El catalán Vincenç Fisas analiza el proceso que adelantan el Gobierno y
las Farc. Mucha verdad, perdón y reparación son las claves.
Barcelona, España. Vincenç
Fisas, director de la Escuela de Cultura de Paz de Barcelona, quien asesoró
diplomáticamente diferentes procesos de paz en el mundo y en Colombia ha
realizado gestiones y redactado documentos que han sido llevados a las partes
del conflicto armado de manera confidencial, dice que la amnistía —ahora que
las Farc buscan allanar ese camino— es el rumbo final de todos los procesos de
paz. En entrevista, Fisas da puntadas de lo que viene en esta negociación, que
tuvo un corto receso y se retoma el 5 de diciembre en La Habana.
¿Cuál cree que debe ser el lugar de las víctimas en el proceso?
¿Cuál cree que debe ser el lugar de las víctimas en el proceso?
Las víctimas son
parte esencial, pero en ningún proceso de paz forman parte de la mesa de
negociaciones. Cuando llegue el momento, las Farc tendrán que pedir perdón por
sus crímenes. La discusión será complicada. Sin duda se planteará si el
Gobierno procede a una amnistía general, un tema polémico. La guerrilla no deja
las armas para ir a prisión. En todos los procesos de paz, cuando se termina un
acuerdo, los actores armados quedan amnistiados; no creo que Colombia sea una
excepción. Pero eso implica una contrapartida: mucha verdad, perdón y, en lo
posible, reparación a las víctimas.
¿Cree que la sociedad civil aceptará la amnistía?
La sociedad civil
podrá entenderlo si el Gobierno hace pedagogía: vamos a pagar este precio por
poner punto final a la historia de violencia. Habrá sectores, inclusive
defensores de derechos humanos, que lucharán por evitarlo, pero todos los
procesos de paz en el mundo, en el pasado y en el presente, terminan así. Ha
habido conflictos con muchos más muertos que en Colombia, muchas más
violaciones de derechos humanos y, sin embargo, se pone punto final, hay
amnistía y los grupos armados participan en la vida política del país.
¿Incluiría también a los militares que están presos por delitos en el
marco del conflicto armado?
Esta situación no
se ha planteado en el actual proceso, pero una amnistía los incluiría también.
¿Cómo abordar este proceso desde la sociedad civil, los medios de
comunicación, los sectores sociales?
Hay que ser
realistas con los aportes a la mesa técnica, no pedir lo imposible al proceso.
A las Farc y al Gobierno les pediría que fueran sensibles y tengan en cuenta
las iniciativas que surjan de la sociedad civil. Si logramos que sea un proceso
muy participativo, será más fácil abordar los temas difíciles de la agenda.
¿Un año es suficiente para un proceso de paz?
Si se lleva un buen
ritmo de encuentros, es un tiempo razonable para llegar a acuerdos y discutir
los tiempos de la agenda.
¿Cómo se vislumbra la participación política de las Farc, si se llega a
un acuerdo?
El Estado está
obligado a dar garantías necesarias y suficientes para que las Farc puedan
diseñar un escenario de participación política a corto plazo, una vez se haya
completado la negociación, a través de un partido político nuevo o como lo
decidan las Farc.
¿La participación del general Jorge Enrique Mora Rangel en la mesa
negociadora es una garantía de seguridad?
La cuestión va más
allá de su presencia en la mesa. Consiste en una política integral que no es
solamente dar escoltas a las personas, se necesita también enviar mensajes a la
sociedad sobre lo positivo que es tener a las Farc participando en política. En
este proceso, los medios de comunicación tendrán un papel importante como
valedores de esa conveniencia.
A estas alturas del proceso, ¿pueden participar otros grupos armados?
Aún sería un buen
momento para hacer mesas paralelas con otras agrupaciones armadas, pero cada
una en su sitio. Es imposible la vinculación al mismo proceso abierto con las
Farc.
¿Proceso sin cese al fuego bilateral?
Yo hubiera
preferido un alto al fuego bilateral al principio de la negociación: se ahorran
víctimas y se evita la desconfianza. Pero el Gobierno no acepta esta
posibilidad, se siente mucho más fuerte militarmente, prefiere mantener los
combates y la persecución de las Farc mientras adelanta las negociaciones.
Quiere debilitarlas aún más.
¿Hay un clima contrario al alto al fuego, ya sea por gasto militar o por
grupos de presión?
El día que
finalmente salga en los periódicos: “Las Farc dejan las armas y se
desmovilizan”, será mágico, histórico, permitirá que el país sea muy generoso
con las Farc. No estamos en ese momento, ese titular todavía no existe. Pero
será en un ambiente diferente al que hay ahora. Uno de los resultados de un
acuerdo de paz sería la retirada del Ejército en muchas regiones del país, el
cierre de instalaciones militares que ya no serían necesarias...
Comparado con otros procesos de paz, ¿es optimista respecto al
colombiano?
Hace poco tiempo se
ha llegado a un acuerdo entre Sudán y Sudán del Sur, un conflicto que provocó
un millón y medio de muertes y muchas barbaridades: asedio a ciudades, gente
muriéndose de hambre, tres millones de personas desplazadas... Sin embargo, son
capaces de firmar la paz y el líder de la guerrilla pasa a ser vicepresidente
del país. En el mundo se han hecho cosas tan increíbles que me permiten suponer
que en Colombia no tiene que ser diferente.
Luz M. Estupiñán Cardona. El Espectador.com. 02/12/2012