundo en
el seno de Naciones Unidas.
«El 9
de octubre de 2012 los talibanes me dispararon en la cabeza. Dispararon también
a mis amigos, pensaron que con sus balas nos callarían para siempre, pero
fracasaron. De ese silencio surgieron miles de voces, los terroristas pensaron
que cambiarían mis objetivos y detendrían mis ambiciones pero nada ha cambiado
en mi vida, excepto esto: la debilidad, el miedo, la desesperanza murieron para
siempre, nacieron la fuerza, el poder y el coraje». Así de contundente y firme
fue su mensaje en el seno del organismo. En ese momento, ante la mirada
emocionada de su madre y familia, ya era consciente de que, como ella misma
afirmó días después, sus palabras llegarían «no sólo a EE.UU. y otros
países, sino a todo el mundo».
Reconocimiento
global
Con su
intervención Malala también puso de manifiesto una evidencia: pese a ser sólo
una adolescente se ha convertido en un icono mundial de la libertad, de la
igualdad de la mujer y, en definitiva, de la educación. Prueba de ello es que
ha recibido el Premio Sajarov con el que el Parlamento europeo destaca la lucha
por la libertad de prensa y ha sonado como una firme candidata al Nobel de la
Paz.
Con
todo, su historia no comienza este 2013 de la mano de los reconocimientos mundiales,
ni siquiera el pasado 2012 cuando la dispararon, empieza mucho antes, en 2009,
cuando sólo tenía doce años. Entonces ya era una férrea defensora de su derecho
a recibir una educación y comenzó a escribir un blog en la página de la BBC en
udu -una de las lenguas que se hablan en Pakistán- cómo iba a clase de forma
clandestina.
«Tengo
derecho a la educación, a jugar, a cantar, a ir al mercado, a que se escuche mi
voz (...) En el mundo las chicas van a la escuela libremente y no hay miedo,
pero en Swat cuando vas a la escuela tienes mucho miedo de los talibanes. Ellos
nos matarán. Nos lanzarán ácido a la cara. Pueden hacer cualquier cosa»,
escribía la joven bajo el seudónimo Gul Makay.
Su
papel en Pakistán
El
momento en el que Malala escribe esas líneas es de especial relevancia ya que
los talibanes controlaban el valle del Swat, en el noroeste paquistaní, e
imponían su versión rigurosa del Islam, incluyendo la prohibición de que las
niñas fueran a la escuela. Un año más tarde, en 2010, el ejército de Pakistán
logra expulsar de la zona a los talibanes y el Gobierno la galardonó con un
premio nacional por su defensa de la educación. El lado negativo de la historia
reside en el hecho de que los talibanes pudieron ponerle cara. Dos años más
tarde intentaron apagar su voz pero generaron el efecto contrario; no sólo no
acabaron con su vida, sino que hicieron que su mensaje se extendiera. «Creo que
estarán arrepentidos de haberle disparado a Malala. Ahora a ella la escuchan en
cada rincón del mundo», afirmó la joven durante una entrevista.
En la
actualidad ha sido reconocida por la revista «Time» como una de las 100
personalidades más influyentes del mundo. En 2012 la ONU dedicó un día con su
nombre al derecho universal a la educación. Nada de esto ha cambiado a la
joven, quien a día de hoy quiere regresar a su país y se muestra a favor del
diálogo con los talibanes.
Sin
embargo, ni su mensaje ha tenido en Pakistán la repercusión que sí ha logrado
en el resto del mundo – su figura presentada por la ONU como ejemplo de
progreso social ha chocado con la relativa indiferencia de los paquistaníes y
el «Día de Malala» no contó con grandes apoyos- ni los que trataron de acabar
con su vida parecen dispuestos a alguna clase de negociación.
El
mismo día que Malala concedió la última entrevista, en la que abogó
por la negociación, los talibanes dejaron clara su postura: si vuelven a tener
la oportunidad de matarla, la aprovecharán. Ella, por su parte, seguirá su
lucha con las armas con las que asegura que se puede cambiar el mundo: «Un
libro, un lápiz, un profesor y un niño».
Laura Riestra. Abc.es. 15/10/2013.
http://www.abc.es/internacional/20131011/abci-perfil-malala-candidatura-201310102031.html